Capitulo 6

╔═══════ ≪ •❀• ≫ ═══════╗
LONELY.

╚═══════ ≪ •❀• ≫ ═══════╝


.
.
.
.
.
.
.

Shiera Pov;

Todo era oscuridad. Hasta que no lo fue. En cuanto el primer pedazo cayó pude ver un campo lleno de bestias y figuras humanoides, fue un chispazo, un parpadeo, el segundo pedazo cayó y logré ver un cielo teñido de rojo por el estallido de una estrella. Y entonces todos se precipitaron hacia la tierra y mis ojos se abrieron. Puedo sentirlo… Todo. Cada pequeña partícula de agua en el aire, el polvo y la tierra.

Logro sentirlos caer sobre mi rostro y ser absorbidos por mi esencia.

Es una explosión de sonidos que taladran mi ser y chocan entre sí.

Gritos.

Gruñidos.

Rugidos.

Y llanto.

Todo es nuevo. Todo es intenso.

Siento mi cuerpo surgir desde las profundidades de la tierra mientras decido como verme. Marrón como el color de la tierra fértil, verde como la vegetación que crece sobre ella y se echa raíces hasta lo más profundo.

Lo primero que veo es el cielo y los pedazos de mi antecesora cayendo sobre mí como una suave lluvia.

Miro a mi alrededor. Veo humanos, mortales y… Bestias huyendo.

Y veo.

Cabello negro como el plumaje de un cuervo, piel pálida como el mármol y surcos grises en los contornos de su rostro. Sus pestañas largas rozan sus mejillas huesudas y tiene un lunar oscuro debajo de sus labios, los cuales son pálidos agrietados como la arena del desierto, mientras su cuerpo físico se tornaba translúcido y es consumido por las sombras mi existencia registra cada pequeña detalle del mismo.

Su olor.

Su aspecto.

Su esencia como semidiós.

Todo se graba como una cicatriz en mí con conciencia.

Una mano se construye con ayuda de la tierra y mi divinidad cuando siento la necesidad de tocarlo. Las puntas de mis dedos rozan su frente y lo siento llenar sus débiles pulmones con aire cargado del oxígeno que necesita.

Y lo escucho. El dulce retumbar de un corazón débil y cansado.

Es fascinante.

Que se aferre tanto a la vida.

Qué sigua luchando.

¿Esto es un héroe?

Es grandioso.

Rozo sus labios con mis dedos y estos vuelven a tener un color saludable.

Y todos los sonidos estallan de nuevo cuando veo que se lo llevan y yo me escondió en las profundidades de la tierra húmeda y fría. Sola. Estoy muy sola durante días. Recuerdo al mortal mitad dios inconsciente y me preguntó si así es como me veía cuando me creé.

Tan sola. Como si fuera a desaparecer en cualquier momento.

Lo observó durante las siguientes horas, días y meses. No está solo, no como yo. Hay personas a su alrededor, pero aún puedo sentir su melancolía y soledad. Él se ríe en los días soleados, a veces llora en los nublados, también se enoja con mucha frecuencia.

Lo veo cambiar una y otra vez.

Cada día es diferente. Siempre está cambiando. Su cabello crece cuando duerme, se fortalece con cada comida y se vuelve más alto cada día.

Verlo es divertido.

Y tiene cosas muy curiosas en su habitación. Como su chaqueta hecha de material animal y vegetal.

No comprendo por no solo hace ropa con su esencia divina.

Tiene todas estas prendas fabulosas guardas dentro de una caja de roble, dentro de otra caja de roble aún más grande que utiliza para resguardarse de los elementos naturales como la lluvia y el sol, cuando podría vivir directamente en el bosque.

Son cosas mortales, supongo.

Me pongo su chaqueta beige con pelaje sintético en el cuello. Me miro en su espejo y sonrió al pensar en que me parecía un poco a él. El semidiós hijos de Hades, al parecer su nombre es Nico di Angelo, lo escuché de unos Campistas que recogía fresas.

Me encogí de hombros y jalé la tela resistente hacia mi nariz. Aspiro el aroma grabado en la prenda.

Tuve que huir rápidamente por qué escuché al dueño de la cabaña en el pórtico. Lamentablemente, olvidé devolver su chaqueta al armario.

Lo vi por la ventana hacer un berrinche monumental.

Rompió la caja de roble más pequeña dónde guarda sus prendas y volteo la estructura de madera que sostenía la tela llena de algodón que utiliza para dormir. Y rompió una silla contra la pared de su cabaña, rompió varias.

Creo que no debí robarla.

