Capítulo 13. Pasillo

🦋 18 años de edad.

[Actualidad]

Kim Namjoon rodó los ojos otra vez.

Es que no podía evitarlo, no lo culpen, Jeon Jungkook lo sacaba de quicio; y no es que el niño fuera insoportable, más bien, odiaba verlo perderse tanto en el recuerdo como en la confusión, siendo ésta el principal detonante de la situación más complicada de su vida, esa con la que ya llevaba cargando un buen tiempo.

Entonces, llegó y le soltó un pequeño zape, mientras dejaba su botella de jugo sobre la mesa que ambos compartían. Más el estrés lo volvió a llenar cuando ni siquiera ese inútil testereo, logró borrar la desanimada expresión inquieta en el otro.

—Jungkook, ya basta —le dijo, sentándose frente a él, mientras acomodaba su charola con un despectivo desliz—... te gusta, ¿Por qué no terminas de convencerte? —le preguntó, totalmente harto de ver la mueca angustiada de su tonto amigo azabache, quien no había probado ni el más mínimo bocado del almuerzo que, varios minutos atrás, habían adquirido en la cafetería de la escuela.

—Hyung... siento que me voy a morir.

—¿Desde cuándo eres tan dramático?, ah, cierto, desde que sueñas con comerte a Taehyung —bromeó, soltando una risita que no pasó desapercibida por el joven que lo fulminó con la mirada, sintiéndose el más ofendido del mundo por percibir a Namjoon jugar con sus emociones... y esas eran sagradas—. ¡Dile que te gusta!

—¡No! —profirió, cohibiéndose al notar que varias personas voltearon a verlos: a mala hora decidieron ir a la cafetería—. No puedo, arruinaré todo —admitió, bajando la voz, casi contestando en un susurro.

—¿Todo qué?, si es obvio que él también se muere por ti.

—Es que él es mi vida, hyung —y sus manos se empuñaron, haciendo al rubio negar levemente, ¿Por qué Jungkook gozaba de ser tan complicado?—. El amor es arriesgado y yo no quiero perderlo —tenía un buen punto, sí, pero Namjoon era más astuto.

—Pues eso sucederá —soltó, con seriedad, incluso dejando su charola de lado, recibiendo una mirada dolida por parte del bobo azabache—. A ver, Jeon Jungkook, piensa un poquito, ¿Qué prefieres: confesarte y que Taehyung decida si tienes una oportunidad o no, o ser su amigo para siempre y soportar que lleguen otros tipos?

—¿Otros tipos?

—¡Por supuesto! —aseguró—, otros tipos tienen que llegar, sobre todo cuando acabemos este maldito colegio y vayamos a la universidad... donde tú ya no vas a poder cuidarlo porque no estarán en la misma facultad.

—¿Por qué tienes que hablar de eso? —preguntó, haciendo un pucherito ante la sola idea: debió haber escogido pedagogía, para seguir a su mejor amigo hasta el último rincón del mundo—, sabes que me duele.

—Pues más te va a doler cuando llegue y te diga que su primera vez la tuvo con un psicologuillo que le dio más profundo que la terapia, ¿Acaso vas a soportar que te cuente cómo se lo jodió alguien más y lo mucho que le gustó?

—¡Hyung, basta! —exigió y su pecho se contrajo en un solo segundo, rompiéndole en pequeños pedazos que necesitó de sostener—. Ay no, no quiero que eso pase... ¿Qué tal si lo tratan con brusquedad?, tiene la piel muy sensible y se le enrojece ante casi todo... en cambio, yo... yo sería muy cuidadoso y dejaría que me golpeara y maldijera si es que lo llego a lastimar.

—¡Agh, el punto no era el sexo, idiota! —y cansado, tomó una bocana de oxígeno, llenando sus pulmones para poder calmarse—... La vida es un riesgo, Kook, en cualquiera de las opciones puede que te quedes sin Taehyung pero: o te confiesas y esperas su respuesta, que lo más probable es que sea positiva, o dejas que la primavera llegue, la mariposa salga del capullo y vuele directamente hacia otras flores. Solo tienes una oportunidad y el tiempo se te está acabando porque, cuando nos graduemos, en definitiva, su relación va a cambiar... para bien o para mal.

—Te odio mucho, Kim Namjoon.

—Jungkook...

—Es que tienes toda la maldita boca llena de razón y te odio mucho mucho mucho por eso —se quejó, dando un golpe a su frente para luego pasar su mano por sus hebras negras, respirando profundo para pensar con claridad. Y de pronto se levantó, haciendo pegar a Namjoon un salto del susto—. Voy a decirle.

—¿Qué? —preguntó, levantándose también y Jungkook solo volvió a asentir, repleto de un valor que ni siquiera podía realmente procesar.

—Deséame suerte.

Y sin más, se echó a correr fuera de la cafetería, chocando con sus compañeros entre los pasillos y casi quedándose sin aliento al subir las escaleras, odiando el hecho de que el aula de arte se encontrara hasta el tercer piso, siendo una distancia sin sentido para sus pies.

Pero todo era por Taehyung, su osito recientemente aficionado a la pintura y el dibujo; por eso aceleró su paso, quedando como un loco frente a todo el que lo veía resollar y resbalarse en cada esquina a circular. Debía volver a hacer ejercicio, ya había perdido mucha condición, pero eso lo arreglaría después de confesarse.

