chapter seventy-nine. beautiful boy


𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen ocho
capítulo setenta y nueve
❝ beautiful boy ❞

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—¿VES ESA BRILLANTE?— Carl señaló, mientras Judith señalaba al cielo también —Si, esa es la Estrella Polar, esta al final de la Osa Menor, si llegas a perderte busca esa Estrella.

Me recargue sobre la madera de la puerta, mientras pegaba la cobija ya que afuera hacia demasiado frío.

—Creí que estarías dormido— admití.

Él me miro —Judith no podía dormir.

Sonreí —¿Estás bien?

Asintió —Si, supongo.

Sabía que no lo estaba, después de aquel accidente de su ojo Carl había pasado las noches llorando, arrepentido de todo y Judth, bueno, ella era la única que podía calmarlo.

—Voy a llevarla adentro— informó mientras se levantaba.

—Carl...— llamé y se detuvo —Se que no estas bien, y eso esta bien.

—¿Si?— se preguntó y asentí obvia.

—Aveces no podemos controlar lo que nos va a suceder, la muerte no se puede controlar— suspiré —Me alegro que no murieras, créeme, le rogué al cielo que no pasará, porque de haber pasado entonces... yo hubiera muerto contigo.

—¿Tú lo harías?— inquirió.

Lo miré, mientras asentía, sabía a lo que se refería. Carl tenía tanto miedo a convertirse en un caminante.

—Si— dije sin dudar —Yo no te dejaría convertirte, Carl, creo que tiene que hacerlo alguien que te ama, yo lo haría por ti.

Su ceño se aligero —Y yo por ti...— tomó mi mano —De verdad.

Sonreí —Lo sé.

ROSITA SE ADENTRO CORRIENDO hasta la enfermería, justo cuando deje de caminar de un lado a otro mientras movía mi mano al aire.

—¿Estas bien?— se preguntó.

Asentí —No, no se, creo que no... yo no-

Tomó mis hombros —Vale, Alex, me estas asustando así que dime, ¿Qué pasa?

Formé una mueca —Hay algo malo, sentí...— señalé mi vientre mediano —Una clase de aleteo, luego un escalofrío, hay algo malo con el bebé, no sabía a quien más llamar porque Carl esta muy deprimido ahora, Siddiq no puede atender a un paciente, Michonne está en Hilltop y yo no lo sé, quizá esto sea un error, quizá no debería estar pasando, quiero decir, ¿Qué tan egoísta debo ser para traer a un bebé a este mundo?

—Alex— llamó ella pero negué.

—Va a odiarme, no sabrá lo que fue del mundo anterior y si muero en el parto, creerá que lo abandone o que me sacrifique para mantenerlo con vida y en algún punto va a odiarme porque fui una...-

—¡Alexandra!— exclamó Rosita, haciéndome detenerme —No eres egoísta por querer formar una familia y no vas a morir, ¿Vale?

Asentí —Todo lo malo me pasa, no podemos estar seguros, al universo le gusta reírse de mi en mi cara.

Negó —No es cierto...— avanzó hasta mi —Vas a estar bien, pero primero respira.

Obedecí, mientras respiraba con ella conforme lo indicaba, me obligo a sentarme sobre la camilla.

—Vas a estar bien— repitió.

—S-Si— sorbi mi nariz, las lágrimas empezaban a juntarse en mis mejillas.

—Ahora, dime qué es lo que sientes.

—Un aleteo— conté —No se qué le pasa al bebé, creo que se está ahogando con su cordón o algo así.

Ella negó —No digas eso.

Baje ambas manos, mientras ella tomaba mi vientre con delicadeza y lo revisaba.

Espere unos segundos cuando ella volvía a mirarme y sentí de nuevo aquel aleteo.

—Cariño...— llamó y la mire asustada —No hay nada malo con tu bebé.

—¿Entonces qué puede ser?

—Solo esta pateando— sonrió —Tu bebé patea, se mueve.

Fruncí mi ceño —¿Cómo?

Rosita tomo mi mano, colocandola por debajo de la suya —¿Sientes eso?

Espere en silencio, notando como algo se removió por debajo de mi mano, haciéndome mirarle asustada y muy, muy asombrada.

Se sentía mejor ahora, mi corazón dio un brinco y una sonrisa se formó en mi rostro.

—Uh...— susurré.

—No hay nada malo, cariño, solo esta moviéndose.

