chapter thirty. save us


𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen tres
capítulo treinta
❝ save us ❞

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RESPIRÉ PESADAMENTE cuando los muros fueron abiertos, pero ver a Judith balbucear cosas, logró tranquilizarme un poco.

Tomé a Sophia del brazo cuando se detuvo mirando a una casa abandonada. La caída de un bote de basura nos hizo apuntar a todos, sacando la espada de mi katana, Daryl fue el primero en apuntar y disparar.

—Trajimos la cena— señaló él a la pobre zarigüeya muerta.

Fruncí mi ceño volviendo la vista al frente donde otro chico junto a Aarón nos miraba como bichos raros.

—Esta bien, entren chicos— pidió Aarón.

Obedecí adentrándome a la comunidad con muros muy altos, mirando detrás de mi cuando las puertas fueron cerradas, me sentía extraña y ya quería irme.

Rebusque desesperadamente la mano del ojiazul, tomándola con fuerza y entrelazando nuestros dedos.

—Antes de llegar más lejos, necesito que entreguen sus armas— indicó el castaño junto a Aarón —Quédense, pero entréguenlas.

—No sabemos si queremos quedarnos— interrumpió Rick.

—Si, descuida Nicholas.

—Si quisiéramos usarlas ya lo habríamos hecho.

—Deja que hablen con Dianna primero.

—¿Quién es Deanna?— cuestionó Abraham, recalcando el nombre de la mujer.

—Les dirá... todo lo que quieran saber de este lugar, Rick, ve tú primero— Aarón miró al líder.

Este mismo se giró a ver el resto del grupo, pero su vista se vio desviada al ver un caminante acercarse.

—Sophia— le llamó Rick.

Mire a donde él y Sophia sacando una flecha de su espalda, disparó a la primera derrumbando al caminante.

—Que bueno que llegamos— agregó el líder, caminando dentro.

ME REMOVÍ ALGO incomoda en mi asiento, era tan cómodo que había olvidado como se sentía, la casa estaba perfectamente decorada y sin alguna mancha.

—Hola, soy Deanna Monroe— saludó la adulta de cabello castaño rojizo.

Le mire un poco avergonzada de mi aspecto ya que, ella parecía recién salida de la ducha y yo estaba completamente llena de tierra y sangre de caminante, sin mencionar el sudor.

—Alex Ford— salude formando una sonrisa ante el último apellido, se escuchaba tan bien decirlo en voz alta.

—¿Puedo filmar nuestra conversación?

Fruncí levemente mi ceño —¿Por qué lo haría?

Aclare mi garganta al sonar mas seria de lo que quería.

—Aquí somos muy transparentes— asentí levemente —¿Hace cuanto que estas afuera, cariño?

Levante la mirada sin recordarlo —Bueno, no lo se, un mes después desde que todo inició.

—¿Cómo encontraste al grupo? ¿Ya estaban juntos desde entonces?

Negué con la cabeza —Dos meses después de que huí del refugio, prácticamente desde el inicio aunque... era otro grupo, con diferentes personas.

—Entiendo, ¿Ibas a la escuela?

—No, estudiaba en casa porque mi mamá no tenía tiempo de llevarme— recordé.

No sabía cómo podía acordarme de todas esas cosas aún.

—Entiendo, ¿Qué le sucedió a tu mamá, puedo saberlo?

Trague en seco, titubeando un poco y no sabiendo que contestar a aquello.

—Se suicido en una explosión— susurre muy bajo, llevándome una mirada de lastima por parte de la mujer.

—¿Y tú demás familia? ¿Tenias hermanos, abuelos?

Los acontecimientos venían a mi cabeza como gotas de lluvia en una tormenta, sintiéndome agobiada solo me removí un poco.

—No me gusta hablar eso— susurre, llevándome un asentimiento de ella.

—Lamentó lo que les pasó, también lo de tu mamá.

Encogí mis hombros —Ella tomó su decisión, confiaba en que seguiría aquí, por eso lo hago.

—Me gusta tu valentía, Alex, es algo digno de admirar lo admito— sonrió —¿Crees que tu grupo merece vivir en la comunidad?

Asentí con obviedad —Mi familia merece un hogar, afuera pasamos infiernos y... creo que ellos merecen un descanso después de todo.

—Me alegra mucho escucharlo de ti, se que hablas con la verdad y confío en que serás una gran líder en un futuro— admitió, haciéndome mirarle —Pones a los demás sobre ti, gracias, Alex.

ME GUSTA MÁS esa, es más grande— señaló Abraham la segunda casa.

—Pero está a cinco casas de la de Carl— le mire y él sonrió con malicia.

—Aún mejor.

