chapter fifty-eight. days gone bye
𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen seis
capítulo cincuenta y ocho
❝ days gone bye ❞
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SONREÍ A AARÓN EN CUANTO lo vi frente a mi, sin embargo, mi sonrisa se borró cuando vi su expresión, haciéndome fruncir mi ceño y entendiendo de inmediato.
—Eric... él no....-
—Lo entiendo, lo se— asegure dejando que sollozara sobre mi hombro.
Mientras me abrazaba casi por completo, levantó de nuevo la mirada cuando estuvo listo, volvió al auto y de él sacó a una pequeña bebe rubia.
Sonreí al tomarla mientras ella me miraba con detenimiento, subiendo un poco mis ánimos al verla sonreír.
—Es muy linda— la arrullé mientras él asentía.
—También tengo algo más— entregó las notas que llevaban el nombre de Maggie.
—Vamos adentró— indique al tomarlo en un medio abrazo para empezar a caminar dentro de la mansión.
COLOQUÉ A LA PEQUEÑA sobre mis brazos, cubriéndola con la cobija mientras arrullaba levemente para no despertarla.
—Eres buena con ella— mencionó Aarón, desde la oficina de ahora Maggie.
—Es muy linda para ser real— admití, haciéndome reír —¿Dónde la encontraste?
—Rick la encontró— se cruzó de brazos, recargándose sobre el marco de la puerta —Dijo que estaba sola así que necesita de una familia.
Forme un puchero —Uh.
—Puedes quedártela— añadió.
Le mire rápidamente —¿Yo? No, no lo creo, ni siquiera se nada de bebés, literalmente Rick tuvo que ayudarme con Judith así que no se cómo mantener uno y además no se si Carl quiera cuidarla.
—Él querra— sonrió levemente.
—Se siente extraño— admití mirando a la pequeña bebé —Es como si... sintiera una conexión con ella.
De inmediato se levantó para mirarme, sobando sus ojos aún adormilada, esa acción me hizo reír.
—Es como si me matara pero... se siente bien— mire a Aarón con una sonrisa —Se siente bien.
—Te dije, deberías quedártela, pero de lo contrario... puedo ayudarte a encontrarle una familia.
Negué levemente —Hablare con Carl.
—Bien...— musito como último, antes de salir de la oficina.
Volví toda mi atención a Gracie, sonriéndole una vez más y peinando su cabello hacia atrás para descubrir su rostro mientras parpadeaba algunas veces, pellizque su mejilla con ternura.
—Creo que ya tienes una familia— murmuré —No dejare que me alejen de ti, pequeña.
MI CEÑO SE FRUNCIÓ EN cuanto note a la fila de hombres sentados fuera de los muros de Hilltop, mientras me cruzaba de brazos e ignoraba el hecho de que algunos me observaban de la misma manera que yo a ellos.
—¿Quiénes son esas personas que están afuera?— cuestione a Maggie.
—Salvadores.
Le mire rápidamente —Bueno, Jesús les está dando nuestra comida.
—¿Qué?
Señalé y ella se encaminó rápidamente hacia afuera, con Enid y Gregory siguiéndole.
—¡Jesús!— llamó la castaña —Jesús.
Se acercó conmigo siguiéndole —Hey— nos saludo a todos con simpleza.
Me crucé de brazos mientras lo veía con clara molestia.
—Esa comida es nuestra— señaló Maggie.
—Había un montón de nabos en la despensa, teníamos de sobra, los Salvadores no se lo llevaron cuando nos saquearon.
Fruncí mi ceño —Si están ahí es por una razón— señalé obvia.
—Lo que hoy sobra mañana podría escasear— agregó la castaña en total acuerdo conmigo.
—Hay que cuidar a los nuestros.
—Paul, esta farsa ya duró demasiado, construyan una horca de una vez— Gregory miró a Maggie —Tu eres hábil, ¿Ah? Ahorremos las balas y acabemos con esto.
—Gregory— regañe rodando los ojos, este hombre si que era un fastidio.
—¿Qué? Solo digo lo que los demás piensan.
—Vete adentró— ordenó Maggie —Ahora.
—Vamos Gregory— susurró Enid y se lo llevó dentro.
Me miró —Sabes que tengo razón.
Negué —No debiste haber hecho eso— dije a Jesús, quien me miró con los ojos bien abiertos.
—¿En serio consideran lo que dijo Gregory?
—No descartó ninguna opción, así debe ser— justificó Maggie.
—¿Por qué estamos peleando?
—Lo sabes, Jesús— incluí.
—Si, eso creí, por eso los traje.
—Tenemos que acabar con esto.
—¡ALEX!— escuché el llamado de Jesús pero no deje de avanzar —Alex, solo espera.
Me giré —¿Qué?