Sorbi mi nariz, tomando mi vientre con ambas manos —Estaba muy asustada.

—Es normal— acarició mi cabello —Pero esta bien asustarse por ser tu primer embarazo.

Asentí —Si, por un momento me desmayaria.

VOY A... explotar— dije, mientras me detenía a medio pasillo.

Carl frunció su entrecejo, al verme levantar ambas manos y mi enorme vientre de siete meses.

—¿Necesitas ayuda?— inquirió, acercándose hasta mi.

Le miré sin entender —¿Quieres que te de mi panza de embarazada? Te la regalo.

Rió ligeramente —Aceptó, todo sea para que descanses.

Solté un quejido mientras me dejaba abrazar por él, sintiendo como recargaba su mentón sobre mi cabello.

—Quiero intentar algo que leí— murmuró.

—¿Qué cosa?— mantuve mis ojos cerrados, mientras escuchaba su corazón latir.

—¿Confías en mi?— se separó de mi.

Asentí obvia —Llevo literalmente tu hijo, claro que confío de ti.

Sonrió, mientras tomaba de mi enorme cintura y me daba vuelta para quedar detrás de mi, entonces, colocó ambas manos sobre la parte inferior de mi vientre y lo levanto, mágicamente sentí como el peso del bebé se iba de mi, asustandome totalmente 

—¿Cómo... acaso haces magia?— tomé sus manos.

Negó —Déjame ayudarte.

Recargue mi cabeza sobre su hombro —Eso ayuda demasiado, ¿Podemos quedarnos así hasta que nazca?

Rió en mi oído, haciéndome sonreír —Podemos el tiempo que tu quieras.

Suspiré, mientras fingía roncar en su hombro —Se siente bien— admití.

—Me alegra saber eso.

—Carl— llamé.

—¿Hmm?

—La cena se te esta quemando— olí el humo y entonces Carl se alarmó.

Bajo cuidadosamente sus manos de mi vientre y salió huyendo hasta la cocina.

—¡No, no! Se quemo la lasaña que me pediste— se quejó.

Sostuve mi estómago —Está bien, amor, de todos modos quería lasaña quemada.

Negó —No da risa, quería hacerte algo especial.

Tomé aire, mientras las lágrimas inundaban mis ojos por alguna extraña razón.

—¿Por qué tienes que ser tan tierno?— me pregunté al borde del llanto.

Al escuchar mi voz quebrarse, Carl me miró rápidamente —¿Estas llorando, Alex?

Negué rapidamente, —No, estoy bien...— sorbi mi nariz.

—¿Segura?

—¿Por qué sigues preguntándome? ¡Ya se que soy una chillona!— exclamé, mientras sollozaba.

Se acercó y tomó de mis mejillas —No eres una chillona, esta bien.

Negué —Soy un enorme bebé llorón, ya dilo.

—No es...-

—¡Dilo!— grité tan algo que se asusto.

—Vale, vale, lo eres.

—¡Lo sabía!— solloce incontrolablemente mientras intentaba parar pero no podía —Ni siquiera sé por qué estoy llorando.

—Ven aquí, cariño— pidió, mientras tomaba de mi y me abrazaba.

—Dime que todo va a estar bien— pedí en un susurro.

Sentí como asintió —Todo va a estar bien.

NADA IBA A ESTAR BIEN, eso creía, el trabajo de yoga en pareja para el embarazo que planee no iba tan bien como pensé.

—¡Carl, tu mano no va ahí!— recordé, mientras colocaba su mano sobre mi cintura.

—Eso no esta funcionando— Carl suspiró exasperado.

Se supone que hacíamos algo llamado terapia, la cual ayudaría al bebé pero, Carl parecía no estar muy concentrado hoy.

—Hago todo lo que puedo– admitió el castaño.

Suspiré, dejándome caer de sentón hasta el suelo y la alfombra cómoda.

—Quiero dormir, creo que es hora de mi siesta— revise el reloj de mi muñeca.

—Nuestra siestas, querrás decir— Carl beso mi mejilla.

Sonreí —Tienes que cuidar a Gracie.

—Cierto— cerró sus ojos —¿Crees que ella también tenga sueño?

Golpeé su brazo —No huyas de tus responsabilidades.

—Sonaste como mi mamá— rió ligeramente.

—Supongo que ahora la entiendo— bromee con una sonrisa.

