019

Seokjin




Salí de la cocina hasta el comedor donde vi a todos los niños sentados en las mesas en pequeños grupos de cinco y seis disfrutando de los diferentes platillos. Me sentí pleno.

–Te ves muy feliz. –Namjoon que recién salía de una reunión vino hasta acá.

–No sé como no se me ocurrió antes.

Quise hacer una especie de proyecto con los niños de las distintas casas hogares que se encontraban en la ciudad. Llegué a donar comida, becas y otras cosas a muchas de ellas, pero quería que los niños tuviesen una experiencia distinta y conocieran el edificio.

KS tenía un comedor propio, contábamos con un chef particular pero por este día estaría reservado para los niños de la casa hogar Beol de Yangcheon-gu y yo fui el chef esta vez. Despejé mi agenda y traje el personal de cocina de Moonlight solo para esto.

Poder darles una buena experiencia a estos niños que habían sufrido los golpes de la vida a muy temprana edad y verlos disfrutar de platillos que quizás no habían tenido la oportunidad de probar me llenaba el corazón de alegría y dicha.

Aunque también un poco de melancolía ante el recuerdo de que Haru y yo queríamos ser padres, no había muchas posibilidades de que eso pasara debido a su enfermedad y siempre hablábamos de ello como un anhelo que sería difícil de cumplir. Y no solo por su enfermedad en sí, sino por el vacío que iba a dejar en otra persona ante su partida inminente.

–Haesol, organizó todo muy bien.

Ella se encontraba hablando con uno de los coordinadores de la casa hogar, había estado algo desanimada desde que volvió de Jeju pero no habíamos tenido la oportunidad de conversar más allá del trabajo. Además que me dejó claro que olvidáramos el asunto de su padre, cosa que yo no podía olvidar tan fácil. Jung Jaewon era un hombre déspota y egoísta, no había cambiado nada. Hace un año, una de las empresas que pertenecía al Grupo Jung quiso hacer negocios con KS pero yo no quería relacionarme con algo que tuviese que ver con ese nombre.

–Si, ella tenía mucha ilusión sobre esto. –Sonreí, viéndola.

Cuando le comenté sobre lo que tenía en mente, ella se emocionó mucho y comenzó a preparar todo para que los niños pudiesen venir.

Noté que recibió una llamada y se excusó con el hombre con quien estaba hablando, para luego salir apresuradamente del comedor. Su expresión risueña me resultó curiosa.

–Oye, ¿mañana no tienes el compromiso con Gold?

Asentí.

–Entonces, verás a Song Miram de nuevo. –Afirmó, con una sonrisa.

–Probablemente.

–Seguro la prensa te va a involucrar con ella.

–Ojalá que no, sería un dolor de cabeza. Para los dos –me crucé de brazos– Es viuda, sería un poco chocante para ella que esté involucrada en tontos rumores de romance.

–¡¿Es viuda?!

–Silencio. –Había alzado mucho la voz.

–Joder, es muy joven para serlo. –Volvió a un tono normal.

–Pues, ya ves, así es la vida. –Suspiré, recordando como me contó con mucho pesar sobre la repentina partida de su esposo. Se notaba que para ella aún era una situación muy difícil y lo comprendí totalmente.

–Supongo que pueden ser... buenos amigos ¿no? –entorné los ojos– Han pasado por situaciones similares y...-

–Creo que ya deberíamos ir sirviendo el postre. –Lo interrumpí.

–Oh, yo quiero ayudar.

Por suerte dejó el tema atrás.

–Solo procura no llevar más de dos platos a la vez.

–No soy un inútil. –Expresó, ofendido siguiéndome adentro de la cocina mientras se quitaba el saco.

–No quiero ver niños llorar porque dejaste caer algún pedazo de pastel.

–Te odio.












Miram







–Todo salió excelente, los niños se fueron muy felices –me acerqué a él y acomodé las solapas del saco, noté como me observó ante mi cercanía pero desvió la mirada hacia el frente.

