Capitulo 8.

Una medalla para el griego.

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Hicimos un viaje por conductos o túneles extensos que cree bajo la tierra, conducta que imite de los topos. Son criaturas tan curiosas. Aprendí mucho de ellos viéndolos, incluso quise adoptar a uno, pero Nico no me dejo hacerlo.

Por qué «Es un animal salvaje» y «Es asqueroso que coman gusanos»

A principios de enero estábamos mudándonos a un bonito internado en Inglaterra por petición de Nico.

Es fácil engañar a los mortales en todas cuestiones legales, un momento somos turistas y al otro tenemos visas de estudiantes. Y al siguiente nuestro representante legal nos inscribe en un prestigioso internado dónde van los hijos de la clase alta, la gente elegante.

Yo quería que nos mudáramos a Dinamarca o Nueva Zelanda, pero Nico quería estar más cerca de las competencias internacionales y no tener que hacer viajes tan largos a través de la sombra o pedirme a mí que lo ayudará a transportarse.

Los viajes en avión estaban totalmente prohibidos.

No solo eran peligrosos para él, serían impensables para mí si quería seguir jugando a la casita con Nico.

Los entrenamientos y competencias de Nico iban mejor que nunca.

Pero luego de seis meses él ya estaba arrepentido de habernos inscrito en un internado dónde los estudiantes se quedan durante todo el año, excepto en verano y navidad, cuando tiene la opción de ir con sus familiares.

No había nada malo con el lugar y se concentraba en explotar el talento para la esgrima de Nico, pero…

— ¡Vete…! ¡Fuera de aquí!— Grito en un susurro una joven de piel negra y ojos marrones.— ¡Shiera…! Dile a tu novio… Primo o lo que sea— Balbuceó confusa.—¡Que se vaya ahora mismo o vamos a ser sancionadas!

— Inspección. Habrán la puerta señoritas.— Pidió una voz del otro lado de la puerta de su habitación.

— Un momento.— Respondió con voz gentil y un marcado acento inglés.— ¡Shiera…! ¡Despierten los dos!— Siseo en un susurro agresivo.

La habitación era bastante espaciosa, tenía dos camas individuales. Una a cada lado de la pared, dos closets y dos escritorios. Cada una decoro su lado como mejor le pareció, el de su compañera de cuarto Shiera parecía un jardín de hadas y el suyo estaba lleno de pósters de cantantes kpop.

Su compañera, la linda Shiera estaba acurrucada en su cama con un lindo chico de cabello negro azabache y piel oliva muy pálida. Asia no entendía del todo su relación, llegaron juntos y les dijeron a todos que son primos, pero estaba segura de que era mentira por qué no se parecen en nada, nada y no es como si se tratarán como familia.

El primer mes no lo noto, el chico sombra (como lo apodaban), era un desgraciado escurridizo. No se dio cuenta de que Nico se colaba en su habitación hasta que por accidente tropezó con una lámpara y la rompió haciendo un escándalo. Resulta que había estado viniendo para dormir con Shiera desde el primer día.

Desde entonces no se molesta en ocultar sus visitas, ella no lo llamaría «visitas» por qué duerme aquí todas las putas noches sin falta.

¿Por qué no la acusó? Fácil.

Shiera la había descubierto fumando marihuana el primer día de clases y eso era mucho peor que traer a un chico a tu habitación por las noches.

— ¡Rápido…!

La puerta de su habitación se abrió y a la pobre Asia se le bajó la tensión.

La morena se quedó paralizada en su lugar, sudando a la vez que trataba de pensar en una excusa para que Nico di Angelo estuviera en la cama de su compañera tan tranquila. Mierda.

Estaban jodidas.

— Señorita Di Angelo— Resopla.— Parece que se le pegaron las sábanas, será mejor que se levante y se vista. Las clases empiezan en media hora.—Dice nuestra humilde carcelera, según la dirección nuestra coordinadora, de madera sarcástica y petulante.

Asia se gira para mirar la cama de Shiera, la castaña de luces rubias está sentada sobre el colchón mientras se frota los ojos de forma adormilada. Y no hay rastro de Nico di Angelo.

Suspira.

Aún no comprende como es que sale y entra de los dormitorios femeninos de manera tan sencilla y sin que nadie lo vea. Diablos, el chico es aterrador, al principio le costó entender por qué le dicen «Death boy» en los pasillos, pero está más que implícito ahora.

