Capítulo cinco

"El problema real de una vida como la mía es haber leído mucho sobre el amor. Puede parecer tonto, patético, absurdo y cliché. Pero después de leer el primer libro romántico, una parte parece haberse escrito a tinta y fuego, el deseo imposible de tener un amor así.

Que no puedo ya mentirme, si he tenido altos estándares. ¿Han bajado con el tiempo? Si. ¿Han dejado de existir? No. ¿Aunque me sienta fea sigo teniéndolos y siendo ilusa al respecto? Si.

Por eso no he podido dejar de escribir esto, y por eso no puedo dejar la idea de tener ese beso antes de los veintiséis. Que tampoco creo que será una gran maravilla, ni que aparecerá un príncipe... Solo quiero sentirme más real. Vivir una experiencia, y no solo imaginarla".


Mayo 18, 2015. Lunes.

Cada que leía el tipo de cosas que estaba escribiendo en "#BuscandoUnBeso", podía sentirse más absurda y ridícula, además de estancada. Cómo si esos años que habían ido pasando, y las crisis por su primer empleo, el tiempo universitario, y convertirse en adulto, realmente no estuvieran ahí. Podía compararse y seguir siendo la misma puberta ridícula prendada de cursis historias de amor más felices que su realidad.

La verdad absoluta de todo es que después de leer sus primeras historias de amor, identificarse y enamorarse de por lo menos cinco romances tóxicos diferentes, era muy difícil no querer tener algo así en su vida. Es de esas cosas que te guardas en lo profundo de la cabeza, y en el borde de la ilusión, los amores apasionados y un tanto absurdos de las novelas estilo fanfic. Lo peor del asunto, es que solo podía ser cursi en su cabeza.

De Agatha se podrían decir muchas cosas, incluso que era una romántica empedernida, pero su fama de fría y antipática nadie podría quitársela. ¿Que es fea? Lo es. ¿Eso impide que sea antipática y fría? Pues no. Siempre había tenido esa personalidad y un poco de cara de culo que al final del día no la llevaban a ser muy sociable, quizá una coraza adquirida desde la escuela, cuando las humillaciones y malas "amistades" pasaron factura. 

Quizá fue el hecho de no tener muchos amigos, o pareja, o de parecer distante a todos, fue lo que le dio esa fama entre las pocas personas de su entorno, pero la verdad es que nunca se había esforzado demasiado en quitársela y ser amable y amigable. ¿O sí?. Solo que sus esfuerzos solo estaban en su cabeza. Dónde mismo estaban las ganas de cambiar, de dar un beso, de ser más audaz para tener un mejor trabajo, de hacer más ejercicio, de verse más guapa, de dejar de leer tanto romance...

Los días seguían pasando y su vida continuaba siendo tan monótona y aburrida, la única actividad como siempre estando en su cabeza que corría a toda prisa entre las ganas de lograr su objetivo y entre las por lo menos seis historias que creaba su cerebro casi a diario.

A veces se casaba con un hombre rico, en algunas otras estaba bajando de una camioneta último modelo luciendo espectacular en un vestido azul, siendo el centro de atracción, mientras contestaba llamadas y era la CEO de su propia compañía... Otros días simplemente estaba en la playa. Y justo hoy, estaba imaginando que viajaba en un barco bonito, la brisa seca de mar rozaba su rostro, su cabello ondeaba y la tela de su vestido blanco se movía un poco, un libro en sus manos...

¡Ah! —sus pies se despegaron del suelo cuando saltó. Su jefe acababa de oprimir la bocina justo a su lado. Imbécil.

—¡Presta atención Gertrudis! —desde el día uno en ese lugar el hombre la llamaba así, siempre decía confundir su nombre. Pero la realidad es que ella le parecía una Gertrudis "fea, desaliñada y rara". Alguien le había contado que esa era la forma en la que ese hombre gordo, calvo y bajito se refería a su anterior secretaria, que si se llamaba Gertrudis.

»Vives en el limbo niña. Para eso no te pago, presta atención. ¡Despierta! O perderás tu trabajo de una vez por todas para que vayas a soñar en tu casa.

—Si señor, discúlpeme —su voz sonó baja y contenía toda una gran cuota de enojo.

Esta chica vaga y distraída ya debería haberla despedido... —el hombre se retiró hablando en voz "baja".

Una parte de mi lo odiaba, y otra pensaba que yo podría tener ese carácter de mierda en unos años, o incluso peor. También muchos kilos de más, de esos ya llevaba tiempo acumulando, y podría quedar calva. ¿Quien sabe?

