chapter forty-three. death
𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen cuatro
capítulo cuarenta y tres
❝ death ❞
━━━━━━━━━ ⋆ ˚。⋆ 🪐 ⋆ ˚。⋆ ━━━━━━━━━
—MAMÁ DIJO QUE VOLVERÍA en unos segundos— informe a mi abuelo.
Él asintió volviendo la mirada hacia el libro que llevaba en manos, mientras mantenía sus lentes delgados y con mucho aumento, en cambio, su intravenosa no le impedía cambiar la página cada cierto tiempo.
Me senté junto a él, mientras me daba espacio en su cama de hospital para poder inclinarme a ver el libro.
—¿Esa es la luna?— le inquirí al ver el círculo con color y forma a queso.
Él asintió nuevamente —Y estas de acá son las estrellas, rodeando la inocente luna brillante.
Recargue mi mentón sobre la palma de mi mano —Las estrellas son bonitas, algún día quiero conocerlas.
—¿Quieres ser astronauta?
Pensé —No, yo quiero ser doctora como Meredith o como Addison.
—Serás la mejor doctora— me sonrió.
Le sonreí recargando mi cabeza por completo en la almohada, frunciendo mi ceño al ver que soltó un leve quejido, alarmándome rápidamente.
—¿Quieres una barra de chocolate que tanto te gustan de la caja?— me pregunto de pronto.
A lo que, ilusionada asentí rápidamente, mirándolo sacar su cartera y darme un dólar, corrí hasta la puerta.
—Alex...— detuve mis pasos —Cuídate.
Le mire confundida, no sabiendo lo que le pasaba, no tenía ni la menor idea de lo que sucedería después.
—Estaré bien, la máquina está a la vuelta— mire devuelta.
Me sonrió, sin embargo, no contesto a lo que sin entender volví mi camino por el pasillo y después de comprar la barra, miles de doctores y enfermeras corrían de un lado a otro mientras gritaban desesperadas.
—¡Tenemos un código rojo!— exclamó una de ellas.
Le seguí, llegando hasta la habitación de mi abuelo, ni siquiera sabía lo que había sucedido, solo me había distraído unos segundos y mis ojos se habían llenado de lágrimas al escuchar su declaración de muerte.
Él se había ido de mi vida, él me había visto crecer y yo lo había visto envejecer hasta morir.
ABRÍ MIS OJOS CON lentitud, sintiendo mi cuerpo inmóvil y al recordar todo lo que había sucedido, fruncí mi ceño cuando sentí el dolor en mi pecho.
Intentaba analizar todo a mi alrededor, estaba en la enfermería y llevaba un cabestrillo en mi brazo derecho que llegaba hasta mi hombro.
—Genial, sigo viva— musité.
Carl estaba a mi lado y al escucharme hablar se levanto tan rápido como pudo, su mejilla estaba roja ya que estaba recargando sobre mi mano, su ojo adormilado y rojo que parecía haber estado llorando por horas.
—Alex, estas... espera, ¿No es sueño?— parpadeo varias veces.
Mire el techo —No estás soñando, sigo aquí.
Él tomó mi mano, comenzando a dejar leves besos en mis nudillos y con una sonrisa en mi rostro beso mi frente.
—Gracias al cielo— le escuché susurrar mientras me abrazaba.
—No te desharás tan fácilmente de mi, Carl— sonreí viéndolo al separarse de mi —Por mas que sean malas las cosas que pasen.
—No quiero deshacerme de ti nunca.
—Vaya, mi paciente favorita despertó— sonreí a Denise cuando entró.
—Me alegra que seas tú quien me atienda y no alguien más— admití.
—Bueno, yo no quiero interrumpir así que sigan haciendo lo que sea que iban hacer, solo acomodare mis cosas— señaló a ambos.
Riendo un poco, me giré nuevamente a Carl con una gran sonrisa y, apunto de besar sus rosados labios, la puerta fue azotaba y un Glenn tan pálido como una nube se adentró.
—¡Pulga!— gritó muy alto, llevándose una mirada confusa de Denise.
Me queje cuando me abrazo demasiado fuerte, mientras él se disculpaba en voz baja.
—¿Cómo estas? ¿Cuánto tiempo llevas despierta? ¿Todo va bien?
Me maree con tanta pregunta —Bien, unos segundos y creo que todo va bien.
Mire a Denise en busca de respuestas y ella nos sonrió a los tres —Ella esta bien, logre sacar la bala sin rasguño alguno así que se recuperará.
