Capitulo 1.
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Stalker
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Boys Will Be Bugs
Acabo de cumplir catorce años
Y creo que este año voy a ser malo
No te metas conmigo, ahora soy un chico grande y doy mucho miedo
Golpeo las paredes, salgo de noche y hago karate
No me envíes un mensaje porque no responderé, quiero hacerte llorar
¿No es así como se supone que debo ser? Aunque este no soy yo
Los chicos son molestos, ¿verdad?
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— ¡No estoy paranoico! ¡Te lo juro, Will! —Nico daba zancadas detrás de su novio.—¡Alguien se está metiendo en mi cabaña! — Le aseguró.
Respiración agitada. Cabello y aspecto desaliñado en general, sumándole a eso las bolsas debajo de sus párpados y ojos llenos de locura. Incluso se ve más delgado, como si hubiera dejado de comer o dormir otra vez.
Sí, Nico se veía como el loquito del centro después de una inhalada.
— No eres paranoico.—Will se detuvo y Nico choco contra su espalda. Este se giró para mirarlo.—Solo estás un poco ansioso.—Tanteo con burla en su voz.
El pelinegro lo miro mal mientras soltaba una risa falsa y amarga.
—Se robaron mi chaqueta—Afirmo.— ¿Cómo explicas eso?— Se señaló a sí mismo, haciendo hincapié en que le faltaba una prenda indispensable.
Su chaqueta de aviador.
Will lo miro sonriente. Amando lo adorable que se veía enojado.
—He visto tu cabaña, cariño.— Le toma de los hombros y le da un suave apretón.—Es un desastre, seguro está debajo de tu cama o en el armario. — Bromeo al tiempo que un grupo de campistas pasaban hacia el campo de tiro con arco entre risas.
Los orbes de negros de Nico los siguieron con una mirada asesina.
— Son los hijos de Hermes.—Exclamo.— Sé que son ellos.— Gruño.
El pelinegro empezó a caminar hacia ellos, pero su novio lo detuvo.
—Evita amenazarlos, eso no es amigable.—Le indicó, y lo abrazó por los hombros.— Mira, cuando termine mi turno en la enfermería te ayudaré a buscarla y… A arreglar tu cabaña.
Nico bajo la cabeza, apretó los labios y gruño como un Chihuahua.
No solo eran sus cosas perdidas, no le importaba si se le perdían una o dos camisas, pero últimamente se sentía observado. Le daban escalofríos y le daba la sensación de tener a alguien siguiendo sus pasos muy de cerca.
— Y si no la encontramos—Agrego, el hijo de Apolo.—Te acompañaré a la cabaña de Hermes y hablaremos con ellos de forma civilizada ¿Qué tal?
Le dio una mala mirada, pero finalmente acepto.
— Bien.— Dijo de mala gana.
— Ahora dilo bonito.— Pidió.
Exhaló con fuerza. Mientras una sonrisa forzada se extendía en su rostro contorsionado por la furia.
— Qué propuesta tan constructiva, rayito de sol.—Dijo entre dientes.
Will soltó una carcajada y le dio varios besos en la mejilla antes de dirigirse a la enfermería para cubrir el turno de una de sus hermanas.
Nico se fue al bosque para echar pestes sin que nadie lo viera. Dónde su novio no podría regañarlo.
Las cosas habían mejorado mucho. Se sentía aliviado, más ligero y tranquilo. Como si le hubieran quitado un gran peso de encima del alma. Al fin, podía respirar sin esa presión en su pecho.
Había logrado sobrellevar su perdida y aceptar que debía seguir adelante, sí, seguía extrañando a su hermana y claro que deseaba tener una madre. Quizás siempre iba a desear de tener devuelta la familia que perdió, pero ahora está seguro que debía darse a sí mismo una oportunidad de ser feliz.
Y quizás, si sobreviví su adolescencia, podría formar una familia propia.
También esperaba mejorar su relación con sus compañeros de misiones, Frank, Leo, Jason, Percy, Annabeth y Piper. Es decir, eran amigos, pero en situaciones de estrés extremo es difícil relacionarse…
Sobre todo para el que intento matar a Percy durante unos 2 años.
Pero para ser honesto, ¿Quién no ha intentado matar a Percy?
Es casi un deporte olímpico.
Pero eso quedó en el pasado.
Incluso había hecho amigos en el campamento mestizo. Bueno, no sabía si los hermanos de su novio cuentan como amigos suyos, pero se llevan bien y le agrada pasar el rato con los hijos de Apolo. Todos son amables.
Y aun así, seguía necesitando un tiempo a solas.
De vez en cuando se adentraba en el bosque mágico del campamento y se escondía en las sombras. Bueno, no es tan literal, solo está siendo dramático. A veces solo se sienta en alguna roca frente al cauce del río, le gusta ver el agua correr por la tierra y rocas. La calma que se respira en el bosque y la falta de gritos de campistas molestos es sublime. A veces solo necesita un poco de espacio lejos de todos ellos.