Sí, iba a decir a Taehyung todo lo que sentía y cómo su corazón se aceleraba cuando lo tenía cerca, las ganas inmensas que tenía de besarlo y acariciarle las mejillas; que estaba completamente enamorado, que deseaba poder contraer matrimonio y que se iba a esforzar inmensamente para ser el mejor hombre que su castaña cabecita pudiera tener.

Era una locura, lo sabía, y sus madres los iban a matar; pero no importaba, daría mil veces su vida para defender a su hermoso Taehyung, porque, de todas maneras, se moriría si su nene no estuviera con él.

—¡Taehyung! —exclamó, viéndolo asomar sus ricitos castaños por la puerta del aula, como si hubiera sabido que se reunirían y estuviera esperándolo ya.

—¡Jungkook! —y de la emoción, salió corriendo también, hasta el encuentro del chico que lo tomó por la cintura y lo abrazó con armoniosa fuerza.

—¡Tengo algo que decirte! —dijeron al unísono luego de separarse un poco, y soltaron una jubilosa carcajada al comprender que estaban extremadamente sincronizados.

—Tú primero —cedió el más alto.

—No, primero tú.

—No, hazlo tú, osito precioso —indicó y su mano fue a arreglar unos mechones de Taehyung tras su oreja, causándole una enorme sonrisa.

—Bueno, bueno —dijo y sus mejillas se colorearon intensamente—... ¡Hoseok es mi novio! —anunció, más feliz que nunca en su vida, haciendo que el mundo de Jeon Jungkook se desmoronara a pedazos.

Múltiples pedazos destrozados.

—¿Qué? —preguntó, sintiendo que el oxígeno le faltaba de pronto y dejando de abrazar al niño que lo vio, aún sonriendo en un cuadrito maravillado.

—Increíble, ¿No?, Tampoco puedo terminar de entender cómo es que tengo tanta suerte: jamás imaginé gustarle a mi crush.

—¿Jung Hoseok? —sé atrevió a preguntar, hundiéndose más en un suplicio que apenas comenzaba—... ¿Él... Él es quien siempre te ha gustado?

—¡Sí, es un amor de persona!... ¡Adivina!, se declaró de la forma más hermosa que puedes imaginar: me dibujó en un retrato gigantesco, lo adoré... Es tan guapo y caballeroso... ¡Aiñ, no puedo creer que es mi novio! —exclamó, pegando cientos de brinquitos felices, haciendo sentir a Jungkook el tipo más idiota del mundo... ¿Cómo es que siquiera llegó a pensar que Taehyung se había fijado en él?, si solo era un pobre imbécil retraído... un muy triste pobre imbécil retraído—. ¿Ju... Jungkook? —y la misma hermosa voz fue la que lo sacó de sus pensamientos, trayéndolo a la realidad más cruel que jamás imaginó tener que enfrentar. Pero esa mueca destrozada hizo, de inmediato, que Taehyung disipara toda la alegría que había en su cuerpo, reemplazándola por una preocupación inmensa por el ajeno—. Spidey, ¿Qué pasa? —inquirió—. ¿Era grave lo que ibas a decirme?, Ay no, siento mucho siempre interrumpir con mis tonterías.

—No, no, Taehyung... Tranquilo —terminó por decir, reprimiendo con fuerza el nudo en la garganta que había llegado para matarlo de dolor—... Solo iba a decir... Iba a decir... que me duele mucho el estómago.

—Te dije que no te comieras también mi hamburguesa anoche —reclamó, soltándole un golpe al hombro y angustiándose a la brevedad—. Vamos a la enfermería —dijo, tomándole del brazo, pero siendo detenido al siguiente segundo.

—No... no es necesario... Mejor... mejor me voy a casa temprano.

—¿Seguro? —preguntó, dudando un poco al respecto, ¿Por qué sufrir hasta llegar a casa si podía pedir un remedio ahí mismo?—, entonces espera un minuto, le pediré permiso al profesor para acompañarte.

—No, no... no pierdas clases, estaré bien.

—Ay, Jungkookie...

—Estaré bien, lo superaré —dijo, sin darse cuenta de que esas palabras aplicaban perfectamente con lo que sucedía en su realidad.

Entonces, tuvo que luchar para que sus ojos no se cristalizaran.

No sabía si iba a estar bien, no sabía si lo iba a superar, pero, por el momento, lo único que quería era ir a encerrarse en su habitación para llorar hasta que los ojos se le secaran y poder cegarse ante lo dura que iba a ser la vida, sin ser el joven que iba a besar los labios bonitos de su osito precioso.

—Bien, te veré más tarde.

—Sí —contestó y, sin esperarse a recibir el beso que Taehyung ya estaba por plantarle en la mejilla, se echó a correr, de nuevo, lo más rápido posible, dejando a Kim Taehyung más preocupado que emocionado, a la mitad de aquel, desde ahora y para siempre, pasillo de la agonía.

Es de mi agrado informar que aquí es donde comienza la novela, lo demás fue introducción jajaja. Perdón, no pude evitarlo. 

Sin más, disfrutemos del drama. 

Muchas gracias por estar leyendo, espero que te esté gustando.

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