chapter forty-one. not tomorrow yet


𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen cuatro
capítulo cuarenta y uno
❝ not tomorrow yet❞

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PODEMOS COOPERAR con Hilltop— comenzó Rick con su discurso —Maggie logró hacer un trato, nos darán comida, mantequilla, vegetales frescos, pero no la regalarán, esos 'Salvadores' casi matan a Sasha, Daryl y Abraham en la carretera, tarde o temprano nos habrían encontrado, como hicieron los lobos, como hizo Jesús, habrían matado a alguno de nosotros o a varios para tratar de someternos y habríamos dado pelea.

Asentí, cruzándome de brazos y mirando a Aarón a mi lado de reojo.

—Pero entonces, mal alimentados habríamos perdido, este es el único modo de asegurarnos tanto como sea posible de ganar y tenemos que ganar, haremos esto por Hilltop, para proteger este lugar, para alimentar este lugar, debe ser una decisión grupal, si alguien se opone, este es el momento de hablar.

Mire a Morgan cuando se levantó.

—¿Seguro que se podrá?— cuestionó —¿Ganaremos?

—Lo que este grupo hizo, lo que aprendimos, lo que somos, entre todos si, seguro.

—Entonces con decirles eso bastará.

—Ellos no se someterán.

—Esto no es someter— contradijo —Es una opción, una salida para ellos y nosotros.

—Si intentamos hablar con ellos, perderemos la ventaja y la seguridad así que no, si no vamos por ellos van a venir por nosotros, no podemos dejarlos con vida.

Miraba uno a otro con detenimiento.

—Donde hay vida, hay posibilidades.

—¿De qué nos maten a nosotros?

—¡No estamos atrapados en esto! Nadie lo está.

—Morgan... ellos siempre van a volver.

—También cuando estén muertos.

HARÁ FALTA ALGUIEN vigilando en el perímetro, Rick dijo que no pero mañana no se va a resistir a mi cara de tlacuache aplastado— informe a Maggie y Glenn.

Glenn rió, ofreciéndome unas nueces que se estaba comiendo, las cuales acepté.

—Yo lo puedo hacer— propuso Maggie y ambos le miramos en desacuerdo —Sería seguro, más seguro.

—Ya no se que significa seguro— señaló Glenn.

—No, ni yo— hable.

—Si, yo hice ese trato, no fue mi idea pero lo cause todo— agregó Maggie —Debo ir.

—Yo también ire, estaré contigo— aseguré.

—No dejare que ninguna vaya— alegó Glenn.

—Somos dos contra uno, tú decides— encogí mis hombros.

Maggie rió —No vas a ganar.

—Es peligroso— señalo él.

La ojiverde asintió —Lo sabemos, pero solo haremos vigilancia, no entraremos con ustedes.

Glenn titubeó cuando finalmente, resignado, aceptó, sonreí chocando los cinco con Maggie.

TERMINE DE ADENTRARME a la casa cuando escuché unos gritos, frunciendo mi ceño, subí las escaleras con cautela hasta colocarme junto a Eugene.

—¡Así son las cosas, Rosita!— exclamó mi padre.

—¡No, no! ¡Después de todo lo que vivimos no vas a salir de esa puerta sin decirme por qué! ¡Dime!— era la voz de Rosita —¡Dime por qué!

—Cuando nos conocimos, creí que eras la única mujer en la tierra y que había perdido a mi familia para siempre.

Los sollozos de ella me hicieron confundirme aún más, mire a Rosita con sus ojos cristalizados y a Eugene frente a mi, con una galleta en la mano.

Abraham me miró con arrepentimiento y le dejé pasar hacia afuera, bajando la mirada y mirándolo salir.

—¿Las probaste? Son deliciosas— comentó Eugene hacia Rosita —Tienen... algo especial.

Ella corrió a cerrar la puerta, haciendo que Eugene me mirara confundido, negué con la cabeza rodando mis ojos.

—No era el momento— agregue, acercándome hasta mi habitación y cerrando la puerta detrás de mi.

Y ENTONCES Eugene apareció con una galleta— termine de contar a Sophia.

