chapter fifteen. a normal life


𝐁𝐘 𝐌𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄 ━━ volumen dos
capítulo quince
❝ a normal life ❞

━━━━━━━━━ ⋆ ˚。⋆ 🪐 ⋆ ˚。⋆ ━━━━━━━━━

SENTÍ COMO ME APRETABAN LA NARIZ en un intento de ahogarme.

—Glenn déjame respirar— pedí al coreano y escuche como rio por lo bajo dejándome respirar —¿Que pasó?— dije adormilada

Sabía que era él.

—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños, feliz cumpleaños, felicidades a ti— canto en voz baja haciéndome fruncir el ceño.

—Glenn, son como las cuatro de la madrugada— señale adormilada.

—¿Y eso qué tiene que ver con tu cumpleaños?

—Que tengo sueño, déjame dormir— la lancé la almohada.

—Se dice gracias— reclamo —Por grosera no te daré nada.

—No quiero más dulces rancios, por favor, ni tener que verte a ti y a Maggie en posiciones raras, suficiente trauma para mi.

—¿Segura?— inquirió.

Asentí levemente —Hasta que amanezca pero gracias— sentía la pesadez en mis ojos, dando a entender que me estaba quedando dormida otra vez.

Así fue, me quede dormida ahí mismo sin saber que otra cosa había dicho Glenn.

TALÓN, PUNTA, talón, punta.

Repetía eso en mi mente una y otra vez por las hierbas del bosque que pisaban mis botas, procuré sostener bien la ballesta en mis manos y manteniendo mis ojos en busca de algún animal para cazar.

Daryl tocó mi hombro y señaló con la mirada a nuestra izquierda a lo que me giré en mis talones apuntando con la ballesta.

—Cuando estes lista, dispara— musitó Daryl, para no asustar al animal.

A lo que asentí, respire profundo y dispare dando justo en el centro de la ardilla, sonreí satisfecha viendo a Daryl caminar por ella.

Y una vez que tuvimos todas, regresamos a la prisión.

—¿Cómo les fue en su cacería?— nos preguntó Carol a ambos cuando llegamos al pequeño comedor fuera de la prisión.

Brinque hasta ella sosteniendo las ardillas que Daryl me había ayudado a cazar.

—Bien— sonreí entregándole las ardillas a la mujer.

—Necesita practica pero lo hace bien, no mejor que yo— bromeó Daryl haciendo reír a la adulta.

—Feliz cumpleaños, Alex— sonrió Carol, entregándome algo envuelto.

Si, es mi cumpleaños y por eso Daryl me había sacado a cazar animales para hoy durante toda la mañana, lo cual era el mejor regalo para mi.

—Gracias Carol— sonreí aún más.

—Huele bien— mencionó el adulto refiriéndose a la comida.

—Solo para que sepas, ya me caías bien.

Apenas me di cuenta que los demás saludaban a Daryl una y otra vez, si que era famoso.

—Basta— pidió en un murmullo —Sabes que Rick trajo a muchos.

—No recientemente, si vas a dar santuario al forastero y mantenerlo alimentado, tendrás que aprender a vivir con el cariño.

—¿Han visto a Carl?— pregunté mirando a mi alrededor.

No lo había visto en toda la mañana lo cual se me hacía raro ya que siempre me buscaba primero.

—Estaba con Rick, los vi irse con los cochinitos— contestó Carol a lo que asentí.

Y sin más me fui a buscarlo.

CARL, ¿AHORA que malvado plan estás haciendo?— pregunte asustando al pecoso y sonreí al lograr mi objetivo.

—Nada— se giró a mi con la cara llena de azúcar.

—¿Estabas comiendo gomitas de azúcar? ¡Y sin mi!— exclamé indignada.

—Eran para tu regalo, pero me lo comí.

Sin poder evitarlo solté una risilla, —Tienes más azúcar en la mejilla.

Limpie su mejilla con su atenta mirada en mi, haciéndome sonreír y casi tirando mi baba.

Sin embargo, el caballo de Michonne se adentró por las rejas así que nos acercamos a ella una vez que la ayudamos a entrar.

—Encantados de verte— mencionó Rick.

—Igualmente— me miró —Parece que alguien está de cumpleaños hoy y te has ganado la lotería.

Fruncí mi ceño cruzándome de brazos —¿Ah si?

Ella asintió y mi sonrisa se borró cuando de un buen escondite sacó una espada, una katana igual a la suya pero en color negro, era un poco más pequeña y parecía casi nueva.

—No te creo— murmuré apunto de explotar de la emoción.

—No se cumplen catorce años todos los días— me la entregó y la tomé con mis manos temblorosas.

—¡Pero que...! Imposible, gracias Michonne, de verdad siento que voy a desmayarme— señale abrazándola por la cintura.

—Sabía que te gustaría, la encontré pero no te dire donde porque si no, no tendría el mismo valor.

