Capítulo cuatro
Mayo, 10 de 2015. Domingo
Se supone que cuando creces y maduras, te vas convirtiendo en una mujer seria y con experiencia, quizá un poco sabía... Pero eso es relativo, demasiado relativo.
Su abuela siempre hablaba de sabiduría, pero también del amor verdadero, y todavía no tenía ninguna de esas dos cosas. Necesarias según los conceptos de la abuela para ser prospera y exitosa.
Por otro lado, sus hermanas mayores eran otro asunto. Lilith, Pamela y Andrea se habían casado pronto, las tres tenían hijos y vidas aparentemente estables. Era un poco vergonzoso cuando en las reuniones familiares tenía que decir ante sus tíos y tías que no tenía trabajo en lo que estudió, que seguía sin pareja, y que aún no se mudaría de la vieja casa familiar.
Llevaba un largo tiempo diciendo ser una mujer libre, feliz e independiente, hasta cierto punto su familia creía eso, o fingían creerlo. Aunque ahora es importante tener está faceta de independiente y libre, y puede que una gran parte diga que está mal la dependencia y discurso discurso... Al final del día todos son diferentes y de alguna forma estamos buscando algo para ser un poco felices, parte de la vida.
Y ser estable económicamente, o tener una buena historia de amor, parecen dos muy viables opciones para aferrarse...
—Tia la-gatha. ¿Sabes que ya tengo novio? —su sobrina mayor, de doce años, le hablaba hacia unos meses como si no fuera su tía, sino una amiga más, y una un poco fracasada.
—No me llames así Katy. No lo sabía, ¿Desde cuándo lo tienes?
Odiaba con todo su corazón esa tonta forma que sus hermanas tenían para llamarla, "la-gatha", que rápido y junto sonaba como "la gata", era la manera infantil en que la apodaban sus hermanas cuando era pequeña, pero era una mierda que su sobrina lo supiera y la estuviera llamando así. Y porque el trasfondo de aquel tonto apodo era una borrosa y fea faceta en la que la llamaban gata obesa en la escuela. Cosas tontas de vidas patéticas.
—Es noticia vieja tía, estás desactualizada —su sobrina actuaba últimamente como una chica antipática de novela cliché.
»Se llama Sebastián, está en la clase y es bastante lindo, tiene mucha frente, pero se disimula con el cabello...
Katy seguía hablando, y entre las alabanzas a su nuevo novio también resaltaba defectos. Que horrible encontrar pareja hoy día, con la de defectos que tiene, seguramente de ella podrían resaltarse más.
Esas son tonterías de gente sin autoestima Agatha. Tú sobrina tiene doce. Tu problema real es que o no te has esforzado lo suficiente, o eres muy extraña.
Dos semanas habían transcurrido desde el fatídico día de fiesta en la playa, y con ello casi un absurdo mes desde todo este asunto de buscar un beso. Ahora el tiempo es más reducido, solo cuatro jodidos meses antes de los veintiséis.
La vida estaba transcurriendo normal, Lisa y Roberto estaban en una especie de relación de amistad con besos, y Lisa la había llamado cupido, incluso la trato bien y le dijo que le alegraba haberla invitado a la fiesta.
Los últimos días del trabajo estaban siendo tranquilos y monótonos, y en su plan no había ni un solo avance significativo.
Para ese domingo su familia estaba contenta comiendo un almuerzo por el cumpleaños de su tía Cristina, y aunque estaba con todos riendo al rededor, ese sentimiento asqueroso de soledad no la dejaba. De esas tardes felices dónde todos hablan y se divierten, y dónde se supone que eres parte, pero realmente solo estás ahí con todos en sus burbujas, y tú siendo un poco invisible. Cómo la fiesta de la playa, solo Roberto interactuó con ella, pero solo como un medio...
"Quizá es momento de dejarte ir plan, esto de intentar conseguir un beso, intentar seguir estos pasos y fracasar, e intentar seguir este plan que se que no lograré, solo pone de evidencia y manifiesto más fácilmente mi fracaso... Volver a encerrarme en los libros, e ignorar que soy ignorada por todos, es mucho mejor que este estrés inservible..."
Las letras estaban fluyendo solas, pero la realidad es que una parte de ella no podía dejar ir esto con tanta facilidad.
***
Mayo 13, 2015. Miércoles.
—Te queda muy bien Lili.