—Ayúdame— pidió y negué —Se que no piensas igual que Gregory, que a ti te importa cada vida...-
—No lo sabes— interrumpí —No voy... no voy a ayudarte a alimentar a esos salvajes después de todo lo que nos quitaron, lo que me quitaron a mi.
—Lo que Negan te quito, no te equivoques.
Me crucé de brazos —Lo siento, Jesús, pero apoyare a Maggie en cada decisión que tomé.
—Lo se, también yo— se señaló —Pero esto, esto podría ser una oportunidad de un mundo nuevo.
—Hablas igual que ellos, queriendo un mundo nuevo en el que solo ellos gobiernen y manden a personas inocentes que lo único que querían era salvar a sus familias— dije, haciéndolo aligerar su expresión.
Ofreció la bolsa con comida —Por favor.
Titubee, relamiendo mis labios con rendición —¿Si sabes que odio cuando tienes razón?
Rió ligeramente —Te conseguiré lo que quieras, solo pídelo.
—Que oferton— bromeé —Trato, pero envíame a Enid, estar con ellos mucho tiempo hará que golpee a alguien.
Asintió mientras me daba media vuelta y caminaba de espaldas.
—Le dire lo mismo que a ti.
Rodé los ojos girándome para caminar y no caerme por hacerlo de espaldas, tomé bien la bolsa en mis manos mientras salía de los muros, arrepintiéndome un poco por haber tomado esta decisión, pero ya estaba aquí así que.
—Para ti— di el pequeño tomate al primer Salvador —Para ti— seguí —Para ti y... para ti, rubio.
—Ya me llene— negó.
—No fue una... pregunta— fruncí el ceño ligeramente —Aprécialo, es rojo y... sin ningún químico adentro, hace bien a la salud.
Me observo y finalmente lo acepto, dándome la oportunidad de dar el siguiente paso al otro Salvador.
—Para ti...— murmuré —Para ti...-
—¿Cómo te llamas?— llamo el anterior chico pero ignore.
—Para ti...-
—¡Hey!— volvió a llamar.
Me giré —No puedes gritarme— aclare.
Asintió —Lo siento, es que no me hacías caso, ¿Puedo saber tú nombre, pelirroja?
Negué —No.
Me giré apunto de avanzar —¡Por favor! No conozco la mayoría de estas personas.
—Ni yo— encogí mis hombros.
Escuché su carcajada, llegando hasta al último Salvador y apunto de devolverme al no encontrar a Enid, me había dejado sola.
—Bueno, empezaré yo...-
Camine rápidamente hasta él una vez que termine de entregar los tomates, —¿Qué?
—Me llamo Alden.
Asentí —Y yo Barney, disfruta tu tomate.
—No lo haré si no me dices tu nombre.
Rodé los ojos —Pues entonces supongo que morirás de hambre.
Ofreció el tomate para devolvérmelo, haciéndome entrecerrar los ojos —Vaya, si que estás interesado en saber mi nombre, ¿No?
Encogió sus hombros, haciéndome colocar ambas manos sobre mi cintura, suspire rendida.
Justo antes de que pudiese hablar, Enid salió de los muros —¿Alex?— llamó ella y le mire.
Abriendo los ojos tanto como podía, para después volver a mirar al chico.
—Entonces Alex, ¿Eh?— se preguntó con una sonrisa victoriosa.
Le arrebate el tomate —Tu no mereces un tomate de mi.
Informe y salí casi huyendo de ahí.
SEGUÍ LEYENDO EL INSTRUCTIVO en mi mente, una y otra vez mientras intentaba entender los gráficos.
Arrulle a Gracie cuando comenzó a sollozar, haciéndola saber que seguía aquí.
—¿Qué haces?— la voz de Enid me hizo mirarle y luego de nuevo a la hoja.
—Intentó construir esto— señale la cuna o más bien, lo que debía ser una cuna.
—¿De dónde sacaste una cuna?— se preguntó sentándose a mi lado.
—Jesús la sacó del sótano, dice que la encontró en el remolque donde vive— la mire —Además me escondo de él para que no vuelva a pedirme ayuda con los salvadores y me de un discurso para hacerme sentir mal porque la última vez conocí a un rubio muy fastidioso.
—¿Rubio?— se preguntó frunciendo el ceño y asentí —Con quien estabas hablando antes que llegara, supongo.
—No le gusta los tomates, entiendo que puedan saber mal pero es fresco, ¡Y reduce el colesterol!
—¿Hablas de Alden?— se preguntó y pare de hablar para mirarla confundida.
—¿Sabes cómo se llama?
Su silencio fue mi respuesta más clara, además de su rostro enrojecido al darse cuenta.
—Uh...— sonreí.
—No, no, no es lo que piensas.
—A alguien le gusta Alden— entrecerré mis ojos, mordiéndome el labio para no reírme.
