C A P Í T U L O 1


¿ El borracho "amable" o el borracho "busco saco de boxeo" ?

— ¿Señora?

Alcé la mirada a la chica de detrás del mostrador que estaba tomando mi pedido. No sé por cuánto tiempo habré estado en silencio mirando mis manos.

Se sentían con cosquillas y no paraba de mirarlas de una lado y del otro.

—- Entonces... ¿Solo café?

Me miraba de arriba a abajo intentando encontrar algo "mal" en mi, en verdad todo estaba mal, pero apenas lo dejaba ver. Tampoco es que mis pintas dejaban mucho que desear, ni mis ojeras en mi paliducha piel.

—- Sí.

Me siento que cualquier silla de la cafetería y con mis largos y huesudos dedos rodeo el pequeño vasito de café. Lo miraba dando pequeñas vueltas intentando ver más allá de el oscuro y espeso líquido y a pesar de la alta temperatura en la que estaba me lo acerqué a la boca haciendo una mueca aunque puede notar como el frío desaparecía.

Ya hacía frío por las calles, y era casi imposible andar por ellas sin bufanda y guantes. De nuevo miro el ya medio vacío vaso de café y una idea pasa por mi cabeza. Lo acerco a la ventana de mi lado y como había previsto el vaho que todavía despredía empañó el cristal.

Como si aún fuera una niña dibujé sobre la mancha que había formado con un dedo una corazón y por alguna razón le sonreí satisfecha.

—- ¿Ya estás romantizando tu vida de nuevo?

Me giré hacia Marco con molestia por haberme interrumpido. Se había sentado en la silla libre de enfrente.

—- Pues yo no le veo ningún problema.

—- Acabas de hacer un corazón en la ventana. —Dijo conteniendo la risa mientras lo señalaba.

Miré con orgullo mi obra de arte y me encogí de hombros miestras el alzaba las cejas.

—- Ya te gustaría pintar como lo hago yo.

Se rió hacia dentro y empezó a buscar algo en uno de los bolsillos para dejar en medio de nosotros una libretilla donde debía apuntar los pedidos de la gente, y de forma amenazadora me señaló con el boli mientras me decía:

—Yo, Marco Lennon, el amigo más guapo sin ninguna duda — Afirma mientras me guiña un ojo y solo dejo mis ojos en blanco antes tanta soberbia. —te reta a un desafío de dibujo.

—- Sabes que vas a perder no te dejes en ridículo tú solo.—Me burlé mientras le arrebataba el boli de la mano.—Acepto.

— ¿Entonces admites también la parte en la que hablo sobre mi belleza deslumbrante?

Se apoyó a los lados de la silla deslumbrando una sonrisa socarrona y haciendo ver su estrecho polo azul de trabajo pegado a su pecho.

—Baja de las nubes rubio. —Dije mientras me preparaba para sacar mis dotes artísticos que nunca dejé ver.

***

A un lado de la mesa estaba una montañita de bolas de papel arrugadas. Su libreta estaba a nada de acabarse, pero ahí estábamos los dos arrancando la siguiente hoja para empezar otra ronda de "Dibuja al cliente".

Como el propio nombre lo dice, ambos teníamos que dibujar a alguien del local y después compararlos.

—A la de uno... dos ... y...

—¡Tres!

Mostré con orgullo el dibujo de un señor sentado unas mesas más adelante.

—¡Pero me quieres dejar terminar!

Se había frustrado otras veces que tampoco le había dejado terminar, y ahora tenía el ceño tan fruncido que no parecía que era un chico alegre y coqueto.

Deslizó de forma misteriosa su hoja al centro de la mesa. Mi dibujo ya estaba a plena vista de cualquiera que pasara por ahí cerca, aunque ya casi no había nadie, ya era cerca de la hora de cerrar.

En cambio él que le encantaba llamar la atención tenía hasta que montar un espectáculo para mostrar un trozo de papel con un círculo y dos palotes.

— ¡Y tres! —Exclamó con mientras volteaba la hoja.- Lo sé, lo sé ¡Son hermanos separados al nacer!

Había estado ganando todas las partidas anteriores y con diferencia, no es que fuera una experta, pero para que te imagines cómo eran sus dibujos. Y que ahora me presente eso...

—¡Me has dejado ganar las otras partidas!

—Quería dejarte seguir romantizando tu vida. — me guiña el ojo de nuevo, pero no me quejo.

