C15: Doutes au milieu.
>>C H A P I T R E 15: Doutes au milieu.<<
Luego de un largo rato bajo el chorro de agua y una sesión de karaoke con sus canciones favoritas mientras realizaba peinados con el shampoo y bailaba despreocupadamente por el baño con el único atuendo de Eva puesto, se sintió renovada, una mujer nueva. Los lloriqueos se habían quedado a un lado y los brillos casi habían desaparecido. Incluso, mientras se lavaba los dientes, se permitió gozar de esa sensación de confianza que le inflaba el poco pecho (del que se sentía orgullosa en ese momento de autodescubrimiento) que tenía.
Al ritmo de Allors on Dance de su cantante favorito: Stromae, se colocó un cómodo atuendo deportivo, mientras ordenaba las preguntas con las que bombardearía a la heredera Kubdel. Alya seguro estaba en la biblioteca y ella saldría en busca de problemas.
Todo era casi normal.
La escuela estaba en un silencio medio sepulcral y las voces que salían de los cuartos tenían un toque de ultratumba. Daba la impresión de que alguien la estaba siguiendo, pero al girar para comprobarlo, no había ni un alma. Casi podía oír los pasos de un par de personas, sus voces resultaban familiares, pero no de alguien a quien conociera en la actualidad.
Al llegar al edificio donde estaba el dormitorio de la pelirosa, la sensación de ser perseguida se hizo más intensa. Estuvo a punto de echarse a correr cuando Alix abrió la puerta y la invitó a entrar. Soltó un largo suspiro de alivio que se transformó en una sonrisa ansiosa.
El dormitorio era una amplia y (para su sorpresa) ordenada estancia. Las repisas estaban decoradas por un montón de trofeos deportivos que tintineaban bajo la luz negra que le daba a su piel un brillo fantasmagórico. Había pintura neón salpicada en todas las paredes en forma de olas y en el techo unas pequeñas estrellas que le daban ese aspecto moderno y encapsulado. Un enorme letrero con la leyenda inglesa de "Open" le dio una luminosa bienvenida, justo como el conocimiento iluminaría el precipicio de la incertidumbre.
—Bienvenida a La cueva— bromeó Alix, dejándose caer en un sillón afelpado. Marinette la imitó, todavía admirando la elaborada decoración. Luego se lo propondría a Alya— ¿Para que soy buena?
—Antes que nada... Wow, la decoración es impresionante—Alix le agradeció con un gesto— y secundando... Bueno, creo que seré muy directa.
—No importa, así se aprovecha más el tiempo.
—De acuerdo... hipotéticamente, sí alguien tuviera un reloj que está en perfectas condiciones y que incluso parece recién salido de una tienda, ¿por qué ese alguien lo tendría? ¿Hay razones en específico?
Alix la miró con una ceja enarcada antes de responder. Marinette no pudo evitar soltar una risita nerviosa, se había delatado por completo.
—Sí, hay razones—Alix le subió más al volumen de la música, ambientando la escena—, todo pasa por algo y eso no es la excepción. Los relojes perfectos van para un dueño en concreto en determinado momento.
—¿Por qué?
—Porque no todos podemos hacer que funcione el engranaje— cualquier otra persona lo habría tomado como un comentario cómico, pero la cara de Alix al decirlo le daba toda la seriedad que se necesitaba. — Es como cuando alguien te da, no sé, clases de... Cocina y no sirves para eso porque se te quema hasta el agua, mientras que otro tiene potencial para convertirse un gran cocinero con la misma preparación básica que tuviste porque era capaz de volver lo común en algo innovador. Obviamente aquel que logró pasar el primer filtro debe seguir preparándose y aprendiendo, una y otra vez hasta que quedan unos pocos que obtienen el tan codiciado título de Chef. No todos nacen siendo un prodigio en la cocina o con los dotes necesarios para serlo.
—¿Cómo has dicho?
Alix le sonrió inocentemente, su carácter resultaba cautivador.
—Yo no he dicho nada, ¿tienes más preguntas?