—¡Yo no...! Iugh, no, no, sácate eso de la cabeza— me señaló pero no quite la sonrisa de mis labios —¡Alex, para! No es eso que piensas, no estoy... por favor, es un Salvador, ¿Vale?
Reí ligeramente —Lo se, no te preocupes, mantendré tu secreto a salvo.
—Gracias...— suspiro con alivio y arquee ambas cejas.
—¿Entonces si te gusta?
—¿Para qué construyes una cuna?— cambio de tema y reí.
—Para Gracie— mire a la bebé —Gracie, ella es tu tía Enid, Enid, ella es Gracie.
La castaña hizo un ademán con su mano —Hola, pequeña sobrina favorita.
—Y única— recordé.
—Y única— repitió mientras acariciaba su pequeña mejilla —Aw, es tan linda.
Asentí —Mejor ayúdame con esto.
—Bien, pero si queda chueco no es mi culpa.
—CUANDO SIENTES LA necesidad de tener a un bebé cerca de ti puede ser un síntoma de embarazo— leyó Enid mientras me observaba junto a Gracie.
Le mire de la misma manera —¿Qué?
Ella negó —No, nada.
—Bien...— entrecerré los ojos volviendo a la pequeña.
—Otro de los síntomas es el deseo de tener uno o más bebés junto a ti— recalcó aquello último, haciéndome mirarle de nuevo.
—¿Qué me quieres decir?— inquirí.
—Nada— encogió sus hombros —Solo que... es extraño verte así, siendo una mamá luchona.
Reí —Enid, si tratas de insinuar que estoy... embarazada por querer adoptar a Gracie se te enfriaron las neuronas con el frío.
—Yo no dije nada— formó una línea con sus labios —Y solo por si acaso, lo que acabo de decir sobre los síntomas me lo inventé.
Asentí —Lo se, ya leí ese libro.
Ella frunció el ceño mirando la portada —Demonios.
—Cuida tú lenguaje— pedí tratando de alcanzar la pelota que se fue bajo el sillón.
—Creí que ya decías groserías.
—No, sigo la palabra de Dios.
Ella rió muy alto, haciendo que incluso Gracie saltara del susto y comenzara a llorar, le mire sorprendida ante su carcajada.
—Tu si que me subestimas— dije únicamente antes de cargar a la pequeña.
Pero ni siquiera paraba de carcajearse, rodé los ojos con una sonrisa mientras arrullaba a la rubiecita.
ME MANTUVE SERIA EN todo momento mientras intentaba arrullar a Gracie, tenía un mal presentimiento, sentía que algo andaba mal pero no sabía que era.
Sin mencionar las náuseas que me cargaba desde hace unas horas.
—Sigo... olvidando que ya no está— mencionó Aarón de pronto —Siento este peso y hay momentos en los que... creo que lo veo y que podría hablarle de como me siento con él y mi mente luego despierta y... recuerdo que lo que me duele es saber que eso jamás pasará.
—Se cómo se siente— le contesto Maggie, sonriéndole a duras penas.
Coloque mi mano sobre su hombro en forma de apoyo, mientras recargaba parte de mi cabeza sobre el mismo, dándole un leve abrazo.
—¿Se hace más fácil?— se preguntó.
Enid y yo miramos a Maggie en busca de su respuesta.
—No, pero ayuda hacer algo al respecto.
Asintió guardándose las lágrimas, levante mi cabeza cuando Jesús abrió la puerta y se adentró.
—¿Cómo está?— preguntó Maggie.
Maggie había encarcelado a Gregory junto con los Salvadores por el bien de todos.
—Gregory esta bien, lamiéndole el trasero a los Salvadores, solo quería decirte que hiciste lo correcto, quería agradecerte.
—No...-
Los sollozos de la pequeña llamaron mi atención, teniendo que arrullarla con delicadeza hasta calmarla.
Maggie sonrió —Esos Salvadores podrían servirnos para negociar— propuse mirando a ambos adultos.
La castaña asintió —Quizá podamos intercambiarlos por alguno de los nuestros, están vivos porque podríamos necesitarlos, Jesús... de no ser así tendrán que morir.
Él asintió levemente y mire a Aarón salir, así que, entregándole a Gracie a Enid, corrí tras él en caso de que se le ocurriera hacer una locura.
Al salir, le mire volviendo al auto en el que vino, mientras cargaba algunas cosas.
—¿A dónde vas?— le pregunté.
Me miró —A asegurarme de ganar.
—De acuerdo, déjame ir contigo, tienes razón— me apresuré a decir antes de que se negara —Debemos ganar.
Asintió con delicadeza —Ve por tus cosas, y trae comida, esto podría llevar tiempo.
—Pero no me dejes— pedí retrocediendo.
Riendo, asintió subiéndose al auto y haciéndome correr por mi katana y una bolsa para llenarla de comida.
Carl, cuidadito que te quitan a tu chica, eh.
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