Capitulo 2
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Destierro.
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Un grupo de campistas practicaban él en el campo de tiro, sus habilidades y destreza con el arco. Nada fuera de lo común. El día era soleado y caluroso, un típico día del verano. Era perfecto para hacer actividades físicas al aire libre. Aunque claro, eso era normal. En el Campamento mestizo solo hay un tipo de clima todo el año, incluso en invierno. Según los campistas más antiguos, un hechicero lo hizo, según Quiron es obra de la barrera.
El moreno tenso el arco y lanzo la flecha, la cual, al igual que las otras diez que lanzo anteriormente, voló directamente por encima de la diana.
— Creo que esto no es lo mío.— Resoplo y bajo el arco.
—No pasa nada.— Se ríe Austin, hijo de Apolo, y le da un par de palmadas en el hombro.—Esta noche seguro te reconocerán.— Le tranquiliza.
El moreno, Masón, vio otra vez a ese grupo de campistas liderados por un tipo aterrador que lo rondaban como si fueran buitres a un cadáver.
Le lanzaban miradas de burla y sonrisitas llenas de promesas.
Le daban escalofríos.
— ¿Antes o después de que esos chicos me hagan una novatada?— Pregunto Masón, cohibido y temeroso.
— Después.— Le indico Kayla.
— Son los hijos de Ares, le hacen una novatada a los nuevos campistas.— Le explico Austin, quitándole el arco de las manos al nuevo campista.—Bueno, aunque a veces ni siquiera tienes que ser nuevo.— Se burla para sí mismo.
Masón suspiro derrotado.
Parecía imposible escapar de esos adolescentes llenos de testosterona y esteroides. Lo iban a aplastar como a una cucaracha sin esfuerzo.
—Eso me tranquiliza.— Murmura decaído, dando un suspiro.
Bueno, si le iban a patear el trasero lo mejor era que lo aceptará desde ahora y se preparará mentalmente.
— Tranquilo.—Austin, el tipo simpático de trenzas, le señala el bosque.—Ve a recoger las flechas que tiraste, y quita esa cara.— Le indicó con una sonrisa de dientes perfectos.
Masón respiro hondo y empezó caminar hacia el bosque. Paso por detrás de la diana y se metió entre los espesos arbustos para buscar las dichosas flechas que lanzo.
— Oye.—Kayla golpeó el hombre de su hermano y señaló el inicio del bosque.—Creo que el chico nuevo trata de decirnos algo.— Opino la chica.
Austin se sorprendió al ver a Masón correr en su dirección, agitando los brazos como un loco y gritando.
—¿Tú crees?— Pregunto Austin, ese le parecía un comportamiento normal en el campamento mestizo.
—¡Zombies…!— Chillo Masón al pasar al lado del resto de campistas que practicaban tiro con arco.
Apenas dijo la palabra «Zombie» una horda de muertos vivientes rugiendo y con armas en sus manos emergieron desde las profundidades del bosque.
— Corran.—Susurro Kayla.
Ella había visto una o dos veces a su cuñado traer a los muertos a la vida, pero estos se veían raros… Agresivos y torpes. Cuando Nico los llamaba eran más como sirvientes obedientes, estos se veían realmente salvajes.
—¡Corran…!— Grito y jalo a su hermano para que corrieran en dirección contraria a la de los zombies que se aproximaban.
—¿¡Qué diablos es esto?!— Grito Austin entrando en pánico.
—¿¡Dónde está el hijo de Hades!?— Chillo Kayla, aturdida.
El pelinegro estornudo de la nada, sorbió su nariz y volvió a morder su hamburguesa. En sus audífonos de diadema sonaba a todo volumen la canción «Teenagers» de My chemical romance, su pierna derecha se movía al ritmo de la canción al igual que su cabeza. Se había escapado hace media hora del campamento al restaurante Mcdonald más cercano, por qué podía y quería hacerlo. Tal cual. Además, en el campamento no hay coca cola.
De todos modos no es como si hubiera mucha seguridad en el Campamento mestizo, nadie te impide salir, solo evitan que entren los monstruos.
Los zombies inundaron el campamento mestizo.
Causaban destrozos y atacaban a los campistas. Algunos usaban armas y otros armaduras, a pesar de no ser los seres más inteligentes, tenían el factor sorpresa. Pero los campistas estaban entrenados y no tardaron reaccionar.