Se colocó de cuclillas para quedar frente a mi —¿Qué crees que pensaría de esta vida?

Pensé, hacía mucho tiempo que no pensaba en Lori.

—Bueno... creo que estaría feliz orgullosa, estoy segura de que sería la abuela más feliz del mundo— respondí.

Sonrió, mientras me miraba con un pequeño brillo, beso castamente mis labios.

—Sabes que te amo— murmuró.

Mis mejillas se enrojecieron —Lo se, porque también te amo.

EN EL MES NUEVE, las cosas se vuelven más extrañas de lo que ya son, a decir verdad me sentía bien pero extrañamente bien.

—Uh... algo anda mal— admití.

Carl me miró de inmediato al escucharme decir la palabra mal y entonces supe que vendría una tormenta de preguntas.

—¿Cómo mal? ¿Te duele algo? ¿Está pateando demasiado?

Negué, tomando su mano cuando la colocó sobre mi vientre —Estoy bien, solo me siento algo rara.

—Bueno, Rosita dijo que este es el último mes y que debes estar al pendiente de tu fuente para no se qué cosa.

Sonreí —Para no parir en medio de la cena.

Asintió —Eso.

Suspire —Bueno, supongo que es cuestion de esperar.

Ya, esperar, había tenido aproxicamente dos partos falsos las últimas semanas, a decir verdad creí que la segunda sería la vencida.

Me levanté de la silla, mientras Carl me ayudaba.

—Ay, santa diosa de las ardillas.

El pecoso me miró —¿Qué?

—Mi fuente...— señalé y mire como su tono de piel se volvía blanca y pálida.

—Me voy a...-

Tomé sus hombros —Ni se te ocurra, Grimes.

Se detuvo, justo antes de que pudiera caerse, se logró sostener y se hizo a un lado mientras el líquido bajo arrastrandose en mis piernas hasta el suelo.

—Ve por Siddiq— pedí.

—¿Qué? No te dejaré sola...-

Solté un quejido a la primera contracción —Ve a por Siddiq ya y no vuelvas hasta que no estés con él o con algún doctor.

—Alex...-

—¡Ve!— grite más alto de lo que hubiera querido.

Entonces salió huyendo hasta las calles de Alexandria, mientras me sostenía de la mesa.

Decir que el dolor era minino, no lo era, no me atrevía a decirlo, dolía como el mismísimo infierno.

Respiré profundo tal y como había practicado, soltando otro quejido a la siguiente contracción.

—Que no sea falso, que no sea falso— repetí en mi cabeza.

Cerré mis ojos un segundo, tratando con todas mis fuerzas de mantenerme despierta, gracias al dolor me mantenía así.

—¡Estoy aquí, estoy aquí!— exclamó Carl al adentrarse.

Siddiq le siguió, —Alex, necesitamos ir a la enfermería lo más rápido posible, ¿Puedes?

Estuve apunto de responder cuando Carl negó por mi —Claro que no— tomó de mi y me cargo como a un bebé.

Me aferré a su cuerpo, más tarde escuchando la voz de Rosita en la enfermería.

Lágrimas salían de mis mejillas y el sudor comenzó a bajar por mi rostro. Una vez lista, tomé la mano de Carl con todas mis fuerzas mientras respiraba profundo.

—Alex, antes de empezar necesito que te mantengas despierta todo el tiempo, ¿Vale?— él pidió.

Asentí —¿Ya... revisaste la dilatación?

No lo pude ver pero esperaba a que asintiera —Si, ya es hora, es tiempo de que empieces a pujar a la cuenta de tres.

—Espera, espera— pedí —Estoy... estoy asustada.

—Estoy contigo— escuché a Carl —No iré a ningún lado, me quedaré contigo todo el tiempo, no debes estar asustada.

—¿Entonces por qué te tiembla la voz?— inquirí.

—Bueno, estoy teniendo muchos recuerdos ahora así que también estoy asustado pero me quedaré contigo... sin importar nada...-

Asentí —Tu puedes.

—Y tu también...— noté como su labio temblaba —No cierres los ojos, Alex... por favor.

Giré la cabeza a Siddiq, mientras le asentía en señal de que estaba lista y, luego de que pujara con todas mis fuerzas.

Sentía como cada vez estaba más tranquila, como cada vez mi cuerpo se sentía más ligero y mis ojos más pesados.

