61| Equívoco
La luz solar que le da la bienvenida a la mañana irrumpe en mi habitación, directamente hacia mi rostro dormido, lo que ocasiona que abra los ojos y advierta en donde estoy, así como también a la persona que acaba de correr las cortinas para despertarme. Mamá. Ella recoge algunas prendas mías que considera que están listas para ser metidas a la lavadora antes de pedirme que me cambie para la escuela, pero todo sin mirarme. Cuando veo esto, le suelto el «buenos días» más angelical que me sale, sin obtener respuesta. Está un poco enojada conmigo; y sé muy bien por qué.
Resulta que anoche después de besarnos un poco, Raph y yo terminamos durmiendo juntos.
Qué mal ha sonado eso, ahora que lo pienso.
Tal vez debería decirlo en otras palabras para evitar que se generen perversos pensamientos en torno a lo que realmente sucedió. Muy bien, aquí va: anoche después de que Raph y yo nos diéramos un par de besos, terminamos quedándonos dormidos recostados sobre mi cama. La persona que fue a ponernos sobreaviso para evitar que se armara la tercera guerra mundial en mi habitación si papá me encontraba a solas con un chico en mi cama, fue mamá, quien nos despertó poco antes de que terminaran su reunión en el primer piso para decirnos de manera no tan bonita que no podíamos hacer esas cosas y mucho menos cuando papá está en la casa. Luego de oírla, Raph y yo, cabizbajos, nos escabullimos hasta la cocina para hacer como si nada hubiera pasado sin que papá se llegara a enterar que estuvimos juntos en mi habitación todo ese tiempo.
De hecho, así es como fue. Estuvimos juntos en mi cama, abrazados como dos enamorados, pero no hicimos nada de lo que se imaginan o puedan pensar. Podría decirse que mi relación con Raph es bastante inocente y candorosa; ni él ni yo pensamos en otras cosas cuando estamos juntos, nuestras conversaciones fluctúan entre temas de la escuela, bromas y comentarios tiernos. Eso es; nada pasó aquí anoche. Nada, excepto las bonitas palabras de Raph. Sonrío como tonta y me dejo caer hacia a un lado en mi cama al recordar lo que me dijo ayer.
"Eres la primera y no dudo que seas la última".
Cielo santo, es tan lindo. Pataleo sin terminar de creérmelo y me cubro con mi frazada como si lo tuviera de nuevo frente a mi diciéndome esas mismas palabras. Mamá me observa y rueda los ojos cuando se fija en mi escena de emoción, arrebatándome un segundo después la frazada para que me levante de una vez. Finalmente, termino obedeciendo. Me baño, aseo y visto sin borrar la sonrisa de mis labios, incluso tarareo mientras me peino frente al espejo. Cuando termino de colocarme el uniforme, bajo las escaleras saltando y me siento en la mesa del desayuno después de saludar a papá.
—No creas que he olvidado nuestra charla pendiente.
Mi sonrisa desaparece al instante.
—Pero creí que...
—Por Dios, Mike —reprocha mamá, apareciendo en el desayunador con la caja de cereales favoritos de Zach que coloca sobre la mesa—. Sabes bien que el hijo de Jacob es un buen chico, ayer hablamos de eso.
En serio esta mujer es bipolar.
Hace un rato no me dirigía la palabra, ¿y ahora me ayuda? Intento mantenerme serena y le doy la razón a mi madre. También le explico a papá que Raph es bastante educado y muy estudioso y que no fue mi intención no decirle acerca de nuestra relación. Le expongo también parte del comienzo de nuestra historia; es decir, le cuento que solía enseñarme matemáticas y que eso ayudó a que pasara los exámenes. Papá me escucha en silencio; de rato en rato le da pequeños sorbos a su café, pero respecto a mi relación con el sabelotodo no dice nada. ¿Eso es bueno o malo? Zach baja en ese momento, saluda a mis padres y se acomoda a mi lado como siempre listo para desayunar. Coge la caja de cereales e indudablemente se sirve una considerable porción en su plato.