Se acomodó en su silla con un codo sobre el respaldo y una pierna encima de la otra mientras mostraba sus sonrisa cuando alguien chilló por detrás de la barra.

- ¡Marco Lennon!

Marco se tensó de pies a cabeza al escuchar la voz tan característica de su padre. Automáticamente se levantó y empezó a guardar todas las bolitas de papel en su bolsillo delantero para que no las viera.

— Dime, padre.

El padre de Marco era ... como decirlo sin que suene despectivo... En pocas palabras, imponía respeto de una forma... rara.

Se presentó delante de nosotros. Hasta yo me había levantado después de ver como Marco recogía a toda velocidad.

— ¿Qué has estado haciendo toda la tarde?- Preguntó directo.

—Estar atendiendo en la cafetería.- Mintió.

— Eso no es lo que me han dicho los chicos. — Enmarcó una ceja.

Vi como se le tensaba la mandíbula a Marco. Obviamente no había estado atendiendo en la cafetería, si no otra persona. Al parecer los compañeros de Marco no eran tan agradable como se dejaban ver al resto y se habían chivado a su jefe, es decir, al padre de Marco.

— Apenas había gente... Yo pensaba... Y...

Estaba muy nervioso, apenas era capaz de terminar una frase y no paraba de jugar con sus dedos detrás de él.

Rendido de que su padre no le dejara de mirar como un tonto mientras intentaba explicarse le propuso la peor idea, pero la mejor para que se fuera ese hombre de aquí, y satisfecho.

— Trabajaré turno doble mañana.

— Que sea toda la semana.

— Pero... — Intentó refutarle, pero prefirió callarse cuando vio como su padre alzaba una ceja como "no te atreverás".

— ¿Quieres que sean dos? —Lo miró aún con ma ceja en lo alto advirtiéndole que no hablara más.

—Que sea toda la semana entonces.

Me miró queriendo disculparse.
Había presentado estos momentos un par de veces y todas se sentían horribles.

— Pues que así sea. — Se giró hacia mí y me regaló una sonrisa muy forzada.

Era obvio saber que eran padre e hijo. Sus cabellos eran rubios y ondulados al final, aquellos ojos eran negros como pozos y la mayoría de características físicas en sus rostros coincidían.

— Adiós, Verónica. —Me dijo aún sonriendo.

¿Perdón, acababa de echarme?

Miré a Marco en busca de alguna respuesta, pero no hubo ninguna por parte de él. —Tenemos que hablar de algo, espero que no te importe.

Efectivamente me estaba echando.

— Claro, sin ningún problema—.Fingí mi mejor sonrisa mientras recogía las cosas que tenía en la silla.

Antes de salir eché una mirada por encima de mi hombro. Ambos me estaban mirando, casi parecían los mismos ojos pero cuatro veces. Los podías distinguir por la manera en la que te miraban, y si mirabas mas en su interior, y no tanto en la superficie, lo que en verdad eran.

Salí de ahí y empecé a andar lo más rápido posible para llegar a casa. Ya había anochecido y no me agradaba la idea de andar por las calles, normalmente cuando salía a estas horas era con Marco, el cual imponía y no tenía de qué preocuparme.

Al principio iba bien, preocupada por Marco, pero bien. Me había cruzado con gente osea que sola, sola todavía no estaba en las calles, aunque ese sería el problema, no estar sola.

Al final llegué a casa sin ningún problema. Le mandé un mensaje a Marco si todo iba bien y me fui a duchar.

***

A oscuras alargué mi mano hasta la mesita de noche para coger mi teléfono que no paraba de vibrar y encenderse la pantalla de inicio.

Las cinco y cuarto de la mañana

Me acomodé en el cabecero de la cama y deslicé mi dedo por la pantalla. En un principio pensaba que era Marco diciéndome que todo había ido bien y que no me preocupara, pero el número que me estaba hablando no era él, ni siquiera lo tenía agregado.

Pensé ignorarlo, ya lo vería mañana. Cuando fui a dejarlo de nuevo en la mesita saltó otra notificación que me dejó pálida y rígida.

La luz de la pantalla de mi teléfono iluminaba mi cara de espanto. No podía moverme, sentía que cualquier movimiento podría matarme en cualquier momento.

El teléfono me temblaba entre las manos y gruesas gotas salpicaron la pantalla.

— Esto no puede ser verdad.