Había estado muy cerca de la muerte tantas veces que me faltarían dedos para contar todas aquellas ocasiones pero, esta vez se sentía diferente, esta vez sentía que de verdad estaba muriendo.

Glenn decía que era como un gato, que me quedaban cierta cantidad de vidas pero la verdad es que ya perdí la cuenta de la última vez, quizá esta era mi última vida, mi última oportunidad.

—¡Alex!— llamó Carl, sacudiendo mis hombros con fuerza.

Abrí los ojos rápidamente, sin darme cuenta que me había quedado inconsciente, comencé a respirar otra vez, percatandome confusa de que Carl lloraba, Siddiq mantenía a mi bebe en brazos pero no escuchaba sollozo alguno.

—¿Qué pasó?— inquirí —Siddiq...-

Rosita, quien había estado ayudando todo este tiempo, me miró asustada. Ninguno respondía y eso hacía que mi miedo creciera al máximo.

—¿Qué está pasando?— insisti —¡Siddiq!

Justo en ese momento, el bebé comenzó a llorar a mares, ambos adultos respiraron con tranquilidad.

Mi corazón dio un brinco cuando pude finalmente respirar y el miedo se desvaneció.

¿YA NACIÓ? ¿YA NACIÓ? ¿Puedo verlo? ¿Si, si puedo?— Gracie salto fuera de la enfermería.

Desde el camastro podía escuchar sus chillidos de felicidad cuando Carl acepto y entro a la enfermería dando saltitos mientras sonreía.

—¡Mami, ma...!

Carl siseo mientras detrás de él cerraba la puerta.

Gracie corrió hasta mi, mientras acercaba lentamente el pequeño bebé recién nacido a ella, la cual sonrió aún más que antes mientras notaba un brillo en sus ojos.

—¡Es pelirrojo como mamá!— se dirigió a Carl —¡Papá tiene los ojos azules como tú!

Sonreí mientras Carl asentía y se sentaba junto a mi.

—¿Cómo te sientes?— me preguntó de inmediato.

Asentí —Perfecta, me ayudo que estuvieras conmigo.

Sonrió —Bueno, es hora de que descanses también así que...-

Antes de que siquiera pudiese terminar su frase, Rosita se adentro con Eugene, Michonne, Aaron, Judth y con Siddiq regañandolos desde atrás de la fila mientras les decía que debían salir.

—¡Deja solo que tomemos la foto!— pidió la menor.

—¿Qué es todo el alboroto?— me pregunté, arrullando al pequeño que se removió en mis brazos.

—Judith tuvo una buena idea— señaló Rosita —Les tomaremos una foto de recuerdo así que vamos, juntense.

Aaron asintió —Ustedes primero, ¿Vale?

—¿Deberíamos tomarla con flash o sin flash? ¡Demonios! Olvide como se usaba esta cosa— se quejó Rosita mientras presionaba el botón una y otra vez.

Después de que Eugene le ayudara, reí mientras miraba a Carl, quien dejó un cálido beso sobre mi frente antes de acomodarse junto a mi, dejando a Gracie sentada junto a mí.

—¡Uh, lo tengo!— ella festejo —Sonrían y no parpadeen porque creo que después de todas esas fotos solo tenemos para unas cuantas.

Obedecimos, mientras sonreía lo más que podía y levantaba un poco al bebé, quien seguía dormido apesar del ruido, entonces el flash inundó la habitación y la fotografía salió lentamente sobre la cámara.

—Vale, esta se va al muro— Rosita la tomó y me entrego la fotografía.

Había tantos recuerdos.

—Es perfecta— sonreí.

Carl tomó la fotografía cuando se la entregué —Y tengo un cuadro perfecto para esta.

—Les dije que seria buena idea— mencionó Judith a los adultos.

DOS HORAS DE SUEÑO EN estos tiempos es lo más importante y lo mejor que me puede estar pasando, eran con exactitud y a como vi de reojo sobre el reloj de la mesita de noche que eran las seis de la mañana.

Anoche solo habíamos dormido una hora cuando Glenny de casualidad se quedó dormido en mis brazos.

—Alex...— escuché a lo lejos.

Pero ignoré, no podía abrir mis ojos otra vez o el sueño ahora si se iría.

—No esta— dije, cubriendome con la cobija la cabeza.

—Alex.

No hable.

–Uh, Alex...-

Los sollozos del bebé que Carl llevaba en brazos era más y más alto, así que quité la cobija de mi cabeza y lo mire.

