011

Jimin






–Bien, cariño. Una más.

La pequeña Yubin subió su pie derecho hasta donde le indiqué, con algo de dificultad pero lo logró nuevamente. 

–Perfecto. ¿Estás feliz?

–¡Si! Ya puedo subirla más, Minnie –sonreí por aquel apodo que le había permitido ponerme– ¿Viste, mamá?

Ambos volteamos a ver a la mujer que sonreía de pura felicidad al ver los avances de su hija.

–Si, cariño, lo hiciste muy bien. –Se situó a su lado, dándole un abrazo.

–Descansemos diez minutos ¿les parece? Y luego continuamos –ambas asintieron–. Puedes comer esos pastelillos que tanto te gustan, Binnie, ese será tu premio por ser una niña tan valiente.

La pequeña dio varios saltitos en su lugar, emocionada.

Salí de la habitación, dirigiéndome al ascensor para bajar a la cafetería principal del hospital. Me sentía satisfecho con el avance de Yubin, hacía unos meses sufrió un desafortunado accidente mientras andaba en bicicleta, un auto la atropelló provocando fracturas en su pierna derecha, tibia y peroné respectivamente. 

Estábamos trabajando con bastante paciencia en su recuperación para que volviera a su vida normal. Era frustrante para una niña no poder jugar con sus amigos o simplemente andar en bicicleta, ella muchas veces lo había expresado pero pronto estaría lista para retomar sus actividades cotidianas.

Saqué mi teléfono del bolsillo al entrar al ascensor junto a otros del personal médico y pacientes. Escribí un mensaje para Miram, le pregunté que le gustaría cenar y así al terminar mi horario iría a comprar lo que necesitaría, quería complacerla.

Las puertas se abrieron en el siguiente piso y una persona entró sin alzar la cabeza por estar escribiendo algo con rapidez en su móvil. La reconocí de inmediato.

Estaba delante de la vergüenza de la familia Jung. Qué magnífica casualidad.

Sus ojos chocaron con los míos y de inmediato sus provocativos labios se curvaron en una sonrisa tímida. Siendo honesto la chica me parecía muy atractiva, poseía una belleza y una sencillez cautivadora.

–Señorita Haesol, ¿se encuentra bien?

–¿Yo?

Nos hicimos a un lado cuando las puertas del ascensor se volvieron abrir, permitiéndole la salida a las demás personas.

–Estás aquí, en un hospital.

–Oh, si –soltó una pequeña risa– Ehm, vine a una cita con un nutricionista –fijó su vista en la identificación que llevaba colgada del cuello– ¿es doctor?

–Fisioterapeuta.

–Nunca pude haberlo imaginado.

Sonreí.

–¿Por qué?

–No lo sé... –Expresó con timidez, guardándose su pensamiento.

–Es una grata coincidencia encontrarnos por acá. –Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón. –¿Quieres tomar algo? Vamos a la cafetería, yo invito.

En eso las puertas del ascensor se abrieron, ya estábamos en el ala principal del hospital por donde quedaba la salida y la cafetería. 

Haesol pareció pensarlo mientras dimos unos cuantos pasos.

–Está bien, señor Park.

–Por favor, creo que ya deberíamos dejar las formalidades atrás.

Se supone que debía esperar a que Miram se hiciera más cercana a Jin para así yo ocuparme de Haesol, pero ya que se había presentado esta oportunidad no era lo más conveniente desaprovechar el momento.

Ella asintió, sonriente. –Me parece bien, Jimin.

La guié hasta la cafetería. Algunas enfermeras, residentes y practicantes me saludaban al pasar y se sonrojaban o inclinaban la cabeza con timidez cuando yo les devolvía el saludo. Se me hacía muy fácil darme cuenta del interés femenino o masculino, obviamente no pasaba por alto ciertas insinuaciones y, no iba a mentir, disfrutaba de esa atención.

Haesol pidió un capuchino y yo un iced americano. Nos sentamos en una mesa, el lugar no se encontraba tan lleno.

–¿Decidiste ir con un nutricionista por algún problema de salud?