Sonreí —Además me quedan tres vidas.
Glenn suspiro dejando un cálido beso en mi frente —Me alegra verte viva.
—¿Y Maggie? ¿Ella esta bien?— me pregunté de pronto.
Glenn sonrió —Estará feliz de ver que despertaste, ire a avisarle.
Asentí viéndolo irse, girándome a Carl y frunciendo mi ceño.
—¿Y Sophia? ¿Por qué no está aquí contigo?
Él bajo la mirada, relamiendo sus labios y pensando cómo contestar a mi pregunta.
—Se fue, ella y Carol se fueron, solo dejaron unas cartas y ya.
Le mire con preocupación —¿Por qué?
—Mi papá tiene la teoría que es por lo que sucedió con esos Salvadores, de algún modo Carol deicidio irse y como Sophia es su hija, se la llevo.
—Pero...— me detuve a mi misma, ni siquiera había dicho adiós y eso me ponía peor.
—Soph te dejo una carta— señaló Carl a mi lado.
Giré con lentitud la cabeza, tomando la carta envuelta en un sobre con mi nombre.
LA MAYORÍA DE las personas suelen disfrazar su tristeza con felicidad.
Ese era el caso de Ron Anderson, desde que su familia murió solía estar más feliz de lo normal, contaba chistes y daba cumplidos, pero jamás era muy social.
Sus únicos amigos era yo, literalmente, porque Sophia era su novia y Carl bueno, ni siquiera le dirigía la palabra así que era la única a la que veía todos los días y consideraba ya su mejor amiga y él era el mío obviamente, no era por lastima, al contrario, nos entendíamos demasiado bien como para ser algo normal.
Ron y yo éramos un par de idiotas que hablaban de cualquier cosa en publico menos de nuestro dolor, creo que ambos sabíamos evitar el tema muy bien y siempre decíamos estoy bien, por más mentira que fuese así que acordamos dejarlo solo para nosotros y cuando estuviésemos tirados en el suelo con una playlist de Taylor Swift sonando de fondo mientras llorábamos y nos apoyábamos mutuamente.
—Buenas noches, ya llegó tu niñera— Ron entró por la puerta de la enfermería.
Sonreí dejando caer el libro de Harry Potter, teniendo que descansar mi única mano sana ya que, la otra era imposible moverla debido al dolor insoportable que me provocaba.
—Creí que serías tú la bella durmiente— señaló a Carl, quien dormía plácidamente junto a mi.
—Dijo que me cuidaría toda la noche pero creo que yo soy quien lo cuida— admití acariciando su cabello.
Rió —Apuesto a que no se ha bañado desde que llegaste— cubrió su nariz.
Encogí mis hombros, luego de formar una mueca por el dolor —No tengo ni idea.
Como dije, un par de idiotas.
—Bueno, te traje esto— señaló más libros, colocándolos en la mesita de noche.
Le sonreí —Gracias, Ron.
Se acercó para acomodar mi almohada y cobija, asegurándose de que todo estuviera bien, tomó el vaso de agua y fue a rellenarlo.
—¿Cuándo podrás salir de esa cama?— me pregunto.
Pensé —Uh, bueno, Denise dijo que en unas semanas pero que no intente nada o podría provocarme una infección que podría llegar hasta mi corazón y matarme.
Me miró asustado —Que bonito— agregó con ironía.
—Ya solo se— reí.
Le mire dejar el vaso junto a mi, luego de sentarse.
—¿Y tú cómo estás? ¿Qué tal llevas la ruptura con Sophia?— no quería preguntar pero la curiosidad me ganaba.
Suspiro —Duele, más por la manera en la que se fue pero estaré bien.
—Recuerda que nos tienes aquí para lo que sea— recordé —Aunque Carl siga sin hablarte, yo estoy aquí.
—Es lindo saber que al menos tengo una amiga— admitió.
—No ire a ningún lado.
SENTÍ COMO PRESIONABAN mi nariz para evitar que respirara, haciéndome abrir los ojos asustada, mire a Glenn frente a mi.
—Buenos días— casi grito.
Solté un quejido cerrando mis ojos cuando abrió la cortina de golpe, haciendo que todo el sol se adentrara.
—Déjame dormir— pedí, cubriendo mi rostro con la almohada.
—Es hora del desayuno— informó, quitando la almohada de mi rostro y besando mi frente.