Ambas mirábamos el techo, recostadas sobre la cama de su habitación, ella estaba en la misma posición que yo solo que del otro lado.

—Bueno, ¿Y crees que tu padre engaño a Rosita?— se preguntó.

Negué —No lo se, pero, si lo hizo no se que hacer, quiero decir, ¿Debería hacer algo?

Pensó frunciendo sus labios —No creo que sea tu obligación hacerlo, al final solo eres la hija de Abraham, no tienes nada que ver con su relación.

Asentí —Si, tienes razón— suspire —Jamás había visto a mi padre tan enojado.

—¿Salió fuego de su cabello?— se preguntó y fruncí mi ceño.

—¿Qué?

—Si, ya sabes, porque es rojo.

—Ah, no.

Bufo volviendo la mirada al techo —Bu, viví toda mi vida engañada.

—¿Por qué le saldría fuego del cabello?— reí.

—¡Porque es rojo!— grito haciéndome reír más.

—No, no le salió nada, solo... no se.

—Alex, no es tu problema si ellos pelean— repitió y asentí.

—Si, lo siento, odio eso— trague en seco —Odio ser así, no me gusta preocuparme por problemas que no son míos y querer ayudar, se que... muchos me odiarían por eso.

Por un momento me miró confundida, jamás había dicho eso en voz alta pero era verdad, odiaba querer ayudar en discusiones que no me involucraban, me sentía mal porque creía que los demás me odiaban por eso o pensaban que era entrometida.

—Yo no te odio— me sonrió.

GUARDE TODAS MIS cosas mientras veía a Carl acercarse hacia mi, por primera vez lo veía en todo el día.

—¿Vas a ir?— pregunto confundido y asentí.

—Ire a ayudar, a cuidar a Maggie y a mi futuro sobrino— musité con voz más fría de la que esperaba.

Tomó mis manos —Se que no puedo negarte que vayas pero en serio, Alex, ten muchísimo cuidado.

Suspire cerrando mis ojos, haciendo que Carl tomará de mi mejilla.

—¿Estás bien?— me pregunto a lo que negué.

—Mi padre y Rosita tuvieron una discusión anoche y ella no se mira nada bien, creo que son solo problemas familiares.

—Uh, lamento que tuvieras que escuchar eso— beso mi frente, haciéndome sonreír, amaba cuando hacía eso.

—También yo, pero, estaré bien, te veré cuando vuelva, ademas Aarón y Glenn irán así que me cuidarán.

Asintió —Yo me quedare a cuidar este lugar con Ron, Enid y Sophia.

—De acuerdo, también ten cuidado y si hace falta huye y no te preocupes por mi.

—No digas eso— pidió asustado.

—Solo es por precaución, si algo malo pasa y tienes que huir, olvídate que existo y salva a Judith y sálvate a ti, te buscaré.

—También yo— admitió, dejando un cálido beso en mis labios, el cual acepte tomando de sus mejillas.

Mientras me abrazaba aún más de la cintura, por un segundo me olvidé del resto del mundo, nos movíamos con tanta sincronía que parecía una pieza del rompecabezas y por un momento olvidé que estábamos fuera y cualquiera podía vernos.

Cualquiera como Glenn, quien jalo de la camisa a Carl, haciéndolo retroceder y alejarse de mi.

—Es hora, tortolitos— nos informó.

Reí cubriendo mi boca, mientras Carl sostenía su cuello debido a que casi lo ahogaba con su propia camiseta.

—¿Por qué hiciste eso?— le inquirí.

—Porque se hace tarde y ustedes están ahí en medio besándose, cinco metros alejado, Grimes— le señaló él.

Carl subió ambas manos —Entendido.

Reí aún más, rodando los ojos, una vez que subió a la caravana volvió a acercarse.

—Estaba pensando en usar la chaqueta que mi mamá me regaló antes de... quedarse— mencione de pronto.

La pobre chaqueta había sido usada en tantas ocasiones y llenada de sangre, pero finalmente había logrado salvarse.

—Ya no me queda tan ancha y además hace frío por las noches— agregue.

—Yo creo que te ves linda con ella— Carl sonrió.

