C A P Í T U L O 6


Unos cuantos rayitos por aquí y unos cuantos truenos por allá hehe.

Más de treinta mensajes de Marco y más de diez llamadas perdidas. Debería de estar trabajando, pero no paraba de hacer que mi móvil vibrara cada poco después.

Sería más fácil si simplemente le dijera algo, pero no quería.

Había salido a tomar el aire —cosa que a Marco obviamente le había parecido una idea horrible —llevaba al menos dos semanas encerrada por decirlo de alguna manera en su piso, una experiencia horrible por cierto.

Jared, el poco tiempo que estaba en casa, estaba cabreado y Celia ponía excusas muy malas para salir con su novio, cosa que hacía que Jared se cabreara más.

Eran peleas constantes en esa casa.

Además Marco pidió unas semanas de descanso, según él para relajarse, pero las mentiras de Marco se veían a kilómetros.

Por fin llegó el día tan marcado en mi calendario, incluso me había despertado para despedirle desde la puerta con más entusiasmo del que pensaba.

Me vestí con ropa cómoda y salí tan rápido como pude para que Jared no me viera y se chivara.

Cosa que igualmente hizo.

El parque estaba más tranquilo de como lo recordaba y a pesar de que el cielo parecía que se iría a caer en cualquier momento, los pájaros iban de un lado a otro haciendo cantidad de ruido, sin duda mejor que el de mi teléfono sonando de nuevo.

¿Es qué no se daba cuenta que no le haría caso?

Sin mirar la pantalla apagué el teléfono, así no escucharía al dichoso sonar.

Caminé, caminé y caminé hasta que me encontré a mi misma delante de la puerta de mi casa.

Revisé el buzón en busca de alguna carta, recibos concretamente, pero nada, solo pelusas. La hierba estaba bastante alta y la entrada de la casa necesitaba que alguien la barriera con urgencia, de seguro se tenía que ver así también por dentro.

Por desgracia mis llaves las tenía Marco como parte del acuerdo así que no tendría otra opción que pedírselas si quería hacer un poco de limpieza, al menos quería que mi casa volviera a ver un trapo o algo.

Abrí la puerta de la cafetería de su padre y todo el mundo se estaba refugiando de la lluvia que yo no había podido evitar.

Pude ver por el rabillo del ojo como un grupo de adolescentes se reían por lo bajo de mis pintas, toda mojada y con el pelo pegada a la cara, toda una belleza.

Me acerqué a la barra esquivando a la gente y pasando de la cola, porque para que nos vamos a mentir, nunca la había hecho y no pensaba hacerla ahora.

Había una chica recogiendo su chocolate caliente y me posicioné al lado suyo apoyando la barbilla en la mano sobre la encimera.

Marco pasó de tener una encantadora sonrisa mientras le devolvía sus vueltas a la chica del chocolate a una con el ceño más fruncido que le había visto nunca.

— Jerry, encargate de la caja.

— Yo no puedo que ...

— No era pregunta, levantate y coje dinero si quieres llevarte un trozo de pan a la boca el mes que viene.

— Está bien, que genio. — Levantó las manos a modo de rendición y se posicionó enfrente de la caja recibiendo más pedidos.

Marco pasó su mirada que parecía que echaba fuego hacía mí y levantó una pequeña abertura de madera de la encimera para dejarme pasar. Me cogió del brazo y me llevó hasta fuera, una zona techada.

Verle tan enfadado podría acojonarte aunque yo me sentía muy tranquila porque sabía que nunca me pondría una mano encima, ni a mi ni a nadie.

— Creo que se te ha olvidado el pequeño detalle de que hace unas semanas casi no lo cuentas.

— Pero lo conté.

— Nica no te das cuenta de que podría pasarte otra lo mismo.

— Para eso estás tú. — Le dije dándole un golpecito en el pecho y acercándome un poco más.

— No me hace gracia y lo digo en serio.

— ¿Qué te hace pensar que yo no lo diga en serio?

Me cogió la mano que tenía todavía encima de su polo oscuro y la apartó, realmente estaba molesto.

— Sabes perfectamente que si hubieran querido algo de mi me hubieran torturado hasta conseguirlo, pero estoy aquí y con todas mis extremidades incluso.

