029

Jimin





Miram y yo teníamos un hobby en común, el cual era hacer senderismo. Lo habíamos practicado en varios países que ofrecían lugares muy hermosos para explorar. Por eso hace algunos años habíamos adquirido una cabaña a las afueras de Seúl en un parque natural muy bonito, para cuando quisiéramos desconectarnos de todo y todos, pero como habíamos estado en Francia la dejamos abandonada. Al llegar decidimos hacerle varios arreglos.

Ahora estaba estacionando justo frente a nuestra cabaña, ya que había recibido una invitación de su parte. Teníamos unos cuantos días sin vernos después del incidente en su apartamento del cual no me siento orgulloso, ella había cometido un error y yo también.

Miram me recibió luciendo muy hermosa. Tenía puesto un vestido blanco de tiras, sencillo y que se ajustaba delicadamente a su figura, no estaba seguro si era un baby doll o un simple vestido de seda, pero igual casi babeo al verla y no era como si se hubiese arreglado más de lo normal, solo estaba siendo ella.

–Hola. –Me abrazó e inhalé el dulce y confortable aroma de su perfume, sintiéndome completo después de días en los que ni siquiera pude dormir bien.

Se separó de mi con una sonrisa y por instinto le correspondí el gesto.

Fuimos directamente a la cocina donde habían varias ollas tapadas sobre la estufa, noté que su caminar era normal. Parecía haberse curado muy bien de su herida en el pie. 

–¿Tienes hambre? Preparé tus platillos favoritos.

Destapó las ollas y mi estómago casi ruge al ver lo que había preparado para mí. Era estofado de costillas, yachaejeon, sopa de kimchi y arroz como acompañamiento.

–Que bien, porque desde la mañana solo me había dado tiempo de comer un panecillo de chocolate y almendras.

–Creo que tengo que calentarlo un poco.

Me senté en la barra mientras la veía organizar todo.

–¿Y que hay de postre?

–Lo que siempre disfrutas comer. –Me dio una miradita coqueta.

Oh...

–Estoy ansioso por probarlo, entonces. –Soltó una risa por haberle seguido el juego.

–No creí que vendrías.

–¿Por qué? Yo te dije que sí.

–No lo sé, pensé que te retractarías a último minuto.

–Yo... te extrañaba.

–Ni te imaginas cuanto te extrañé yo. –En sus ojos pude ver el arrepentimiento.

Miram no era el tipo de persona que admitía sus errores, mucho menos le gustaba disculparse, pero cuando se trataba de mí, de nosotros, se esforzaba mucho para arreglar las cosas.

–Espero que te guste. –Dijo al terminar de colocar todos los platos frente a mí, me miró ilusionada al ver que di la primera probada del estofado y luego tomé un poco de yachaejeon con los palillos.

–Está delicioso. Te luciste. –Sonrió aliviada.

Me sirvió un poco de mi vino favorito e hicimos un pequeño brindis, casi no hablamos porque tenía mucha hambre y ella me permitió disfrutar de la comida, solo mirándome con satisfacción porque estaba deliciosa.

–¿Estás cansado? –Se acercó a mí después de haber dejado todos los platos en el fregador.

–Me duele la espalda.

–¿Quieres un masaje?

–Eso estaría perfecto. –Respondí, entonces tomó mi mano guiándome hasta la habitación.

Y en el trayecto fue que caí en cuenta de los cambios en la cabaña, seguía manteniendo el estilo rústico pero con detalles más lujosos. Miram se encargó de toda la remodelación y la verdad es que no tenía ninguna queja.

–Esos son tus regalos –señaló al comedor de la sala donde habían un par de bolsas con el logo de una marca lujosa, cosa que no esperaba–. Después los puedes abrir.

–Vale. Todo quedó muy bonito.

–¿Te gusta? –Giró un poco la cabeza para mirarme.

–Me gusta mucho. –Mis ojos se desviaron de los nuevos sillones al cuerpo de mi novia mientras subíamos las escaleras.

Ya dentro de la habitación, vi que la cama que antes estaba fue sustituida por una mucho más grande y notablemente más cómoda, las sábanas y la colcha estaban tendidas perfectamente. Solo la lámpara de la mesita de noche se encontraba encendida brindándonos un ambiente cálido, a pesar de que afuera comenzaba a llover.

Quise quitarme la camisa pero mis manos fueron reemplazadas por las de la morena, quien fue desobotonando lentamente sin cortar el contacto visual y yo tuve que contenerme de no lanzarme contra su boca.

Aún después de tantos años juntos y que éramos conscientes de los sentimientos del uno por el otro, se creaba esta tensión tan fuerte entre nosotros.

Miram seguía provocando lo mismo en mí desde el primer momento en que decidimos entregarnos completamente y afianzar aún más el vínculo tan especial que teníamos.