Me sequé la cara con la manga del pijama mientras rápidamente me levantaba y recogía por el camino mis zapatillas y una chaqueta que estaba por ahí tirada.

No me importaba las pintas que tenía

No me importaba si había dejado prendidas las luces.

No me importaba nada, a excepción de ese mensaje, ese maldito mensaje de ese número desconocido.

No sabía quién era, qué relación tiene conmigo ni que quiere, pero lo único en lo que sí estoy segura es que sea quien sea, él o ella, es responsable de que mi vida sea una mierda, esté amargada y tenga que estar escondida.

El problema es que no estaba segura de quién estaba escondiéndome exactamente, simplemente vivía con esa idea que debía recordar constantemente, y el problema es que el si sabe de mi ahora, ¿o por cuánto tiempo sabía?

Intenté olvidarme de cualquier pregunta, el problema ahora era que me había encontrado y tenía que tomar medidas.

Giré la calle, dirección de la casa de Marco. Tal vez no tuve que haberle contado sobre mí, pero necesitaba en quién apoyarme durante estos meses y a día de hoy no hemos tenido problemas con "eso" y lo sobrellevamos bien.

Marco no vivía muy lejos de mi casa, a tan solo un par de minutos, pero el problema eran las calles por las que debía pasar.

No estaban nada iluminadas, en ellas ocurría todo tipo de casos que solían salir en noticia, a parte de un olor espantoso. Hace tiempo que el alcalde quiso tomar medidas pero todo sigue igual de mal.

Normalmente si tenía que ir a su casa optaba por usar el transporte público, pero a estas horas no pasaba ningún autobús así que me armé de valor y con la linterna de mi teléfono en la mano empecé a caminar como un gato callejero.

Caminé decidida, la adrenalina del momento por el enojo que me había producido en el momento el mensaje me había hecho ser muy valiente, el caso es que de pronto se me puso la piel de gallina y toda esa adrenalina se me cayó a los pies.

De entre las sombras del fondo venía andando una figura muy alta silbando alguna canción.

Empecé a analizar la situación:
Un posible borracho estaba andando hacia mí, y no había lugar alguno donde poder esperar sin que me viera.

Puede que sea uno de esos borrachos amables que solo se ríen de su sombra, aunque también está la posibilidad que sea de esos borrachos agresivos que solo buscan un saco de boxeo, y yo no quiero ser el suyo.

— Puntual, así me gusta.

— ¿Perdón?

No estaba entendiendo nada. Solo podía pensar en que aquel borracho estaba más presente que todos nosotros, y que posiblemente estaba entre medias de algo que no se puede hacer a luz del día.

¿Drogas?

Es en lo único que podía pensar, pero de pronto la figura que estaba andando se quedó mirándome desde la lejanía, alzó la mano y la sacudió a modo de despedida.

— Buenas noches, princesa.

De pronto alguien por detrás me tapó la nariz y la boca con un trapo. Intenté defenderme, di patadas y codazos, pero la persona de atrás me estaba sosteniendo muy fuerte, tanto que apenas podía moverme. Lentamente dejé de sacudirme, sentí que todo en mi pesaba y mi alrededor se desvaneció lentamente.

***

— ¿Estás seguro que es ella?

— No lo ves, si es clavadita.

Se les escuchaba hablar a dos hombres, no muy lejos, o eso creo. La cabeza me dolía y los párpados me pesaban, además me costaba enfocar la habitación.

— Mira quién se ha despertado

Su mano fría me cogió por el mentón y unos ojos azulados se quedaron mirándome con una sonrisa ladina.

— Buenos días, princesa.

¿El borracho?

Se separó de mí dejándome caer la cabeza. Todo empezaba a aclararse y con ello la memoria.

Marco. El mensaje. El borracho...

Intenté levantarme pero algo tiró de mí. Estaba atada de muñecas y tobillos en mitad de una sala.

El hombre que se había acercado antes se había quedado de pie mirándome, luciendo un traje formal y unos cabellos oscuros bien peinados.

— Victoria, Victoria ...

— Yo no soy Victoria.- Mentí.

— Ya. — Se puso de cuclillas para estar a la misma altura y sonrió mientras decía.- Y yo no soy el asesino de tu familia.

• • •

Hi! Espero que os haya dado ganas de saber que más va a pasar hehehe

Thanks por pasarte por aquí.

<33

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