009

Miram









Bajé de la camioneta viendo que Jimin se estacionaba junto a mi puesto. Se bajó del auto sonriéndome abiertamente y extendió su mano para que yo la tomara, entrelazamos nuestros dedos y caminamos hacia el ascensor. Al ser unos desconocidos en público, él y yo no podíamos seguir compartiendo su auto por lo que justo esa mañana mi novio llegó con las llaves de mi camioneta nueva, que en realidad Paul había financiado.

Recién llegábamos del evento en un Museo de Yongsan ya que Jin estaría allí, aunque no obtuve mucho de haber ido. Sólo pude hablar por algunos minutos con él antes de que llegaran otras personas a saludarlo y nada más intercambiamos saludos cordiales, también me presentó a su mano derecha. Kim Namjoon.

Hablé con algunas personas que pertenecían al medio artístico y que gracias a mi trabajo conocía, pero luego vi la oportunidad de acercarme a Haesol, al parecer la pobre aún lidiaba con el imbécil de su ex, y no quise desaprovecharla pues era importante que también me hiciera su amiga. Lo bueno es que parecía admirar mi trabajo y eso haría las cosas más fáciles.

–¿Qué te pareció Jung Haesol? –Pregunté cuando las puertas del elevador se cerraron y comenzamos a ascender hacia el piso número veinte.

Al menos Jimin pudo hablar con Haesol también y estaba ansiosa por saber sobre qué.

–Es muy linda en persona.

–Es tu tipo. –Pronuncié a propósito y de inmediato sus manos fueron a mi cintura, pegándome a su cuerpo.

–Mi tipo eres tú. –Me besó cortamente, luego siguió repartiendo besos por mi mejilla hasta mi cuello haciéndome reír.

Lo detuve con ambas manos en su pecho.

–¿De qué hablaron?

–Solo nos presentamos e intercambiamos ideas sobre una de las piezas exhibidas. Mínimo contacto, como dijiste. Igual creo que le gusté, la noté un poco nerviosa. –Sonrió satisfecho. –Si le hubiese pedido el número de seguro me lo hubiese dado.

Era importante que Jimin hiciera un acercamiento con ella por eso le pedí que también fuera al evento porque era obvio que ella estaría allí y cuando yo me hiciera "amiga" de Jin, él ya sería familiar con Haesol y así le resultaría más fácil alejarla.

–Tengo que encontrar la manera de volver a ver a Jin. –Dije, pensando en la posibilidad de ir a KS pero necesitaba una buena excusa.

–Amor, ¿ya te dije que estás hermosa hoy?

Jimin volvió a abrazarme por la cintura en el momento que las puertas se abrieron en nuestro piso.

–Tu también te ves muy guapo, cariño. –Caminamos entre risas hasta entrar en el apartamento.

Pero en el mismo momento que pusimos un pie dentro, su celular comenzó a sonar, respondió y me di cuenta que se trataba de un paciente.

Por lo que yo decidí seguir hasta nuestra habitación para tomar un baño. Cuando estuve lista con mi pijama puesta, aún podía escuchar a Jimin desde la sala en la llamada. A él no le importaba recibir llamadas aún si fuera fin de semana o que muy tarde por la noche tuviese que salir al hospital porque alguno de sus pacientes lo necesitara. Antes de irnos a París él era bastante popular por el trato que le brindaba a sus pacientes ya que éstos se sentían muy cómodos con él y confiaban en que haría todo lo que estuviese a su alcance para ayudarlos.

Salí al balcón con una copa de vino en la mano y me senté en una de las sillas, dándole vueltas al asunto de Jin. No podía perder más tiempo.

Bebí de mi copa en el momento en que escuché la puerta de la habitación abrirse. Miré a través del ventanal que separaba el balcón del interior, a Jimin entrar, ahora sin el saco del traje ni la corbata dejando ver la camisa blanca desabotonada.

Abrió la puerta corrediza y se acercó a mi, dejando un beso en mi coronilla. Se sentó en la silla a mi lado y yo aproveché para subir las piernas a su regazo.

–¿Qué vamos a cocinar?

A ambos nos gustaba cocinar juntos, aunque no fuésemos unos expertos.

–Cariño, tendremos que pedir algo a domicilio. Tengo que ir al hospital dentro de una hora. –Me informó comenzando a hacer masajes en mis pies.

–Oh, bueno, no importa. –Le sonreí. –Estaba pensando en la manera de acercarme a Seokjin. ¿Qué te parece si...-

–Amor –me interrumpió y noté la seriedad en su rostro, sabía que él aún no estaba del todo convencido de que Jin fuese el objetivo perfecto para nosotros pero sabía también que muy pronto cambiaría de opinión–. Estoy hambriento.

Un escalofrío me recorrió entera pues su tono se me antojó algo lujurioso y un cosquilleo atacó mi estómago, pulsando en mi vientre donde un calor comenzó a nacer ante su sonrisa tan descarada al darse cuenta que me había descolocado por un momento, provocando que se me olvidara por completo lo que le iba a decir.