Eso hizo que relajara un poco su cara para esbozar una sonrisa.

— Podrías haberme cogido las llamadas al menos.

— Eres muy pesado cuando quieres.- Bromeé cruzándome de brazos.

Negó con la cabeza mientras se rascaba la nuca y de la nada me rodeó con sus brazos para darme un abrazo de oso, alzándome en el aire y siendo apachurrada contra él.

— Creo que debería entrar antes de que Jerry la lie. — Anunció bajándome.

— Espera. — Le frené cogiendo su muñeca. — ¿Antes podrías darme las llaves?

— Creo que tengo las mías en el vestuario, dejame ir a mirar...

— Digo las de mi casa. — Interrumpí

Sus ojos se abrieron y sus cejas se alzaron demasiado para decir verdad.

— Eso si que no.

— Solo quiero...

— Y si saben donde vives, o peor, ¿y si te están observando ahora mismo? — Me interrumpió mientras me movía a un lado suyo.

— Marco no seas paranoico, sino no estaría hablando contigo ahora mismo.

Creo que se lo estuvo replanteándoselo por más de un minuto, pero finalmente negó con la cabeza haciendo que se le agitara el pelo.

— Tú sola no.

— Tú estas trabajando y creo ... ¿Me estás escuchando? — Cogió su móvil y empezó a llamar a alguien ignorándome completamente.

— Me da igual que estuvieras durmiendo... Coje las llaves que tengo en el cenizero de mi cuarto... Si esas con un gato... Que nooo ... Vente a la cafetería... Que me da igual, ¿cómo quieres que te lo diga? Que vengas y punto.

— ¿Quién era?

— Vas a pillar un pasmazo, ven. — Afirmó ignorándome de nuevo.

Me prestó la sudadera rosa palo que estaba usando antes de venir a trabajar mientras secaba mi ropa con un secador que había por ahí lleno de polvo.

Me llegaba por debajo de los muslos y era realmente cómoda, ya hablaríamos respecto a quién haría la colada la próxima vez.

— Ale, creo que ya. —Dijo sosteniendo mi jersey tieso.

— ¿Cómo que crees? — Me acerqué. — Creo que si la pones de pie se podría sostener, Marco. — Puntúe cogiendola con los dedos a modo de pinza mientras la revisaba por ambos lados.

— Exagerada.

Su teléfono empezó a vibrar sobre la banqueta de madera y fuera quien fuera le mandó entrar al vestuario y unos minutos después había aparecido un Jared con algunas gotitas cayendo de su oscuro cabello con su tan característico ceño fruncido.

— ¿Interrumpo algo? — Preguntó sarcásticamente mirándonos a ambos.

Marco se  disculpó con la mirada y yo no podía estar más cabreada.

Al final tuve que ponerme la sudadera de Marco con mis pantalones que estaban más o menos secos, por decirlo de alguna manera.

La lluvia ya había cedido, pero caminábamos por las zonas techadas de las casas para resguardarnos de las gotitas que caían improvisadamente.

Jared camina junto a mí con grandes zancadas mientras giraba mis llaves en su dedo. Estábamos a poco de dos minutos de llegar y todavía no se había burlado de mí ni había dicho ningún comentario grosero, algo tenía que ir muy mal entonces.

— ¿Estás bien?

Hasta yo misma me había sorprendido de aquella pregunta
¿Y a mi que mas me daba lo que le pasara?

— Estaría mejor si hubieras usado ese teléfono de mierda que tienes.

¿Mi teléfono?

Lo saqué al instante para encenderlo y encontrarme que la mayoría de las llamadas perdidas no eran solo de Marco, sino también de Jared, incluso más.

— ¿Ha pasado algo? — Pregunté preocupada. Era raro que me llamara, supongo.

— Ya nada. — Bufó.

Miré de nuevo a la pantalla de mi teléfono ¿Por qué me sentía tan mal? Había al menos veinticinco llamadas perdidas de un tal "Ceño fruncido".

— ¿Y dónde decías que vivías? — Preguntó para cambiar de tema.

— Unas casas más adelante.

Parecía más entusiasmada cuando por fin logré meter la llave en la cerradura y empujé la pesada puerta para entrar. Jared andaba detrás de mí perdido y al mismo tiempo sorprendido.

