C A P Í T U L O 10


Uff, como que hace un poco de frío ¿no?

Los días pasaron sin mucho que contar, no hubo más encuentros con Ash, ya casi nos habíamos olvidado de Lilith, se podría decir que la habíamos dado por perdida, no sabíamos nada de aquella niña y por alguna razón que aún desconocía quería encontrarla, y por alguna otra extraña razón había metido en todo esto al resto.

Todos nos encontrábamos en el sofá tumbados o semi tumbados porque Marco estaba en una posición de lo más cómoda para él, todo lo contrario para el resto, "viendo" de nuevo películas del viejo oeste.

De verdad Marco tenía una obsesión no muy sana con esas estúpidas películas, todos trataban de lo mismo y todas y cada una de ella me perforaban el cerebro con cada disparo que daban innecesariamente al aire.

Uno de los teléfonos sobre la mesita de centro empezó a vibrar una y otra vez, pero nadie se molestaba en acercarse y aquel ruido mezclado con la peliculita iban hacer que me dieran migrañas toda la tarde.

— ¿Es que no es de nadie o qué? — Dije algo más molesta de lo que pensaba sonar.

— Mira a ver quien es, así lo averiguaremos.

Me puse de rodillas y cogí aquel dichoso aparato que no paraba de iluminarse.

— ¿Y bien? — Insistió Celia.

— Tres llamadas perdidas de un número no agregado.

Por la oscuridad de la sala no podía identificar muy bien de quién era el móvil y la pantalla de inicio tampoco me decía mucho.

— Pfff, podría ser de cualquiera, trae. — Marco alargó su mano desde su posición de comodidad para revisarlo. — Mio no es, así que quedo inmunizado de tu furia.

Me echó una mirada rápida para ver mi cara de hastío lo que le provocó una risilla, sin duda su hobby se basaba en sacarme de mis casillas, ahora ya se porque son amigos Jared y él.

Justo cuando iba a pasárselo a Celia para que le echara un vistazo la pantalla volvió a brillar contra la cara de Marco y con un tonillo irritante empezó a recitar:

— "Jay, responde es algo importante ... " — Incluso tuvo que especificarnos que usó tres puntos suspensivos. — Uy Jay. — Ironizó la voz.

Las carcajadas de Marco llenaron toda la habitación y Jared — con su mítica cara — le arrebató el aparato que seguía brillando por cada notificación.

— ¿¡Te acaban de llamar Jay o tengo tapones en los oídos!? — Saltó Celia.

— Le acaban de llamar Jay. — Le aseguró el rubio lleno de posibles burlas para el otro mellizo. — Corre pequeño Jay seguro que es supeeer importante. — Ahí va la primera de muchas.

Jared le hizo un corte de manga y se marchó a la habitación. Celia y Marco se miraron y como si sus mentes estuvieran conectadas de alguna manera y bajaron el volumen hasta el mínimo y se acercaron tanto como les permitía el estrecho lugar a la pared más cercana donde se encontraba.

— ¡Ey, que lo estaba viendo!

En verdad no, solo quería molestar y aportar algo de diálogo en todo esto.

— Cállate y ven. — Marco me hizo un gesto para que me uniera a ellos. No me quejé aunque tampoco es que tuviera muchas ganas.

Me apoyé con cuidado sobre el trozo de pared que quedaba libre y pude escuchar como este andaba por la habitación de un lado a otro.

Siempre había tenido buen oído, podría enterarme si quisiera hasta de lo que le preguntaban desde la otra línea, el caso es que no quería, tampoco quería estar ahí si no tumbada en el sofá o en mi habitación sin tener que preocuparme de nada, ni de Ash ni de mis padres, de nada ni nadie.

Sin embargo estaba agachada de malas maneras escuchando como Jared se quejaba a la otra persona que parara de llamarle así.

Casi me lo podía imaginar con el puño cerrado a un lado manteniendo la compostura como parecía que estaba haciendo hasta ahora.

— Seguro que es su novia. — Comentó por lo bajo Marco.

— "Jared" y "su novia'' no quedan bien en una misma frase si no es en negación. — Celia se acercó un poco más a la pared como si pudiera escucharlo. — Creo que están hablando de algo de salir.

— SHHHHHHH callaos no oigo nada. — Siseó Marco.