Los hijos de Atenea se dieron cuenta del problema y rápidamente armaron un contraataque. No hubo tiempo de ponerse Yelmo o armadura.
Solo tomaron el arma más cercana y empezaron a destrozar zombies.
—¡Señor D! ¡Señor D!— El chillido y golpes insistentes de una semidiosa quedaron ahogados detrás del cristal de la ventana, no llamo la atención del dios que veían una película de los 90.— ¡Haga algo! ¡Señor D!
—¡Ataquen…!— Gritó Sherman Yang, alzando su lanza y señalándolo hacia la horda de muertos vivientes.
— ¡Mierda! ¿¡Dónde diablos está Di Angelo!?— Grito uno de los campistas cuando se vio rodeado por un grupo de zombies, aunque fue rápidamente salvado por un hijo de Hermes.—¡Ese idiota cara de mazorca no debería dejar salir a los muertos y largarse!
El campamento parecía un campo de guerra, con extremidades volando y sangre coagulada en el césped.
— Nunca habían visto que invocara a tantos desde la guerra… Mierda.— Las palabras se le quedaron atoradas en la garganta cuando bloqueo el ataque de un zombie y se dio cuenta de que traía una viaje camisa del campamento…—Aún tienen carne pudriéndose.
El zombie la volvió a atacar con su espalda vieja y sin filo. El hijo de la diosa Atenea lo decapito sin culpa, pues ya estaba muerto.
Aunque le dejo una sensación muy amarga en el paladar…
—No me digas.— Jadeo, una hija de Deméter, horrorizada y temblorosa.—¿Son campistas?— Les cuestionó.
La pelea duró poco, los zombies eran débiles y fáciles de acabar. Después de 30 minutos ya solo quedaban pedazos esparcidos por todo el campamento.
— ¡Pero qué mierda le pasa a di Angelo! ¡Los esqueletos son pasables!— Señaló a los cadáveres aún frescos. Bueno, los putrefactos.—¡Pero esto…! ¡Es…!— Las palabras del semidios se vieron ahogadas por el vómito que se abrió paso por su garganta.
Se inclinó y dejo salir su desayuno. La hija de Apolo se acercó y le recogió el cabello mientras hacía lo suyo.
— Qué asco.— Murmuro Kayla.—¿Qué hacemos?— Pregunto aturdida.
Le dio unas palmaditas en la espalda a la campista y le dijo que fuera a la enfermería a tomarse algo.
— Busquen al hijo de Hades y hagan grupos para recoger las partes sueltas de los zombies que quedaron, vamos a enterrarlo o quemarlos…—Malcolm quien era acompañado por un grupo de campistas para dar una vuelta alrededor del campamento.
El rubio hijo de Atenea se detuvo de golpe y bloqueo el camino del grupo, el líder de la cabaña de Ares que iba detrás soltó una maldición. Había un cadáver frente a ellos, tendido en el suelo, pero no era un zombie que se pudría y se desprendía pieza a pieza.
Era un campista. Un veterano hijo de Ares, muy conocido y detestado.
Él se encarga de perseguir y hacer novatadas a los nuevos campistas.
El cadáver estaba fresco. Y no había señales visibles de lucha, casi parecía dormido. Pero estaba muerto.
— Es imposible que lo haya matado a un zombie.— Susurro el rubio.
Los zombies eran lentos, buenos peleadores, pero no rival para un hijo de Ares bien entrenado y sano.
— ¿Malcolm? ¿Qué hacemos ahora?— Pregunto al aire la líder de la cabaña de Deméter quien tomo la mano de su novio en forma de apoyo.
Sherman oculto su rostro en el hombro de su novia y se cubrió la cara con su mano libre. Idiota o no, era su hermano después de todo.
Malcolm limpio el cristal de los lentes con la esquina de su camisa.
— Hay que recoger el cuerpo. Y llevarlo a la enfermería.— El rubio platinado respiro hondo.— Que los hijos de Apolo traigan una camilla y se lo lleven.— Explico Malcolm.
(. . .)
— ¡Suélteme! ¿¡Pero qué mierda les pasa a todos ustedes!?— El pelinegro se sacudió entre los brazos de los hijos de Hades, que lo obligaron a ponerse de rodillas y bajar la cabeza.
— ¡Basta! ¡Esto es demasiado!— Chillo Will, alarmado y nervioso.