Ante mi falta de habla aprovechó para arrodillarse frente a mi, me quitó la copa poniéndola sobre la pequeña mesa. Hacía mucho que no se teñía el cabello y que haya pasado del negro al rubio ceniza, lo hacía ver extremadamente guapo. Me mordí el labio cuando sus manos se escabulleron por debajo de mis shorts de pijama en unas lentas caricias e hizo que me pusiera de pie de un salto y acto seguido sus dedos amasaron mis nalgas bajo la tela de seda en cuanto nuestras bocas se encontraron. Su lengua se enlazó con la mía en lo que fue un beso tan desesperado, como si en realidad no hubiésemos follado antes de ir al evento, entre mordidas y sonrisas cómplices comencé a acariciar su abdomen por debajo de la camisa.

Abandoné su boca para dirigir mis labios hacia su cuello, poniéndome de puntillas, dejando besos en toda la zona y cuando dejó salir un jadeo bajo, sentí mi interior palpitar de necesidad.

–Tenemos tiempo, ¿no? –Musité en cuanto quedé frente a su rostro, sus labios se veían mucho más acolchaditos.

–Por supuesto. –Me sostuvo por debajo de mis piernas y yo las enrollé en su cintura, así llevándome adentro.

Me dejó de nuevo en el suelo y me giró pegándome al ventanal, mientras volvía atacar mi boca. Sus ágiles dedos se encargaron de desabotonar mi camisa de pijama, dejando mi torso totalmente expuesto. No llevaba sujetador por lo que sus manos tuvieron pase libre para tocar mis pechos, los apretujó y jugó con mis pezones ya más que duros haciendo que interrumpiera el beso por los gemidos ahogados que inevitablemente dejaba salir.

Podía sentir mi ropa interior empaparse con cada caricia de su parte.

–Cariño, hazlo... –Susurré sobre su labios, exponiendo mi desesperación.

Y de un momento a otro me encontraba sobre la cama, con mi trasero al borde y vi como él se arrodillaba entre mis piernas, quitó mis shorts junto con mis bragas de un tirón, abriéndome a su disposición. Alzó mi pierna derecha sobre su hombro y comenzó a repartir pequeños besos en la parte interna de mi muslo, tomándose su tiempo, mientras acariciaba mi piel con la yema de sus dedos con delicadeza provocando que cerrara los ojos, dejándome consentir. Un gemido abandonó mi garganta cuando sus dedos pasaron por entre mis pliegues y casi automáticamente me llevé las manos a mis senos, atendiéndolos.

–Estás tan mojada, amor. –Expresó, mirándome con deseo, lo mismo que destilaban sus palabras.

Arqueé mi espalda a causa de la calidez de su aliento acariciando mi entrepierna, no podía más con la anticipación. Estaba tan excitada por él que mis fluidos ya se desbordaban, mi cuerpo no podía esperar más a sentirlo.

–Jimin... ¡Ah!

Me vi interrumpida por su lengua que se abrió paso entre mis pliegues de una forma voraz, mis ojos se fueron hacia atrás ante la forma que lamía y torturaba mi punto más sensible. Me abandoné a la sensaciones tan increíbles que me proporcionaba, retorciéndome y apretando las sábanas entre mis dedos tratando de canalizar las olas de placer que me azotaban gracias a los ávidos movimientos de su lengua. 

–Dios. –Bajé una mano hasta posarla sobre su cabeza, enterrando los dedos entre los suaves mechones de su cabello.

El sonido húmedo que provocaba su boca en conjunto con mis gemidos que subían de nivel cada que daba golpecitos con su lengua o succiones en mi clítoris retumbaban en las paredes de nuestra habitación. Sus manos se mantenían fijas en mis muslos para impedir que se cerraran involuntariamente ante los espasmos que me atacaban de vez en cuando.

Además de las muchas cualidades que poseía Jimin, debía resaltar lo bueno que era en el sexo. Sabía muy bien como complacer a una mujer, conmigo siempre se esmeraba para llevarme hasta la cima y que todo mi cuerpo vibrara de infinito placer. Algunos hombres con los que había estado ni siquiera podían dar un buen oral y al parecer ignoraban la existencia del clítoris, pero él sabía exactamente donde tocarme.

Jimin era perfecto en todos los sentidos y me sentía tan afortunada de que fuera mío.

Una presión se asentó en mi vientre avisándome que el orgasmo estaba por llegar. Él pareció notar todas las señales pues su lengua se movió de una forma mucho más demoledora, embistiendo mi entrada y en combinación con sus dedos fue todo lo que necesité para que el éxtasis arrasara dentro de mi organismo, subiéndome en una nebulosa en la que pude ver pequeños destellos bajo mis párpados, como si flotara.

Mi cuerpo se estremecía violentamente, mi garganta se deshacía en gemidos mientras su lengua seguía allí abajo recogiendo todos mis fluidos y torturándome para alargar la sensación tan abrumadora del clímax.

–Deliciosa –otro espasmo me atacó cuando dejó un beso en mi hendidura de forma superficial–. Tan dulce, cielo.