Pero me hizo muy feliz hacerlo, por primera vez hablé con alguien.

Y ese alguien fue él.

No sabía que disfrutaría tanto conversar, pero me gustó.

Deseaba hablar más con él. Pasar tiempo con él, pero no observándolo desde lejos. Quería verlo de cerca, hablar con él y olerlo... Eso último podía hacerlo sin que lo supiera.

Eso me hacía feliz.

Me hizo feliz seguirlo.

Estando cerca podía escuchar los latidos de su corazón, su respiración y acercarme para sentir su calor.

Podría vivir para siempre de esta forma y nunca me cansaría.

Todos los días.

Todos los meses.

Podríamos estar solos, juntos. De esa forma no era tan mala la soledad.

Me hacía sonreír, solo ver su cara y poder mantener una conversación todas las mañanas para desayunar, me gusta comer con el aunque no lo necesite, me gusta ir a la escuela y pasar el rato aprendiendo cosas que nunca utilizaré como diosa.

Y también gusta terminar en la estación de policía todos los fines de semana. Lo que se volvió bastante común el último año. Conoces gente muy peculiar en ese lugar gris.

Cerré mi casillero luego de sacar los libros que necesitaba, y allí estaba un chico mortal de cabello rubio, cenizo y ojos azules. Típico chico surfista que se ven por montones en Australia.

Me sonríe con sus dientes blancos, incluso tiene un collar con conchas marinas bastante rudimentario.

—Hola, Shiera.— Dice de forma amable.— ¿Estás libre esta tarde? Podríamos ir por un café, a la playa o lo que quieras hacer…— Exclama.

Sonreí mientras abrazaba mis libros y abrí la boca para responder.

— Eso no va a pasar.— Nico cierra su casillero y mira al chico frente a mí.— Piérdete.— Ordenó, amenazante.

Nico también se volvió un poco posesivo con el tiempo.

El joven mortal hizo una mueca de vergüenza y se disculpó antes de irse rápidamente, visiblemente incómodo.

Sinceramente, no lo culpo por huir en lugar de pelear por mi favor, como lo haría un guerrero por la doncella a la que quiere desposar. Nico se ganó la reputación de matón y una semana suspendido luego de darle una paliza a un grupo de estudiantes de locales que querían intimidarlo los primeros días de clase por ser nuevo.

Recuerdo que una chica entro en mi salón luciendo agitada y dijo «¿Eres la prima de Di Angelo? Tienes que venir, se volvió loco» cuando me asome por la ventana hacia el patio, lo vi sentado sobre los cuerpos magullados de los matones locales, como si fuera su propio trono y él un príncipe.

Bueno. Si lo piensas detenidamente, Hades es Rey y Nico su primogénito, así que literalmente es un príncipe.

Desde entonces el bullying se terminó en la preparatoria. Todos ganan.

Excepto los matones que terminaron en la enfermería. A Nico se le hinchó un poco la mejilla y se destrozó los nudillos, pero yo lo ayudé con eso.

— Son curitas, Shiera.— Se queja el pelinegro. Su camisa estaba salpicada de sangre.— No sirve de nada…

Nico gruñe por lo bajo y hecha la cabeza hacia atrás cuando pongo una bolsa de hielo en sus nudillos.

— No deberías pelearte.—Digo con molestia —No tenemos ambrosía o néctar, tardarás mucho en curarte y no vale la pena…— Bufó, no me gusta verlo de esta forma y eso hace que me moleste. Me preocupa y eso me enoja mucho más. Qué complicado.

— Alguien tenía que hacer algo.— Alarga y desvía la mirada.— Además, no me gustan los presumidos.

Lo miro entrecerrado mis ojos.

— Entonces deberías golpearte a ti mismo.— Asegure.

Se rumoreaba que si te atrevías a intentar intimidar a alguien en la preparatoria, era seguro que el loco estudiante transferido desde Venecia, Italia te patearía el trasero.

Me giró para ver al pelinegro.

— Yo quería tomar café.— Aclaró.

Nico a veces ahuyenta a los chicos que se me acercan, agradezco que quiera cuidarme y alejarme de gente mala, pero a veces no es necesario…

— Puedes tomar café en casa.— Acomoda su bolso con el uniforme de esgrima dentro. De ella sobresalía su espada con punta redonda.— Voy a entrenar un rato, ¿Vienes?

— Ahora que espantaste a ese chico, no tengo nada que hacer.— Afirmó.

Espero que se sienta mal, pero no parece demasiado arrepentido.

— ¿Y querías hacerlo?— Pregunta.

— Sí.— Afirme y de inmediato un estornudo corto mi voz.