—Eso no importa, gracias otra vez, ¡ya no tendré que practicar con un palo de escoba!— brinque de la emoción haciendo reír a los adultos y a Carl.

—Practicaremos cuando termines de presumirla a todos, ¿De acuerdo?— asentí sonriéndole lo más que pude —También encontré esto.

De su mochila sacó algunos comics y se los entregó a Carl, quien sonrió de emoción agradeciéndole varias veces y a Rick, le entregó una rasuradora.

—Tú cara está perdiendo la guerra.

—O es una clara referencia a que empiezas a parecerte a Santa Claus— bromeé haciendo reír los tres.

Llevamos el caballo algo lejos, colocando en mi espalda la nueva katana, los autos, incluyendo la motocicleta en la que Daryl venía montado se acercaron.

—Miren quien regresó— comentó Daryl.

—No lo encontré— sabía que se refería al Gobernador.

—Me alegra verte en una pieza.

—Pensaba buscar cerca de Macon— borre mi sonrisa y Michonne nos miró a todos —Vale la pena.

—113 km de caminantes, podrías cruzarte con gente poco amables ¿no crees?— ella no dijo nada más —Ire a revisar el hipermercado del que hablaba, a ver qué pasa.

Carl tomó mi mano por encima, que tomaba el cabello del caballo.

—Si, yo tengo que salir a ver las trampas— le contesto Rick —No quiero que lo que atrapen se lo queden los caminantes.

—Iré yo.

—Pero acabas de llegar— hablamos el ojiazul y yo al mismo tiempo.

—Y volveré— aseguró Michonne mirándonos a ambos con una sonrisa.

Se subió al auto de nuevo, Carl y yo llevamos al caballo hasta el pequeño establo en el patio.

—¿Revisarás las trampa?— le pregunté, colocando mis manos en mi pequeña cintura.

—Iré yo, ustedes no, hagan sus tareas, lean historietas y quizá también algunos libros, pasen tiempo con los otros niños y Alex... no le rebanes en cuello a nadie— señaló la katana.

—No prometo nada— admití.

—Pero papá la lectura en voz alta es para niños— susurro Carl, con vergüenza.

—Si, y cepillala— acarició el caballito a lo que asentimos.

—Todo el mundo está desaparecido— señale confundida —¿Y Sophia?

Carl encogió los hombros tomando mi mano, sobre nosotros, creo que aún no había un nosotros y es que Carl aún no decía las palabras mágicas.

—Creo que está adentro con Judith o quizá devorándose los chocolates rancios que esconde bajo su cama.

Reí por lo bajo, ella solía robarle los chocolates que Glenn se encontraba y aunque estuvieran rancios y húmedos, se los devoraba, decía que tenían mejor sabor.

Finalmente, nos adentramos hasta las celdas, las cuales se veían menos terroríficas con sábanas en las puertas y un par de cosas decorándolas

—Espera, aún no entres— detuvo Carl colocándose frente a mi.

—¿Por qué? ¿Hay un pejelagarto ahí?— intenté mirar pero se movió para evitar que lo hiciera, entrecerré mis ojos —Carl, ¿Qué hiciste?

—Nada— suspiro —Falto yo de darte algo y con los regalos que te dieron hoy no estoy seguro que el mío te guste, está por debajo, muy por debajo.

—Carl...— le llame —Si tú me das algo, sea lo que sea será lo mejor que me puede pasar.

Sonrió con ese brillo en sus ojos azules que solía ver a diario.

—Bien, pero no te rías de mi— pidió adentrándose a nuestra celda y salió con una pequeña caja envuelta.

La desenvolví sentándome en el suelo, un hermoso collar con una A algo pequeña, tenía colores blancos como decorativo y llevaba una cadena plateada.

—Te dije que no era mucho— rasco su cabello largo —Le pedí a Maggie cuando saliera lo buscara, incluso lo dibujé porque mi papá no me deja salir con los demás, de no ser así lo abría conseguido yo mismo.

—Es hermoso, me encanta— admití —¿Me ayudas?

Acepto asintiendo, me levante del suelo y quite mi corto cabello de mi cuello para dejar que lo colocara, realmente se veía hermoso y era un detalle que adoraría toda mi vida.

Deje un cálido beso en su mejilla que lo hizo sonrojarse y erizar su piel, le sonreí, fue así hasta que Sophia llegó casi corriendo.

—Si se besan me vomito— bromeo ella —Carl, hazte para allá que voy a felicitar a mi futura esposa.

Carl frunció su lindo ceño, reí un poco cuando ella ya me había envuelto en un abrazo fuerte.

—Feliz cumpleaños, cada año te haces más viejita— fingió un sollozo —Y cada año creces menos, ya estoy más alta que tú.

Tenía razón, Sophia es unos centímetros más alta que yo, casi a la estatura de Carl, su cabello se había vuelto más rubio y largo pero muy, muy lacio.