Cuando la nubla del orgasmo fue disipándose y sólo quedó mi corazón latiendo acelerado, abrí los ojos en el momento exacto para ver a mi novio con el pelo revuelto y las mejillas rosadas poniéndose de pie. Me regaló una sonrisa dulce y maliciosa a la vez, para acto seguido sacarse la camisa y el pantalón junto con los bóxers, dándome una magnífica vista de su torso, sus brazos trabajados al igual que sus piernas tonificadas. Y claro que no pasé por alto el como su erección se alzaba orgullosa, algo dentro de mi ardió ante tan maravillosa vista.

Rápidamente se sentó en la cama y ayudó a mi aún sedado cuerpo a situarse sobre su regazo, apoyé mis piernas a cada lado de las suyas. Besé sus labios, probándome en él mientras mis dedos recorrían la piel suave de su espalda. Entonces me acomodé sobre su dura y más que lista erección para montarlo, tomándolo con una mano y apoyando la otra en su hombro, comencé a bajar. Joder. Amaba ver sus expresiones a medida que su punta iba entrando en mi lentamente, por lo que me obligué a no cerrar los ojos. Él dejaba que yo me tomara mi tiempo. 

Apreté los labios ante la sensación de su gruesa extensión abriéndose paso entre mis húmedas paredes. Me quedé quieta cuando lo tuve dentro de mi hasta el fondo y dejé pequeños besos por la línea de su mandíbula.

–Joder... –Soltó un gemido grave, presionando sus palmas abiertas en mi espalda. Eso causó que me apretara entorno a él por lo que otro gemido salió desde lo profundo de su pecho casi como un gruñido.

Afiancé mi agarre en su nuca para volver a unir nuestros labios, comenzando a mover mis caderas en un ritmo lento que fue incrementándose con el pasar de los segundos y terminé por empujarlo para que su espalda quedara sobre el colchón, apoyé mis manos en su pecho montándolo con ganas, casi hipnotizada con los dulces gemidos que se escapaban de su boca. Amaba escuchar a Jimin cuando teníamos sexo, era el sonido más electrizante y sensual de todos.

Sus manos me sostenían por las caderas ayudándome en la subida y bajada, pero también hacían el recorrido hasta mis senos para apretujarlos y así formaba una secuencia como si no tuviera suficiente de mi cuerpo y quisiera abarcarlo todo con sus manos.

–Eres tan preciosa, amor. M-me encantas... tanto –su voz salió contenida y en un tono bajo–. Quiero follarte toda la noche.

Amaba que me hablara bonito al igual de sucio mientras lo hacíamos.

De vez en cuando cerraba los ojos a pesar de que trataba de mantener contacto visual conmigo que cada tanto echaba la cabeza hacia atrás, inmersa en el placer, por lo exquisito que se sentía ser llenada de esta forma por él.

Aquél fuego tan conocido comenzó a formarse de nuevo en mi vientre y empecé a caer con más fuerza, movía mis caderas en círculos, de adelante hacia atrás, impulsada también por los sonidos de nuestras pieles chocar.

–¡Así! ¡Si!... S-sigue...

–Y-ya casi...

Comencé a contraerme a su alrededor y un corrientazo atacó mi sistema ante la nalgada que me propinó, y que a su vez provocó que el orgasmo explotara dentro de mi tomándome por sorpresa. Las lágrimas cayeron por mi rostro, mi garganta se deshizo en grititos y gemidos. Fue como si me desconectara del mundo por un pequeño instante y al segundo siguiente me encontraba abrazando a Jimin que se había incorporado sentándose de nuevo y rodeando fuertemente mi cintura con sus brazos, mientras mi cuerpo seguía siendo atacado por los temblores y mi interior seguía contrayéndose. Finalmente lo sentí llegar dentro de mi en medio de un gemido ahogado.

Suspiré con satisfacción por la calidez que me proporcionaba sentir su pecho junto al mío, recosté mi cabeza sobre su hombro, calmando nuestras respiraciones aceleradas y dejándonos llevar por la sensación de alivio. Me quería quedar así toda la noche.

Él recorrió con sus dedos mi cintura, mi espalda, mi trasero acariciándome con suavidad y dejó un patrón de besos en mi hombro.

–Te amo. –Alcé la cabeza para mirarlo, mi corazón que ya había disminuido el ritmo de los latidos se infló de pura alegría como siempre sucedía cuando notaba el amor y adoración brillar en sus ojos, porque ese tipo de mirada sólo me la dedicaba a mi.

–Te amo. –Dejé un pico en sus labios. –Te amo demasiado. –Y luego otro, provocando una ligera risa de su parte.

Jimin y yo teníamos una gran conexión, más allá del sexo, nuestros cuerpos se conocían a la perfección. Estábamos hechos el uno para el otro y sabíamos que nuestras almas eran compañeras.

–Hemos estado teniendo mucho sexo estos días. –Comenté, acariciando su mejilla. No se trataba de que no fuésemos activos, pero en la últimas semanas nuestra actividad había incrementado.

–Hay que aprovechar mientras estés aquí conmigo.

Sabía por qué lo decía.

–No tienes de que preocuparte. Siempre volveré a ti, amor.











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Esta parejita causa sentimientos contradictorios ¿Confirman?

Espero que les haya gustado, bebés💜✨

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