Epílogo

🦋 Cinco años después.

La paz que existía en el pecho de Taehyung, para ese momento del día, era inigualable. Sus ojos amielados iban de un lado para otro, recorriendo el aula y observando con atención a sus pequeños alumnos de preescolar.

Era San Valentín, y nada le emocionaba más que admirar los dibujos que sus niños hacían, con dedicatoria a aquellos que consideraban sus mejores amigos.

Él también estaba haciendo el suyo: la peculiar obra de arte que expresaba su amor.

Sentado frente a su escritorio, utilizaba delicadamente un crayón rojo para rellenar el mejor corazón que había dibujado en su vida. Sonreía felizmente a la par, pareciendo uno de los tantos infantes en la habitación, porque, aparte de ser 14 de febrero, también era su aniversario de vida con Jeon Jungkook.

Y no es que cinco años atrás las cosas hubieran sucedido tal día en específico. En realidad, ellos decidieron determinarlo así debido a que no conocían el momento claro en que su apego los impregnó: quizá fue incluso antes de existir. Tal situación les brindaba ilusión y, con honestidad, darse un solo día del año para conmemorar su noviazgo, era insuficiente a comparación con todos los años que llevaban queriéndose.

Jungkook insistió mucho en que debía ser el 30 de diciembre, ya que fue el día en que su vecinito se unió a su vida, pero Taehyung negó, argumentando que no quería mezclar sus regalos de cumpleaños con los de su aniversario, de tal modo que su voto fue directo al día en que se celebraba el amor y la amistad, porque, justamente, esa era la marca de sus vidas.

De un momento a otro, todos sus alumnos se pusieron de pie y corrieron hasta los grandes ventanales del salón. El castaño levantó la vista ante el suceso, encontrándose con aquello que hacía soltar suspiros sorprendidos a los pequeños: el precioso jardín de la institución acababa de recibir la visita de cientos de mariposas migrantes, que bajaron a revolotear en las flores recién nacidas del lugar.

—¡Son hermosas! —exclamó un pequeño ante el espectáculo y, Kim Taehyung, con una sensación brillante aliviándole el alma, se acercó hasta poder apreciar la maravilla de la naturaleza.

Más, la puerta de su aula fue llamada levemente y, al girar sobre sus talones, sus mofletes se enrojecieron por completo, pues encontró a su pelinegro favorito sosteniendo un ramo de flores de mariposa dirigidas hacia su persona. Sonrió en un cuadrito, sintiendo la sorpresa volverse emoción y corriendo hasta enredarse en los brazos que lo rodearon con mucho amor, mientras sus labios buscaban la mejilla contraria para llenarla de centenares de ósculos silenciosos, pero llenos de cariño.

—¡El novio del profesor! —sin embargo, tanto el abrazo como sus mimos se detuvieron cuando Minha se percató de la visita del ojigris y soltó un grito que alertó a todos sus compañeros, quienes acudieron a chillar emocionados por la visita del mencionado.

—¡Qué bonitas flores! —exclamó Sunmi, otra pequeña que se deshacía en sonrisas—, ¡Déselas al profesor, por favor!, ¡A él le gustan mucho las mariposas!

—¡Profesor, entréguele a su novio el anillo que le hizo! —ideó Minha nuevamente y, para ese instante, toda la piel de Taehyung ya era carmín debido a la pena.

—¡Sunmi!, shh...

—¿Me hiciste un anillo? —Jungkook, ni lento ni perezoso, preguntó pintando una bonita sonrisa, observando los preciosos ojos brillantes de su chico.

—Umh... una... una de las actividades de la semana fue hacer anillos de papel y yo... hice dos para nosotros —aclaró y, al darse la vuelta para ir a su escritorio, soltó un suspiro lleno de ilusión, abriendo la cajita que atesoró con mucho amor.

—¿Cuál te agrada? —cuestionó, llevándolos ante los hermosos orbes emocionados de su pelinegro—, el primero fue un intento fallido y el segundo también, así que elige el que gustes.

—¿Cuál quieres tú?