— Shiera.— Soltó de forma sentenciosa.— ¿Qué le pasa a tu primo? Dile que duerma en su habitación, estoy harta de él.

La castaña de luces doradas se abotonaba botón por botón la blusa blanca del uniforme, adormilada.

— Ya se lo dije.— Bostezó.

— Si se sigue apareciendo de la nada, te lo juro me dará un ataque cardíaco.— Dramatiza Asia, exaltada.

Shiera lo miro sorprendida.

— ¿Tienes problemas cardíacos?

Asia parpadeó confundida.

—No, no Shiera, es un decir.— Se frota el rostro, y trata de no ver el rostro de preocupación de la linda Shiera.—No tengo problemas cardíacos.— Suspiro.

—Qué alivio.—Exclamo.— Tenemos clase de física, vamos.— Ella se pone moños rosas en el cabello y le tiende la mano para que vayan juntas.

Asia pone los ojos en blanco y toma la mano de la castaña clara.

— ¿Si le dirás?

— ¿Que cosa?

— Que ya no venga a nuestra habitación.—Resopla.

— Oh, sí.—Asiente con la cabeza.—Se lo diré.— Me asegura confiada.

Asia mira a la joven a su lado, y no hay forma de que sea familiar del chico más aterrador del internado.

Shiera es tan… Ella.

Es hermosa, así que tiene el potencial de ser la persona más insoportable de la preparatoria. Pero no lo es. A Shiera no parece importarle nada, el estatus, los chicos, las clases, ella parece estar en modo avión de forma perpetua.

Eso al menos hasta que sus ojos se topan con Nico di Angelo y todo en ella se enciende como una bengala.

— Dame tu teléfono.—Le pide y la castaña se lo entrega sin pensar.— Pondré una alarma para que puedas recordarlo.— Le explica cansado.

Shiera es especial, no está segura si es neurodivergente o simplemente es de esa forma de manera natural. Duerme en clases, no entiende el coqueteo o el sarcasmo, se distrae con facilidad y se la pasa viendo por la ventana.

Mientras todos veían un partido de fútbol en las gradas, Shiera estaba sentada en el césped jugando de forma distraída con las flores.

Y por alguna razón, Nico parece el tipo de persona que podría comerse de un bocado a la gente como ella.

— Está bien.

— Shiera.—Una voz fuerte resuena en el pasillo. Y la castaña se gira.

Nico le hace una seña con la mano como diciendo «Ven aquí» del otro lado del pasillo. Y Shiera corre hacia sus brazos de inmediato, olvidando que tenía una clase, quizás incluso que estaba en un internado.

(. . .)


Nico di Angelo.

No me gusta este lugar.

Estoy atrapado en un cuarto compartido con un tipo que me desagrada un montón. Y esa chica compañera de Shiera no me deja colarme en su habitación.

Igual lo hago todo el tiempo, pero me molesta que me despierte con gritos.

Sus clases no coinciden con las mías, apenas puedo verla. Y no hablemos de pasar tiempo juntos, así parece que la institución está en contra de nosotros. Supongo que creyeron que separando a las chicas de los chicos evitarían un montón de situaciones malas, como un embarazo o sexo en el internado.

Claro que, eso solo hizo que todos los alumnos o la mayoría de ellos se hicieran homosexuales.

Así que definitivamente hay mucho sexo en este internado. Pero, en su defensa no hay ningún embarazo.

Me siento en las gradas y subo la careta que protege mi rostro de que alguno de mis compañeros se le vaya la mano y entierre la punta de su hoja en mi ojo y termine ciego. Me quito los guantes que cubren mis manos y sacudo mi cabello humedecido por el sudor creado por todo el ejercicio.

El traje de protección de la esgrima es blanco, y un poco caluroso. Siempre termino bañado en sudor después del entrenamiento. Y sin aliento. Aunque no me disgusta del todo, mantener un buen físico es indispensable para un semidiós hijo de los tres grandes.

— Estuve leyendo mucha de su literatura humana.— Miro de reojo mientras tomo agua como la morena de ojos verdes cierra el libro de tapa rosada y dibujos.— Parece que para los mortales como tú confunden la sensación de estar enamorado con tener miedo.— Explica, pensativa.

Frunsco el ceño.

— ¿Qué diablos has estado leyendo?— Pregunto confundido.

— Este libro.— Ella me tienen el libro y leo rápidamente el título.

— ¿Orgullo y prejuicio?