— Es cierto, déjenlo.— Los hijos de Ares lo soltaron y Nico gruño furioso— En la reunión solo están permitidos los líderes de cabaña, pueden irse y gracias por traerlo. —Agradeció el rubio.—Se nota que se resistió.
Ambos campistas abandonaron la casa grande sin chistar.
— Hijo de Hades has cruzado la línea de lo que todos estamos dispuestos a soportar.—Malcolm se acomoda las gafas y se reclina de la silla.— Enviar muertos para asustarnos es una cosa, pero asesinar a un campista es otra.
El pelinegro se levantó, las sombras crecían a su alrededor como la pluma llena de tinta sumergida en el agua.
—¡¿De qué estás hablando?! ¡Yo no levanté a los muertos!— Chillo Nico.
— ¿Entonces quién lo hizo? Eres el único que puede hacerlo, además de tu hermana.— Le Refutó y Nico se quedó sin palabras un momento.
Nico di Angelo sabía que Malcolm tenía razón, pero él ni siquiera estaba en el campamento. Llego hace 5 min y dos idiotas enormes, cabeza hueca, lo arrastraron a la casa grande.
—¡No lo sé! ¡Ni siquiera estaba aquí!— Grito exaltado por la acusación.
Ni siquiera sabía lo que estaba pasando. Acababa de llegar y el campamento estaba hecho un jodido desastre de muertos vivientes.
— ¡Deja de mentir o te cortaré la lengua yo mismo!— Amenazó el líder de la cabaña de Ares, Sherman Yang, golpeó la mesa y se levantó de su silla.
Fue rápidamente contenido por el líder de la cabaña de Hermes y su novia, líder de la cabaña de Deméter.
— ¡Ven e inténtalo!— Gruñó Nico.
— Basta.— Pidió la hija de Deméter.—No es momento de pelear.
Sherman Yang no tenía ese típico tono altanero al que Nico di Angelo estaba acostumbrado, solo había furia y ojos inyectados en sangre. Temblaba.
El hijo de Ares realmente pensaba que había sido culpa de Nico.
—Algunos campistas…— Agrego el rubio de lentes — Afirman haberte visto discutiendo con Jack la semana pasada, ¿Mienten?— Pregunta.
Nico tarda en responder.
— No. Eso sí paso, es un idiota.— Afirma y Will se da un golpe en la frente.—Pero yo no lo mate, ni reviví a los muertos.— Repuso serio.
—¿Dónde estuviste?— Una voz más calmada y nerviosa atravesó la sala.
Nico se giró en su dirección y miro al rubio con bata blanca machada. Will lo miraba fijamente, sus ojos estaban llenos de dudas y esperanza, como si esperara que su respuesta lo respalde.
— Will… E-eh estaba en el Macdonalds comiendo.— Balbucea Nico.—Tú no crees que hice esto ¿No?
Al hijo de Apolo se le cortan las palabras en la garganta.
No responde.
Lo mira como si pudiera encontrar la respuesta a su pregunta en sus ojos.
— ¿Alguien puede confirmar que estuviste allí?— Pregunta Malcolm.
— No, pero—
— ¡Está mintiendo! — Grita Sherman Yang de forma acusadora.
— No.— Will niega con la cabeza y su voz tiemblan.—Claro que no.— Repite el rubio, pero esta vez para sí mismo.—Tiene que haber una explicación, Nico no pudo haberlo hecho.
El pelinegro palidece aún más.
— ¿Crees que lo hice?— Le cuestiona a su novio, aturdido.
— ¡Claro que no! ¡Es solo…! ¡Esto se ve mal y no hay nada que te respalde!— Se defiende Will, luciendo agitado.
Eso hizo sentir raro a Nico, sintió mucha tristeza y luego resignación. Pero no demostró ninguna de las dos, solo una momentánea molestia.
—¡¿Qué se supone que tengo que hacer para que confíes en mí!?— Grita el hijo de Hades.
— ¡Confío en ti…!— Chilla Will.
— Culpable o no.—Malcolm interrumpió la conversación de pareja.—No hay forma de saberlo.
Sherman se levantó.
— ¿¡No haremos nada!? ¿¡El tipo puede matar a todos mis hermanos y salirse con la suya!?—Les cuestiona el hijo de Ares agitado y furioso, cuando no recibe una respuesta se acerca a la líder de la cabaña de Hécate y toma la daga en su cinturón.—¡Bien…! ¡Si no hacen nada, yo lo haré…!—Camina con la daga alzada, directo hacia Nico.