Marinette asintió. Estaba segura de que la tacharía de loca, pero aquella metáfora sobre la cocina sólo le había indicado que ella siempre había sido aquella chica con el poder para volverse Chef, literalmente y metafóricamente, sus padres se encargaron de enseñarle todo lo que sabía y ahora el colegio...Hasta en el sentido del que Alix hablaba... ¿Suerte? ¿Destino? ¿Un reloj? ¿Un pan?
—Entonces ya que esas personas son seleccionadas... Ellas ¿adquieren el... dote? ¿O ya lo tenían? —Tenía miedo de preguntar directamente, pero necesitaba saberlo. Por fin sus dudas estaban siendo tachadas de la lista de preocupaciones.
—El reloj sólo ayuda a sacar a la luz aquellos dotes que permanecían en las sombras.
—Eso significa...—Alix asintió y le guiñó un ojo, con complicidad.
—Siempre puedes jugar a quebrar el tiempo, lo intenté antes, pero no era una tarea para mí—al ver que Marinette la miraba expectante continuó con su relato—: ¿Sabes lo que es el "Efecto mariposa"?
—Es una muy buena película—trató de aligerar el ambiente.
—Pues es real, al igual que el "Efecto Mandela". Intervienen ustedes, prodigios, en esa clase de eventos.
—Es demasiado que procesar.
—No es como si de pronto tuvieras el peso del mundo en tus manos... Bueno, tal vez un poquito. Estarás bien, te lo aseguro. Mi padre aprendió a dominarlo cuando cumplió dieciséis y mi hermano a los quince.
—Mis padres nunca me dijeron nada al respecto y yo..., no tengo hermanos.
—Los detalles quedan en ti— Al ver su expresión preocupada, se apresuró a añadir:—Tranquila, puedes llevar una vida normal.
—No parece.
—Ya lo sé... Pero, créeme, se puede.
Alix le dio unas palmaditas indecisas de consuelo, no era buena manejando los sentimientos de los otros en momentos de debilidad, sólo sabía dar fuerzas. Marinette se sintió un poco más miserable, quería un abrazo de su mamá, cual niña pequeña.
—Bueno... Gracias por resolver mis dudas— pasó saliva con dificultad. Cada que era temporada de exámenes los nervios la carcomían por dentro, el centro era el estómago, comenzaba a temblar y sus manos se le ponían heladas de los nervios. Se sentía exactamente igual a que si presentara un examen importantísimo. Alix le sonrió alegremente, ella no tenía todas las respuestas, pero sus dudas se encontraban ya en un punto medio.
—No hay de qué.
La había acompañado hasta la puerta, aunque la azabache se detuvo.
—Entonces, ¿esto es real?— señaló todo lo que las rodeaba, la eterna cuestión de un adolescente y su existencia.
—Nadie lo sabe—respondió con sinceridad—, hay miles de universos y realidades y... Es difícil encontrar la verdad.
—Preferiría que fuera un sueño.
—Entonces deberías despertar.
>>OOO<<
—Joder, suéltennos, esto es un delito.
—Queremos hacer un trato, es todo.
Luka sonrió mientras agarraba una goma de mascar y posaba como en esas películas mafiosas de Italia que a su hermana Juleka le encantaban, a su lado Alya y Nino trataban de mantener la compostura. No es como si esa noche se hubieran cuestionado su existencia entera, para nada. Tampoco es como si hubieran decidido cometer un secuestro en busca de una verdad que sonaba más disparatada que un cuento infantil, en lo absoluto.
Sabrina y el chico desconocido, de mirada salvaje, no se veían muy contentos. Los tenían amarrados a la silla, luego de haberlos llevado a rastras a un aula vacía. El chiquillo se veía tranquilo, casi divertido, pero su amiga pelirroja se notaba inconforme. No se atrevía a gritar, porque sabía que nadie los ayudaría, pero no se quedaría callada.
Habían agarrado su mochila y dieron con su investigación, oh su sagrada investigación...
—No hago tratos con delincuentes—aseguró, desafiante.
—¿Y por qué eres amiga de Chloé?—bromeó Nino.
—El caso es—continuó Luka—que todos aquí queremos lo mismo.