— Asia dice que es muy bueno.— Me explica—Me gusta, ella tiene todo ese orgullo y la sociedad está tan llena de prejuicios. Es como la antigua Grecia.— Lo ejemplifica, sonriente.

Ojeo el libro y noto que ha hecho dibujos con lapicera en las partes libres de texto de la hoja.

— Normalmente, no te interesan los mortales.—Menciono extrañado. Bajo los estándares de Shiera, un humano normal y un perro son casi lo mismo.— ¿Te agrada esa chica?— Pregunto.

Normalmente, Shiera no se relaciona con los humanos, lo hace, pero nunca mostró tanto interés por ellos como ahora. Antes solo solía seguirme.

— Sí.—Admite.— Es amable. Y me llevo a un museo el fin de semana.

— Eso está.—Aprieto la mandíbula.— Bien, supongo.— Siseo.

Shiera fría ligeramente su cabeza y me mira con curiosidad.

— ¿Cómo vas con tus entrenamientos?

— He recibido un par de llamadas interesantes.— Apoyo mi espalda de las gradas— Creo que voy a unirme al equipo de esgrima nacional de Italia, podría hacerlo aquí… Pero no quiero darle una medalla a este país.

Ella me mira y vuelve su vista al campo. Sus ojos verdes se fijan en un chico en particular. Es tan inglés que seguramente su familia toma el té con la reina de Inglaterra. Cabello rubio cenizo, ojos celestes y piel blanca.

Mi compañero de cuarto. No hemos hablado mucho, pero todavía no me ha acusado con la dirección por no dormir en nuestro dormitorio. Así que debe ser por algo…

— A ese chico le interesas de forma amorosa.—Me indica— Estoy segura de que estaría feliz de ser tu amante.—Me mira, alzando las cejas.

— Lo sé.—Afirmó.

Apoya su mano de su mejilla.

— ¿No te gusta?—Pregunta.

— No es eso.—Es lindo y agradable, pero no siento nada en particular.—Es solo que… No me conoce realmente, y no lo hará.— Me cruzó de brazos.—Es como si lo estuviera engañando.

Ella no responde. Solo respira hondo y apretar sus labios afelpados.

— Asia dice que no puedes venir a nuestro cuarto.—Me avisa.

Resoplo y pongo los ojos en blanco.

— Me cae mal.— Siseo.

—Nico, sabes que no debes privarte de las experiencias humanas.— Me explica con un tono de preocupación en su voz.— No tienes que cuidarme o …— Mira al chico que juega fútbol con un grupo de alumnos.— No hacer algo que te gustaría hacer, una de las razones por las que te seguí fue para vivir como un humano normal… Y el romance es parte de eso

Veo la sinceridad en sus ojos y no puedo evitar sentirme irritado. No entiendo a Shiera, no sé qué soy para ella ¿Un juguete? ¿Un amigo?

Dice que quiere estar conmigo y que soy lo más interesante que ha visto, pero no pudo confiar en sus palabras por qué tiene la retención de atención de una papa y es una diosa. Puede que esté preparándose para cambiarme y seguir a su nueva amiguita.

Y ahora … ¿Quiere que siga con mi vida? ¿Que salga con alguien?

¿Qué diablos significa eso?

No confío en ella cuando se trata de vivir «Experiencias humanas» por ciertamente vivir la experiencia de ser arrestados por perturbación a la Paz, trabajar en un Macdonalds medio tiempo durante dos días antes de que nos echaran porque aplaste un helado en la cabeza de un cliente o terminar rodeados de canguros en una reserva de fauna y flora salvaje, no fueron experiencias que me gustarán.

Y ahora de pronto le interesa el amor.

¿Qué? ¿Piensa vivir esa experiencia con Asia? ¿Es eso lo que quiere?

— Me invito a una fiesta el fin de semana, ¿quieres venir?— Pregunta con voz llena de emoción.

Sacudo la cabeza y vuelvo en mí mismo. Por un momento me perdí en mis pensamientos. Analizo lo que dijo Shiera antes de responder.

— ¿Esa que es en la mansión de ese presuntuoso príncipe de los países bajos?— Pregunto, sobando el espacio entre mis cejas. Los ojos cambiantes de Shiera se encienden con brillo.

—¡Sí! ¡Esa!— Exclama.—Escuché que todos los alumnos de último irán.

— Iré si tú vas.— Respondo.—Te comerían viva esos idiotas ingleses si te dejará sola.— Explico, cansado.