Los pétalos de rosa se estrellaron contra el rostro del pelinegro, quien cerro los ojos ante el impacto.

Nico me miro mal.

— Bueno, no quería ir.—Admití y el chico asintió con la cabeza.

— Lo sé.— Dice con simpleza en un gesto despreocupado.

Nico entrena en un sitio alejado de todo tipo de civilización. Es por qué suele utilizar esqueletos para tener oponentes que no lo demanden por cortarles un brazo. Aunque ya casi no usa su espada de hierro Estigio, usa su espada de esgrima con punta redonda para no mutilar a nadie. Aburrido, según él. Mutilar le daba acción a la pelea, como matar a un monstruo.

El pelinegro recoge su cabello negro azabache con una liga, para despejar los mechones rebeldes de su rostro.

Nico se ve lindo con el cabello largo, me gustaba ver cómo se lo recoge por qué suele morder la liga mientras se lleva su cabello hacia atrás con ambas manos y luego lo asegura con la liga. Su mirada también se ha vuelto más pesada, menos infantil e inocente.

Suele entrenar descalzo, con un simple chándal y camisa de tirantes del color negro. El pelinegro hace que emerjan cuatro esqueletos vivientes y les entrega espadas de esgrima.

Empieza la pelea mientras yo me descanso debajo de un árbol.

Entre en clases de dibujo hace un par de meses, aún no soy tan buena, pero eventualmente voy a mejorar.

— Anoche soñé que era un bote de kechut y tu mostaza.— Mencioné.

— ¿Así?— Jadea Nico con esfuerzo mientras escucho el metal chocando una y otra vez, mientras yo dibujó un tarro de mayonesa y kechut.

— Lo cual es extraño, por qué normalmente eres la mayonesa en mis sueños. — Levantó la cabeza a tiempo para ver el remate del hijo de Hades que hace volar la espada de las manos huesudas del esqueleto.—¿Qué crees que significa?— Pregunto.

El pecho de Nico sube y baja con esfuerzo mientras las gotas de sudor bajan por su piel igual al mármol. Me mira y limpia el sudor que corre por su frente con su antebrazo.

— Que no debes comer ningún tipo de salsa en la noche.—Opina.

Asiento con la cabeza.

— ¿Tus esqueletos tienen sentimientos?— Pregunto.

— No, Shiera. — Golpea el cráneo de uno de los esqueletos con su mano desnuda y este no se inmuta—Son sirvientes, no sienten—Afirma.

— ¿Por qué sigues entrenando?—Pregunto al ver que vuelve a tomar su espada fina, obliga a los esqueletos a armarse de nuevo.—No lo necesitas conmigo cerca.— Le recuerdo.

— No quiero volverme vago. —Aferra su agarre en el mango de la espada.—Soy el hijo del Rey del inframundo, no importa cuántos años tenga—El joven semidiós endereza su espalda, y lleva una de su mano libre tras su espalda. Una posición típica de la esgrima.—los monstruos me van a perseguir… Y no estarás cerca siempre.— Bufa.

«No estaré cerca siempre» me pone triste pensar en ello y que Nico lo tome con tanta naturalidad.

— Nico es el mejor en esgrima.—Digo con sinceridad, apoyo mi espalda en el árbol tras de mí.—Te gustan mucho esas competencias.— Afirmó.

Nico resopla para apartar el mechón de cabello que se cuela en su frente.

— Claro que no.—Dice entre dientes, lanzándome una mirada afilada.

Cómo castigo luego de su gran pelea, la preparatoria obligó a Nico a unirse a un club deportivo. Eligió esgrima y desde entonces gana cada torneo en el que participa, incluso nacionales, y recibe todo tipo de ofertas.

En su mayoría de universidades que quieren captar un talento joven.

Compramos una repisa para poner sus trofeos, son bonitos y dorados.

— ¿Quieres ir a las olimpiadas?—Le cuestiono curiosa.—Eso sería tan griego y heroico de tu parte.

— Psss…—Le escucho bufar mientras mantiene un combate contra uno de los esqueletos.—Por supuesto que no.

Giró ligeramente mi cabeza. Y sonrió.

—¿Te da miedo que un mortal común y corriente te gane?—Le cuestionó.

El pelinegro se detiene por completo y el esqueleto frente a él se desmorona pieza por pieza en un instante.

Nico carraspeó una risa amarga. Se gira lentamente para mirarme sobre su hombro con ojos oscuros con una chispa de color púrpura en ellos.

— Para nada.— Asegura.

Alzó mis cejas.

— Entonces deberías hacerlo.