—¿Qué? —pregunta al percatarse que los tres lo estamos observando. Papá se aclara la garganta.
—Bebé, ¿qué opinas de que tu hermana salga con el jovencito de anoche?
Mi hermano arruga el entrecejo al escuchar la pregunta de mamá. Incluso a mí esta me parece descabellada, sobre todo porque se la ha hecho a Zach que es de todo menos serio con temas que están relacionados conmigo. Seguro saldrá con alguna que otra broma o comentario sarcástico. Lo conozco demasiado bien.
—Bueno, que me sorprende que haya alguien que la aguante.
Ahí está.
Papá niega con la cabeza desaprobando la respuesta de Zach; por otro lado y muy por el contrario, me doy cuenta de que mamá reprime sus ganas de esbozar una sonrisa ante lo que acaba de escuchar. Mi hermano me mira dedicándome la más cizañosa de sus sonrisas. Termino rodando los ojos y con mi humor cerca de ennegrecerse.
Al llegar a Midtown las cosas cambian un poco. La primera persona que me saluda es Nadine, a quien me encuentro en los pasillos de la escuela de camino al salón y que se acerca a mí para comentarme sobre el día de ayer en la premier de Running Away. Según ella, desde anoche no dejan de subir sus seguidores en Instagram y su bandeja de entrada está colapsando de tanto recibir mensajes que preguntan si es que ella y Ralph están saliendo. Esas, dicho en sus propias palabras, son las consecuencias de haber divulgado su nombre en televisión. En ese lado yo me salvo, pues no revelé mi identidad ante las cámaras ni respondí alguna pregunta personal. Ahora sé que hice bien al no hacerlo. Mientras caminamos le expreso mis sinceras condolencias, pues ya me imagino el spam de mensajes que va a sufrir solo porque creen que sale con uno de los hijos de la pareja de actores. Ella me comenta en son de broma que está considerando muy seriamente en borrar su cuenta y empezar una nueva en el anonimato. Reímos.
En ese momento llegamos al salón. Estando adentro busco mi asiento de siempre y dejo mis cosas sobre el pupitre. Ale todavía no llega, supongo que es porque apenas son las ocho con quince minutos. Camino hasta el sitio de Nadine para seguir conversando con ella hasta que nuestros demás compañeros van llegando. Un par de minutos después llega Raph y con su presencia ya estoy yo al borde del colapso mental. Hace tan solo unas horas estuvimos durmiendo abrazados en mi habitación; algo que nunca había hecho con ningún otro chico. Desde la lejanía me saluda y se acomoda en su asiento. Nadine sigue mi mirada y se ríe de mi reacción.
—Por cierto, ¿cómo estuvo su cita? —cuestiona llamando mi atención. Ella parece darse cuenta de esto, porque agrega—: Ralph me comentó un poco acerca de eso cuando ustedes dos desaparecieron.
Es cierto, Raph dijo que su hermano se encargaría de cubrirlo anoche y que incluso fue él quien lo ayudó a pensar en posibles lugares a los que ir en nuestra cita, lo que significa que el otro gemelo estaba al tanto de todo. Ahora entiendo por qué Nadine también está enterada.
—Oh, bueno... Eh, podría decirse que estuvo bien. Pensaba que todo se había echado a perder cuando apareció Ella, pero...
—¿La rubia? —salta Nadine luciendo muy indignada por la interrupción que sufrimos Raph y yo—. Esa bruja, tenía que aparecerse precisamente en la noche de ambos.