—Me es irrelevante.

—¡Al profesor le gusta el púrpura!, ¡Le recuerda a usted!

—Dios, Sunmi —habló Taehyung, dándole una mirada avergonzada—, ese era un secreto.

Y Jungkook rio, demasiado enamorado como para poder despertar de su ensoñación: Taehyung era su vida. Así que, mientras este puchereaba hacia la pequeña, tomó el anillo correspondiente de la cajita y se hincó frente al castaño, haciendo que todo el mundo dentro del aula contuviera el aliento por su accionar.

—¿Quieres ser mi osito bonito durante un año más, bebé?

Y la risita llena de anhelo que soltó Taehyung, combinó a la perfección con el rojo intenso teñido en su tersa y bella piel de porcelana.

—Sí, mi Spidey —contestó, conteniendo el aliento ante los gritos enloquecidos que soltaron sus alumnos, cuando Jungkook tomó su mano le posicionó el anillo correctamente; levantándose, también, para abrazarlo por la cintura, entretanto el ramo llegó a las manos de su dueño predestinado—. Es hermoso, mi amor —al aspirar el precioso aroma, Taehyung declaró.

—No más que tú, mi vida.

Y los demás chillaron de la alegría, sonrojando aún más a su maestro, quien no podía terminar de creer en los niños tan inteligentes e indiscretos que tenía por alumnos.

—Niños, guarden sus cosas y prepárense para irse a casa. Ya saben cuál es su tarea para mañana —indicó y, agraciadamente, todos comenzaron a moverse, dejando en paz a sus secretos de loco enamorado—... Spidey, ¿Tienes un poco de tiempo mientras llegan los padres de los pequeños?, quiero irme a casa. Vas a casa, ¿verdad?, ¿o te llamaron de la oficina?

—Te llevaré a casa, osito.

—Bien, entonces, dame unos min...

—Vayan a casa ya —la voz de Yoongi interrumpió la escena, mientras ingresaba al aula con naturalidad, como todos los días al terminar su jornada laboral—, yo me encargo del grupo.

—Pero... Yoon...

—Vamos, Taehyung. No todos los días viene Jungkook a traerte flores: aprovecha y di que irás a ponerlas en un jarrón. ¡Celebra tu aniversario y deja, a los solteros, morir solos!

—¿El profesor Min va a morir? —preguntó un pequeño que alcanzó a escuchar la conversación e hizo pucheros al instante, temiendo por la vida del mencionado, quien le caía de maravilla.

—No, no, Jinyoung —aclaró, esperando que el niño no rompiera en llanto—... Espera, ¿Por qué asumiste que yo moriré?, ¿Tengo cara de soltero?

—¿Quién más estaría soltero si no? —Taehyung se burló y la mueca ofendida de Yoongi lo hizo reír más.

—Pero te juro que el próximo San Valentín no será así: Seokjin está a punto de caer redondito por mis encantos.

—Seokjin no sabe en qué se está metiendo —y ante la expresión enseriada de Yoongi, Taehyung se limitó a ir a guardar y tomar sus cosas de su sitio—. Muchas gracias, Yoon. El próximo San Valentín haré esto por ti y Seokjin.

—Sí, sí...

—¡Adiós, niños!

—¡Adiós, profesor Kim! —dijeron todos al unísono, recibiendo la sonrisa cuadrada de su docente, quien tomó la mano de su novio y se dispuso a salir de la institución.

Pronto, ambos estuvieron frente al jardín repleto de lepidópteros volando felices entre todas las flores, escenario que Jungkook aprovechó para abrazar por la espalda a su pequeño y hermoso novio.

—Amor, tengo una sorpresa para ti.

—¿De verdad? —preguntó el castaño, girando su rostro por sobre su hombro, para observar el fino semblante sonriente que tanto amaba mirar—... No me digas que al fin haremos el amor en tu escritorio, porque me muero.

—¡Taehyung!