Asentí mirándola, quería honrar aquella ultima cosa que mi madre me había entregado y pues esa chaqueta de mezclilla era la única cosa que tenía de ella.

—Pero... si realmente sientes que debes ponértela entonces hazlo— agregó Carl, sacándome de mis pensamientos.

La tomé y me la coloque en el brazo antes de besar su mejilla y dándole una última mirada a Carl, subí los escalones de la camioneta y hice un ademán con la mano para despedirme del pecoso.

BAJE DE LA CARAVANA con cuidado, mientras todos los presentes mirábamos a Rick.

—¡Aarón, Alex!— llamó Rick —Empiecen aquí.

Asentí ante su indicación, siguiendo al chico hasta el bosque, para ser exactos, buscábamos caminantes.

—¿Sabes como era su rostro?— pregunte a Aarón.

—Uh, no, pero Rick me dio una foto— del bolsillo sacó la mencionada foto.

Analice el rostro del adulto, llevaba barba blanca y tenía arrugas por todas sus mejillas y debajo de sus ojeras.

—Bueno, será difícil— admití sin dejar de caminar.

—Allá hay uno.

Mire a donde señalaba —¿Lo haces tu o yo?

—¿Puedes hacerlo? Si disparo llamaré la atención de otros.

Asentí, haciendo a un lado el arma y sacando la espada de su funda para empezar a caminar.

—Yo te cubro— indicó Aarón y volví a asentir.

Mate fácilmente al caminante en un solo movimiento, cortando su cabeza y clavando la punta de la espada ya que solo necesitaríamos su cabeza.

—¿Crees que se parece?— inquirió él.

Pensé, sacando la fotografía y colocándola a un lado de la cabeza.

—Son como gemelos— bromeé dejando que Aarón tomara la cabeza y empezar a regresar hasta la caravana.

Más tarde Rick acomodo las cabezas en hilera, para comparar exactamente sus rostros.

—¿Cuál servirá?— inquirió a Jesús.

—Esa— señaló y mire que apuntaba la que Aarón y yo habíamos llevado.

—Si, esa.

—Aunque... menos mal que será de noche.

Fruncí mi ceño mirando a ambos —¿Por qué?

—La nariz, la de Greg tiene otra... forma.

Rick la tomó y le dio varios puñetazos hasta romper la nariz.

—Dio pelea— justificó Rick.

Vi la venda del hombre que acompañaba a Jesús —Te quebró la mano, ¿No? Podría servir.

Rick se levantó mientras asentía de acuerdo y se colocó junto a mi, mirando confundida al hombre, quien mantenía una expresión asustadiza.

—¿Qué?— le preguntó el mayor de los Grimes con confusión.

—Los Salvadores asustan pero... no se comparan contigo.

Le dijo yéndose hasta la caravana y dejándonos más confundidos, coloque ambas manos sobre mi cintura.

—No fue tan malo, ¿O si?— me giré al adulto.

Quizá ya estaba demasiado acostumbrada a Rick que no me daban miedo sus acciones, quiero decir, lo hacía para sobrevivir y eso que acaba de hacer era de lo más mínimo.

ACOMODE DE NUEVO la carta del uno, esperando el turno de Glenn y el de Tara.

—¡Uno!— exclamó la castaña.

—No tan rápido— señalé agregando un más cuatro.

Ella me miró indignada —Pero...-

—Comes cuatro, vamos, vamos— exigió Glenn.

Reí mientras ella tomaba las cuatro cartas y maldecía en murmullos.

—Eso no fue justo— se quejó Maggie mirándonos a ambos —Ustedes se aliaron y ahora van contra Tara.

—Por fin, alguien que me da la razón— señaló Tara.

—No somos un equipo— me defendí —En el uno nadie tiene equipo.

—Ajá, pero ustedes son buenos fingiendo, a mi no me engañan— ella entrecerró los ojos.

—Tonterías, solo eres una mala perdedora— se burló mi mejor amigo.

En realidad, si estábamos aliados y lo sabíamos, éramos unos tramposos.

—No me iré sin ganarles a los dos y entonces, me burlaré en sus caras.

—Te recomiendo que te apresures porque estamos por llegar— Maggie miró el camino.