— Pero... ¿Y esta casa?

— Que pasa ¿no te gusta?

— Pudiendo vivir en esta pedazo casa estás viviendo allí con nosotros. — Giró sobre sus talones para ver el resto de la casa. — En comparación con la de Marco parece un gallinero su piso.

— ¿Lo dices por como gritáis tu hermana y tú, verdad?

Hizo una mueca que ignoré y lo dejé moviéndose por ahí mientras recogía un trapo y un cubo con agua a un lado y al otro una escoba y un cogedor, no sé cómo no se me pudo caer todo.

— Cotilla. — Le regañé dándole con un trapo en la cabeza para que dejara de toquetear todo.

— No pegues joder.

— A limpiar, y no obtendré un no por respuesta.

— Ya claro. — Bufó.

Alcé la escoba dando a entender las consecuencias que llevaría el no ayudarme.

— Ya hago yo la parte de abajo. —Dijo de malas manera cojiendome el cubo con agua.

*

Estábamos esperando a que viniera la comida que habíamos encargado para no tener que salir con tal tormenta.

Ya había llamado a Marco para advertirle y no le diera un ataque al corazón al ver que no estábamos para comer todos juntos como hemos estado estas semanas.

Estaba sentada frente al enemigo mientras se mordía las uñas nervioso y otro ruido del exterior hizo que se sobresaltara.

Una sonrisa maligna apareció en mi cara, era mi momento de chincharle un rato, pues había estado toda la mañana haciendo que se me hinchara la vena del cuello.

— ¿A caso le tienes miedo a unos cuantos rayitos, Jared?

— Eso no son rayitos, son truenos inculta.

— Entonces eso en un sí. —Acerqué más mi cara estando apoyada sobre la mesa. — ¿Les tienes miedo?

— Que-te-den. — Me sacó el dedo medio y se retiró de la mesa.

Salió molesto del salón con las mejillas más rojas que uno de mis cojines colorados y yo no podía parar de reírme a carcajadas en contraste con las gotas que caían sobre el cristal detrás de mí.

La comida llegó poco después y aparté lo que era mío para llevarle la bolsa con su comida a Jared. Subí las escaleras tanteando donde podría estar puerta por puerta.

La puerta que daba a mi habitación estaba entreabierta y cuando me asomé las cortinas estaban corridas completamente y una bolita de Jared estaba entre la cama y la pared con los auriculares puestos. La música estaba tan fuerte que incluso yo podría escucharla estando a tanta distancia.

- ¿Jared?

Que sea Jared, que sea Jared ...

Claro, como iba a escucharme con la música estando tan alta.

Me acerqué y me puse de cuclillas frente a él sosteniendo la bolsa a mi lado. Le puse una mano en el hombro para hacerle saber que estaba ahí porque tenía los ojos cerrados, aunque el susto igualmente se lo llevó.

Se quitó los auriculares molesto y me apartó la mano de un manotazo.

— Oye lo siento, no creo que te tengas que poner así.

— ¿Y tú qué sabrás?

¿Había estado llorando?

Su voz ronca le delataba.

— Mira yo te doy mis rollitos de primavera en son de paz. — Intenté sonreírle.

Si ibamos a estar viviendo los dos en la misma casa por varias semanas lo que menos quería era estar tirándome de los pelos todo el día con él.

— Y pagas mi parte.

— Tienes un morro.

No parecía muy contento caminando detrás de mí mientras revisaba lo que había en la bolsa.

— Oye. — Me giré para verle parado a un par de metros con la cabeza agachada. — De esto ninguna palabra a nadie, ¿te queda claro?

— Sí mi capitán. — Bromeé haciendo un gesto típico.

La tormenta era cada vez peor y estábamos encerrados en mi casa. Lo más seguro es que tuviéramos que pasar la noche aquí porque ni de broma íbamos a salir y tampoco iba a dejar salir a Marco en estas condiciones para recogernos en coche.

Saqué unas mantas bastante gordas para que Jared no pasara frío en el sofá del salón, tampoco es que me importara, pero ya que me había ayudado a limpiar era lo mínimo.