Esta vez todos los líderes de cabaña, incluyendo a Will lo detienen.
— Basta. No me dejaste terminar.—Se queja Malcolm agitado, se acomodó los lentes—Culpable o no. No somos nosotros los que decidimos lo que se hará con él.—Concluye y señala al dios tomando Coca-Cola en la mesa de ping-pong.—El señor D es el director y ya escucho nuestros argumentos.
Todas las miradas se fueron hacia el dios del vino en la mesa.
— ¿Entonces?— Pregunto Sherman.
— El niño Di Angelo es el único de ustedes que me respeta. Me sienta mal castigarlo.— Dionisio se acomoda en la silla pesadamente.—Revisaré las normas del campamento…
El dios extiende su mano y toma el pequeño manual del campamento. Lo sopla y una nube de polvo sale de él.
— ¡Esto debe ser una JODIDA BROMA…!— Grita Sherman.
— Cuida ese lenguaje.—Advierte Dionisio.—Pero mira que tenemos aquí… Regla 104, los hijos Hades, el rey del inframundo, tienen prohibida la entrada al Campamento Mestizo por su naturaleza vengativa y caótico. Vaya, ni siquiera yo sabía de esta regla.— Paso las páginas.—Tal parece que revivir a los muertos también está prohibido en el campamento.— Tomo un sorbo de la lata, paso las páginas y alzo una ceja interrogativo —Y por el asesinato accidental o culposo, será la expulsión/destierro del campamento de por vida.—Murmuro pensativo y miro a los semidioses presentes.—El castigo por levantar a los muertos es una restricción celestial a sus poderes de forma temporal.— Agrego.
— Esto no está bien. Hay que llamar a Quiron.—Balbucea mientras muerde sus uñas nerviosamente la líder de la cabaña de Hécate.— No está bien.
—¡Es una locura! ¡Paso menos de una hora! — Chillo Will.—¡Es una decisión muy precipitada! ¡Hay que esperar que Quiron vuelva!
— Bien. —El rubio platinado respiro hondo y se sentó de nuevo.—Seamos democráticos y votemos. El voto será secreto, círculo si creen que hay que esperar y «x» si creen que él castigó debe ser inmediato.— Ofreció.
Y se hizo, todos los líderes, excepto Nico, tuvieron permitido votar.
— Malcolm.—Pregunto Will, jugando con sus manos nerviosamente.
— Trato de ser imparcial, Will.— Dice mientras cuenta los votos.—No tengo nada en contra de Nico.— Admite.
El rubio platinado de ojos grises se ajustó los lentes y se puso de pie.
— Nico di Ángelo.— Lo llamo y le informa—La mayoría de los líderes de cabaña piensan que eres culpable, 3 votos a favor y 8 en contra.
Will suelta un jadeo de horror.
— Claro.—Dice entre risas amargas. Baja la cabeza y mete sus manos en sus bolsillos.—¿Cómo podría ser de otra forma? Peleó en sus guerras y llevo ejércitos a sus luchas… Solo soy necesario cuando tienen problemas.— Murmura entre dientes.
Dionisio se levantó y se limpia las migajas de galleta de la panza.
— Según las reglas del campamento mestizo. Debo «Castigarte»—Explica Dionisio, sin ganas.—Así que…
— No hace falta.—Dice el pelinegro con sinceridad, las sombras espesas se arremolinan a su alrededor y la casa entera se agita como si se fuera a caer a pedazos en cualquier momento. —Entiendo que no soy bienvenido.
— ¡Nico…!
El hijo de Hades desapareció en un estallido de sombras y al instante la casa entera se estremeció, el temblor se detuvo, pero las cosas siguieron cayéndose de sus estantes.
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«¡No, no, no! ¿Por qué se va?» Me hundo en la tierra en un torbellino y me arrastró dejándome caer para ir en la búsqueda de la peculiar esencia que viene de ese semidiós.
Me dejó caer desde el techo de la enorme caverna y aterrizó detrás del chico de cabello negro y piel pálida.
Escuché que otros semidioses lo llamaban "Nico di Angelo" debo suponer que es su nombre.
— ¿A dónde vas?— Le pregunto en un tono asustado, alarmada por la forma tan repentina en que se fue.
Él se gira para mirarme y noto la sorpresa en sus ojos oscuros.
