chapter thirty-two. life in alexandria


𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen tres
capítulo treinta y dos
❝ life in alexandria ❞

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ESTABA CAYENDO EN brazos de Morfeo cuando una roca pequeña tocó mi ventana, fruncí el ceño pero mantuve los ojos cerrados ignorando el ruido.

El ruido se hacía cada vez más fuerte a lo que, resignada, me levante y me asome por la cortina donde Carl esperaba apuntó de lanzar otra roca, así que abrí la ventana.

—¿Qué haces aquí?— pregunté confusa y adormilada.

—No puedo dormir— admitió—¿Puedo pasar? Antes de que Abraham salga y me de un tiro con la escopeta.

Sonreí levemente asintiendo, abriendo la ventana en lo que Carl trepaba por la pared, percatándome de que Aarón y Eric nos miraban desde el porche de su casa.

Estando junto a la mía, le sonreí a ambos adultos, haciendo un ademán de saludo con la mano.

—Todo bien, no haremos cosas indecentes, lo prometo— le dije a ambos mientras Eric reía y Aarón asentía.

—¿Ah, no?— golpee las costillas de Carl una vez que estuvo junto a mi.

Cerré la ventana y luego la cortina para devolverme a la cama, mientras el ojiazul la rodeaba para quedar a mi lado, rodeando mi cuerpo en un cálido y amoroso abrazo.

—Te extrañe— beso mi mejilla haciéndome sonreír.

—No pasó ni una hora— recordé.

Colocó su rostro en mi cuello, para intentar dormir —Aún así, te extrañe muchísimo, no puedo dormir sin ti.

Suspire con una sonrisa, acariciando su cabello como si de un bebé se tratara, recargándome en la cómoda almohada y entrando finalmente en un profundo sueño.

LA PUERTA SER golpeada bruscamente hacia la pared me alarmo, al igual que a Carl quien recién se despertaba, mire asustada a Sophia y ella a nosotros.

Ella cubrió sus ojos, —¡Lo siento, debí tocar, pero que tonta soy!

Reí cuando Carl se puso rojo como un tomate —No estamos haciendo nada, puedes pasar.

Ella rió —Lo se, solo quería ver la reacción de Carl.

El mencionado refunfuñó —Casi me matas de un susto, creí que era Abraham.

Ella se recostó en medio de ambos —No, Carl, él ni siquiera te hubiera despertado, te hubiera asesinado al momento de ver cómo abrazabas a su hija.

Asentí de acuerdo mientras sonreía, dejando a Sophia recargarse en mi hombro, abrazando mi brazo y tomando mi mano para entrelazar nuestros dedos.

Mirando a Carl levantarse de la cama, rodearla y dejarse caer a mi otro lado para acurrucar su cabeza en mi hombro.

—No seas celoso, Grimes— pidió Sophia, mirándole enojada.

—Alex es mi novia— recalcó la última palabra —Si yo quiero puedo estar así todo el día, ¿Verdad?

Me miró y abrí mis ojos tanto como pude —Menos a las tres, es la hora que me toca cuidar a Judith.

—Menos a la tres— repitió girándose a la rubia.

Soph le sacó la lengua como una niña pequeña, finalmente se puso de pie.

—Si se tarda mucho en bajar, le dire Abraham que suba para que los vea así— advirtió señalándonos —Recuerden que es el primer día de escuela.

Suspire viéndola irse, recordando que era verdad.

—¿Y YA LLEVAS tus materiales?— asentí a Rosita —¿Botella de agua?— volví a asentir —¿Un refrigerio?

—Tengo todo— asegure sonriente.

Ella suspiro, —Esta bien, ten cuidado.

—Ros, la escuela es una cochera— le mire incrédula —Además está dentro de los muros, nada malo va a pasarme.

—Lo se, solo es la maldita costumbre— sonrió, abrazándome fuertemente.

Cosa que me sorprendió ya que, jamás lo había hecho de esta manera, se sentía tan maternal que me traía un pequeño recuerdo, el calor de su cuerpo me inundó y su olor a fresa también inundó mis fosas nasales.

—Voy a estar bien— repetí, separándome de ella.

—¿No quieres que mejor de acompañe?

Forme una línea en mis labios —Sophia dijo que pasaría por mi.

Enarcó ambas cejas —Entonces estás en esa etapa en la que no te gusta que te vean conmigo, ¿Eh?

Sonreí —¡No es verdad! Solo... no es nada.

—¡Hey, Alex!— mire a Sophia, esperándome en la carretera frente a mi casa.

—Adiós— huí antes de que me detuviera.

—Entonces... ¿Rosita es oficialmente tu mamá?

Le mire rápidamente, rodando los ojos —No es mi mamá, solo es... la novia de mi papá, es linda y me cae bien.

—Tu madrastra— aclaró y le mire mal cuando rió por mi expresión —Solo estoy jugando, se que se llevan bien.

—Es mi amiga y se preocupa por mi— informe sonriendo —Así como Maggie se preocupa por mi, como Carol, como Sasha o como Michonne.