—¡Jungkook!, Vamos a hacer el amor ahí, ¿quieres?, es mi fantasía más anhelada desde que vi las lucecitas que instalaste alrededor

—Oh, Dios mío, ¿Cómo es que este hombre calenturiento es el mismo que acaba de salir de un aula repleta de pequeños angelitos?

—No soy calenturiento, tonto Spidey —murmuró Taehyung, frunciendo su entrecejo.

No obstante, recibió un beso cariñoso en su mejilla, que borró la arruga de su frente a la brevedad.

—Quitaré mi equipo de cómputo y te tomaré entre las luces hasta hacerte llorar de placer, osito; pero, esa no es la sorpresa.

—¿Ah, no?, ¿entonces?

—Es una sorpresa, bebé —aclaró y dejó de abrazarlo para mostrarle la tela que guardaba entre su camisa—. Así que permíteme ponerte esto.

—¿Una venda?, Jungkookie, sabes que será peor, ¿verdad?... Me conoces, voy a morir aún más de la curiosidad y no te dejaré en paz hasta saber.

—Pues tienes que ser fuerte, porque de otra manera no te daré nada.

—Aiñ —puchereó, preparándose para hacer una leve rabieta.

—Vamos, mi amor —pero los pucheros que también puso Jungkook, no le permitieron seguir.

—Bien, pero al menos dame un beso antes.

—Ven acá, bombón —y dicho eso, tomó las mejillas sonrojadas del castaño y plantó un beso casto, pero muy intenso, en los belfos que se enamoraron de su perfecto calor convertido en dulzura.

Pronto estuvieron sobre el auto de la madre de Jungkook, que más bien ya se estaba volviendo en el propio, pues lo utilizaban tan a menudo, que estaban completamente familiarizados con sus texturas y el olor a fresas que se desprendía desde el pequeño pino aromatizante que colgaba en algún lugar.

El pelinegro besó la mejilla de Taehyung y prontamente le acercó un paquete de galletas que había preparado con anterioridad, para mantenerlo ocupado en el viaje, mientras seleccionaba su lista de reproducción favorita repleta de canciones de Taylor Swift.

El ojimiel sonrió, tener los orbes vendados nunca antes había sido tan benditamente cómodo. Valía la pena su incertidumbre si iba a haber besos, galletas y Taylor como recompensa. Por ello se mantuvo entretenido en todo momento, cantando con galletas en la boca, sin temor a ridiculizarse frente a su novio, quien, a decir verdad, se enamoraba cada vez más de ese bonito y fanático niño que era su copiloto de vida.

Casi veinte minutos más tarde, aparcó al costado de una acera que Taehyung pensó como su vecindario y, mientras dejaba su ramo de flores y la envoltura de sus galletas de lado, Jungkook se dispuso a ayudarlo a bajar del auto, sintiendo la emoción recorrerle por todo el cuerpo ante lo que estaba a punto de mostrarle.

—Tete, ¿Estás listo?

—Más listo que nunca, Kook. Anda, quítame la venda o moriré de los nervios.

Sin esperar más, se despojó de la tela y su respiración pausada fue clara para los dos, pues, frente a sus ojos, una llave desconocida colgaba de la mano de Jungkook... Una llave hermosa, una que tenía como adorno sus iniciales en un metal brillante y precioso.

—¡Tarán!

—¿Qué es...?

Pero la pregunta quedó en el aire cuando el pelinegro lo giró, dejándolo de frente a la hermosa y amplia estructura que ahora les pertenecía.

—Nuestro nuevo hogar, osito.

—¿Qué? —la pregunta salió de golpe, entretanto intentaba analizar lo escuchado—... No... no puede ser —balbuceó y sus ojos brillaron con intensidad, yendo repetidas veces de Jungkook a la casa y viceversa, totalmente incrédulo y encandilado.

Sin embargo, cual golpe de realidad, su corazón latió frenéticamente cuando logró procesarlo y, de repente, se puso a brincar como un infante sobre la acera, abrazándose del cuello de Jungkook y soltando grititos enloquecidos por la emoción.

—¿Te agrada? —cuestionó Jungkook, riéndose de lo bonito que Taehyung estaba actuando.