— EY QUE ME EMPAPAS DE BABAS. — Me había rociado como colonia, que asco.

— SHHHHHHH callaaaaaa.

— SHHHH tú aspersor.

— Callaos, callaos, creo que está saliendo. — Celia empezó a caminar de manera apresurada hasta el sofá y nosotros pisándole los talones.

Todos volvimos a nuestras posiciones originales e incómodas para cuando Jared había salido del pasillo.

— Que mal disimulais, os hubiera salido perfecto si la peli no pareciera una muda, vaya.

— ¿Y esa cara? ¿Problemas en el paraíso? — Se burló Marco alzando sus cejas antes de que Celia le diera un codazo justo en las costillas.

— En el infierno diría yo. — Ironizó sentándose en el suelo junto a mi.

— La tendrás que traer a casa alguna vez, podría cocinarle algo rico. — Se sumó Celia, pero con buenas intenciones, supongo.

— Antes me clavo un puñal justo en el pecho.

— Que romántico. — Marco puso los ojos en blanco y puso las manos sobre los hombros de su amigo. — Venga no seas sieso y presentanos a tu noviecita, Jay.

— Espera, espera ¿Novia? — Se giró algo brusco.

— Jared el borde y más sarcástico de toda la ciudad ha encontrado a alguien que le ablande su corazoncito de piedra, obviamente queremos darle las gracias y desearle suerte. — Continuó.

Esto tenía pinta de acabar muy mal.

— No lo has notado como más ... ¿Pacífico? — Celia no sabía donde se estaba metiendo.

La verdad es que si que estaba algo más tranquilo y cariñoso — si se podía decir de alguna manera — con todos, todo apuntaba a aquella que la había llamado, seguro.

— Pero... Si solo es solo una compañera de clase que me había invitado a una fiesta en su facultad de mierda.

A todo esto yo me encontraba un poco más apartada de todo este lío de gritos y confusiones, no quería cargarme con todo, gracias.

En uno de mis momentos de espectadora totalmente perdida de la conversación Jared me tomó de las muñecas y me levanta de golpe.

— Pedazos de cotillas y conspiradores  ahora vais y os quedáis sin fiesta.

— Oye, no es justo. — Se quejaron ambos casi al unísono haciendo berrinche.

— Venga, Jared no seas así, llevamos días aquí encerrados. — .Continuó Marco, como si eso le fuera a ayudar.

— Pasarlo bien en el viejo oeste. — Después hizo un gesto como que apuntaba con una pistola y la soplaba como habíamos visto miles de veces como lo hacían.

A mi pesar tuve que irme a regañadientes hasta el coche para irme a esa dichosa fiesta, aunque mirándolo por otro lado podría dejarme caer sobre algún lado y posiblemente dormirme, ya me encontrará Jared. Y menos mal que iba "medio decente" si hubiera sido por él me hubiera sacado hasta en pijama.

— Ya no aguantaba más ahí. — Apoyó sus manos y frente sobre el volante.

— ¿Acaso lo has hecho alguna vez?

— Buen punto.

Emprendimos nuestro camino hacia la famosa fraternidad y de verdad que lo estaba intentando, me contuve mucho eso era un logro.

— Bueno Jay...

Y como la niña de la exorcista se me giró y me clavó la mirada más "más te vale que no vayas por ahí" más clara en toda mi vida.

— ... red. — Continué con una sonrisilla socarrona. — A qué se debe tal invitación ¿Debería sentirme halagada o algo parecido?

— No vamos a ir a esa mierda.

Y lo dijo como si fuera lo más obvio del mundo, fue como un "eh, que cuando llueve te mojas"

— ¿Qué vas a matarme en mitad de un parking o algo así?

— No me tientes.

Continuó conduciendo y yo ya estaba harta de tanto paisaje oscuro, pero tampoco podía hacer mucho así que solamente me dejé caer y lentamente entre bache y bache me quedé dormida...

Casi, pero no.

— Ni se te ocurra, matarte mientras duermes no es lo mismo.

— ¿Qué te pasa? Loco.

— Vaya, la más indicada me lo dice a mi.

Por fin bajamos a lo que parecía un descampado bastante mal cuidado y si no fuera porque le conocía lo suficiente estaría asustada de que me hubiera traído a un sitio con tanta oscuridad y alejado de la civilización, pero supongo que esto venía en el pack del encanto de Jared.