Quizá él también tenía grandes sueños, y terminó en ese lugar que obviamente no amaba, viendo barcos llegar llenos de cosas que sueñas tener, pero que salario de mierda no te deja.

El problema es que una parte mierda de mi se había acostumbrado a la idea de aunque odiando el trabajo, daba para sobrevivir. En la crisis anterior, en los veintitrés, el problema radicaba en no encontrar un trabajo para mantener la básico.

Si lo pensaba bien había una justificación clara para su falta de actividad social y amoríos, y ese solo podía ser el factor económico. Ser pobre y tímido no ayuda a ser social.

El último tiempo de su vida estaba siendo bizarro y extraño. Contaría como un avance el haberse emborrachado con Pablo, también el asunto de la fiesta en la playa, y su más reciente avance fue intentar entablar conversaciones a la hora del almuerzo en su lugar de trabajo.

Pero realmente era bizarro e inmaduro todo este asunto del beso.

—¿Cómo te fue con el inventario? —Gabriel era un compañero de trabajo cercano ahora, tenían conversaciones sobre inventarios, el tráfico, el calor, y dinero. La mejor socialización en la vida adulta.

—Bien, todo cuadró a la perfección —contestó con una sonrisa, había pasado formulando en su cabeza un par de preguntas más sociales para llevar la conversación con Gabriel a otro nivel.

»Por cierto Gab, ¿Visitaste el NeónClub que está aquí cerca? Se ve interesante.

—Vaya —la mirada que el chico le dio fue un poco extraña—. No sabía que te gustaban ese tipo de lugares. Pero no, nunca he ido. No es mi tipo de ambiente. Que tengas un buen día Agatha, nos vemos luego.

La cagué.

¿Que tipo de lugar es el NeónClub?

¿Que puede ser...? Google no decía mucho, solo una reseña de un club nocturno, con 4.5 estrellas de calificación. ¿Tal vez Gabo es religioso...? No, de hecho lo había visto irse de fiesta con los demás chicos del departamento de contabilidad antes. Además dijo, "no sabía que te gustaban ese tipo de lugares". Joder, algo raro debe tener el NeónClub. Y solo había sido una tonta al preguntar, había escuchado a un par de chicos hablando en el bus de ese club, y en la cafetería el día anterior a un par de chicos más, incluso había escuchado a Pablo mencionarlo con sus amigos cuando fue a comprar frituras en la noche.

¡Pablo! Él debe saber.

Gracias al cielo su jefe no volvió a aparecer, pero a la hora de salida el asunto de Gabriel seguía dando vueltas en su cabeza, había ahuyentado a un posible amigo con una pregunta tan simple como la de un club nocturno, y aunque lo que debía rondar en su cabeza es como volver a socializar con Gabriel, lo que realmente estaba ocupando su pensamiento es que jodido lugar era el NeónClub.

—Hey Pablo —sus manos estaban ocupadas seleccionando verduras y poniendolas en bolsas, y Pablo estaba distraído mirando su móvil.

—¿Mmh?

—¿El NeónClub es buen lugar? —intentó que su voz sonara casual y desinteresada. En automático el semblante de Pablo cambió, igual que sucedió con Gabriel, pero este en vez de lucir serio y molesto, le dedicó una de sus sonrisas coquetas.

—Oh Agui, no sabía que ese tipo de lugares de llamara la atención.

—Me lo han recomendado.

—Mmm, ¿Quién?¿Es guapo o guapa?

—¿Qué...? —mierda. ¿Será un lugar pervertido?—. No es de tu incumbencia Pablo.

—Pues deberías ir y averiguarlo en persona —dice con una risa—. Supongo que quien te lo recomendó te ha invitado a ir.

—Si-No. Bueno, si. Pero era Ayer domingo y no pude ir. No me sentía muy bien.

—Oh, y tienes curiosidad por el lugar. Entiendo. Últimamente todos tienen curiosidad por ir —una risita burlona salió de sus labios—. Voy con un par de amigos el miércoles, deberías venir y descubrir por ti misma si es buen lugar.

—No creo, ese día-

—Ese día no trabajas, ni tienes nada que hacer, no seas mentirosa Ama, te conozco.

—No me digas Ama estúpido, lo pensaré. Además es una salida con tus amigos, no quiero ser una colada.

—Bah, no seas ridícula Agatha.

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