(...)

— Creo que no puedo emborracharme con licor humano.—Tuerce los labios en un puchero mientras mira el vaso rojo en su mano, luego levanta la cara para mirarme.—¿Qué dices tú, Nico?

Shiera está brillando, su imagen frente a mí está desenfocada.

Tomamos la misma cantidad, pero yo estoy a punto de terminar en un coma etílico y Shiera está lúcida, tan fresca como una lechuga como al llegar.

— Yo digo… —Parpadeo lentamente.—Que esta mierda sabe horrible.

— ¿Estás bien?— Se acerca y el olor a tierra mojada y bosque llena mis fosas nasales. De cerca se ve aún más suave.—¿Deberíamos volver al internado?

— Estoy bien.— Respondo arrastrando las palabras.— Solo voy a ir más lento, así.— Camino con pasos lentos.

En realidad, me cuesta que mi cuerpo flácido escuche a mi cerebro. Tengo que poner toda mi concentración en poner un pie delante del otro.

El mundo se mueve lento o yo me muevo muy rápido. Tal vez las dos.

— Oh, dioses.— Shiera me sigue, y parece muy preocupada.

Me acercó y pongo mis manos sobre sus mejillas para hacerla mirarme.

— Shhh… Shhh— Me mira consternada y alza una ceja.—Estoy bien.— Siseo.

— Estás muy mal.— Murmura con ojos llenos de pánico.

Bajo la mirada y me encuentro con la razón por la que bebí sin parar esta noche. Maldita sea, incluso cuando me encargue de ahogar mi cerebro en licor, solo puedo pensar en su piel suave, bronceada y brillante.

Creo que voy a enloquecer.

—¿No pudiste ponerte vestido más corto?— Alzó la mirada para fijar mis ojos en los marrones suyos.

Ella analiza la pregunta y dice

— Si puedo.

Pongo los ojos en blanco.

— Estaba siendo sarcástico.—Resoplo.

Shiera lleva un vestido corto, lila, malditamente ajustado, que se funde con cada centímetro de ella de forma tan perfecta que parece una segunda piel. Se hunde entre sus pechos, y ahí se acaba mi capacidad para describir lo que lleva puesto, porque en cuanto mi mirada recorre el tenso material que cubre sus tetas, toda la sangre de mi cuerpo se dirige hacia abajo.

Sé que me volví loco cuando me inclino y hundo mi rostro en su cuello para aspirar su aroma. Cierro los ojos y trato de olvidar la forma en que su cabello castaño claro ondulado cae por su espalda hasta justo por encima de la curva de su trasero, un trasero que sé que es malditamente increíble.

Abro los ojos y miro por encima de su hombro. A la distancia veo un grupo de adolescentes sentados en el suelo jugando con una botella. Perfecto.

—Mira eso, Shiera.— Tomo su mano y señaló el lugar.— Vamos.

Avanzo a trompicones por la fiesta, empujando a todos los que se pongan en mi camino. Arrastrando a Shiera conmigo hasta llegar a la sala.

— Deberíamos jugar.— Balbuceó.

— No creo que eso sea apropiado.—Chilla Shiera, nerviosa.

— Vamos.—Nos acercó al grupo de adolescentes y pregunto.—¿Podemos unirnos?— Todos se sorprenden al vernos y noto la emoción en ellos.

Shiera y yo llamamos la atención naturalmente. Por el aura divina. Los humanos no pueden evitar sentirse atraídos por eso, es natural.

—¡Sí, claro!— Exclamo el rubio cenizo de ojos celeste, emocionado.

Nos sentamos, formando parte del círculo. Pido mi turno y hago girar la botella, la veo girar sobre su propio eje durante unos segundos antes de detenerse por completo. La boca de la botella señala a Mark, mi compañero de cuarto, lo veo sonrojarse y alzar la cabeza para mirarme expectante.

Genial. Justo lo que quería.

Tomo su rostro entre mis manos, mis dedos se clavan en la piel suave de sus mejillas y la atraigo hacia mí. Aplastó mis labios contra los suyos, y es justo como me lo imaginaba; Suave y dulce. No hay resistencia cuando empujó mi lengua dentro de su boca, en realidad no sigue el beso, solo aguanta lo que recibe de mí. Gruño en su boca y mis dientes se encajan en su labio inferior, y solo hay breve sensación de pánico cuando siento sus manos empujar mi pecho, y gemido de sorpresa contra mis labios.