— Uhummm, que sitio mas bonito.... Supongo.

Cuando me giré hacia su dirección es como si se hubiera desvanecido.

— ¿Jared? No tiene gracia. — Giro sobre mí misma varias veces por si logro verle. — Ya. Ja. Ja. Ja. Puedes salir ya, porque, uy, sí estoy muuuuy asustada, hasta tiemblo, lo has logrado. — Sinceramente si estaba temblando, pero mi orgullo era mucho mayor.

— Buh.

— ¡AAAAH! — Me había alumbrado con una linterna a la cara y por acto reflejo le había golpeado el brazo para después con movimientos bien ejecutados finalmente haberle inmovilizado dejándole por delante de mí. — ¿¡Pero a ti que te pasa, que te podría haber matado, idiota!?

Le solté mientras me apartaba para ver cómo se estiraba las partes adoloridas, no se como sabía hacer eso, pero me gustaba.

— Pero ... — Empezó a decir.

— Te lo merecías. — Le corté señalándole con el dedo. — Ya me vas a decir que hacemos aquí. — Crucé mis brazos en un intento de coger calor.

— Sígueme.

Caminamos durante unos minutos hasta llegar a una llanura muy maltratada. No muy al fondo podía distinguir una casita que parecía tener la misma pinta de abandono.

Me guió hasta una zona que hasta parecía haber sido cuidado con anterioridad. Se acomodó sobre la hierba y me hizo un gesto para que le imitara.

Todo era confuso ¿Para que me había traído aquí? Todo estaba relativamente oscuro y no le veía la diversión por ningún lado, se podría decir que prefería estar viendo algo de Marco en la televisión.

— ¿Qué es todo esto?

— Vamos a ver una lluvia de estrellas.

— ¿Qué vamos hacer que?

Me cogió del antebrazo y me tiró para que me sentara sobre la hierba. Él a mi lado se había tumbado colocando sus brazos tras su cabeza. Desde donde estaba podía ver su perfil. Una nariz recta y toda la frente tapada por su pelo despeinado. Sus ojos se posaron sobre los míos y sentí como se estremecía todo mi cuerpo.

Me tumbé rozando hombro con hombro con él. Pasaron que... Dos minutos y ya quería irme, hacía frío, estábamos en mitad de la nada y no había pasado nada interesante. La verdad es que era raro que estuviéramos tanto tiempo sin discutir, algo novedoso, Marco estaría orgulloso.

Desde esta corta distancia podía diferenciar con facilidad su aroma y su calor corporal que desprendía aunque el clima no era el mejor del mundo. En mi caso yo tenía el vello erizado y de vez en cuando me frotaba los brazos para entrar en calor, aunque hacía poco.

Me pego un poco más a él, ya que a él parece sobrarle calorcito, no vamos a desperdiciar eso. Tiene que haberle pillado por sorpresa porque hemos pasado de estar rozándonos hombro con hombro a entrelazar nuestras piernas.

Ahora sí, un poco mejor.

Buenooo... También quería cortar la distancia, pero eso nunca lo admitiría en voz alta.

Pero era cierto que tenía frío.

Sí, frío.

— ¿Tienes frío? — Precisamente eso ahora ya no, ya he resuelto eso un poco. — Tengo mantas en el coche.

¿Es que no estás bien así? En fin.

Hizo el intento de levantarse a por ellas, pero yo ya estaba de camino al coche algo frustrada y emocionada.

Puedo pa.rar. Todo esto es estúpido.

Ya con dos mantitas lista para volver a donde estábamos, intento cerrar la puerta del coche con una pierna como puedo.

— Mierda— Murmuro.

Ya — de mal humor — a punto de dejar las mantas en el suelo para poder cerrar la dichosa puerta oigo como Jared ya lo ha hecho por mi.

Ni le había oído venir.

— Gracias.

— A ti, princesa.

Jared nunca diría eso, solo de imaginármelo le veo con arcadas.

Mi campo de visión era nulo, pero cuando empezó a reírse supe que era él, el puto estirado de Ash.

Tiré las mantas al suelo sin importarme y me le quedé mirando como ladeaba la cabeza, y sí, con esa sonrisa de medio lado tan odiosa que me dan ganas de borrarla de un puñetazo.

— Ash, largate.