— Tal vez lo haré.— Dice Nico entre dientes. Apretando la mandíbula.

—¿En serio? — Pregunté emocionada y aplaudí varias veces.—¡Que bien!

Volvimos a nuestro departamento en autobús cuando el cielo se oscureció. Cenamos y jugamos un videojuego de un mundo hecho de cuadrados dónde tenemos una casita y una granja, Nico se la pasa en las cuevas, pero a mí me gusta más encargarme de construir.

Jugamos una hora antes de ir a nuestros respectivos cuartos para dormir temprano, pues mañana tenemos clase a primera hora.

Desperté a mitad de la noche con una sensación rara en mi costado.

Intenté volver a dormir, pero terminé levantándome de la cama debido a la incomodidad que sentía y me dirigí a la cocina para tomar un vaso de agua mientras me sobaba la zona afectada.

Se sentía como si alguien estuviera picándome las costillas.

— ¿Que es esto?— Presione la zona de entre mis costillas y cintura.

Cerré mis ojos e intenté que el dolor desapareciera, buscar donde estaba su origen para eliminarlo. Sentí un repentino cambio en la temperatura, mis fosas nasales se llenaron del olor característico de la tierra, pero había algo más, olía a gasolina y humanos.

Abro mis ojos y me encuentro con un despejado sin árboles. Se veía como un desierto, pero no lo era, podían sentir las raíces en el subsuelo.

Aquí hubo un bosque antes. Mucha vegetación, incluso un río pasaba por aquí hasta hace muy poco, pero no los veo. Todo está muerto y estéril, y no logro entender por qué, siento en lo profundo de mi ser, no logro ponerlo con palabras, pero sé que este lugar tiene las condiciones perfectas para la vida vegetal y animal, se desarrolle.

Miro a mi alrededor, y me acerco a la esencia de los humanos.

Veo vehículos enormes aplastar la tierra, máquinas enormes abriendo agujeros en el suelo… Un espiral.

Se me corta la respiración al ver el espiral que han hecho en la tierra.

Tan profundo como los grandes edificios que hicieron del cielo su hogar, pero este perfora el suelo y todas sus capas sin piedad.

— ¡Oye! ¡Deténganse…!— Le gritó al primer humano que se me cruza.—¡Escúchenme! ¡Es mía! ¡La tierra que taladran es mía!— Chillo desesperada.

Los pinchazos en mi costado se vuelven cada vez más doloroso.

— ¡Oye! ¡Oye!—No me escuchan. Hay demasiado ruido.—¡Basta! ¡Basta me están lastimando!— Grito adolorida.

¿Por qué me hacen esto? ¿Qué es lo que están buscando?

— ¡Soy la diosa de la tierra! ¡Los humanos no tienen permitido hacer esto…!—Les grito desesperada hasta que mi garganta arde, pero nadie me escucha. Nadie escucha mi llanto.—¡Basta!—Jadeo sin aliento, retrocedo, presa de mi propia angustia cuando logro darme cuenta de los pinchazos en todo mi cuerpo. No solo aquí.

Los humanos están haciendo esto en todo el mundo, todos los días.

Me tropiezo y caigo al suelo, sin poder respirar mientras el dolor crece en mi pecho y se extiende por cada fibra de mi existencia. Lo siento todo.

Los humanos han estado haciéndome esto por años, décadas, y nadie pensó que eso podría dolerme. Mis mejillas se llenan de lágrimas saladas. Levantó mi cabeza, sollozando, y mis ojos se abren de par en par cuando por fin veo el panorama completo.

No solo hay uno. Son hectáreas y hectáreas de espirales en la tierra. Máquinas cavando agujeros día y noche, humanos clavando sus picos en la tierra, destrozando las piedras y toda posibilidad de nueva vida.

¿Quién les dio permiso para hacer esto? Todo es mi, todo lo que está bajo sus pies es mío. Se les dio todo ¿Qué buscan? ¿Qué más quieren? ¿Acaso no estarán satisfechos hasta que logren destrozarme desde el interior?

Ellos creen … Realmente creen que tienen el control de todo.

Pero no es así.

Les mostraré que no es así.

Un grito de pura frustración y furia emergió desde las profundidades de mi garganta, haciendo retumbar la tierra debajo de mis manos y…


Nico di Angelo Pov.

Mis ojos se abren ante el sonido hueco de golpes en mi puerta de madera. Me levanto de la cama de golpe, estoy tan acostumbrado a las crisis que todo en él se tensa y prepara para pelear.