Cuando me separó de sus labios es solo por qué necesitaba respirar.

Sus orbes verdes llenos de destellos dorados se encuentran con los míos y noto sus pupilas hinchadas creciendo hasta volver sus ojos oscuros, densos. Sus mejillas sonrojadas, despeinada.

Lo último que logro ver antes de desmayarme son las caras de pura incredulidad, consternación y una morbosa sorpresa de mis compañeros de clase y de cuarto. Y luego nada.

Caí al suelo de espaldas como un jodido saco de papas, todo dio vueltas hasta que solo hubo oscuridad.

(...)

— ¡Esto está mal! ¡Está muy mal!

Shiera lleva gritándome durante unos 30 minutos mientras da vueltas en la habitación de hotel, aunque debería ser yo quien esté molesto por qué me robó la billetera para pagar este sitio.

—Shiera me duele la cabeza…— Gruño apenas, cansado. Aprieto la almohada contra mi rostro, tratando de aislarme de la luz y ruido.

— ¡Todos piensan que somos unos incestuosos…!— Chilla con una voz nerviosa y puedo imaginar que está mostrándome su teléfono.—¡Mira! ¡Mi teléfono va a estallar de mensajes!

— ¿Eso que importa…?

—¡Claro que importa! ¿¡Cómo vamos a verlos a la cara ahora?!

— No lo haremos.—Me envuelvo en las suaves sábanas.—Acepte formar parte del equipo nacional de esgrima italiano. Nos vamos antes del verano.

—¿Qué?— Ella se acerca y me quita la almohada de la cara.

—Iremos a recoger nuestras cosas mañana, solo… — Bostezó.—Déjame dormir.— Le suplico, cerrando mis ojos para aliviar el dolor en mi sien.

—¿Te volviste loco?

—Ven.—Tomo su mano y la jaló hacia la cama. Antes de que pueda huir de mí, la abrazo por detrás y encajo mi rostro en su hombro.—Shiera, nada de hablar. Se una almohada callada.

(...)


Shiera Pov.

Me gusta Italia y estamos cerca de la playa. Es un ganar, ganar. También estamos en un colegio especial para niños prodigio, no un internado ni colegio católico. Tenemos que usar uniforme, pero a mí me gusta.

También volvimos a vivir juntos. Rentamos un departamento pequeño cerca de la escuela, es grande y entra mucha luz natural, aunque por alguna razón solo tiene una habitación, así que tenemos que compartirla.

El hijo de Hades me dejó decorarla con mis cosas, pintarla y poner mis peluches sobre la cama, aunque a él le disgustaba el desorden, y antes solía mantener su habitación ordenada y con colores monocromáticos. No sé quejo, solo acepto las cosas.

De todos modos pasaba mucho tiempo sola en casa.

Nico está ocupado con sus cosas de esgrima por qué irá a las olimpiadas de invierno en dos meses.

No parece nervioso realmente, en realidad se ve muy cómodo con todo esto. Lo que me tranquiliza por qué fui yo quien lo incito a asistir.

— Has estado actuando raro.— Murmuro apartando mi libro.

—¿Lo he estado haciendo?— Gira su rostro hacia mí. Nico estaba sentado a mi lado, con los brazos recostados en el respaldar del sillón amarillo.

—Sí.— Admití sintiéndome levemente intimidada por su mirada.—Bastante.

Nico respira hondo y pone los ojos en blanco, vuelve a mirarme y dice;

— Estoy aburrido.

Me quedé sin aliento.

Se me acelera el corazón y todo mi cuerpo se tensa. Otra vez tengo esa sensación de ardor en todo mi piel y que se me disuelven los huesos dentro del cuerpo. Mis mejillas se enrojecen profundamente y dioses, trago saliva cuando noto una chispa de malicia satisfacción en los ojos de Nico.

Parpadeó varias veces, batiendo mis largas pestañas. Y aplastó mi espalda contra el respaldar del sillón.

Otra vez esto. Últimamente, lo hace todo el tiempo y me hace sentir rara…

— ¿Quieres jugar Mitomagia?— Pregunta con voz vacilante.

— No.

Respiro hondo.

—¿Ver una película?—Pregunto y Nico niega con la cabeza.—¿Salir a caminar?— Insisto, nerviosa.

— No, tampoco quiero eso.

—¿Entonces qué quieres?— Pregunto.

