Capítulo 7. Feria
🦋 12 años de edad.
—¡A ese, Jungkookie!, ¡A ese! —los gritos eufóricos de Taehyung siempre emocionaban a Jungkook, pero justo en ese momento era todo lo contrario, pues su sonrisa se borró cuando notó aquello que el castaño estaba señalando.
—¿Estás loco? —Taehyung le miró con anhelo, pero Jungkook solo frunció más su ceño—, ¿Al péndulo del dolor?
—¡Ay, Jungkook!, Tan grandote y tan miedoso —y el pucherito de Jungkook solo causó una mueca molesta en el ajeno.
—Taehyung, podemos subir a cualquier otro.
—No quiero subir a cualquier otro, Spidey. Me queda un solo ticket y voy a subir a ese juego... contigo o sin ti.
—Pero... Pero...
—He dicho —designó y, con la frente en alto, se giró sobre sus talones, totalmente decidido—. Queda en tu consciencia si tu osito muere solo —y entonces emprendió marcha hasta donde estaba el juego, haciendo sentir al azabache como si una parte de él, le estuviera dejando por su propia idiotez.
—Aiññ —soltó en medio de una guerra interna. Es que era su osito, su bonito y manipulador osito, yendo a gastar su último ticket en un juego que le aterraba y le estrangulaba los nervios. Sí, Taehyung tenía toda la razón, era un miedoso, pero, si por él fuera, elegiría el carrusel una y mil veces, no solo porque era tranquilo, sino porque podía ver la sonrisa de su mejor amigo cada que lo sentía necesario; en un juego caótico, eso era imposible. Sin embargo, el corazón se le achicó cuando notó como Taehyung ingresaba solito al juego y estaba siendo colocado en un asiento que compartiría con un niño desconocido... aquello no lo pudo soportar, el alma se le salió del cuerpo y, cuando menos acordó, ya estaba corriendo directo al juego: si su osito sufría algún ataque cardíaco, el otro niño no sería capaz de hacer que pararan el juego solo para salvarlo: él era el único, era el indicado—. ¡Taehyungie! —y por eso fue que llegó hasta él, aun cuando el encargado de la maquina no terminaba de asegurarlo—. Taehyungie, lo siento, sí quiero subir contigo.
—¿En serio? —preguntó el castañito, denotando la ilusión en sus ojos felices.
—Sí, en serio.
—¡Sí! —exclamó, repleto de alegría, mientras se quitaba los cordones y se le echaba encima para abrazarlo con gusto—. Señor, un asiento para dos, por favor.
Cuando todo estuvo listo y solo esperaban a que el juego comenzara, Jungkook sentía que se iba a morir: temblaba de pies a cabeza y se aferraba al soporte que le abrazaba los hombros, incluso cuando el juego no daba indicios de iniciar.
—Spidey —Taehyung llevaba un par de minutos observándolo de reojo, entendiendo lo que sucedía y sintiéndose muy culpable de ello—. Bajémonos.
—No.
—Sí, no quiero hacerte pasar por esto.
—Taehyung, no. Debo aprender a ser fuerte y enfrentar mis miedos, si no, ¿Qué clase de hombre seré?
—La clase de hombre que le teme a los juegos mecánicos extremos.
—Exacto, se escucha ridículo. Debo ser un hombre sin miedos para poder protegerte —y las mejillitas de Taehyung se colorearon de golpe, sintiendo bonito en su estómago a la par: Jungkook era el mejor amigo del mundo—. Además, es algo que te gusta, debo entender por qué y hacer que me guste también, pues, si pienso envejecer a tu lado, momentos como estos habrá muchos y no quiero estar sufriendo para siempre.
—Ay, Jungkookie. Está bien tener miedo de algunas cosas, somos humanos y es completamente normal; aparte, siempre me has protegido, hasta cuando más aterrado has estado... En cambio, yo... Perdón por hacerte pasar por esto.
—Osito, no, no te disculpes, está bien... quiero hacerlo.
—¿Seguro?
—Más que seguro.
Entonces, la sonrisita reconfortante que le dio Taehyung a Jungkook, fue suficiente para que el pelinegro buscara su mano y la entrelazara, recibiendo un apretón que estaba lleno de angustia, pero de un amor que le acunó el corazón.
—Eres el hombre más increíble que conozco, Jungkook, así, tal y como eres. Estoy orgulloso de tenerte en mi vida.
Gracias por estar leyendo.
❤
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