No planeaba quitarme los pantalones pero ella los desabrochó, yo terminé de bajarlos quedando en bóxers cuando fue al baño para buscar el aceite. Me acosté boca abajo en la cama, las sábanas desprendían el olor de su perfume y no pasó más de un minuto hasta que sentí el colchón hundirse a mi lado, luego su cuerpo sobre el mío, se sentó sobre mi trasero con sus piernas a mis costados. Comenzó a esparcir el aceite por toda mi espalda con lentitud, hizo presión en mis hombros con las yemas de los dedos y no pude evitar soltar un gemido de satisfacción porque se sentía muy bien en mis músculos tensionados.

Miram estuvo masajeando mi espalda por algunos minutos y de un momento a otro sentí sus labios hacer un recorrido de besos por mis hombros hasta mi nuca. Sabía muy bien cuales eran sus intenciones y yo no podía ignorar más la necesidad que tenía por ella.

–¿Eso va incluido? –Mi voz salió en tono más bajo por lo relajado que estaba, pero su risa contra mi oído fue suficiente para que mi cuerpo reaccionara. Ella permitió que me sentara, quitándose de encima pero de inmediato la atraje a mi al estar frente a frente, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura provocando que nuestras intimidades se rozaran.

Abrazada a mi cuello, se restregó aún más contra mí al sentir mi erección casi traspasar la tela de mis boxers y no pude evitar que de mi garganta se escapara un jadeo, me había puesto duro en segundos. Subí una mano hasta su nuca para así estrellar mi boca contra la suya, nos besábamos con desenfreno mientras nuestras manos iban a todas partes, completamente enloquecidos el uno por el otro.

Nos separamos unos segundos después. Nuestras respiraciones eran un desastre, sus pupilas estaban dilatadas y sus labios rojizos hinchados invitándome a atacarlos de nuevo.

–Estoy muy arrepentida. –Murmuró sobre mis labios, su voz fluyó a través de mis oídos como una suave melodía, enviando un escalofrío por todo mi cuerpo.

–Entonces demuéstralo, cielo.

Miram me dio un empujoncito, por lo que quedé acostado completamente sobre el colchón. Ella se acomodó sobre mi, acariciando mi pecho bajando por mi abdomen hasta finalmente llegar a la liga de mis boxers, mi pene saltó erecto frente a ella. Gemí cuando sus dedos se cerraron sobre mi comenzando una lenta fricción sin dejar de mirarme y yo me deleité con la imagen tan caliente que me regalaba. Observé cada parte de su cuerpo, los tirantes de su vestido caían a los lados por lo que sus rellenos y perfectos senos estaban casi expuestos.

Me estaba volviendo loco de excitación y solo quería enterrarme en ella, podría correrme tan rápido con ese simple contacto y ella parecía disfrutar de verme casi desesperado.

Por fortuna, no tardó mucho en deshacerse del vestido y en lo que yo empuñaba mi erección con una mano, ella se alineó sobre la punta solo apartando su diminuta tanga a un lado, restregandose un poco antes de comenzar a bajar. Su estrecho y cálido interior me recibió sin problemas, ambos gemimos al unísono cuando estuve por completo dentro de ella y por instinto la sostuve por sus caderas aunque dejé que me montara a su propio ritmo, movía su pelvis en un lento vaivén mientras se tocaba los senos y su cabeza caía hacia atrás por el placer. Mis manos acompañaron a las suyas y trataba de mantener los ojos en ella, en lo espectacular que se veía con su cabello cayendo como una cascada de ondas sobre su espalda y parte de su pecho, casi tapando sus senos por completo.

–Maldición. –Le di una suave nalgada.

El sexo con otras personas nunca sería igual que con el amor de mi vida.

Follé con Yerim un par de veces, pero terminaba aún más frustrado porque no podía sacarme a Miram de la cabeza y el hecho de que la extrañaba demasiado.

–Eres tan perfecta. –Posé una mano sobre su mejilla, con mi pulgar tiré de su labio inferior que estaba siendo torturado por sus dientes, ella sonrió en medio de un gemido y se recostó sobre mi para besarme, sin dejar de moverse.

Iba repartiendo caricias por toda su espalda hasta sus nalgas, entonces me acomodé sobre el colchón y la abracé por completo a mi para así comenzar las embestidas desde abajo; rápido y duro.

–Si... Así, amor...

Sus balbuceos y sus gemidos ahora estaban siendo amortiguados por la almohada abajo de mi cabeza, ya que tenía su cara enterrada allí.

No pasó mucho tiempo hasta que se incorporó un poco con los ojos cerrados, gimiendo tan alto que solo provocó que incrementara las estocadas, deleitándome con el chasquido húmedo que provenía de nuestra unión, hasta que el orgasmo causó que todo su cuerpo temblara sobre mí y ni le di tiempo de relajarse porque hice que se diera la vuelta acostándose sobre el colchón ahora. La levanté tomando sus caderas y rompí sus bragas, manteniendo su bonito trasero en alto, mientras la mitad de su cuerpo estaba sobre las sábanas.

Miram se mantuvo completamente abierta para mí a pesar de que aún su cuerpo temblaba por consecuencia del reciente orgasmo, pasé un par de dedos por sus pliegues llenándolos de su esencia y volví a penetrarla de una sola vez, gruñí al sentir de nuevo sus paredes apresándome deliciosamente. Acaricié su trasero, repartiendo nalgadas que solo provocaban que ella misma moviera su caderas hacia atrás en sintonía con mis arremetidas.