—Alex, tiene hambre y mi pecho no le sirve— formó una pequeña mueca somnoliento.

Él sostenía a la pobre criatura casi al revés, mientras lo intentaba arrullar pero solamente lo estrujaba todo.

—Vas a hacer que la sangre se le vaya al cerebro— mencioné.

Carl miró rápidamente al bebé mientras lo acomodaba, me levanté para sentarme en la cama mientras sostenía a nuestro bebé.

El pobre apenas llevaba dos meses de nacido y ya lo habíamos traumado. Lo recosté sobre mi pecho mientras volvía a recostarme y recargaba mi cabeza sobre la pared.

—¿Cuánto tiempo más?— se preguntó el castaño.

—Diez meses más y comenzará a caminar, no te preocupes— cerré mis ojos.

Él asintió mientras se acomodaba su cabeza sobre mi muslo y lo usaba como almohada.

Poco después escuché sus ronquidos, haciéndome fruncir el ceño con indignación y lanzar su cabeza al aire.

—Si yo no duermo, tu tampoco— aseguré mientras me miraba confuso.

—Solo déjame dormir media hora mas— pidió —Tengo guardia en una hora.

Fruncí mi ceño —Michonne y Aaron nos están cubriendo ¡No te hagas!

Formó un puchero —Por favor...-

Volvió a recostarse hasta la orilla de la cama, donde no pudiera molestarlo. Sin embargo; estiré mi pierna lo suficiente para empujarlo de golpe y hacerlo caer al suelo.

—Ya, me rindo— levantó ambos brazos, mirándome —Uh, creo que ya se durmio.

Mire al pequeño bebé pelirrojo, dándome cuenta que era verdad.

Tomé aire mientras Carl lo tomaba con delicadeza y no quitaba ni un segundo la mirada de él.

—Eres asombrosa— beso castamente mi frente mientras subía mi blusa de nuevo.

Sonreí mientras lo miraba irse con el bebé en brazos y regresaba corriendo hasta mi.

Ambos nos apresuramos en acomodarnos y dormir todo lo que pudiéramos entonces.

A LA MAÑANA SIGUIENTE, desperté lo más rápido que pude al escuchar solo silencio tranquilo, lo cual no era nada normal.

Bajé rápidamente las escaleras, casi cayendome a la mitad de estas, sin embargo; logre frenar a duras penas como un auto en la cocina, donde Carl estaba leyéndole algo al bebé mientras esté escuchaba con tranquilidad o bueno, intentaba porque estaba medio dormido ya, hablaba de Carl, no del bebé.

—¿Carl?— sacudí su brazo y rápidamente abrió los ojos para seguir con su lectura.

—Ah, sí, sí, entonces así que ya tenían algo más de que preocuparse: lo que podía sucederle a Hagrid si alguien descubría que ocultaba ilegalmente un dragón en su cabaña...-

—Carl— volví a llamar.

—Hola, Alex— saludó.

—Estas leyéndolo al revés— señalé.

Él frunció su ceño, mientras en efecto, estaba leyéndolo al revés.

—Juro que esto no estaba al revés hace un segundo— aseguró.

Reí —Es porque ya te lo sabes de memoria, ese no es la piedra filosofal, es las reliquias, dame eso antes de que llegues a Fred.

Le arrebate el libro de inmediato, mientras el cargaba al pequeño que estaba empezando a sollozar un poco.

Rebusque entre las páginas y lo cerré antes de que empezará a llorar esta vez yo.

—Me levante antes, el bebé estaba llorando y quise dejarte dormir— contó Carl.

Dejé caer mi cabeza sobre la mesa mientras cerraba mis ojos —Me siento mejor.

Se sentó frente a mi, con el bebé aún en manos —¿Por qué batallamos tanto para estar despiertos? Toda nuestra vida hemos estado desvelandonos por largos periodos y ahora es... imposible.

—Carl, ¿Está es tu tercera crisis existencial?— no respondió así que supuse la respuesta —Vale.

—Solo decía— murmuró.

Me levante —Bueno, te toca dormir, yo lo cuido.

Me miró esperanzado —¿Segura? No me contestes, igual me ire a dormir.

Cargué al pequeño, quien balbuceó y miró a Carl casi correr, arquee ambas cejas cuando escuché la puerta cerrarse.