— ¿Y tú quién eres?— Pregunta haciendo una mueca de confusión.
— Te devuelvo tu chaqueta, pero no te vayas.— Le entrego la chaqueta hecha bolita en las manos.—Ya no tomaré tus cosas.— Prometí, ansiosa.
Él deja de respirar un segundo con la vista fija en mi rostro y luego sus ojos se llenan de entendimiento y furia.
Parece muy aturdido.
— Eres una diosa.—Dice de forma acusadora y luego mira la chaqueta en sus manos.—¡Una diosa me roba mi ropa y husmea en mi cabaña…!
Mis mejillas arden. Me siento repentinamente avergonzada y mortificada por lo confundido y molesto que se ve. Esa no era mi intensión, solo quiero conocerlo.
—¡No lo hacía apropósito! ¡No pensé que te molestaría tanto!— Me excuso con preocupación mientras peino mi cabello con mis dedos. Creo que voy a llorar.—¡Pero te veías tan enfadado que me dio miedo devolverlas!— Le admito en un chillido y la respiración agitada. Me acerco y tomo su muñeca para llevarlo devuelta a la superficie.—Ya, vámonos. — Le pido.—Volvamos al campamento.— Casi suplico.
—¡No puedo! ¿Qué no escuchaste?— El pelinegro ancló sus pies en el piso, haciendo que la diosa se detuviera.—Fui desterrado.— Exclama con fuerza.
Ella me mira alarmada.
— ¿Desterrado?— Le cuestiona. Entonces suelto su mano.
Nico me lanza una mirada de muerte y se aproxima hacia mí a zancadas, entonces por reflejo retrocedo. Él me apunta con su dedo índice y lo empuja contra mi frente dando golpecitos.
— ¿No tendrás algo que ver? ¿Verdad?— Me cuestiona en tono acusatorio.
Mis ojos se abren por completo.
— No, no, no…—Niego con la cabeza.—¿Por qué querría que te fueras?
— Nico di Angelo. Estás en serios problemas.—La voz de Hades se proyecta por el castillo, las paredes retumban.—Has traído a una diosa a mis dominios sin consultarme.
Me escondo detrás del semidiós y me sostengo de sus hombros para obligarlo a enfrentar a su padre.
Pensé que podría venir aquí y escapar sin que el Rey del inframundo se diera cuenta de mi presencia. Dioses.
— Oh, no.— Susurro.—Dile que no estoy.— Le suplico.
— Creo que es muy tarde para eso.— Comenta con tranquilidad.
Siento la presencia aplastante de Hades acercarse, mi piel se eriza y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
El aire se vuelve espeso y noto como la habitación se oscurece aún más.
—¿Y bien?— Pregunto Hades. Fuerte y autoritario. Me asomo por encima del hombro del pelinegro y veo al oscuro rey del inframundo parado frente a nosotros, tan grande como un edificio. Trago saliva. Yo aún no puedo hacer eso—Espero que no se trate de un dios de la luz, sería el colmo de los colmos.
Hades mira a Nico esperando una respuesta y luego a la fémina que se esconde pobremente detrás de él.
— Pss…—Sisea y gira ligeramente su cabeza para verla.—¿Cómo te llamas?
Lo pienso un momento.
—Me gusta Shiera, suena bonito.— Le susurro de vuelta.
Nico me mira mal.
—¿Cómo que suena bonito? ¿Es tu nombre o no?— Me cuestiona.
—¡S-Sí! ¡Es mi nombre!— Aseguro y al instante un estornudo sube desde lo más profundo de mi ser y expulsar una gran cantidad de pétalos de rosa por el hermoso piso del castillo.
— Los estoy escuchando.— Les recuerda Hades, cruzado de brazos.
— Padre.— Nico se hace ligeramente aún lado.—Ella es Shiera, diosa de la…— La mira en confundido.—¿De qué eres diosa?— Pregunta.
Ella se inclina y susurra a su oído;
— De la tierra.
—Diosa de la tierra.— Comunica Nico en voz alta hacia su padre, luego se da cuenta y se gira hacia la femenina—¡¿Cómo?! ¿¡Diosa de la tierra!?