—¡Es hermosa, ¡Es hermosa, mi amor!... ¡No puedo creerlo!... ¿Es nuestra, en serio?

—Nuestra, bebé. Toda nuestra.

—¡Es maravilloso! —exclamó y sus labios dieron innumerables veces con los contrarios, tronándolos por la alegría consumida, entretanto soltaba chillidos de júbilo.

—Entremos, ¿Quieres? —sugirió Jungkook y, con agilidad, dejó la llave en la mano de Taehyung, joven que se quedó atónito y perplejo ante lo que eso significaba.

No dijo nada, solo sonrió como un niño, pegándose la llave al pecho como si estuviera abrazándola, haciendo reír al pelinegro que lo tomó con cuidado y lo guio por el caminito central y rodeado de verde pasto, que conducía en dirección al pórtico.

Con un ademán, le indicó al ajeno que utilizara la llave y éste volvió a saltar de la felicidad, llevando sus manos temblorosas hasta insertarlas en la cerradura.

La puerta se abrió y Taehyung sintió que la vida se le iba con eso. La sala de estar, a primera vista, lo conquistó de inmediato y no tuvo más que ir a abrazarse del cuerpo a su costado.

—No puedo creerlo, Jungkook.

Pero no había palabras que el mencionado pudiera contestar. Estaba tan feliz también, que el pecho se le había derretido de alegría en cuanto observó la primera reacción de su Taehyung. Por tanto, le sonrió en grande, mostrándole sus dientitos de conejo preciosos y lo levantó en pose nupcial, totalmente convencido de que esa era la forma correcta para ingresar a su nuevo hogar, cosa que causó un sonrojo extremo en el aludido.

Sus orbes se conectaron y ambos sintieron desfallecerse por lo hermoso que eso era siempre, por lo fino y cálido de su mirar, por su atracción mutua y toda la magia y el amor que los envolvía.

—Te amo, oso.

—Es comprensible, soy grandioso, ¿Quién no me amaría, araña? —respondió, soltando una carcajada que a Jungkook hizo enseriar.

—Te bajaré en este momento.

—¡No, no, no, no, amor!... ¡Lo siento, no volveré a pasarme de listo!

—Eres malo, Kim Taehyung.

—Jungkookie, no... Yo te amo mucho, mucho, mucho...

—¿Cuánto?

—La distancia que han viajado las mariposas desde su hogar hasta reposar en las flores del instituto. Eso, multiplicado por cincuenta millones.

Y Jungkook solo volvió a sonreír, pensando en lo lindo que era su prospecto de amor—. Te salvaste esta vez, pero a la próxima, conocerás la habitación de invitados.

—¿Tenemos habitación de invitados? —preguntó, enderezándose sobre los brazos ajenos, buscando tal cosa por todas partes y haciendo negar a su novio, quien suspiró divertido por la cotidianidad de su vida.

—Esta es la estancia. Podemos renovar los muebles que quieras, compré los que pensé que te agradarían, pero hay posibilidad de devolución, así que siéntete libre de...

—Son perfectos —interrumpió, Taehyung, realmente orgulloso de lo mucho que Jungkook lo conocía—. Me encanta. Todo me encanta.

—¿Es así?

—Sí. Por supuesto que sí, mi amor.

—Entonces, permíteme ignorar lo demás y mostrarte algo especial —yendo directo a las escaleras, comenzó a subir con cuidado, entretanto no molestara con el movimiento a su chico, quien se mantuvo expectante por descubrir lo que Jungkook había preparado.

Realmente la felicidad no podía ser más grande en su pecho, ni siquiera la arruinaría el preguntar por cuántos años se habían endeudado ante su nueva adquisición. Solo estaba emocionado. Vivir juntos era algo que no se habían planteado antes debido a que así crecieron, compartiendo sus habitaciones en sus casas vecinas. Pero este paso era alucinante, era algo que había llegado para colarse en su alma y confirmarle que, en efecto, quería tener su lugar especial con Jungkook a la brevedad.

—Spidey...

—Este... este es nuestro estudio.