—Pero quiero dormir.
—Puedes dormir en la tarde— sonrió.
Dejo el plato con comida frente a mi y mire de reojo a Ron, dormido en la otra cama, había prometido quedarse toda la noche conmigo para que no estuviese sola y así lo hizo.
—¿Dónde está Rosita?— preguntó mi mejor amigo, sacándome de mis pensamientos.
—Vino hace un rato, dijo que iría a ducharse y luego vendría a verme, estará todo el día fuera con Denise y Daryl así que le pidió a mi padre que me cuidara.
—¿Y Carl?
Pensé —Uh, fue a ducharse y dormir un poco más, petición de Rick.
Asintió —Bien, parece que hoy seremos tú y yo.
Le mire sentarse frente a mi para comenzar a desayunar conmigo.
—Odio el apio, ¿Por qué le echaste apio a mi comida?— pregunté frunciendo mi ceño.
—Come— ordenó —Te traje tus gomitas favoritas y si te terminas todo te las daré.
—Odio el apio— musité antes de mordisquear el apio y formar una mueca.
Sentí un escalofrío en mi mandíbula, luego de toser hasta casi vomitar.
Glenn frunció su ceño —Esta bien, no te comas el apio pero lo demás si.
Obedecí —¿Quién lo preparo? ¿Maggie?— inquirí sin dejar de comer.
Negó —Yo lo hice.
—¿Sabes cocinar?— pregunte asombrada.
Me miró indignado —Me ofendes, claro que se.
—Entonces preparas los mejores desayunos, ¿Dónde aprendiste a cocinar así? Si me enveneno, le diré a Rosita que comí de algo que preparaste.
Rió —Lo aprendí yo solo, aveces ayudaba a mi mamá a preparar las cenas para navidad o cumpleaños.
Sonreí, no podía imaginar la felicidad de un Glenn pequeño al estar junto a sus padres y hermanas, felicidad de tener una familia unida en un día especial como podría llegar a ser la navidad.
—Que bonito— musité melancólica.
Extrañaba a mi familia, aunque solo se trataba de mis abuelos y yo, en ocasiones mi mamá no podía llegar a la ciudad para celebrar esos días conmigo así que enviaba dinero o regalos para mi.
—Alex, despierta— pidió él, pasando su mano sobre mis ojos.
Parpadeé varias veces y asentí —Estoy bien.
Para mi salvación, luego del desayuno Glenn tuvo que irse porque le tocaba hacer guardia y Ron bueno, seguía dormido y eso que el reloj marcaban las dos de la tarde.
—¿Y sigue dormido?— se preguntó Enid, sentada junto a mi.
Ella leía uno de mis libros sobre medicina que le presté, se encontraba sentada junto a mi para hacerme compañía.
Mire a Ron y asentí —Desde anoche, durmió muy tarde.
—¿Segura que está vivo todavía?
Reí mirándola —Si, ya se hubiera convertido.
Ella encogió sus hombros sabiendo que era verdad, volví la mirada a la libreta ya que, después de dos días inconsciente sin ir a la escuela ahora debía ponerme al corriente.
—Eres zurda— señaló Enid, aunque sonó más como una pregunta.
Asentí —Si, ¿Por qué?
—¿Y cómo disparas?
—Como tú lo haces con la derecha, al principio batallé un poco pero aprendí.
—Uh, es fantástico— me sonrió y le devolví el gesto.
Realmente comenzaba a llevarme bien con Enid, era linda y amable conmigo.
Al igual cuidaba de mi, como Sophia lo haría, lo se, extraño a Sophia y eso que apenas habían pasado unos días.
TERMINE POR colocarme los tenis y meter la cintas sobre los mismos ya que no podía abrocharlas con una sola mano.
Diosito, dame una señal si esto es mala idea.
Al terminar de salir, mi nariz choco con la espalda de alguien, haciéndome cerrar los ojos y retroceder.
—Ah, si, definitivamente esta es mi señal— solté un quejido al sentir el líquido bajar por mis fosas nasales.
—¿Alex?— escuché a Aarón.
—No, no, vuelve a lo tuyo, ignora que estoy aquí y por favor no le digas a nadie que me viste, mucho menos a Rosita.
Me siguió —Estas sangrando, Dios.
Asentí —Agh, ¿Qué tienes como espalda, una roca?
Me encamine de regreso a la enfermería, dándome cuenta que Aarón me seguía.