–Fue un muy lindo gesto, Seokjin.

–Espero hacerlo más a menudo.

–Eso sería increíble –sonreí– ¿te gusta? –me aparté para que pudiese verse en el espejo– Dijiste que no era necesario un traje nuevo pero te sienta muy bien este.

Despues de la plática que tuvimos habíamos dejado las formalidades atrás y logré convencerlo de que hiciera la entrevista para Gold. Jaeyoon confió en mi, le aseguré que Jin estaría en la próxima edición de la revista y lo logré. Creo que por el hecho de que fui muy abierta con respecto a la muerte de mi esposo, él no habló demasiado de su esposa, pero hizo lo posible por consolarme y hacerme saber que entendía perfectamente mi dolor.

Bajó la guardia, porque después de pasar por situaciones complicadas y al tratar con personas nuevas era común tener cierto grado de cuidado y mi objetivo era que eso desapareciera, cosa que estaba segura de haber logrado.

–Es que tengo miles gracias a Sol, por eso te dije que no era necesario. –Contuve las ganas de girar los ojos ante la mención de su asistente. Al parecer no podía pasar una hora completa sin hacerlo.

–La maquilladora ya está esperando.

–No estoy acostumbrado a toda esta... producción. Me recuerda a cuando tuve que hacer las fotos para mi libro. –Rió, avergonzado.

–Realmente no lo necesitas, tienes un tipo de belleza natural. Solo serán retoques por la luz.

Noté su timidez ante mis cumplidos, me hizo gracia.

Estábamos en el penthouse en KS, donde él había venido a cambiarse para las fotos y yo lo acompañé con la intención de ayudarlo y por supuesto estar más cerca, aprovechando que Haesol no se encontraba en el edificio, según Jin por cuestiones laborales.

El equipo de Gold estaba en su oficina ya que las fotos serían tomadas allí.

La maquilladora hizo su trabajo y comenzó la acción. Yo me mantuve viendo todo de cerca, pero dos chicas parte del staff no dejaban de hablar sobre lo atractivo que les parecía Jin y comenzaba a irritarme.

–De seguro aún no supera la muerte de su esposa porque para mantenerse soltero todo este tiempo pienso que algo tiene que ver.

–Es muy guapo, además de joven y millonario. Debe tener una fila de mujeres detrás y...-

–Creo que deberían estar más atentas a su trabajo y no a la vida personal de los demás. –Se giraron al escucharme, ambas con una clara expresión de vergüenza en sus caras.

Una de ellas hizo par de reverencias totalmente apenada.

–Eh... nosotras no...-

Me alejé sin dejar que terminara de intentar excusarse patéticamente, no es como si me interesara lo que tuviera para decir.

No llevó mucho tiempo el tomar las fotos, algunas fueron tomadas en Moonlight y estás últimas decidieron que sería buena idea hacerlas en su oficina. Todo salió bien, podría decir que por el hecho de que Jin se sintió cómodo, como si fuera habitual estar frente a una cámara, no se notaron para nada los nervios que expresó tener. Definitivamente tendría una carrera exitosa como modelo si se lo propusiera.

Me despedí de él, satisfecha porque había avanzado un poco más en su confianza hacia mí.

Fui directamente a mi nuevo apartamento, había comprado algunas cosas y debía dejarlas allí. Jimin me estaba esperando.

Lo encontré colocando un cuadro en una pared, la decoración era bastante minimalista como el apartamento de Jimin. Solo compré un par de cuadros que me gustaron y eso sería parte de los pocos adornos que habría en la sala.

Llegué hasta él para besarlo.

–Amor, tardaste mucho. Ya acomodé las cosas en la cocina. ¿Qué compraste? –Señaló las bolsas que dejé en el suelo.