Nico se inclina lentamente hacia mí y yo no puedo evitar retroceder. Puedo verme reflejada en sus ojos como dos espejos hechos de obsidiana, me veo como un cervatillo asustado y Nico es el lobo malo listo para devorarme.

Así sucede en la naturaleza, ¿qué puedo hacer? Es el ciclo de la vida.

Su boca es suave, delicada, probadora. Su mano se mueve desde mi barbilla, recorriendo mi mandíbula hasta que sus dedos rozan la zona sensible bajo mi oreja, continua hasta enredarse en mi pelo en la nuca. Nuestras bocas se separan lentamente y su frente se apoya un momento en la mía.

—Quiero besarte.—Susurra con sus ojos fijos en los míos. Nico apoya en una mano en el respaldar del sillón y me coge la cara con la otra. Espero a que diga algo, otra vez. El nerviosismo me inunda cuando me pasa el pulgar por el labio inferior.— ¿Está bien?

Asiento con la cabeza lentamente y de forma inmediata sus labios vuelven a encontrarse con los míos, pero esta vez se entrega por completo.

Desde que llegamos a Italia es lo mismo, antes de salir a la escuela, después de su entrenamiento o justo antes de irnos a dormir me besa hasta la locura. Hasta que siento que voy a terminar hecha un charco a sus pies.

Todo bajo la excusa de «Estoy aburrido» o «Para qué viva la experiencia del noviazgo»

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—¡Hazel…! ¡Hazel!— La legión ve a la distancia al hijo de Júpiter acercarse a toda velocidad hacia ellos. Volando.—¡Tienes que ver esto ahora! ¡Rápido, rápido…! ¡Vamos!— Literalmente se llevó a la Pretora. La tomo del suelo y se la llevó volando, y Frank se alarmó y los sigo en su pegaso.

Hazel ahogó un grito sintiendo como él viendo chocaba contra su rostro. El rubio hijo del rey de los dioses estaba diciéndole algo, pero Hazle no podía escuchar absolutamente nada por el zumbido en mis oídos. Cuando la bajo al suelo, literalmente se desmoronó por él tembló de sus piernas y cayó.

— ¡No hay tiempo para eso! ¡Tienes que ver esto!— Exclamó emocionado mientras la arrastraba hacia la casa.

Hazel estaba a punto de vomitar.

— ¡Jason! ¿Estás loco?— Chillo Frank, bajando en su pegaso.

El antiguo Pretor arrastró a ambos semidioses dentro de la casa, dónde los esperaban el resto de sus amigos. El rostro de Piper se iluminó al ver a la morena hija de Plutón y la arrastró a la sala, justo frente al televisor.

Hazel literalmente se quedó sin aliento, sin dar crédito a lo que sus ojos color miel estaban viendo.

Su hermano mayor.

Se veía tan saludable. Tenía una mandíbula marcada y rostro de belleza cruel, piel pálida similar al mármol, ojos oscuros y cabello largo recogido en una media coleta.

Llevaba puesto un uniforme blanco pulcro de esgrima, en su brazo había un parche de la bandera de Italia.

Era Nico. Niccolo di Angelo.

Su hermano en televisión nacional. Recibiendo una medalla de oro en un estadio repleto de personas.

Escuchar su voz clara, tan maduro y fuerte, llenaba el pecho de la Pretora de la Duodécima legión de un extraño orgullo y alegría. Estaba bien. Vivo.

— ¿Algo más que agregar?— Pregunto el entrevistador.

El pelinegro dudó unos segundos, aún había gotas de sudor deslizándose por su frente. Agitado y sonriente.

— A mi dulce hermana.— Por un momento Hazel sintió que la estaba mirando a los ojos. Solo a ella.— Estoy bien. Te veré pronto, espero que estés bien. No. Estoy seguro de que lo estás.

Por un tiempo, Hazel suprimió su preocupación por su hermano y se convenció a sí misma de que Nico estaba bien. Pero verlo allí, tan sano y fuerte. Hizo que sus ojos se llenarán de lágrimas de felicidad y cariño.

— Lo estoy.— Respondió la morena, sabiendo que su hermano no podía escucharla estando tan lejos.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo. Voten y comenten que les pareció. En este capítulo Nico tiene 16, a solo un mes de cumplir años, en el próximo ya tendrá 17.

Memes del capítulo.

Yo;

Shiera piensa seriamente dejar de utilizar el apellido de Nico.

No me arrepiento de haber escogido a flora como la inspiración para Shiera.

Bye bye.

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