—¿Magia?—tanteó, pero Alya negó en silencio, tomó aire.
—Queremos justicia—Alya habló en voz calmada, su mirada estaba distante, Sabrina prestó atención, no tenía muchas opciones. — ¿No estás cansada de que esa gente... controle tu vida? Hay cosas que no recordamos, hay días que nos han sido robados, hay historias que nos fueron arrebatadas. Ya no sabemos qué fue un sueño o que fue real...
—Nos han vendido la historia de que podemos escribir nuestros destinos—había pasión en el discurso de Nino— ¡Y no es verdad! Nuestros esfuerzos no sirven de nada cuando ellos pueden chasquear los dedos y borrar todo progreso que hayamos tenido. Ni siquiera puedo recordar cosas de mi infancia, ni cómo fue que me separé de Adrien o lo que me hizo y ahora tiene sentido...
—Sí sabes quién hace esto, debes decirnos, podríamos unirnos—Luka clavó esa perfecta mirada acuosa en la de la chica, que ahora se sentía igual de impotente— y acabaríamos con esto.
Mientras la pelirroja pensaba, Luka hizo todos los esfuerzos posibles para contener la emoción, estaba negociando como Phil Coulson al reclutar a los vengadores secretos en S.H.I.E.L.D.
—¿De que serviría?—suspiró luego de un rato—Somos unos adolescentes comunes y corrientes, si de verdad existiera algo que acabara con todo esto no seríamos nosotros. Ni siquiera sabemos si se puede romper, el tiempo es más viejo que nada que exista.
—Puede que tengas razón—habló el chico a su lado por primera vez durante el cautiverio—, pero así como yo te impulsé a ti, ustedes podrían impulsar a la pieza clave.
—Marinette—dijeron todos al unísono.
—Hurra, adivinaron—comentó sin pizca de humor, aunque con una sonrisa amistosa. — Ahora... ¿podrían traer comida? Eso de ser un rehén es cansado.
—Esto es una locura, parece un capítulo de algún libro de Stephen King.
—Ahora que lo mencionan... Ni siquiera recuerdo cómo fue que llegó Luka, simplemente apareció.
—Marinette se volverá a la enfermería en cuanto le digamos todo.
—No volverá a la enfermería, irá de camino a un hospital psiquiátrico ¡Y la acompañaremos!
—Ahora entiendo porque Chloé está tan amargada siempre, ella debe saber que existe la magia y le frustra no poder formar parte de ello.
—No todos nacen para ser superhéroes.
—¿Ahora somos unos? Deberíamos tener un nombre, obviamente debe ser "Equipo alfa buena maravilla onda dinamita escuadrón lobo" la idea me gusta un montón, es como si mi sueño de niño se hiciera realidad...— Nino habló tan rápido que su propuesta sonó como estornudo.
El intercambio de ideas comenzaba a tomar forma. Hasta la morena comenzaba a entusiasmarse. Sería difícil encontrar un punto medio entre lo que conocían y lo que se avecinaba, sólo debían ordenar las prioridades.
—¡Basta!— El viajero se había liberado de las cuerdas de los pies y ahora estaba parado en medio del remolino de emociones. —Primero: Tienen a la heroína, bingo. Segundo: Les falta el villano, buah, buah. Y, tercero: ¿dónde está mi comida?
— ¿Cómo que villano?—El pelinegro del futuro se golpeó el rostro con desesperación. Ahora entendía cómo se sentía su madre cuando la desobedecía.
—Sin villano, no hay héroe, así de sencillo. Por algo siempre nos venden la idea de la travesía del héroe que evade los obstáculos.
—Creo que es evidente—intervino Sabrina, pensativa— debes mantener a tus amigos cerca, pero más a tus enemigos, como dijo Vito Corleone— Luka sonrió con esa frase.
— ¿Qué quieres decir?—preguntó Alya, con las cejas levantadas.
—¿Quién trajo a Marinette aquí en primer lugar? ¿Quién la sacó de la vida de Heidi que tenía en el campo para meterla al cáncer de la ciudad? ¿Quién ha inventado la cárcel perfecta ante los ojos del mundo?