Me río por cómo la ha llamado, hasta que recuerdo que aquí la única bruja es Sabrina. Ademas, Ella no supone ya un peligro para mí. Prácticamente nos ha dado su bendición. Ya lo sé, suena raro pero nos ha deseado lo mejor y para mí eso es muy importante. Mientras le explico todo eso a Nadine, el profesor llega al aula y nos ordena ir cada uno a nuestros sitios. Mientras me dirijo al mío, Ale se aparece en la entrada del salón, pide disculpas por la tardanza y se encamina hasta el asiento a mi lado. Cuando me acomodo, le pregunto el motivo de su demora. Ella contesta que no es nada importante antes de pedirme que guarde silencio y atienda la clase. Cierto, a veces Ale se comporta como mi madre. Determino hacer caso y centrar toda mi atención en escuchar lo que el profesor explica. No obstante, no puedo evitar que mi vista se desalinee del frente y recaiga en la formidable figura de Raph. Al hacer eso, los recuerdos de anoche se agolpan en mi cabeza, trayendo rubor a mis mejillas. ¿Debería contárselo a Ale? Mi duda surge porque, a pesar de que es mi mejor amiga, ella no es muy amante del chisme y además podría calificar mi acto como imprudente. Quiero decir, ante sus ojos es bastante probable que también desapruebe mi acción de haber llevado al sabelotodo a mi habitación, aunque mis intenciones hayan sido más que inofensivas. Me decanto por no pensar en eso. Apoyo mi cabeza en un brazo mientras contemplo de nuevo la imagen de Raph de espaldas. A su lado, Stephen también yace concentrado en el tema.
Nadie más que yo parece andar en las nubes.
Para salir de mi trance, empiezo a hacer apuntes en mi cuaderno. Solo así logro concentrarme por completo en escuchar al profesor. Solo así siento que los minutos pasan menos lentos que de costumbre. Tras unas horas, el timbre nos indica que hay cambio de curso, por lo que el profesor abandona el salón no sin antes dejarnos una hoja de tarea. Estoy por acercarme a Raph para saludarlo como es debido aprovechando que ya no hay ningún docente presente, pero entonces el profesor Smith se asoma por la puerta y lo llama. A él no le queda más remedio que acatar y seguirlo. De seguro se ha presentado un nuevo concurso entre colegios y esta vez quiere asegurarse de que Raph asista solo porque a mí me considera la sal de su destino. No lo culparía. Inclusive yo tengo miedo de volver a arruinar la participación del sabelotodo en algún concurso. No, eso sí que no. Si Raph tuviera que participar nuevamente, yo no quisiera arriesgarme.
Me resigno a todavía no hablar con él.
Desdichadamente, Ale tampoco habla mucho conmigo. Parece algo ida, como si le hubieran comida la lengua los ratones. Hago un vano intento de plática, pero ella solo responde con asentimientos de cabeza o con monosílabos. Me genera cierta sospecha el motivo de su distracción. De inmediato giro mi cabeza hasta el primer pupitre de la fila, encontrando a Stephen conversando de lo más normal con Sabrina y sus allegados. En ningún momento sus ojos se desvían hacia donde estamos. Incluso cuando lo escudriño con la más apremiante de mis miradas. Para él eso es como nada. Solo la llegada de la profesora de Literatura lo salva de que por poco lo fulmine.
Raph llega un poco retrasado a la clase, pero como se trata del gran Raphael Thompson, miembro fundador de El Triángulo, nada le pasa, ni recibe una amonestación por los minutos perdidos. Simplemente la profesora le permite la entrada y continúa con su explicación como si nada. Desde que lo veo ya estoy deseando que sea el descanso para poder acercarme a él.
—Aprovechando que estamos estudiando a Shakespeare, ¿alguien me puede decir alguna obra suya que no sea Romeo y Julieta ni Hamlet?
—El rey Lear —responde Nadine, tan atenta como siempre.
—Otelo —sigue Stephen, sonando bastante relajado—. Incluso puedo decir una característica del personaje: los celos.
Esto último lo dice mirando hacia nosotras subrepticiamente. Hacia mi mejor amiga, para ser más específica. Ale aprieta los puños.