–Pues, con mi trabajo a veces no me da tiempo de comer o se me olvida, a excepción de los almuerzos a donde asisto junto a mi jefe, así que en conclusión mi alimentación no es muy buena –sus labios quedaron cubiertos con la espuma del café luego de que bebiera de la taza y se me hizo imposible no fijarme en estos, se limpió con una servilleta–. Decidí ser responsable y acudir con alguien que pudiese ayudarme.

–¿Qué trabajo exige tanto?

–Ser la asistente del chef Kim Seokjin –expresó con cierto orgullo–. ¿Lo conoces?

–Si lo conozco. Aunque no he tenido oportunidad de ir a su restaurante, he estado muy ocupado. Entonces, ¿es muy exigente?

–No, más bien yo soy algo perfeccionista. Él también es un hombre muy ocupado.

Puede que no estuviesen saliendo pero podría decir que ella le interesaba su jefe de alguna manera romántica, por la forma en que sonreía al mencionarlo y lo satisfecha que parecía estar trabajando con él.

–Ya veo.

–Tú trabajo debe ser difícil, también muy exigente. –Comentó, cambiando el tema. Ella era algo desconfiada, lo noté desde el primer momento y no le gustaba hablar mucho de su vida.

–Si, a veces. Algunos pacientes no mejoran del todo y sienten mucho dolor a pesar de todo lo que hacemos para ayudarlos –bebí un poco de café– En estos momentos me encuentro atendiendo a una pequeña que sufrió una fractura en su pierna derecha, estamos haciendo todo lo posible para que vuelva a su vida normal.

–Se nota que es tu vocación.

–Desde niño me gusta ayudar a las personas y encontré una manera en la que lo puedo hacer. –Me encogí de hombros.

–Eso es muy bonito, Jimin. –Dijo enternecida, en eso su celular sonó y luego de revisarlo me miró con algo de pena. –Quisiera quedarme un poco más, pero tengo un asunto pendiente.

–No te preocupes. ¿Me darías tu número? –la vi dudar– Creo que podremos tener charlas interesantes sobre piezas de arte. ¿No te parece? –Sonrió ligeramente y procedió a dictarme su número y luego yo le marqué para que agendara el mío.

–Hasta luego, Jimin. –Se despidió apresuradamente y yo simplemente agité mi mano, viéndola alejarse.

Espero tenerte pronto en mi cama, Haesol.









Haesol






Recogí los trajes de Jin de la tintorería, por poco se me olvidaba pero afortunadamente puse una alarma. Así que salí corriendo del hospital.

Tenía el día libre porque Jin se fue a Ilsan con algunos colegas, pero igual tenía pendiente el recoger sus trajes. Llevé a su casa los que no usaba tan a menudo y sus favoritos al penthouse en KS. Y como tenía el día libre por eso decidí ir al nutricionista, salí satisfecha de la consulta, el doctor Bae me hizo muchas preguntas y evaluó mi peso. También emitió una orden para hacerme una cantidad de exámenes que necesitaba para así poder darme un buen plan alimenticio, no era una dieta, pero debía seguir ese plan para que mi cuerpo recibiera los nutrientes necesarios.

Al llegar a casa, me encontré con un desorden en la sala. Un montón de papeles, libros y guías pertenecientes a Yongsun y a la responsable tirada en el sillón dormida, pero también me llevé una sorpresa ya que no estaba sola. El pequeño Daehyun se encontraba plácidamente dormido en su pecho.

Daehyun era un bebé de un año a quien Yongsun cuidaba, sólo lo hacía los fines de semana y no todos, además iba a cuidarlo a su casa. Por eso me sorprendía verlo aquí, supuse que su madre tuvo una emergencia.

Me quité el abrigo y procedí a recoger todo el reguero del piso, debajo de los papeles habían juguetes del pequeño. En medio de mi tarea, la rubia despertó sobresaltada pero luego recordó que tenía a Daehyun encima y lo sostuvo más fuerte, sus ojos pasearon por la estancia hasta que recayeron en mi.

Se levantó con cuidado, con el pequeño en brazos y se perdió por el pasillo. Luego regresó sin él.

–Luces... mal. –Me fijé en las ojeras muy marcadas bajo sus ojos.

Cayó con pesadez en el sillón, bostezando. Su cabello estaba desordenado en una media cola.