SI SIGUEN REGALÁNDOME cosas creo que mi celda va a explotar— admití a Beth —¿Cómo es que todos se enteraron que mi cumpleaños era hoy?

—Glenn— contestó haciéndome asentir obvia.

—Ese hijo de su mamá, con razón hasta las ratas que viven aquí me felicitaron— me deje caer en la silla frente a ella.

—Hablando de regalos, aquí está el mío, felicidades Lexie.

—Te quiero porque eres la única que me dice así— le sonreí, tomando la hermosa bufanda.

Era color amarilla, de lana y muy, muy grande para mi cuerpecito.

—La hice más grande que tú talla normal para que puedas usarla siempre— admitió Beth.

—Gracias Beth, te quiero con todo y mi corazoncito de pollo— me levante a abrazarla.

—Y eso no es todo, espera a que cumplas quince y te daré un regalo más grande cada vez.

—¿SEGURO QUE ESTO está bien?— susurre a Carl mientras nos escabullíamos entre las filas de libros —Podríamos acercarnos y sentarnos en medio de todos.

—Leer en voz alta es para niños— insistió —Ya no somos niños.

—Carl, aún somos niños— sonreí burlona —O parte aún, se le llama preadolescente.

—Alex, te quiero porque siempre me acompañas a mis tonterías, apóyame una vez más ¿Si?— formó puchero.

—No me hagas carita de tlacuache aplastado que no podré decir que no— pedí cerrando mis ojitos.

Pero Carl tomó mis mejillas dejando un cálido beso en mi frente, haciendo latir mi corazoncito aún más.

Suspire rendida —Esta bien— le seguí.

Asomamos nuestras cabezas para escuchar, pero nos detuvimos en seco cuando Carol mencionó la palabra cuchillo y el plan se fue al caño.

—Como usarlos con cuidado y cómo podrían salvar sus vidas...- contó Carol a los niños.

—Señora, ¿puedo retirarme?— pidió Patrick, otro de los niños de aquí.

—¿Qué pasa?

—No me siento muy bien.

—Aveces tendrás que sobreponerse, ¿Qué hay si te sucede ahí fuera? Solo, ¿te rendirás solo porque te sientes mal?

No pude verlo pero se que negó con la cabeza —No, es solo que no quiero vomitar encima de alguien.

Forme una mueca mirando a Carl, quien tenía la misma expresión que yo.

—Ve— indicó Carol y nos escondimos cuando Patrick pasó cerca de nosotros —Bien, hoy aprenderemos a sostener un cuchillo a apuñalar, cortar y adónde apuntar.

Carol apenas y noto nuestra presencia ya que nos miró deteniendo sus palabras.

—Por favor no le digan a Rick— pidió.

Carl corrió jalándome con el, tomados de la mano lejos de ahí.

ALEX.

—¿Hmm?— pregunte adormilada, acomodando otra vez mi almohada.

—¿Estas dormida?— cuestionó haciéndome fruncir el ceño.

—Si.

—Perdón...— le escuche musitar —Alex...-

—¿Hmm?

—¿Y si le decimos a mi papá lo de Carol?

Ahora si abrí mis ojos asomando mi cabeza hasta la cama de abajo, —¿Qué?

—Creo que deberíamos hacerlo, pero no lo se, no quiero meter en problemas a Carol.

—No, ni yo, pero en parte esta ayudando a los niños a defenderse solos— encogí mis hombros.

—Si, también pienso eso pero...— suspiro con pesadez —No lo se.

Deje caer mi mano, la cual tomó jugando con mis dedos, se levantó levemente dejando un par de besitos en mis nudillos haciéndome sonreír.

—Cuando te dije que te quería... ¿Te incomode?— pregunto con timidez.

Negué con mi cabeza sin soltar su mano
—No, al contrario, creo que se sintió... bonito.

Sonrió al igual que yo —¿Qué somos?

—Personas— arrugue mi nariz evitando reírme para no despertar a los demás —Ya enserio, no lo se, no has dicho las palabras mágicas.

—Cierto, además Glenn dijo que tenía que pedirle permiso a él.

—¿Eso dijo?— fruncí mi ceño cuando asintió.

Soltó un largo suspiro —No puedo dormir.

Negué con la cabeza, balanceando mi brazo de un lado a otro en el aire.

—¿Y si te duermes aquí conmigo?

Fruncí ligeramente mi ceño —No lo se, suena como algo que... ¡Mentira, hazme un espacio!

Rió un poco levantándose y dejando que me recostara de lado de la pared, sabía perfectamente que odiaba dormir en las orillas de la cama, y sonreí cuando abrazo mi brazo como si de un peluche de felpa se tratara.

No pasó ni un minuto cuando ambos caímos en un suelo profundo, vaya insomnio.







Escribir este tipo de escenas con Déjà vu de fondo es mi cosa favorita ✨

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top