Miré a mi bebe, —Tu y yo contra el mundo.

Sollozo levemente, mientras formaba un puchero.

—Si, creo que salir es buena idea, has estado encerrado aquí desde que llegaste al mundo— hable.

Preparé todo, lo cambie y le di una vez más de comer antes de salir a las calles de Alexandria, las cuales estaban llenas de personas que trabajan por todos lados.

Trataba de capturar cada minuto, cada mirada con curiosidad que él les lanzaba a las personas cuando pasaban junto a mi.

-No te va a hacer falta nada- comencé a hablar mientras caminaba —Ni siquiera amor, ni comida, ni ninguno de tus padres, porque seguiremos aquí contigo para verte crecer.

Besé castamente su frente —Espero que te gusten los libros como a mí, o también te pueden gustar los cómics, o las muñecas, no te vamos a juzgar, ¿Vale?

—¿A quién le hablas?— la voz de Aaron a mis espaldas me hizo girarme.

—Hola, Aaron— sonreí mientras arrullaba al pequeño.

—¡Mira quien ha salido!— señaló a Glenny -Hola, pequeño.

—Él dice hola— respondí —O al menos lo está pensando.

—¿Y esa salida repentina?— se preguntó él, girandose hacia mi.

Encogí mis hombros —Bueno, no hace daño un poco de aire, ¿Verdad?

El asintió —Tienes razón.

—Lo se, además me aburro estando en casa tanto tiempo— sonreí —¿Cómo se está portando Gracie? Por favor, dime que bien.

—Se está portando bien, jamás había cuidado un niño pero para ser la primera vez está bien.

—Gracias por cuidarla, Aaron— comencé a caminar junto a él.

—No hay problema— encogió sus hombros —¿Ya pensaron cuándo regresaran?

—¿El consejo se está yendo por el caño?— negó —Entonces no.

–¿Y si se va por el caño?

—Tienen a Michonne.

Asintió, bajando la mirada unos segundos, relamí mis labios mientras miraba a unos cuantos niños reír y jugar entre ellos.

—Aaron, no quería sonar grosera— admití —Pero Carl y yo nos estamos dando un tiempo de todo esto, nos lo merecemos, él se lo merece así que... yo decidiré cuando es hora de volver.

—Sí, ya, no quería presionarlo ni sonar insistente— suspiró —Es solo que se les extraña, un poco.

Reí ligeramente —Si te creo, pero el tiempo se irá muy rápido antes de que este bebé empiece a caminar, luego a hablar y cuando menos me de cuenta me dirá que se va a casar.

Entrecerró los ojos —No se si sea así de rápido pero tienes razón.

—¡Lo es! Solo piénsalo, parece que ayer Gracie llegó a nuestras vidas— suspiré —Supongo que tengo miedo.

—¿De envejecer?

Negué —De verlos crecer, envejecer no me molesta, aunque suene como una anciana de setenta años.

—Lo hiciste— aseguró y volví a reír, solo que esta vez con él.

PARA EL FINAL DEL DÍA, pasaba por Gracie a la casa de Aaron, esta vez toque la puerta y espere cuando el chico me abrió.

—Cada vez más temprano— se hizo a un lado para dejarme pasar.

—¿Cómo se ha portado las últimas horas?— inquirí.

Él asintió —Bien, me ha llenado la cocina de dibujos pero esta bien.

—Te ayudaré a recoger, lo prometo— asegure.

Justo en ese momento, la rubia asomó su cabeza desde la cocina y me sonrió al verme, corriendo hasta mi.

La abracé, cargándose y dándole vueltas por el aire mientras ella reía en mi hombro.

—¡Por fin!— rió ella —¿Ya podemos ir a casa? Extraño a papá y a mi hermanito nuevo, no puedo esperar por darle el dibujo que le hice, Judith también quiere ir, ¿Mamá, podemos hacer una pijamada? ¡O una fiesta de té!

Asentí —Lo que tu quieras, Gracie, mientras ve por tus dibujos antes de que se te olviden como la última vez.

Ella asintió, mientras la colocaba en el suelo y corría hasta la cocina en busca de sus cosas.

Aaron me sonrió y yo a él —Ella es muy extrovertida.

—Si te creo— reí ligeramente —Parece que hoy habrá una fiesta de té, Sophia y yo... solíamos hacer fiestas de té en la casa del padre de Maggie.

