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No había dormido, toda la noche se la pasó ideando alguna manera de tener una terapia que no llevara a un ataque de pánico, debía ser precavido y cuidadoso, lo que menos quería era perturbar más a James.
Con todo y su sueño, llegó a la clínica, las ojeras se notaban en su rostro, el cansancio se hacía presente, pero aún así siguió.
—Mucho estrés, ¿Verdad? — Steve miró a su amigo, quién ni había hablado.
—Un poco, pero no es algo de lo que deba preocuparme — Sonrió.
—Natasha me contó — El rubio tomó asiento frente al castaño —Lo que pasó ayer.
—¿Quién es Natasha? — Steve no hizo más que sonreír y negar con la cabeza —Da igual, si, reaccionó mal.
—¿Qué tienes planeado para hoy?
Fue una buena pregunta, fue una gran pregunta de hecho, porque, a pesar de haberse quedado toda la noche despierto, no sabía qué hacer, estaba en blanco y Tony odiaba estar en blanco.
—Honestamente, no lo sé — Stark se sentía frustrado, aceptó el reto, no podía dejar a James de lado.
—¿Recuerdas cuando recién nos conocimos? — Tony no sabía en qué podía ayudarlo ese tema.
—Steve... — Irrumpió Tony, sin embargo, el mencionado lo ignoró.
—No sabíamos cómo romper el hielo, a pesar de ser compañeros de habitación y de carrera, no sabíamos cómo empezar una conversación — Sonrió al recordarlo —¿Recuerdas lo que hicimos?
—Jugamos jenga — Tony soltó una risita traviesa —Lo sacaste de tu mochila y me preguntaste si sabía jugar — Tantos recuerdos fueron a su mente —Steve, ¿Quién no sabe jugar jenga?
—Lo sé — Admitió el ojiazul —Fue una pregunta estúpida, pero ve a dónde nos llevó.
Stark sonrió, sabía que Steve le estaba dando ánimos, pero en este caso, también le estaba dando un consejo. Debía romper el hilo con Bucky, y si lo que necesitaba era empatía, debía ser tratado no como un experimento, sino como una persona.
—Eres un genio, Rogers — Tony se levantó, mirando su reloj —Gracias.
Y sin decir más, salió rumbo a su oficina. La sesión empezaría dentro de unos minutos, debía pensar en cómo romper el hielo con su paciente, el problema era que él no poseía un juego de mesa como el de ese entonces, tal vez podría animarlo a jugar basta o algo por el estilo.
Cuando entró su oficina, agradeció a los dioses a qué Bucky aún no había llegado, tenía escasos minutos para pesar, sin embargo no fue necesario, pues encontró un jenga de madera sobre su escritorio, con un post it amarillo pegado en la parte superior.
Tony:
Sé que tus métodos no son convencionales, así que espero que esto te ayude tanto como nos ayudó a nosotros, eres un experto en romper el hielo.
Atte: Steve.
Stark no podía creer que Steve aún conservara ese viejo juego, aunque debía admitir que le tenía un especial cariño.
Quitó la nota y revisó que las piezas estuvieran bien acomodadas, trató de no arruinarlo y conservarlo así, fue entonces cuando Barnes cruzó el umbral de su oficina.
James lucía más mal que el día anterior, se notaba que había estado mordiendo sus uñas, pues ya no había rastros de cutícula en las uñas, además habían rastros de sangre en sus dedos. En cuanto el castaño más alto entró, su mirada se volvió vacía, fría y muerta, si por él fuera no estaría en ese lugar, pero debía hacerlo.
—Hola — Saludó Tony —Sientáte.
Stark cerró las persianas de su oficina, no quería que Bucky sintiera que estaba siendo observado, y aunque no fuera así, prefería evitar.
—¿Qué te parece si jugamos? — Tony se sentó frente a él, dándose cuenta que James no llevaba su cuaderno, lo que significaba que no tenía intenciones de comunicarse con él.
¿Acaso piensa que soy estúpido?, pensó Bucky, es decir, nadie antes le había propuesto jugar y mucho menos en una sesión de terapia, si lo que quería era hacerle pruebas o algo por el estilo, no le daría el gusto; sin embargo, tampoco es como si tuviera otra opción, pero había un pequeño detalle y es que James no sabía cómo jugar, así que solo se limitó a mirar a Tony.
—¿Sabes como se juega? — En cuanto Stark terminó la pregunta una gran sonrisa se decoró en sus labios, recordando ese momento hace tiempo atrás.
James se quedó mirando su sonrisa, que si bien no tenía tintes de burla, en su mente pensaba que si, pero ¿cómo era posible que una sonrisa tan linda pudiera estar dirigida de manera despectiva hacia él? No lo sabía, lo que sí sabía era que estaba enbobada con su rostro. Rápidamente, James negó con la cabeza.
Tony le explicó las reglas de una manera concisa y clara, asegurándose de que su paciente las entendiera, aún así sería genial ver como podían convivir ambos sin un ataque de pánico, debían tener otro comienzo.
—Cuando estaba en la universidad — Comenzó Tony, hablando directamente con James —Tuve que compartir dormitorio con Steve, no nos conocíamos así que era complicado iniciar una conversación — Barnes no sabía porque le estaba contando aquello —Entonces, sacó de su mochila este juego y me preguntó si sabía jugar — Y aunque Tony no lo dijera, sentía nostalgia —Ahora somos muy buenos amigos.
James no sabía cómo tomar aquello, era la primera vez que Tony le contaba algo tan personal y no sabía que hacer, es más, no sabía si debía hacer algo, pero lo escuchó, ciertamente no se imaginaba al doctor Rogers y al doctor Stark juntos, Steve parecía ser más tranquilo y centrado, mientras que Tony tenía el aspecto de ser un completo desastre, aún así era gracioso imaginarlos en sus tiempos como jóvenes estudiantes.
Bucky esbozó una sonrisa.
Dicho acto no pasó desapercibido por Tony, quien se iluminó en cuanto vio al paciente sonreír, en ese momento sintió como si hubieran avanzado diez pasos y quiso saltar y gritar de la alegría, pero eso ya lo haría con Steve.
Al cabo de hora y media, la sesión terminó, Bucky se sentía particularmente bien, no había sido obligado a hablar o hacer algo que no quisiera, solamente disfrutó del tiempo con su psicólogo, quien le había brindado la más hermosa de las vistas. Algo, muy en su interior se removió, y se asustó de no saber qué era.
—¡Steve! — Tony entró efusivamente a la oficina —Excelentes noticias, grandes noticias.
—¿Cómo te fue? — Su amigo dejó de lado los papeles que leía y le prestó total atención a su amigo.
—Funcionó — Dejó ver la hilera de dientes blancos —Gracias por el juego.
—Supuse que lo necesitarías — Admitió.
—Stevie, sonrió — Rogers lo miró sin entender —Bucky sonrió.
—¿De verdad? — Tony asintió —Realmente tus métodos funcionan.
Y es que Tony no sabía cómo se sentía, si bien había visto la parte oscura de James, ver ese pequeño gesto lo llenó de felicidad, de orgullo, pero no para consigo mismo, sino que parecía que estaba limando asperezas con James. Aunque, debía admitir que la sonrisa de James era hermosa.
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