Mi mano se envuelve alrededor del mango de la espada de hierro Estigio que siempre mantengo al lado de mi cama. Me aproximo a la puerta y la abro de golpe, espero encontrarme con un monstruo en la casa o algo mucho peor. Quizás que la loca de Shiera hubiera incendiado la casa.

Pero no es nada de eso.

La castaña clara de ojos verdes está parada frente a mi puerta. Tiene el rostro contraído por la tristeza, las comisuras de sus labios hacia abajo y sus mejillas bañadas en lágrimas. Me alarmé al ver su ropa llena de tierra, sus rodillas y pies llenos de barro.

— H-hice algo horrible.— Dice sin aliento, entre sollozos.

Paso los siguientes 5 minutos tratando de consolar a Shiera. Llora tanto que no puede hablar o respirar. La abrazo y me dio palmadas en la espalda, y no parece que vaya a detenerse pronto.

Sigue tratando de explicarme lo que pasó, pero solo suelta balbuceos y en este punto no me importa. Si la alteró tanto, entonces solo debo apoyarla.

Es algo relacionado con una mina y lo demás puedo imaginarlo.

— No lo comprendo ¿Por qué me harían esto? —Solloza.— ¡Cómo es que tu padre se los permite…! ¡Las piedras preciosas son suyas! ¡Por qué deja que abran agujeros en mí…!

— Cálmate.—Pongo mis manos sobre sus mejillas y la obligó a mirarme.—Respira.— Ordenó una y otra vez. Me detengo solo cuando me obedece.— Solo inhala— Shiera Infla su pecho de aire y lo contiene.— Y ahora exhala. Lentamente. Sígueme.— La imitó.

Pasamos así unos 10 minutos hasta que Shiera logra tranquilizarse.

— Tranquila.— Limpio sus lágrimas en sus mejillas con suaves pañuelos.—Los humanos son codiciosos, está en su naturaleza…— Le explicó.—Quizás para ti solo sean piedras, pero tienen mucho valor para ellos. No está bien, pero es lo que es…— Mi voz se corta.

— Pueden encontrar el oro en los ríos, no hay necesidad de hacerme esto.—Me cuestiona, confundida.—¿Dime cómo es que la antigua diosa de la tierra lo soportaba?— Pregunta.

Trago saliva y apartó los mechones que se cuelan en su rostro.

— Bueno, ella estuvo dormida por mucho tiempo…— Sus ojos marrones son tan oscuros como los míos por un minuto.—Dudo que supiera lo que estaba pasando.— Teorizo.

Ella aferra sus manos a mi camisa.

— ¿Soy mala? ¿Cómo ella?— Pregunta con voz desconsolada.

— No, no, no…— Niego de inmediato.—Tú solo— Mi voz se corta.— Tú solo te perdiste por un momento… No era tu intención hacerlo.— Susurro.

— Pero esas personas…

Me inclino y beso su frente

—Hablaré con Hades, para que les dé la oportunidad de renacer. —Le dio un suave apretón en los hombros.—Así que no te preocupes ¿Bien?

Ella recuesta su cabeza de mi pecho, parece totalmente exhausta.

—Si queria hacerlo…— Dice con la voz rota y temblorosa.—Cuando los vi tan tranquilos, haciéndome eso.— Jadea con dolor.—Solo podía pensar ¿Cómo se atreven? La tierra les ha dado todo, y aun así quieren más…

— Bien.— Acaricio su cabello.—Tengo que explicarte esto. — Susurro.— Esas personas solo eran trabajadores, solo siguen órdenes de otros, no lo hacen por gusto. Es por necesidad.— Digo.

— ¿Inocentes?

No. Quizás no debí decirle eso.

Me mira como si hubiera tomado su corazón y estrujado en mis manos.

— No, bueno, sí, pero… Verás es más complicado que eso.— Mis manos se mantienen sobre ella, tratando que encuentre consuelo.—Quizás puedas encontrar otra forma de… Arreglar las cosas que no te gustan.— Apretó mis labios—Que no involucre matar.

Shiera levanta la cabeza y me mira.

— ¿Me odias por esto?— Pregunta con la voz rota, sonando asustada.

— No. No te odio Shiera.— La abrazo. Envolviéndola en mis brazos.—Debió ser duro para ti conocer este tipo de realidad, sé que es difícil.— Susurro.

— Lo siento mucho.— Se disculpa una y otra vez hasta que amanece.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo. Voten y comenten su opinión. Nico y Shiera se llevan mejor ahora, los dos tienen quince años, bueno, Shiera tiene la apariencia de esa edad.

Mi bebé Shiera.

Memes del capítulo.

Bye bye.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top