–Gracias, solecito. Tan observadora siempre. –Dijo de forma sarcástica. –No dormí casi nada anoche y tengo que hacer un trabajo, pero hace un par de horas recibí una llamada de la mamá de Daehyun pidiéndome que lo cuidara. Sabes que amo a ese niño y no pude decirle que no.

–Pero siempre vas a su casa a cuidarlo. –Seguí organizando sus libros y sus apuntes sobre la mesa de centro, ya había guardado los juguetes en la pañalera.

–Es que están fumigando y la señora Go no quería que Dae estuviese allí, por eso llamó.

–¿Y para cuando es el trabajo que tienes que entregar?

–Mañana –lloriqueó, recostándose en el sillón mirando al techo–, no he podido hacer mucho por culpa del pequeño demonio –reí ante eso– Su siesta dura sólo una hora y media, se va a despertar y va a querer jugar de nuevo.

Le hice una seña para que me siguiera a la cocina. Abrí el refrigerador sacando una tarta de fresas y chocolate que yo había comprado y nos serví a ambas. Comenzó a comer con ganas, era obvio que al estar atenta a Dae de seguro no había podido comer nada y mientras yo veía que ordenar para el almuerzo, era mejor que llenara su estómago con eso.

–Como sabrás estoy libre hoy, así que puedo ayudarte con el pequeño demonio mientras haces tu trabajo.

Sus ojos se iluminaron y tragó el pedazo de tarta que estaba masticando para alzarse por sobre el mesón y abrazarme.

–Gracias, gracias. ¡Eres la mejor! –chilló en mi oído casi dejándome sorda– Por cierto, ¿cómo te fue en el médico? –Volvió a sentarse y siguió comiendo.

–Bien, debo hacerme unos exámenes y volver la próxima semana –entonces recordé el agradable encuentro que tuve–. Me encontré a Park Jimin en el hospital.

La rubia abrió la boca con sorpresa y luego sonrió coquetamente.

–Espera –su rostro se volvió serio de pronto– ¿como paciente? No sé si sentirme bien por ti o sentir pena por él.

Reí, negando con la cabeza.

–Trabaja ahí, es fisioterapeuta.

–Oh. Eso es sexy.

Ya le había comentado a Yongsun sobre Park Jimin y como lo conocí en el evento pasado, ella se alegró por el hecho de que le estuviese hablando de un hombre que no fuera Seokjin y que aparte hubiese mencionado la palabra "guapo" en la misma oración. Claro, que me acosó a preguntas pero le dije que nuestra conversación no duró ni diez minutos.

–Me invitó un café, pero esta vez tampoco hablamos por mucho tiempo porque debía recoger los trajes de Jin y... –ella rodó los ojos– ¡Te vi!

–Esa era la idea –rió– ¿Sigue siendo guapo? –Alzó las cejas repetitivamente.

–Claro, no es como si hubiese usado una máscara el otro día.

–Deberíamos buscarlo en redes sociales. Quiero verlo y comprobar si es tan sexy como su nombre suena.

–Acosadora. Pero sí, es muy...

–¿Caliente?

–Si. –Sentí mis mejillas arder por aceptarlo, pero tampoco podía mentir.

–¡¿Te gusta Park Jimin?!

–No. Sólo me parece muy agradable a la vista y también muy amable –alzó una ceja– Ya me di cuenta que hay hombres atractivos además de Jin y que pueden acaparar un poco mi atención.

–Wow. Fuertes declaraciones.

Su celular comenzó a sonar sobre el mesón interrumpiendo mi queja, ella lo revisó y un suspiro se escapó de sus labios por lo que sea que haya visto. Volvió a bloquear el aparato.

–Dime que te pidió tu número.

–¿Quien era? –Ignoré lo que dijo, su comportamiento me pareció un poco extraño.

–Nada importante.

–Sun...

–En serio, no es nada –se levantó, fue evidente su cambio de humor– Iré a ver a Dae.

¿Acaso su ex le había escrito? Porque no me venía a la mente otra razón por la cual tener ese cambio de actitud. ¿O tenía que ver con Namjoon? Él había dejado en claro sus intenciones en cuanto la conoció, era un hombre directo y que sabía lo que quería, pero ella decía que no le gustaba y que no tenía tiempo para salir con nadie, cosa que estaba en duda.






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Gracias por leer. Espero les haya gustado ♡

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