—Estoy bien— asegure buscando vendas mientras me desangraba.
Él se me adelantó tomando servilletas para revisar mi nariz, le deje hacerlo ya que mi mano libre estaba llena de sangre.
—Mantén esto aquí— indicó y obedecí.
Mantuve la servilleta sobre mi nariz para así detener la hemorragia.
—Casi me matas— señalé.
—Creo que te fracturaste la nariz— informó y suspire rendida.
—Solo eso me faltaba, ya termina de matarme.
Negó en desaprobación —¿Por qué querías salir? ¿A dónde ibas?
—No lo se, algún lugar que no sea aquí, comienzo a desesperarme de estar en esa cama, si la bala no me mato, yo lo haré.
Se cruzó de brazos —Definitivamente le dire a Rosita.
—¡No!— exclamé asustada —Si le dices me va a regañar y me va a castigar, no me gusta estar castigada.
ESTABA CASTIGADA, bueno, algo así, Rosita había venido rápidamente ya que había escuchado mi grito y al ver la sangre solo la preocupe más.
Pobre Aarón, los gritos que recibió de la latina enojada hablando español e inglés logró confundirlo y asustarlo.
Antes de irse le susurré un lo siento, mientras él se alejaba antes de que Rosita lo golpeara.
—Eso fue muy, muy estúpido— agregó.
—Estoy bien, no fue culpa de Aarón.
—No, no lo estás— me miró.
Me hizo fruncir el ceño cuando vi que llevaba sus ojos cristalizados, esto era serio, muy serio.
—Moriste, Alex— señaló —Literalmente te moriste por unos segundos y por suerte sigues aquí, ¿Tienes idea de la sangre que perdiste? Si tú hubieras... muerto.
—Pero no lo hice— contradije —Yo no muero, así son las cosas, no lo hice antes...-
—Pero puedes hacerlo ahora, no quiero que nada malo te pase— acaricio mi cabello —Eres mi pequeña.
No pude evitar sentirme mal.
—Tal vez para ti sea fácil, pero para todos los que te llevamos de la caravana hacia acá fue más difícil de lo que crees.
Una imagen de mi pálida, completamente llena de sangre y casi sin vida llego a mi mente, quizá Rosita tenía razón, me había puesto a pensar en que seguía viva pero no en lo que sufrieron ellos para que así fuese.
—Lo siento— murmure —Tienes razón, fue estúpido.
Acepte su abrazo cuando me acurruco sobre su pecho, mientras dejaba caricias en mi cabello y sollozaba en voz baja.
Había sido muy estúpida al actuar así.
HABÍAN PASADO UN par de días solamente, aún usaba el cabestrillo pero ya podía salir de la enfermería y andar por todos lados.
Ahora, por alguna extraña razón, mi padre me había pedido ir con él y Ron.
—Voy a enseñarte a manejar.
Fruncí mi ceño mirando el volante del auto frente a mi —Creo que es muy evidente.
No entendía que le sucedía, había estado muy parental conmigo y solía pasar todo el tiempo a mi lado, incluso me pidió que le mostrara mi colección de libros.
No me molestaba, era todo lo contrario, amaba pasar tiempo con mi papá porque lo conocía mejor y él a mi, obviamente no estaba acostumbrada pero lo haría, me acostumbraría con el tiempo.
—Bien, primero enciende el auto.
—¿No va primero el cinturón?— pregunte.
Asintió con obviedad —Empecemos de nuevo, se supone que yo soy el que te enseñara.
—De acuerdo, no te me esponjes— pedí a mi padre.
Me coloqué el cinturón tomando el volante —Bien, una vez que tengas el cinturón enciende el auto.
Obedecí, asustándome cuando encendió —Antes de empezar, no soy responsable de ninguna muerte o posted que se cruce en mi camino.
Ron asintió en el asiento trasero —No me digas eso— pidió.
—¿Por qué lo trajiste?— cuestione a Abraham.
—Porque era traerlo a él o al niño Grimes, ahora, concéntrate en avanzar.
Asentí suspirando, deteniendo mis movimientos por un segundo.
—¿Y eso como se hace?— inquirí confundida.
—Quita tu pie del freno, lentamente— pidió y obedecí tomando el volante con mi única mano sana.
—¡Ron, estoy manejando, Ron!— grite emocionada cuando el auto comenzaba a avanzar.
—Si, muy bonito y todo pero, ¡La mirada al frente!— me grito él con miedo.