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— Entonces Gaia exploto y los pedazos cayeron a la tierra sobre el campamento mestizo.— Ella hizo un sonido de explosión con su boca.—Y fue como «Fiuuu» y «shaassss»— Sus manos se movieron de un lado al otro.—Y entonces yo surgí de los pedazos que cayeron a la tierra— Lo pensó un momento—Como un capullo o un huevo.— Ejemplificó.—Creo que así describiría mi nacimiento—Tomo un largo sorbo de su bebida.—Eso pasó como hace 3 meses.
Hades negó con la cabeza mientras se sobaba el entrecejo, luego miro a su hijo a la mesa con decepción, negó con la cabeza y se llevó la copa a los labios para engullir el celestial licor de los dioses. Se enderezó y respiro hondo antes de dirigirse a la diosa, la cual hacía burbujas con su bebida a través del popote de metal como si fuera una cría de seis años.
—Definitivamente debería informarle de tu existencia a los demás dioses.— Dijo Hades para sí mismo. Exhaló con diversion y una sonrisa amarga en sus labios pálidos—Pero como soy la oveja negra de la familia, no pienso hacerlo.—Exclama el dios en tono de burla mientras acaricia su mentón.—A mi hermanito le saldrá una hernia cuando sepa de tu existencia.— Mira a la diosa sentada a su mesa.
Se veía como cualquier mortal, incluso su aura parecía menos poderosa que la de su hijo.
Parecía un poco desconectada de la realidad. Quizás por qué nació hace muy poco y solo conoce la normalidad del campamento mestizo.
— Volviendo a lo importante.— Nico, llamo la atención de su padre, se puso de pie.—Acepto la propuesta que me hiciste. Quiero volver a estudiar, de preferencia, muy lejos de New York y América del norte.— Pidió, firme.
Hades apoyó su mejilla de la palma de su mano y miró a su hijo.
— Pensé que estabas muy enganchado con el campamento— Menciono con simpleza y un toque de fastidio en su voz ácida.—A ninguno de mis hijos les ha ido bien allí, para empezar tenían prohibida la entrada.— Se quejó.
El rostro de Nico se oscureció y apretó su mandíbula con fuerza.
— Ese ya no es un problema.
Hades suspiró.
— Está hecho entonces.— Se levantó del extremo más alejado de la mesa.—Empezarás mañana, puedes descansar hoy.—Le sugiere.— Tu agotadora vida como mortal empieza ahora.
—¿Puedo ir contigo?— Pregunta la diosa con aires de esperanza.
— No.—Sentencia el pelinegro y la señala.—¡Y deja de seguirme!— Exigió con rudeza, como si fuera un perro.
La diosa parpadeó.
— De todos modos lo voy a hacer.— Hablo en tono bajo y suave.
Nico frunció el ceño.
—¿Entonces por qué preguntas?— Le cuestiona exaltado.
— Quería ser amable.
— Llévala contigo.— Le ordenó y Nico se quejó audiblemente—Será bueno que aprenda un poco sobre la vida de los mortales.—Hades miro de reojo a la joven diosa quien miraba a su hijo como si fuera la cosa más fascinante de este universo.—Confinada en ese campamento mestizo no entenderá su papel en el mundo. Aparte te será de utilidad…— Menciono el Rey del inframundo antes de emprender su camino a la sala del trono.
— ¿Y en qué podría ser de utilidad? ¡Me gustaría saber!—Chilla Nico, sonando realmente molesto.
Básicamente haciendo un berrinche.
Hades puso los ojos en blanco y dejo escapar un gruñido, sin detener sus pasos, mira a su hijo por encima del hombro.— Ningún monstruo cuerdo se enfrentaría con un dios, incluso si es… Cómo ella.—Le indica— Mientras te quedes cerca de ella, no correrás ningún peligro. — Explica el dios.
Nico se quedó callado un momento.
— Hades.— Lo llama Nico.— ...Aún está prohibida la entrada de tus hijos al Campamento Mestizo.
El dios suelta una risa amarga.
Hades desaparece en una nube de sombras, dejándolos solos.
Nico exhala furioso.
Se gira y allí está ella mirándolo fijamente, luego sonrió.
Holaaa chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo. Escribí bastante rápido por qué andaba inspirada por el apoyo que le dieron al primer capítulo.
¡Les presento a Shiera la diosa de la tierra, la nueva protagonista de esta corta historia!
Estoy casi segura de que ella escucho el nombre en el campamento y le gustó.
Memes del capítulo:
Bye bye.
Por cierto, dejen sus opiniones y comenten que les pareció:
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