Esa era una verdad absoluta, su hermana después de tres hijos seguía teniendo un cuerpo espectacular, con curvas y vientre plano.
—Gracias Aga —su hermana mayor siempre fue con quién mejor se llevó, pero no demasiado.
»¿Cómo te gustaría que sea tu vestido? Podemos conseguir uno en esa tienda que está aquí cerca, la que solía gustarte mucho, junto a la heladería...
Su hermana estaba siendo amable. En las tres últimas tiendas no habían conseguido cosas de su talla, o que le sentarán mínimamente bien... Y no es como que quisiera decir esto de "estoy gorda", pero en realidad fuera curvilínea y guapa como en las mejores novelas. La verdad es que estaba gorda como para no entrar en los últimos cinco vestidos que había intentado medirse, y sentirse miserable y fracasada. Con brazos anchos, y gran espalda, algo de abdomen y poco culo.
—Esta bien hermana, puedo conseguir algo con la señora Mariana. Además ya es tarde, y tengo trabajo está noche.
Mentía, es su día libre. Pero comprar ropa es un martirio. Y más si se trata de vestidos.
—¿Segura? Podemos volver el sábado, o cuando quieras.
—Si, si no consigo algo con Mariana podemos volver estos días, tranquila.
Pero de lo que menos tenía ganas esa tarde es de ir donde Mariana a buscar un vestido. No, definitivamente no.
Después de despedirse de su hermana y rechazar el que la llevara a casa, fue un tiempo un poco inconsciente en camino del autobús, y casi sin notarlo había terminado caminando a la tienda, siempre es bueno ahogar las penas con una rica cena.
—¿Estás mejor? —la sonrisa de Pablo era de esas divide rostro. Nunca entendí como puede parecer siempre feliz.
—Si Pablo.
Sus manos se movían por inercia dejando los ingredientes sobre el mostrador.
¿No olvido nada...?¿Pan para tostar tal vez?
—Te ves seria y miserable aún Agui. Y ya han pasado días.
Semanas en realidad Pablo, que observador.
—Siempre diciéndome cosas lindas. No seas chismoso, no es de tu incumbencia.
—Tú no seas así, ¿Qué hago si no es chismear? Trabajo en una tienda, el chisme es la parte divertida de mi trabajo.
—No es muy masculino que digas eso.
—No tengo masculinidad frágil. Puedo ser chismoso y hombre —se encoge de hombros con una sonrisa—. Ahora, noto que preparas lasaña, ¿No me invitas?
—Mmm...
—Venga querida Ama, si quieres pago la mitad de los ingredientes, y llevo Coca-Cola de tres litros —una sonrisa coqueta de posó en sus labios y levanto tres dedos.
—Estas trabajando querido, no creo que tus padres aprecien que cierres la tienda temprano.
—Mi turno acaba de terminar —la sonrisa divertida en sus labios no me daba buena espina—. Gracias por invitarme —terminó de meter rápido todo en las bolsas y de cobrarme—. Vamos.
Miré al rededor y encontré a su hermana mayor con rostro serio arreglando estantes, por lo menos no dejará el lugar solo.
—¿No tienes nada mejor que hacer hoy?
—El mejor plan siempre es el que implica comida Ama.
—No comiences con tus pendejadas Pablo.
—Pero si te llamé Ama antes y estuviste de acuerdo —su sonrisa seguía siendo divertida.
—Imbeceil.
Es fácil hablar con Pablo. Es de esas personas que pueden ponerte de buen humor siempre, aunque sea a punta de molestarte. Pero nunca debes confiar mucho en él...
***
Ya había una botella de vodka vacío en el piso, y solo quedaban dos latas de cerveza del tercer sixpack, no tenia muy claro en que momento aquello sucedió. La risa inundaba la sala, y no estaba muy segura si era la suya o la de Pablo, pero estaba muy segura de que él es quien baila junto a la mesa.
—Bailar contigo tener contigo una noche loca —Pablo no baila bien, pero se ve gracioso, y libre.
—Cuando te parezcas a Enrique Iglesias podría bailar contigo —su risa seguía siendo incontrolable.
—Pablo Enrique en concierto —gritó Pablo mientras reía sin parar moviéndose al ritmo de la música y no dejaba de decir tonterías.
—Te contaré un secreto Pablo, un secreto muy vergonzoso.
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