—¿Pueden dejar de gritar ambos o me voy a enojar en serio?— exclamó Abraham, dejándonos en completo silencio a ambos.
—Se esponjó— susurró Ron haciéndome reír inevitablemente.
Cubrí mi boca para cubrir la carcajada, aclare mi garganta y seguí el camino.
—Intenta frenar con mucha...— frene de golpe, haciendo que Ron casi salga volando —Delicadeza.
—Au, mi mollera— se quejó Ron, levantándose del suelo.
—Lo siento— me disculpe.
—Inténtalo de nuevo.
Suspire —Será mejor que le avisemos a Rosita que no llegaremos a cenar.
—Uh, ¿Me invitan a cenar?— inquirió Ron con emoción —No me gusta cenar en mi casa solo.
Asentí —Yo te invito— le sonreí.
—Alex— llamó mi padre —El volante.
—Cierto, cierto.
Suspire, volviendo a avanzar pero esta vez mejor que la anterior, Ron aplaudió exageradamente mientras festejaba en el asiento trasero.
—Ahora si, frena con delicadeza— pidió y obedecí.
—¡Genial! Te autorizo tu licencia para conducir— Ron extendió su mano para chocar los cinco.
Quitando una mano del volante, las choque llevándome una mala mirada de mi papá.
—Da la vuelta— pidió y obedecí con mucho cuidado.
—¡Eso!— gritó Ron haciéndome reír.
—Creo que hubiera sido mejor si hubiera traído a Grimes— escuché musitar a mi padre entre dientes.
—Si, hubiera sido mucho mejor— le mire de reojo con una sonrisa.
—¡Los escuché!— grito Ron otra vez.
Frene de golpe, haciendo que Ron cayera de nuevo hacia el frente.
—¡Me vas a dejar la mollera sumida!— exclamo fingiendo un sollozo.
Reí —¿Más?
Me miró mal, dándome un zape y haciendo que casi choque mi cabeza con el volante.
—¡Ahora si ya valiste!— quite el cinturón y me abalancé para golpearlo.
Él solo tiraba manotazos y yo intentaba golpear su cabeza cuando, un fuerte dolor en mi oreja me hizo detenerme.
—¡Au, au!— se quejó Ron al igual.
Mi padre nos tomaba de las orejas a ambos, haciéndome volver a mi lugar.
—Mi orejita— me quejé cerrando mis ojos.
Cuando finalmente nos soltó, sentí un gran alivio, mirando a mi padre salir del auto, mire a Ron.
—Se esponjó— repetí y comenzó a reírse como desquiciado.
—¿ESTAS MEJOR?
Asentí ante la pregunta de Ron, pero casi de inmediato forme una mueca mientras intentaba aguantarme para echarme a llorar, pero me parecía imposible.
Había estado muy asustada, por Maggie, el bebé, la herida, todo venia a mi como flashbacks.
—¿A..Alex?— Ron me miró confundido.
No podía hablar, solo podía balbucear mientras soltaba sollozos incontrolables.
—¡L... llama a alguien!— grite mientras lloriqueaba.
—¿A quien? ¿Carl? ¿Rosita? ¿Glenn?
Negué mientras intentaba tomar aire —¡A quien sea!
Él casi salió huyendo de la enfermería, tuve que tomar mi estómago debido al esfuerzo, no había podido sacar todo ese dolor y tristeza que me había provocado aquella experiencia con los Salvadores.
Hubiera podido morir, no podía morir, tenía que seguir aquí por Carl, Glenn y por Sophia, aunque ahora ella se había ido, eso era lo que más me dolía.
Como pude me recosté sobre la cama, estaba en un colapso total cuando Ron se adentró nuevamente con Carl detrás de él.
—¿Qué le hiciste?— le cuestiono molesto.
—¿Yo? Yo no hice nada, estábamos llegando y de pronto se puso a llorar.
Su expresión de aligero —Esta teniendo un ataque— dijo —No lo había tenido desde la muerte de su abuelo.
Era verdad, no había tenido que pasar tanto tiempo por esto.
Carl pasó su brazo por mis hombros y como pudo me abrazo sentándose junto a mi, mientras acariciaba mi cabello y yo me acurrucaba en su pecho mientras soltaba ya leves sollozos.
Ron nos miró confundido —¿Ataque?
—Esta bien, Alex, estoy aquí— ignoro Carl mientras me susurraba —Nada malo va a pasarnos.
Espero que así sea.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top