—Yo creo que tienes problemas maternales, no soy psicóloga pero ese es mi análisis.

—No tengo problemas maternales, Sophia, tú tienes problemas mentales— bromeé, riéndome cuando ella fue ahora quien me miró mal.

—Que grosera.

—Tu empezaste— recordé, sin dejar de caminar.

CREO QUE HABÍA olvidado la sensación de prestar atención a cosas importantes como las que explicaba la mujer frente a mi.

Jamás había asistido a una escuela durante mi corta infancia, la verdad, es que ni siquiera sabía lo que se sentía, estaba tan acostumbrada a ver una misma mujer todos los días para que me enseñara matemáticas o cosas de literatura, que justo ahora, me había dado cuenta de todo el tiempo que perdí, todas las experiencias y risas que perdí al estudiar en casa.

—Ya les dije que la respuesta era veinte— repetí por milésima vez.

—Ugh, demonios, olvidé como sumar— se quejó Sophia.

—Es el efecto apocalíptico— aclaró Ron y le mire confundida.

—La respuesta es cien— señaló Enid.

—Es veinte— repetí casi arrancándome los cabellos.

—¡Cien!— gritó.

—¡Es veinte!

—Esperen, esperen— pidió Ron, interponiéndose —Antes de que se peleen, dejen voy por una cámara.

Le mire frunciendo mi ceño, dejándome caer sobre la cama.

—¿Que no el examen era de literatura?— se preguntó Carl y todos le miramos confundidos.

—Carl, ¿Vives en una roca?— inquirió Sophia.

—Lo confundí.

Asentí de acuerdo, —¿A quien se le ocurrió la estúpida idea de hacer la tarea juntos?

—A ti— recordó Mickey.

—Ah.

Enid suspiro frustrada —La respuesta era cien.

—Era treinta, fin de la historia.

Mire confundida a Mickey, —¿Como va a ser treinta?

Carl recargo su cabeza en mi hombro —A este punto no terminaremos nunca.

Sophia asintió de acuerdo —Dejen de pelear, sólo paz y amor.

—Sophia tiene razón— señaló Enid.

—Bien, ¿Cual es la raíz cuadrada de cuarenta y cinco?— leí en voz alta la pregunta.

—No tengo idea— contestó Sophia.

—Pensar hace que me duela la cabeza— exagero Ron, colocando una almohada en su cabeza.

—Deberíamos dormir, no estudiar— propuso Carl.

En lo que Enid se apresuraba a contestar el problema, todos le mirábamos somnolientos y cuando terminó, guardó todas sus cosas.

—¡Matanga dijo la changa!— Mickey le arrebató la libreta para comenzar a copiar todo.

Enid frunció su ceño, —¡Hey!

—Lo que es tuyo, es nuestro— sonrió Sophia a Enid.

—Lo acepto solo porque todos contestamos esos problemas juntos.

ABRÍ LA PUERTA, dejando de lado el biberón que le preparaba a Judith.

—Hola Sam— salude con una sonrisa —¿Qué pasa?

—¿Está Carol?— miró dentro.

Negué —No tengo la menor idea de donde esta, ¿Por qué?

Titubeó un poco —Dijo que me guardo unas galletas.

Fruncí mi ceño, dejándolo pasar dentro y asintiendo con la cabeza.

—Si, creo que son las que me comí en la mañana— bromeé —No es cierto, las guarde porque Carl estuvo a cinco segundos de comérselas.

Le sonreí, entregándole el envase con varias galletas dentro, Sam sonrió, sentándose en la mesa para empezar a comerlas.

—A mi mamá no le gusta que coma demasiadas galletas— aclaro y asentí, sentándome frente a él para hacerle compañía.

—Tu mamá es muy parecida a como era la mía— recordé sonriendo —Aunque mi mamá nunca me hacía galletas.

—¿Tu mamá era mala?— me pregunto de pronto.

—No, creo que solo intentaba ser la mejor y que no me faltara nada— encogí mis hombros.

—Mi mamá hace lo mismo aunque... mi papá no.

Fruncí mi ceño levemente —¿Qué hace tu papá?

Sabiendo aquellas señales en el comportamiento de Sam, todos mis sentidos se alertaron.

—Aveces se enoja, dice muchas cosas feas y golpea cosas.

Mi ceño se aligeró —¿Como a que?

Este se mantuvo callado —No debería hablar de eso, lo siento.

—No te disculpes— intente sonreír —No es tu culpa que tu papá sea así, Sam, puedes contarme lo que quieras.

—¿Prometes no contarle a nadie?

—Sam... si es algo malo...-

—¡Por favor!— pidió otra vez —No puede saber nadie.

Suspire, asintiendo —Esta bien, lo prometo, tienes mi palabra.

—Aveces mi mamá me pide que me encierre en el closet hasta el amanecer— contó —Dice que cierre con seguro que ella colocó, me asustó mucho pero aún así lo hago.

—Es entendible, un niño como tú no debería vivir todo eso.

—Lo se, pero no se como detenerlo.

Fruncí levemente ceño, —Creo que yo se cómo, pero debes confiar en mi y en lo que haré.