Su piel acaramelada brillaba por el sudor, algunos mechones de su cabello estaban adheridos a esta.

Me incliné sobre su espalda, besando su cuello.

–Yo también tengo algo que demostrarte. –Murmuré, contra su oído para luego incorporarme de nuevo, trayéndola conmigo y rodeando su cuello con mis dedos. Su cuerpo se curveó en la posición perfecta mientras la penetraba como un jodido poseído.

Miram gemía como loca mientras una de sus manos sostenía mi muñeca, la otra la ocupaba tocándose a sí misma. No faltaba mucho para que otro orgasmo la atacara, podía sentir perfectamente como se apretaba a mi alrededor.

–¡Amor!... voy a-a... no p-puedo...

–¿Vas a correrte, mhm? –movió su cabeza desesperada– Solo yo puedo hacerte sentir así, ¿cierto? –mascullé, rozando su sien con mis labios– ¡Habla!

–¡Sí!

El orgasmo la sorprendió justo en ese instante. Salí de ella sintiéndome al borde también y le di la vuelta, ella simplemente se dejó hacer, alcé sus piernas por sobre su pecho, teniendo una excelente vista de su centro chorreante. Volví a hundirme en ella, penetrándola lento y duro porque en esa posición la haría correrse más rápido y más fuerte, a mi también.

Entré y salí de su interior unas cuantas veces hasta que nos corrimos juntos. Me detuve tomando una gran bocanada de aire, y aún con nuestros sexos unidos me cerní sobre ella siendo recibido por sus brazos, ambos jadeábamos arrítmicamente y podría decirse que quedamos sin fuerzas pero lo cierto es que los dos teníamos bastante aguante, solo necesitábamos unos minutos para volver a la acción. Sus piernas se envolvieron a mi alrededor, su rostro estaba empapado por el sudor y las lágrimas, aparté algunos mechones que se habían adherido a su cara y dejé pequeños besitos desde su mejilla hasta sus labios.

–¿Como te sientes?

–Perfecta. –Me dio una sonrisa adormilada, apenas abriendo los ojos.

Lo mejor de todo era ver su cara sonrojada y esa sonrisa satisfecha después de haber hecho el amor.














Después de una segunda ronda y quedar completamente saciados uno del otro, al menos por unas horas, llevábamos unos cuantos minutos bajo las sábanas, solo besándonos y llenándonos de mimos.

Mi brazo rodeaba su cintura, volví a dejar un beso en su frente. Sus ojos brillaban de una manera tan bonita, expresaban tantas emociones y dentro de mi agradecí el hecho de ser la única persona en su vida. La única persona que había logrado tener su corazón en todo este tiempo, a pesar de la presencia de terceros.

–Lamento haber reaccionado como lo hice la otra noche, jamás fue mi intención lastimarte. –Dije, sintiendo la necesidad de aclarar las cosas siendo sincero con ella. –No pude controlar mi enojo.

–Está bien, cariño. Lo entiendo.

–Yo haría cualquier cosa por ti. ¿Lo sabes, verdad? –Acaricié su espalda desnuda.

–Lo sé –posó una mano sobre mi mejilla, para después acariciar mi cabello–, por eso agradezco tenerte a mi lado.

–Cielo, yo... respeto el objetivo que tienes. Es solo que-

–¿Confías en mí?

–Lo hago, pero no quiero perderte por el dinero, por tus ambiciones.

Si Miram quería algo no se rendía fácilmente, se obsesionaba a tal punto que no se daba cuenta cuando algo podría perjudicarnos.

–No me vas a perder –ella sonrió depositando un corto beso en mis labios, siguiendo con sus caricias–, jamas va a pasar eso porque tu eres más importante que cualquier otra cosa y no me imagino pasar el resto de mis días junto a otra persona que no seas tú.

–Dijimos que dejaríamos de buscar a otras personas en nuestro décimo aniversario.

–Eso se mantiene, tendríamos treinta y uno así que podríamos empezar una familia como tanto lo hablamos.

Mi corazón dio un brinco de felicidad, de solo imaginarnos formando una familia.

Como cualquier otra pareja convencional teníamos nuestros deseos, quizá muchas de ellas no veían el matrimonio o el tener hijos en su futuro y estaban bien así, pero para nosotros era algo que realmente queríamos hacer.

–Quiero vivir en un lugar tranquilo, en una isla puede ser.

–¿Qué tal Capri? Es bonito allí.

Italia era uno de nuestros destinos preferidos, habíamos estado allí tres veces.

–Lucerna también me gustó.

–Oh, si. Es una ciudad muy tranquila, Suiza es una buena opción.

–Nuestros hijos podrían tener una buena infancia en cualquiera de esos lugares.

Me abrazó, recostando su cabeza sobre mi pecho. –Este plan tiene que funcionar, Jimin.

–Lo sé, haremos todo lo posible.

Decidí confiar en que las cosas estarían bien, que después de esto haríamos nuestra vida, juntos, en completa tranquilidad.



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Espero les haya gustado. Gracias por leer♡

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