Aún le costaba un poco olvidar la forma en la que lo trataban antes, pero trataba de ignorarlo por su bien. Tenía que pasar página, ellos tenían sus prejuicios sobre los hijos de Hades basados en locos rumores y miedo, no era su culpa. Estaban aprendiendo. Y él debía darse una oportunidad.
El problema principal y su defecto fatídico; Es un resentido.
Nico era un bastardo resentido. Una hija de Hécate le dijo que esto se debe a que su signo es acuario; Claro que Nico no entendía de esas cosas, solo era un bastado resentido.
Así que cuando los campistas que antes no se le acercaban o hablaban mal frente a él, ahora lo saludan con una sonrisa, e intentan hablarle, Nico siente que la vena que palpita en su frente va a explotar del coraje.
Por eso viene aquí a lanzarle piedras al río para liberar la frustración.
— Te ves solitario.— Una voz hizo eco en el espeso bosque de pinos.
El pelinegro se levantó tan rápido que su cabeza dio vueltas, se gira hacia la espesura del bosque, aún se mantiene firme y lleva su mano hacia el mango de su espalda de hierro Estigio que cuelga de su cinturón. Agitado.
— ¿Quién está allí?— Pregunta en voz alta, tan intimidante como puede ser un chico de catorce años.
No hubo respuesta.
— ¿Hola?—Eso último fue un gruñido.— ¡Si son los hijos de Hermes! ¡No voy a caer en sus estúpidas bromas!
Nico repasa el bosque con la mirada una, dos y tres veces. No logra ver un destello de movimiento, nada, no es como si tuviera la mejor visión. Casi nunca trabaja con ella, normalmente él puede percibir las auras, si eres un mortal, semidiós o un dios, y se guía de ello, pero ahora mismo no lograba sentir nada en particular. Exhaló con fuerza y se frotó los ojos, estaba loco.
Quizás Will tenía razón.
Estaba paranoico por qué las cosas estaban muy tranquilas.
El pelinegro volvió a sentarse, pero en esta ocasión mantuvo su mano en el mango de su espada. Más alerta.
Silencio.
Solo podía escuchar los sonidos del bosque, el zumbido de los insectos, las ramas crujiendo por la brisa y el sonido del agua corriendo.
— No quería asustarte.
Es una voz femenina, ahora lo nota.
Nico respira hondo y cierra los ojos, tratando de percibir a la persona que estaba hablando y dónde estaba.
— No me asusté.— Refutó.
— Parecías asustado.
El pelinegro puso sus ojos en blanco y resoplo. Otra vez sentía esa maldita vena palpitando en su frente.
— ¿Eres una semidiosa?
Quería descartar que fuera una hija de Deméter. Pero estaba seguro de que debía ser una ninfa del bosque.
Era la única opción válida, aunque no tenía demasiado sentido, por qué la mayoría de ninfas le tienen miedo y evitan religiosamente topárselo.
Todo eso del el aura de muerte que lo sigue como una marca por ser hijo del Rey del inframundo.
—… Sí.— Respondió luego de unos segundos y al instante estornudó.
El sonido hizo que girará la cabeza para mirar por encima de su hombro en la dirección de la voz femenina y veo un estallido de pétalos de rosas salir detrás de uno de los pinos.
Esta chica me está mintiendo.
— ¿Eres una Ninfa?
— ¡S-Sí…!— Exclama con voz entre cortada y estrangulada, seguida de dos fuertes estornudos y como si fuera confeti un estallido de pétalos de diferentes tipos de flores.
Nico desencajó su mandíbula en un gesto de fastidio.
— ¿Me estás mintiendo?
La escucho sorber su nariz.
— Sí…— Acepta finalmente.
Esta vez no hubo estornudos.
Okey. Estornuda cuando miente. Eso es información valiosa.
El pelinegro se puso de pie, saco su espada de su funda y la clavo en la tierra. Casi creyó escuchar un chillido cuando lo hizo, pero lo dejo pasar.
Nico apoyó sus manos en sus caderas y se giró hacia el bosque.
— ¿Eres tú quien se mete en mi cabaña?— Pregunto, tratando de no sonar demasiado molesto.
Solo para no asustarla. Por qué parecía una persona tímida.
Y él quería la verdad.
Pero no hubo respuesta.
—¿Te robaste mi chaqueta?— Pregunto entre dientes.
Otra vez no hubo respuesta.
Solo silencio.
Empezó a enojarse.
El hijo de Hades hizo un viaje de sombras hacia el árbol de donde salían los pétalos de rosas con la intención de atraparla o verla.
Nico gruño con frustración al darse cuenta de que no había nadie allí.
— ¡Vuelve aquí!— Grito frustrado. Exhaló con fuerza y tomo aire para llevar su cabello hacia atrás.— No estoy molesto, hablemos.— Pidió.
Nico estuvo gritando en el bosque durante unas dos horas, sin ninguna respuesta de su acosadora.
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Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el primer capítulo, lo hice un poco corto, pero tiene la información necesaria.
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Imagen de Nico di Angelo, el embajador de pluton.
Bye bye.
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