Todos guardaron silencio. Sabían la respuesta.
—Brillante—celebró el chiquillo, mientras Brina le sonreía satisfecha. Tal vez no tenía poderes, pero era buena detective.
—Bueno, ya que cumplí con mi parte... ¿Alguien puede desatarme las manos?
>>...<<
Al salir del cuarto de Alix y encontrarse completamente sola le fue inevitable no tener un poco de paranoia. Tenía que llegar a su habitación antes de la una y eso significaba atravesar el campus en diez minutos. Caería rendida, se moría del sueño.
Con el reloj palpitando y su celular en la mano se armó de valor para atravesar el jardín, que siempre daba la ilusión de tener fantasmas escondidos entre las ramas de los arboles antiguos. Avanzó unos diez metros hasta que las risas de dos estudiantes la hicieron pegar un brinco, contuvo un estornudo.
—No, Alex, alguien puede vernos.
—Por favor, Eline, es más de medianoche y nadie pasa por este parque a estas horas.
—Nosotros deberíamos hacer lo mismo, ¿no crees?— El típico sonido de un beso aplacó la voz de la chica, que soltó una risa cariñosa. Marinette se sintió acalorada, esperaba algún susto, no a una pareja amorosa.
—Por favor, recién llegamos y hace una noche hermosa...
Marinette prestó más atención ¿Acaso le habían dicho "parque" al patio de la escuela...?
—Por eso, Alexander, somos dos extranjeros en medio de París, debemos de volver al hotel...
¿Extranjeros? ¿Se habían colado a la escuela en busca de una experiencia emocionante?
—Siempre eres la voz de la razón, ¿verdad?
—¿No es evidente?— su alegría era tal que casi se podía ver la sonrisa entre sus palabras.
La azabache no resistió más, quería saber a quienes pertenecían esas voces. Logró dar un par de pasos hasta que una pequeña rama se rompió bajo sus pies. Maldijo por lo bajo.
—¿Escuchaste eso, amor?
—Seguro fue algún animalejo, Eline...
—¿Y si fue un ladrón? Por favor, vámonos Alex...
Lo siguiente que escuchó fueron sus pisadas alejándose. Sin miedo a que la vieran corrió para alcanzarlos, pero lo único que distinguió fueron los cabellos pelirrojos del hombre y la larga melena castaña de la mujer, mientras entrelazaban sus manos. Sus ropas no encajaban con la época, así que unió las pistas y se dio cuenta de que había viajado al pasado de forma esporádica otra vez. Verlos juntos le provocó calidez, resultaba agradable pensar que no importara el tiempo ni el lugar el amor existían en todas las épocas.
Al llegar al extremo del pasillo donde estaba su habitación distinguió a Alya en la otra punta. La morena abrió los ojos con sorpresa, nunca se imaginó toparse con Marinette, ni viceversa.
—¿Alya? No esperaba verte despierta— la morena comenzó a sudar en frío. No sabía que responder, su lengua se paralizó, ¿Cómo le explicaría que ya lo sabía todo sobre los de su... "Especie"? — ¿Estás bien?
—Sí, ¿y tú? ¿Qué tal la enfermería?— rió con nerviosismo mientras la azabache abría la puerta y entraban. La mejor opción era desviar la conversación.
—Bien, la enferma estuvo ausente la mitad del tiempo...
Las dos se sonrieron con pocas ganas. El ambiente estaba tenso, pero no precisamente por algo entre ellas dos. Alya la miraba muy fijamente, Marinette no dejaba de preguntarse si ella había descubierto su secreto, se le notaba incomoda.
—Creo que será mejor dormir, las clases inician temprano...
—¡Sí! ¡Gran idea!— Alya se quitó los lentes y se puso la pijama en menos de cinco minutos, antes de que Marinette pudiera desearle buenas noches, la morena ya había apagado la luz.
"Toda la gente tiene sus propios problemas, tal vez lo de Alya son más normales que los míos" pensó, mientras miraba el techo. Estornudó una última vez y permitió que la oscuridad se adueñara de su mente.
¿Y si Alix tenía razón y lo que debía hacer era despertar...?
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