— Yo me voy a dormir ya, tu haz lo que quieras. — Le dije dejando las mantas sobre el brazo del sillón.

— ¿Voy a dormir aquí?. —Parpadeó levantándose.

— ¿Quieres dormir fuera?

— Nop.

— Pues hasta mañana.

Ya entre mis sábanas, casi apunto de dormirme y con algunos ruidos de afuera escuché como alguien subía dando varios pasitos rápidos hasta pararse junto a mi cama.

— Vero. Nica. Venoooonica. ¿Estás despierta? Despierta.

Empezó a agitarme por los hombros y cuando abrí los ojos se apartó porque si no fuera porque no sabía esconder cuerpos lo habría degollado ahí mismo.

— ¿Qué quieres Jared? Pe-sa-do.

— ¿Puedo dormir contigo?

Que tipo de pregunta era esa, ya no sabía si me estaba tomando el pelo o realmente estaba asustado.

— ¿Por qué no te pones la música a tope y me dejas en paz?

— ¿Qué te crees que he estado haciendo todo el día Einsten?

— No me vas a dejar hasta que te diga que sí ¿verdad? — Me tumbé boca arriba mientras le veía de reojo como dudaba entre entrar o seguir insistiendo. — Ni se te ocurra tocarme.

Me puse de lado mirando la pared cuando el colchón se hundió a mi lado.

Casi se me había olvidado que estábamos ahí los dos cuando otros de los truenos que habían sonado hizo que algo a mi lado diera un respingo y se aferrara a mi cintura como si su vida dependiera de ello.

No voy a mentir al principio estuve a punto de apartarme de mala manera, pero realmente se le notaba bastante asustado

¿Cómo podría tener tanto miedo a unos ruidos insignificantes?

Mi piel quemaba cuando puse mi mano sobre la suya mientras giraba mi pulgar sobre ella para tratar de tranquilizarle, su corazón latía descompasado.

Pensaba que ya se había quedado dormido porque su corazón ya latía más regular que antes así que paré y traté de dormirme cuando su voz sonó detrás de mí.

— ¿Por qué vives con nosotros?

— A qué viene esa pregunta. — Dije girando mi cabeza hacía donde provenía su voz para mirarle.

Abrí los ojos como platos al darme cuenta de lo cerca que lo tenía. Noté como él tragó saliva mientras me insistía en que le dijera.

— ¿No te lo ha dicho Marco? Has debido de notar su paranoia.

Le conté todo con pocos detalles evitando la parte en la que me encontraron, no sé porqué, pero la historia fue lo suficientemente larga para que por fin se durmiera.

Creo que se lo tomó como si fuera un cuento para no prestarle atención a los truenos de fuera que hacía vibrar el cristal mojado de mi habitación.

No me había dado cuenta cuando había empezado a volver hacer el mismo gesto con el pulgar o cuanto llevaba haciéndolo.

Al poco tiempo conseguí dormirme yo también con Jared pegado a mi espalda notando su cálida respiración en mi cuello saliendo de sus labios húmedos que rozaban ligeramente mi cuello.

Cuando me desperté no encontré a nadie al lado mío y estaba empezando a dudar que hubiera sido un sueño, o una pesadilla, no sabía cómo clasificar eso.

Bajé las escaleras para encontrarme en el salón a Marco charlando tranquilamente con Jared.

— Bonita sudadera. — Sonrió Marco.

— Dala por perdida, eso te pasa por generoso.

Volvimos de camino al piso de Marco sintiendo un poco incómoda de tener a Jared tan cerca, no tanto como anoche, pero ya me entendéis.

Justo en ese momento me llegó un mensaje de "Ceño fruncido":

"Ceño fruncido": Olvida lo de ayer y ni una palabra.

Pasé de responderle, tampoco le iba a dar mucha importancia.

Había algo que no me cuadraba y me quedé mirando el mensaje estupefacta.

¿No me había dado a entender de que no tenía batería anoche?

Le miré con la misma cara de no entender nada y de querer matarle, y él simplemente se limitó a sonreír y continuar su camino junto a Marco.

***

¿Qué les pareció jsjs?

¿Quién iba a pensar que aquí el amigo Jared le tenía miedo a los ray... truenos?

Claro yo xd xd

~Besis de fresi~
<3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top