Y se quedó con las palabras atoradas cuando, al observar aquel interior, su corazón se aceleró con frenesí.

Una habitación grande se abría paso frente a sus ojos, tan perfecta como ninguna: repleta de libreros vacíos a los costados y dos escritorios posicionados el uno frente al otro, ambos con un par de placas encima que narraban en letras grandes: "Superhéroe" y "Chico de la silla".

Taehyung chilló, observando las lucecitas que también ya adornaban ambos espacios de trabajo y comenzó a removerse feliz, aún sobre los brazos de su novio.

—Jungkook... esto... es lo más hermoso que has hecho por mí. Adoro cada detalle.

—Lo adoro también, amor. Siento que es el lugar perfecto para crecer juntos.

—Lo es —musitó, abrazándose al cuello de su pareja con melosidad.

—Solo que hay un inconveniente que no me permitió terminar de arreglar el sitio, bebé —y dicho eso, su mano fue a presionar un interruptor en la pared que no precisamente encendió las luces del lugar; más bien, las persianas del gran ventanal del fondo se levantaron con ímpetu, mostrando el hermoso paisaje que se complementaba del mar y del cielo interminable, ambos luciendo dichosos—. Si lo decides así, quitaremos la ventana y la abriremos hacia otro punto...

—No —soltó repentinamente y buscó que Jungkook lo pusiera en el piso para correr directo hasta pegarse en el cristal—... No, dejémoslo así.

—Pero, Taehyung, no quiero que sufras episodios de ansiedad.

—Ya no le temo al mar, Jungkook, no desde que entendí que siempre vas a estar ahí para salvarme... Así que... amo mucho lo que veo, porque te tengo —y girándose, se acercó hasta el chico que lo estaba viendo con los ojos grises más brillantes que nunca e, inmediatamente, sacó una hoja de papel de entre su suéter, con el dibujo dedicado que había preparado durante la clase de ese día—. Es para ti.

Y la ilusión solo pudo crecer más en el pecho ajeno. Un precioso dibujo de un corazón se pintaba enrojecido con necesidad, como si Taehyung hubiera querido darle un tono del arcoíris al amor que ambos se tenían, haciéndolo aún más especial por la mariposa amarilla que reposaba en el centro de este.

"Gracias por ser mi amor, mejor amigo; y gracias por ser mi mejor amigo, amor".

Y cuando los ojos de Jungkook se despegaron del papel que se pegó al pecho, quiso ponerse a llorar al observar a su pequeño, hincado frente a sus ojos, extendiéndole el anillo color verde que había dejado en la cajita cuando aún estaban en la escuela.

—Taehyung...

—¿Te gustaría cambiar de planes y hacerme el amor en estos nuevos escritorios, Spidey?, porque ahora es lo único que quiero: que me tomes en esta casa... en nuestro nuevo hogar.

—Mi amor —balbuceó Jungkook, sonriendo con los ojos llenos de lágrimas y recurrió a levantar al chiquillo que comenzó también a llorar cuando pudo colocar el anillo en el contrario—... Te amo —y con esa contestación, sus labios se unieron en un beso tan lleno de amor, que el mundo entero se derritió en ese momento ante su etéreo y necesitado contacto.

—Te amo, Jungkook. Gracias por quererme, gracias por buscarnos un hogar y por todo lo que siempre has hecho por los dos.

—Gracias a ti, mi precioso bebé oso... Tú eres mi fuerza, mi felicidad y mi valentía. Quiero estar contigo por siempre.

—Así será, mi amor. Así será.

Y establecido eso, volvieron a besarse con ímpetu, compartiendo su corazón en el proceso y envolviéndose del perfecto aroma de sus cuerpos enamorados, esos que se unieron en cuanto las caricias se intensificaron y las prendas sobraron.

El amor es como las mariposas: si las persigues desesperadamente se alejan, pero si te quedas quieto, se posan sobre ti... y justo eso fue lo que hizo Jungkook para atraer a la suya, su preciosa mariposa dramática y soñadora... Suya y solo de él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top