–Cojines, sábanas, cobijas, cosas para los baños –enumeré con los dedos– tazas también, ollas, una cafetera. En la camioneta está lo que no pude subir.

Ambos bajamos al estacionamiento a buscar lo que restaba. Usaría mi nuevo apartamento cuando fuese necesario, aunque planeaba mudar la mayoría de mis cosas porque cuando Haesol fuera al apartamento de Jimin se supone que debía parecer de soltero. Estaríamos cerca de todas formas.

–¿Cómo te fue con Jin? –preguntó mientras yo leía las instrucciones de la cafetera, nunca había tenido una porque no solía tomar café a menudo pero la vi y quise llevármela, una compra innecesaria realmente– No me diste detalles de que era lo que iban a hacer.

–Saldrá en la nueva edición de Gold. –Contesté, sintiendo un poco de nerviosismo por su reacción.

No dijo nada por unos segundos y yo evité su mirada.

–¿Hablaste con Jaeyoon?

–Si. –Lo miré, su ceño estaba fruncido.

Claramente se había enojado por saber que le oculté el hecho de que tuve contacto con una persona que no era de su total agrado.

–Me lo ocultaste.

Era consciente de mi error al haber fallado a nuestro acuerdo, así que lo hice, me arrodillé con la cabeza gacha y mis manos reposando sobre mis rodillas.

–Lo siento. Yo debí-...

–Él estaba resignado a que Seokjin no aceptaría una entrevista e iba a buscar otra persona. ¿Qué hiciste con él para que lo cancelara?

Se agachó frente a mi, tomándome bruscamente de la nuca acercándome a su rostro, sus dedos presionaron en mi mandíbula y su palma contra mi tráquea. Alzó mi cabeza de un tirón para que lo mirara.

–¿Te lo follaste?

Negué rápidamente.

Ahora sus dedos rodeaban mi cuello. Presionó más su agarre, cortando mi respiración e impidiéndome hablar.

–A-amor. –Jadeé, en busca de aire.

–Te follaste a mi futuro hermanito. –Soltó una risa muy fingida.

La imagen de Jimin con su expresión contraída por la furia se distorsionó antes mis ojos debido a las lágrimas.

–Yo... –llevé mis manos hasta su muñeca para que me soltara pero era inútil– n-no...

Me soltó bruscamente y caí hacia adelante con mis palmas sobre la cerámica resplandeciente, tosiendo y respirando por la boca fuertemente.

–Yo no hice nada de lo que piensas –mi voz salió un poco rasposa, me acaricié el cuello intentando disipar el dolor que sentía– Solo hablamos de hacer la... –tosí– nueva edición con Seokjin, le dije que yo podría convencerlo.

–No me gusta que me mientas y menos que me ocultes cosas, Miram. Acordamos que íbamos a contarnos todo lo que tuviera que ver con este asunto.

–Pensé que te enojaría y no estarías de acuerdo con esa idea para acercarme a Jin.

Me tomó por la barbilla ejerciendo una leve caricia.

–¿Cómo se te ocurre que cuestionaría tus métodos, mi amor?

–Lo siento –ignoré la ironía en su tono– No lo volveré a hacer. –Besó mis labios, sonriéndome como si no hubiese pasado nada, antes de incorporarse y salir de la cocina.

Tomé una respiración profunda, aún sentía una molestia en mi garganta y muy probablemente me saldrían moretones en el cuello que tendría que tapar con maquillaje. Mi piel era muy delicada.

Me levanté, viendo como Jimin agarraba su celular y las llaves de su auto.

–¿A dónde vas? –lo seguí hasta la puerta– Dijiste que pasaríamos la noche aquí.

Él se dio la vuelta, aún con esa sonrisa falsa dibujada en sus labios.

–Nos vemos mañana, cielo.

Salió sin darme tiempo a decir nada.

Golpeé la puerta con mi puño en cuanto se cerró en mi cara. –Hijo de puta.




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