—Macbeth —manifiesta ella, después de darse cuenta del comentario anterior del castaño—. Y también puedo mencionar algo relacionado al personaje: terminó matando a alguien.
A pesar de que Ale usa un tono aparentemente tranquilo en su respuesta, no puedo evitar notar el énfasis que pone en las últimas cuatro palabras. Según veo, no soy la única que lo nota, pues, desde su posición, Stephen le guiña un ojo a una incómoda Ale. Este quiere morir antes de terminar la escuela, ¿o qué? Solo eso explicaría que no le importe meterse con, como algunos la llaman, la matona de Midtown. Por más que Ale no haya incurrido en actos tan graves.
Pero ¿dónde quedó la indiferencia con la que estaba tratando a Ale hasta hace unos días? ¿Qué lo habrá hecho cambiar de opinión?
Como es de esperarse, no obtengo respuesta a ninguna de las preguntas que me hago mentalmente. La profesora, por su parte, no advierte las indirectas que los dos se lanzan, y termina agradeciéndoles a ambos por su participación. Su clase continúa con normalidad después del incidente. Veo que nuestros compañeros alrededor reparten sus miradas entre el sabelotodo número dos y Ale, pero como siempre es usual en ella, le va y le viene.
Concluida la clase de Literatura, por fin tenemos unos minutos de libertad. Consigo acercarme a Raph. Él me saluda con un beso en la mejilla apenas llego hasta donde está. Yo hago lo mismo. Estando en la escuela tenemos que cuidarnos de hacernos muestras de cariño que nos hagan terminar de nuevo en dirección. Intercambiamos un par de palabras sobre nuestro día, todo frente a Stephen, que nos observa formando un corazón con sus manos haciendo burla de nosotros. Lo ignoro, por supuesto. Después de que termino de hablar con el sabelotodo, salgo al receso con Ale, porque siento que necesito hablar con ella. Necesito saber qué le pasa y por qué está tan rara. Ella me pide que la acompañe a los servicios higiénicos, así que la sigo sin chistar.
Cuando llegamos, ella se encierra en uno de los cubículos del fondo y yo la espero frente al espejo. Aprovechando eso me acomodo el peinado. De pronto me entran ganas de satisfacer la necesidad fisiológica numero uno al igual que ella y me introduzco en un cubículo también. Al terminar, me dispongo a jalar la cadena, pero entonces escucho una voz familiar muy cerca que me hace detenerme.
—Es que no sé qué aconsejarle —expone quien creo que es Sabrina hablando por teléfono en el cubículo de al lado—. Él me dice que tampoco sabe cómo decirle que solo le correspondió porque no quería herirla. Si vieras cómo está ella de ilusionada —relata sonando un poco nostálgica—. Sí... No, yo no sé nada de temas de amor, lo sabes. No... no te puedo decir quién es, pero es alguien muy cercano a quien siento que no puedo ayudar y eso me tiene intranquila.
En ese momento el timbre suena sacándome de mi ensimismamiento. Sabrina le informa a la persona que la escucha desde el otro lado de la línea que ya tiene que colgar y sale del baño con prisa. Yo todavía me quedo de pie intentando recordar por qué estaba aquí y qué estaba haciendo. Es Ale quien me recuerda todo cuando toca cada puerta del baño llamando mi nombre. Antes de que llegué a donde estoy, salgo.
—Debemos regresar, vamos.
Asiento, pero ni siquiera presto atención a los pasos que doy.
¿Estaba Sabrina hablando de Raph y de mí?
•••
Anuncio: la historia está cerca del final. Le quedarán al menos dos o hasta tres caps, pero no creo que sean más.
O quién sabe 👀
En fin, el siguiente capítulo ya lo tengo escrito, pero lo publicaré después porque vamos, soy Mich. No puede haber Mich siendo buena tan seguido jeje. Este... digo, porque quiero terminar el siguiente al 62 xd
Síganme para más historias del tipo: ajaldkfjsfjlgs :')
¡Muchísimas gracias por leer!
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