—¿Cómo se la pasaban?— se preguntó.

Asentí —Llevábamos vestidos, Maggie nos hizo unas tiaras de flores y Beth, la hermana de Maggie, se robo la artesanía de su padre para jugar, aunque todo se arruino cuando nos descubrió, él no nos dijo nada.

Gracie regreso corriendo, —¡Estoy lista!

Tomé su mano mientras ella se terminaba de poner la mochila y se despedía de Aaron.

Al llegar a casa, Judith ya se encontraba ahí, mientras ayudaba a Carl a servir la cena.

—¿Cómo les ha ido?— se preguntó el pecoso.

—¡Hola, papá! Ha ido perfecto, tengo hambre.

Sonreí levemente —Está bien, se portó bien y quiere una fiesta de té.

—¿Podemos hacer una fiesta de té?— inquirió Jud.

La miré, mientras me sentaba frente a ella —Claro, solo recuerden...-

—Recoger todo al terminar, lo tengo— ella sonrió.

Y así, después de una larga cena, ellas se fueron en busca de sus vestidos y tiaras de flores para empezar su fiesta de té.

Ahora solo quedábamos Carl, nuestro bebé y yo.

—Se está durmiendo— señaló él.

Miré al pequeño, dándome cuenta que era verdad, tenía ambos ojos entreabiertos mientras hacía la lucha para no dormirse.

—Yo lo llevo— me levanté de la mesa.

—¿Segura?— inquirió Carl y asentí —Vale, mientras recogeré esto y lavare lo demás.

—Hecho— choqué los cinco con él.

Tomé a mi pequeño bebé y subí las escaleras mientras acariciaba su cabeza pelirroja.

Tarareaba esa canción que mi mamá solía cantarme, era de una artista o un grupo, no recordaba exactamente pero si recuerdo la letra y que la cantaba cuando no podía dormir.

I try to capture every minute
The feeling in it...— murmuré.

Finalmente lo recosté con mucho cuidado y delicadeza mientras lo cubría con su manta y cuidaba que todo estuviera en orden.

Podía ser muy paranoica cuando se trataba de él o Gracie.

Una vez que cerré la puerta en silencio, me escabulli hasta mi habitación y suspiré dejándome caer sobre la cama, mientras Carl imitaba mi acción, solo que se detuvo encima de mi. Le sonreí mientras plantaba un beso sobre mis labios, el cual seguí y luego de unos segundos nos separamos.

Ambos estábamos demasiado cansados y lo sabíamos así que no tuvimos que decir nada, entendí cuando se dejo caer junto a mi y suspiró mirando el techo.

—Michonne me pregunto cuando volveríamos— confesó él.

Cerré mis ojos —Aaron me dijo lo mismo.

Tomó mi mano —¿Tú quieres volver?

Encogí mis hombros —No lo sé, es... mucho responsabilidad ser líder.

Asintió —Ya, pero todos esperan que volvamos, Alex.

—¿Y si no es así?— solté, mirándole, mientras él seguía mirando el techo.

Negó —No lo sé.

—¿No somos muy jóvenes para esto?— me pregunté.

Somos adultos, pero mi mentalidad se quedo años atrás.

—Pronto cumpliremos veinticinco, ellos piensan que ya somos adultos— dijo con ironía —Si tan solo supieran que ayer eramos unos niños.

—Carl, no volveré si tu no quieres, es algo que debemos decidir nosotros— admití.

Una decisión que podría traernos consecuencias.

—Debemos proteger a estas personas, sí— añadí —Porque ellos esperan que sea así.

—Ellos esperan tanto de nosotros.

Asentí —Es por eso que te digo, que debemos decidirlo por nuestra familia y por nosotros, incluso si somos la única opción.

Frunció su ceño —¿Quién más podría liderar la comunidad?

—Exacto.

Tenía razón y yo solo quería irme a un tiempo que solo nosotros conocíamos.




















━━━━ AUTHOR'S NOTE:

Hellooo, ya se que no es un capitulo muy WOW pero bueno, espero les guste <3

Y ahora en mi nueva sección (no recuerdo si es nueva o no jeje) datos tristes que nadie pidió porque me gusta hacerlos llorar y se me ocurrieron en la clase de Historia:
1. Abraham (ya empezamos mal) murió creyendo que Glenn protegería a Alex y que seria mejor padre para ella.

Fin. Bai 🏃‍♀️

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