Mire a Tara —¿Y bien?

Ella suspiro mirando las cartas —Bien, Glenn, lo siento pero te bloqueo.

—Maldita sea.

Sonreí —Que mala.

Ella me miró —Es tu turno, Alex.

Pensé mirando mis cartas, para ser exactos, no tenía idea de cual de todas escoger así que me di por un tres azul.

—Buena jugada, Glenn te comes cuatro— ella colocó la carta de más cuatro.

—Au, te está venciendo— mire con tristeza a mi mejor amigo.

—¿Por qué solo a mi? Alex también está en esto.

Le sisee mientras Tara reía —No te preocupes, cuando termine contigo iré a por ella.

Trague en seco —Muchas gracias, Glenn.

Ambos me miraron y yo mire mis cartas, temiendo a poner el más cuatro que tenía, trague en seco y mire a Tara.

Finalmente puse otra carta cualquiera y Tara le hizo comer otra más cuatro, sin embargo, Glenn puso otro más cuatro.

—Lo siento, Alex, te comes ocho— Tara rió.

—No tan rápido— coloque el más cuatro, lo que hizo quedarse boquiabierta.

Reí mientras ella tomaba su última carta y gritó uno, dándonos por vencidos ya que claramente había ganado.

—¡Se los dije, se los dije!— canturreo señalándonos.

Maggie rió y chocó los cinco con ella mientras Glenn no formaba alguna expresión y yo solo sonreía.

—Alex, ¿Puedo hablar contigo?— los cuatro miramos a Carol cuando hablo.

Asentí mientras me levantaba de mi asiento y la seguía hasta la parte trasera de la caravana.

—¿Qué pasa?— me crucé de brazos.

—¿Qué demonios hace Maggie aquí?— cuestionó con brusquedad.

Le mire confundida —Ayudar.

—No debería estar aquí— sentenció.

—Por eso vine, voy a cuidarla y haremos el lugar más seguro.

—Alex, ella esta embarazada, no debería estarse poniendo en riesgo a ella o al bebé.

Asentí —Lo se, pero ella solo quiere ayudar.

UNA GRAN SIRENA dentro del pequeño Santuario me hizo subir la mirada, al igual que ambas adultas.

—Hay problemas, quédense aquí— pidió Carol.

Negué siguiendo a Carol y Maggie siguiéndome a mi.

—Voy con ustedes— dijo Maggie.

—Dije que se quedarán aquí— insistió Carol.

—No.

—¡Diablos, Maggie!— la mujer tomó a Maggie del hombro.

Deteniéndome junto a ellas, trague en seco evitando dejar que la preocupación me comiera viva.

—Tengo que hacerlo— insistió Maggie.

—¡No, claro que no!

—¡Si que tengo!

—¿En serio vamos a hacer esto ahora?— cuestione a ambas y ellas contestaron en unisonido con un si.

—¿Qué más esperabas que hiciera?

—¡Se supone que debes cambiar!— Carol señaló el vientre de la castaña.

Ella aligeró su expresión, sabiendo que tenía razón en preocuparse por su embarazo.

—Yo ire también— musitó Maggie

En lo que mataba al caminante que venía detrás de Maggie, me giré a ambas mujeres, sacando mi arma y dando un disparo a la sombra que se movía entre los arbustos.

—Diablos, Maggie, vamos— pidió Carol.

Me acerqué hacia el hombre para terminar con su vida, cuando solo le había dado en el brazo.

—No hasta terminar con él— sentenció Maggie.

—¡Alto!— el sonido de un seguro de una arma apuntando a mi cabeza me hizo detenerme.

Mire a Carol y Maggie, donde otras dos mujeres les apuntaban a ellas.

—Las armas en el suelo ahora mismo— indicó la pelirroja —Ahora o la mato.

Obedeciendo, baje el arma con cuidado para después quitar la katana de mi espalda y colocarla en el suelo tambien.

—Linda chaqueta— halago la más mayor.

—Para una perra demente— escuché la peli negra que me apuntaba a la cabeza.

—Se la quitaremos antes de dispararle, la espada también— la pelirroja sonrió.

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