—Escogeremos la primera— decidió Rosita por él, llevándose una mala mirada de su parte.

Aarón asintió yéndose —¿Por qué hiciste eso?

—No evitarás que dos adolescentes hormonales se vean seguido— contesto, y le mire confundida.

Dejando a Abraham más rojo que el cabello de un Weasley, ella avanzó para cruzar la calle.

—Estoy completamente de acuerdo con mi compañera— hablo Eugene y le agradecí en voz baja.

Seguí a la latina dentro de la casa, abriendo la puerta con cautela y mirando dentro como si algo fuera a atacarnos en cualquier momento.

—Es bonita— señaló ella, mirando a su alrededor —Y muy colorida.

—Pero es bonita— agregue mirándola y asintió.

—Odio admitirlo pero si es bonita.

—Yo no puedo decir nada, solo que necesito un baño y espero tengan agua caliente en estas residencias así que con su permiso— me moví antes de que Eugene me empujara.

Corriendo al segundo piso, sonreí levemente cuando Rosita se alejó hacia las habitaciones, tomando uno de los marcos para fotografía que había en la entrada, saque la pequeña foto que Abraham me había entregado y la metí dentro.

Subí al segundo piso cuando el pelirrojo se dejó caer en uno de los sillones, disfrutando la sensación cómoda.

Entre a la que sería mi habitación, decorada completamente de blanco, en el centro había una cama bien acomodada y había algunos posters en las paredes de colores.

Frente a esta había una puerta que supuse era el baño así que entré tocando la perilla como si se fuera a romper, me adentre y solté un grito ahogado cuando me vi al espejo.

—Maldición— musité.

Pequeños cabellos caían de mi coleta ya caída, el flequillo en ambos lados se combinaba con mi demás cabello cubriendo una parte de mi frente, mi piel se miraba manchada por la tierra y el polvo, ni hablemos de mi clavícula, se notaba tanto que parecía el esqueleto puro.

Trague en seco saliendo del mismo y dejando la fotografía con el marco en la mesita de noche que había enseguida de la cama.

Sin dudarlo, tomé una gran ducha que se sintió como si estuviese en el paraíso, no tenía idea de cuánto tiempo había pasado.

Salí escuchando el sonido de la puerta ser llamada pero sin respuesta alguna.

—¡Llaman a la puerta!— grite pero nadie contestó.

Escuchando dos duchas en las otras dos habitaciones y sin nadie en el piso de abajo ya, no me quedo de otra más que bajar las escaleras y abrir.

—Hola— saludó aquella rubia con una canasta en manos.

—Hola, perdón, los adultos se están duchando.

Ella rió un poco —Solo venía a entregarles sus nuevas cosas, viene ropa y algunos cepillos de dientes empaquetados.

Tomé la canasta —Gracias.

Ella asintió —Soy Jessie, por cierto.

—Alex, es un gusto Jessie.

—Digo lo mismo, hey tienes...— de mi rostro, quito un mechón de cabello.

—Gracias— musité —¿Quieres pasar?

—No de hecho, Dianna nos pidió que les diéramos su espacio para acomodarse y no quiero ser una molestia ahora.

—Entiendo, pero no lo eres, Jessie.

—Ya me tengo que ir, otra vez, fue un gusto Alex.

Sonreí asintiendo —El gusto es mío.

La irse, cerrando la puerta a duras penas con la canasta en manos, mire a ambos adultos correr hacia abajo con sus cuchillos en mano.

—¿Quien era?— Abraham se asomó con toda la ropa mojada.

—Jessie.

Rosita frunció su ceño —¿Quien?

—Jessie, una mujer— repetí —Trajo esto, son cobijas y cuatro pares de cepillos de dientes.

FRUNCÍ LEVEMENTE MI ceño cuando vi a Daryl y Sophia despellejar a la pobre zarigüeya. Me detuve frente a la puerta cuando Glenn se asustó.

—¿Que tienes?— le inquirí.

—¿Quién eres y qué hiciste con Alex?— Maggie rió ante su comentario.

Rodee los ojos sonriendo —Que chistoso eres.

—Perdón, Pulga, pero cambias demasiado bañada— sacudió mi ya limpio cabello.

—Tu no te quedas atrás, te ves extraño sin tus pulgas.

—Ya no quiero jugar— refunfuñó yéndose con Maggie.

Me acerqué a Carl dejando que dejara un rápido beso en mis labios, para luego mirar a nuestro alrededor, sonriendo cuando Judith balbuceó mi nombre otra vez.

Fruncí mi ceño mirando a Rick —Wow, ¿Qué te paso suegro?

Él rió con cansancio —Solo me rasure.

Asentí —Si, me lo imaginé.