Este titubeó un poco, dándole otro mordisco a la galleta.

—¿Si confió en ti... harás que mi papá deje de hacer eso?— pregunto y asentí.

—Debes contarme todo, sino no podré hacer nada— asegure.

HEY— saludó Aarón y le mire de reojo.

—¿Que pasa?— le sonreí, mientras mantenía la vista a las calles de Alexandria.

Sin decir nada, me entregó la caja de música que Carl me había regalado.

—¿Dónde la...?

—Lamento lo de tu nariz— interrumpió —Fue desagradable y muy doloroso.

Reí un poco, —No te preocupes, ya estoy acostumbraba a golpearme con las cosas aunque, el suelo fue algo nuevo.

Él rió conmigo, —La caja de música, pude repararla yo solo, tómalo como una disculpa por tu nariz, casi quedas como Voldemort y a nadie le gustaría ser Voldemort.

—A nadie más que al mismo Voldemort— señale riendo por su chiste —Pero gracias otra vez y tú disculpa es aceptada.

Asintió, —Fue un buen derechazo por cierto, aún me duele al lavarme los dientes.

Forme una línea con mis labios, —Perdón por eso también, no lo pensé y no controlé mi fuerza.

—Estoy acostumbrado a golpes como esos— repitió, refiriéndose al golpe que Rick le había dado horas antes.

—Si recibir golpes fuera tu trabajo, serías millonario.

SOPH DIJO QUE me buscaban, ¿Qué sucede?— inquirí viendo a Glenn tomarme del brazo.

Haciéndome sentar en la mesa de la cocina donde Maggie esperaba, fruncí mi ceño al verlo tan extraño.

—Oigan, me están asustado, ¿Sucede algo malo? ¿Hice algo malo?

Maggie negó, —No, cariño, es otra cosa.

—Bien, entonces, ¿Qué es y por qué Glenn parece que va a explotar en cualquier momento?— mire al mencionado.

—Maggie está embarazada— soltó.

Mi mente voló a otro universo y regreso, quedándome estática en ese mismo lugar, la emoción creció y me hizo chillar de la emoción.

—¡Oh, por la barba de Merlin!— grite abrazando a ambos.

—Quedamos en que le diríamos los dos al mismo tiempo— recriminó Maggie.

Reí —¡Pero que importa, es la mejor noticia que he recibido!— me separé de ambos —¡Glenn, vas a ser padre!

Comencé a zarandearlo con emoción, haciéndolo reír —Lo se, lo se.

—¡No sabes abrir una lata de mantequilla pero vas a ser papá!— exclamé más alto abrazándolo, volviéndome a Maggie —¡Voy a ser tía, Maggie!

Ella rió —Serás la mejor tía.

—Y la mejor niñera, le enseñaré lo que es bueno a ese pequeño o pequeña— la abrace al igual.

—Reaccionó peor de lo que imaginaba— escuché susurrar a Glenn, le di un zape y luego volví a abrazarlo.

Respire con pesadez —No lo puedo creer, serán padres y yo tía, ya quiero que nazca para verlo.

—Bueno, apenas estoy como de un mes así que falta mucho para eso— Maggie sonrió, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—Creo que voy a llorar— fingí un sollozo —Uno mas.

Volví a abrazarlos a ambos, quedándonos en silencio y disfrutando de la felicidad que me daba aquella hermosa noticia.

SI NO TE DUERMES te va a llevar el coco— amenace a Judith, quien me miró confundida y luego balbuceó.

Refunfuñe con pesadez al intentar dormirla para su siesta de en la tarde pero nada, nada funcionaba.

—Si no te duermes voy a llorar— me queje arrullándola.

—¡Ding, dong!— gritó Ron abriendo la puerta como si fuese su casa.

—¿Qué pasa?— le pregunte confundida al verlo tan feliz.

Suspiro —Cosas que suceden en la vida, uno no lo puede evitar.

Conocía esa mirada —Ay no, caíste bien y directo.

Frunció su ceño —¿De qué hablas?

—Nada— me apresuré a decir mientras miraba a Jud.

—¡Dime!— exclamó.

—¡Shhhh!— le sisee —No la puedo dormir y tu solo lo empeoras.

—Perdón— se disculpó rascando el leve moretón en su mejilla.

El cual, logre notar por la forma mala en la que intentaba ser cubierto con pintura.

—Claro— musité viéndolo fijamente.

Suspire con pesadez cuando el freno de una camioneta me hizo mirar a la ventana, frunciendo mi ceño, me acerqué.

—¿Qué fue eso?— se preguntó Ron, siguiéndome.

—¡Ayuda, por aquí, ayudenme!— gritó Eugene mientras Glenn cargaba a Tara hasta la enfermería.

Inmediatamente fue como un escalofrío me cubrió por completo y mi corazón latió rápidamente, asustándome, corriendo directamente hasta ellos para ayudar.



















A dos capítulos para el final de este acto 😭

Voy a llorar mucho y ustedes también, conmigo, propongo ir a terapia en grupo.

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