Con la oscuridad era un poco más tenebroso, y solo unos pocos rayos de la luna hacían que su cabello rubio resaltara más que sus ojos celestes y su traje blanco.

— Tenemos que hablar.

— Yo creo que no. Y estoy ocupada

Me intenté girar para irme — más rápido de lo que quería — ,pero me cogió con suavidad del brazo para girarme hacia donde él estaba que con bastante facilidad y sigilo se había acercado bastante más.

— Seré breve.

— Como si me tienes que recitar un poema, Ash. No quiero más de esto. — Digo señalando la cabeza dando a entender los dolores que me provoca, en ambos sentidos

— Sin ellos no hay respuestas — refiriéndose al dolor de cabeza — y yo sé que tú las quieres. Si no porqué tienes aun los datos personales de Lilith. — Hizo una pausa para mirarme de arriba a abajo. — Ni tu sabes porque la tienes todavía.

En eso tenía razón, ni siquiera sabía porqué la llevaba encima, como si en cualquier momento alguien cualquiera fuera a darme la solución de todo esto.

—Es fácil — Continuó. — arrojala o lo que sea, sin embargo te tiras las noches leyéndola una y otra vez, y sabes cual es el resultado de todo. — Niega con la cabeza haciéndome sentir como una estúpida. — Nada. No hay nada. Pero crees que sí que lo hay.

Sí, sí lo creía. Y creía haberlo dejado pasar, pero para qué mentirnos la llevo a todas partes, ahora mismo está en mi bolsillo trasero.

— Yo no creo nada. — Bufo zafándome de de su agarre y cruzándome de brazos. — Y eres un puto psicópata, si vuelves a seguirme o algo parecido ...

— ¿Me denunciarías? ¿Me darías una patada? — Suelta una risa de esas. — Ambos sabemos que no me pasaría nada.

No dije nada, prefería callarme, no quería calentarme, si no me echaría encima suya para arrojarle puñetazos en cualquier parte de su anatomía.

— Ahora se una buena chica y escucha lo que tengo que decirte.

— ¿O qué?

Acunó mi cabeza entre sus frías manos y yo solo me quedé mirando sus ojos profundos de un color ya no tan celestes, si no unos más oscuros. Había algo mal en él, algo en su cabeza.

— No quiero asustarte — Sonríe dejando ver una fila perfecta de dientes. — .Para que mentirnos, sí, asustate. Morte está no muy lejos de tu amiguito y con una sola señal puede haber sido la última vez que te hayas acurrucado con él.

Pero que .... Rectifico, estaba muy mal, pero que muy mal ¿Y este había sido mi mejor amigo por años? Ahora ya veo por que me alejé, era un loco psicópata, un enfermo, un peligro, y justo estaba frente de mi.

Intento recomponerme, no quiero dejarle ver como una gota de sudor frío ha bajado por toda mi espina dorsal por lo que me ha dicho.

Realmente no sé de lo que es capaz de hacer, antes solo era un niño que le gustaba coleccionar bichos.

Después de aquella visión de nosotros dos empezaron a venir más con el tiempo, al principio aparecían en mis sueños, otros en cualquier momento, poco a poco recordé lo que eran mis trades en Inglaterra con él, con mi vecino y amigo.

Coleccionaba insectos, era un friki de ellos, a mi me daban asco y siempre me perseguía con ellos. En las noches le esperaba bajo su ventana para escaparnos e irnos al bosque que estaba justo a nuestras casa, nos bañábamos en el lago lleno de luciérnagas y merendábamos en las hierbas altas de su patio.

— No estás bien, Ash.

Me coloca un mechón que había escapado de mi coleta detrás de la oreja — Pero eso ya lo sabía, querida.

— ¿Qué ha sido de mi vecino? ¿De mi mejor amigo? — Pregunté con algo de pena y nerviosa por su respuesta.

Aunque estuviera muy segura de que él era el niño de mis recuerdos todavía no lo había confirmado, necesitaba que él me lo dijera.

— Veo que lo que te dije funcionó— .Dice haciendo referencia a lo que hablamos en el baño del zoo.

Confirmado, era él.

Ahora debemos saber que quiere y por que ha vuelto, aunque eso ya no creo que pueda preguntárselo así de fácil.

Aún con su sonrisa me pone a su lado, y con una mano en la parte baja de mi espalda empieza a caminar haciendo que tenga que seguir su ritmo.

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