—Pueden revisar pero rápido— accedió Rick, al vernos curiosear por todos lados.

—Adiós— hablamos en unisonido, bajando las escaleras del porche, con cuidado de no pisar los órganos de la pobre zarigüeya.

Con Rick mirándonos y creyendo que nos negaríamos, tomé su mano entrelazando nuestros dedos para casi correr lejos.

Cuando volví la mirada detrás, Carol ya nos seguía.

—Son como mansiones— mencionó Carl y asentí mirando la casa de alado.

—Y parece que las están regalando— agregue.

—¿Vienen?— inquirió Carol a ambos, apunto de salir de la casa.

Abrí mi boca para hablar cuando Carl interrumpió —Si, ya vamos.

Asintiendo, recorrí la ventana viendo hacia afuera con cautela.

—Es bonito aquí, me gusta— comente a Carl, quien miraba los libros en el librero.

—Si, a mi también aunque... no se cuanto tiempo va a durar.

Dejó el libro en su lugar para acercarse a mi.

—Espero que mucho, años quizás pero después de lo de la prisión, la granja, dudo que un lugar así dure.

—No te preocupes por eso ahora, acabamos de llegar— pidió dejando un dulce beso en mis labios.

—De acuerdo, te creo.

Coloqué mis brazos sobre sus hombros y él colocó sus manos sobre mi cintura, disfrutando de aquel beso, unos ruidos provenientes del piso de arriba nos hizo subir la mirada al mismo tiempo, nos miramos asustados.

—¿Crees que sea un fantasma?— inquirí.

—Los fantasmas no existen.

—Eso decía yo de los zombies y miramos ahora— dije

—Voy a subir, quédate aquí.

Haciendo lo contrario, subí tras él mirando a mi alrededor, dándome cuenta que esta casa era casi idéntica a la mía.

Saque mi cuchillo de su funda y Carl imito mi acción, nuestras miradas se cruzaron como si pensáramos lo mismo y cuando abrió la puerta, ambos apuntamos mirando a nuestro alrededor.

—Te dije, un fantasma— recordé al no ver nada.

—Que bueno que estás conmigo.

Se adentró a la habitación, le seguí mirando los cómics que estaban por todo el suelo, tomando uno y entregándoselo a Carl.

—¡ÁBRETE!— exclamé intentando abrir la pasta dental.

Refunfuñe cuando no lo hizo, escuchando unos pasos y mirando como ese chico Noah se recargaba en el marco de la puerta.

—¿Te ayudó?— inquirió y asentí sin decir palabra alguna.

En un movimiento rápido abrió la nueva pasta dental y me la entrego.

—Eres Hulk, gracias— le sonreí.

Rió un poco —No es tan difícil.

—Eres Noah, ¿Verdad?— asintió ante mi pregunta —Bienvenido a la familia de locos.

Sonrió un poco —Gracias.

Y se fue a la sala, donde los demás esperaban, termine de lavar mis dientes y fui hasta la mesa del comedor, recargando mi mejilla en el hombro de Carl mientras él leía el cómic, Sophia jugaba al uno con Tara y Eugene.

—¿Cuánto tiempo tarde?— se pregunto Michonne saliendo del baño.

—Veinte minutos— mire al reloj y le conteste.

—Cielos, no podía dejar el cepillo.

Le sonreí —Es adictivo.

Carl paso la página, mientras Sophia gritó uno como desquiciada, Eugene ponía miles de peros y Tara reía.

Levante la mirada cuando tocaron la puerta de la casa, sacando el cuchillo pero relajándome cuando vi a Deanna.

—Rick yo...— se detuvo sorprendida —Wow.

Cubrí mi boca riéndome y Rick me miró cansado.

—No sabía lo que había abajo— señaló Deanna sin quitarle la mirada de encima —Escucha yo... no quería interrumpir, pasaba para ver cómo se estaban acomodando, oh vaya— nos miró a todos —No se separan, que listos.

—Nadie nos lo prohibió— recordó Rick.

—Dijiste que eran una familia, eso dijiste, me asombra que personas tan diferentes y con nada en común puedan llegar a ser tan unidas, ¿No les parece?

—Todos dijeron que les diste trabajos.

Ella asintió —Si, es parte de esto, parece que al final ganaron los comunistas.

Rick rio un poco —A mi no me diste uno.

—Lo hice— señaló ella —Solo que aún no te lo he dicho, como con Michonne, estoy pensando en algo para Sasha y todavía me queda descifrar lo del señor Dixon pero lo haré, te ves bien.

Dijo, antes de volver a irse pero sin antes darnos una mirada a todos.

—En mi vida vuelvo a rasurarme— se quejó Rick.















Debería estar haciendo un examen pero admiren el bonito edit:

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