52| Cada palabra
No hay manera ni existen palabras adecuadas para describir en este momento lo que siento. Por un lado, sé que está mal que esté, prácticamente, espiando la privada conversación entre Ella y Raph, ya que lo que están hablando es un asunto que les concierne solo a ambos; pero por el otro lado, el simple hecho de escuchar lo que acaba de salir de los labios del sabelotodo me ha dejado sin palabras. Además, ha mencionado mi nombre. ¿Por qué habría de decirle algo así a Ella? Si, según yo, él está enamorado de ella no creo que confesarle que me besó sea una noticia que tendrían que compartir o algo que ayudaría a hacer su relación más duradera. Muchas cosas cruzan por mi cabeza, muchos recuerdos de nosotros, muchos diálogos que intercambiamos, pero, principalmente, las palabras de Nadine se repiten una y otra vez en mi mente, de manera lenta van tomando fuerza. Viendo la expresión de Raph, me doy cuenta de que no está bromeando ni nada por el estilo. Esto no está bien. No quiero quedar como una piedra en su relación.
La pregunta de Ella vuelve a mi mente, unos instantes después, y con ella se va toda mi calma mental. ¿Raph ha insinuado que yo soy la persona que él quiere besar?
—¿A Nadia? —repite la rubia, queriendo corroborar lo que ha oído. Raph asiente. Está a punto de añadir algo más a su respuesta, pero Ella levanta una mano interrumpiéndolo—. Tú... Hace mucho que me olvidaste, ¿verdad?
—Somos amigos; me hiciste prometer que siempre estaría a tu lado como amigo. Nunca rompí mi promesa.
Ella comienza a sollozar ante sus palabras. Raph permanece de pie sin saber qué hacer; da un paso hacia ella, pero antes de que pueda tocar su hombro, Ella se lleva nuevamente las manos al rostro, aunque las retira al instante. Desconozco casi todo en lo concerniente a la relación que tuvieron ambos en el pasado; solo sé, gracias a Ralph, que Ella fue la primera y única novia que Raph ha tenido hasta el momento. Su historia empezó desde la infancia, mucho antes de que yo llegara a su vida. No soy más que una extraña entre ellos. Puesta en pie al lado de Ella no tengo derecho a querer apartarla de Raph, ni siquiera a que me guste. No obstante, mi corazón no piensa así. Este se niega a renunciar a estos sentimientos que son muy nuevos para mí.
—Tienes razón —ríe tristemente Ella al cabo de unos segundos—. Soy yo quien te lastimó. No tengo derecho a reprocharte nada, así como tú tampoco me reprochaste algo.
Una vez más se hace silencio. Ella se limpia el rostro con el dorso de sus dos manos e intenta esbozar de nuevo una sonrisa. Después, da un profundo suspiro que muere con sus esperanzas de tener a Raph a su disposición otra vez.
—Será mejor que me vaya...
—Te llevo.
—No, estoy bien —se opone ella—. Mi madre enviará a alguien por mí.
Raph insiste otra vez; algo poco común en él de hecho, pero ante las negativas de Ella, desiste varios minutos después. Sin embargo, se ofrece a acompañarla hasta el lugar en el que se estacionará la camioneta que vendrá por ella. Mientras se alejan, veo que Ella posa una de sus manos sobre las de él.
—Te mereces lo mejor, Raphie —afirma, luego, entrecierra los ojos en modo cómplice—. Ahora cuéntame, ¿cómo que Nadia y tú? No me lo hubiera esperado.
No alcanzo a escuchar lo que Raph le responde, ya que por detrás oigo que Ale me llama. Para no ser descubierta, me alejo lo más que puedo del árbol, posicionándome en el lado contrario de la entrada de la escuela. Desde aquí aún se puede apreciar la escena que ambos están representando, así que para que Ale no siga mi mirada y me descubra, desvío mi vista hacia el patio interno de Midtown. Un momento después, mi mejor amiga viene a mi encuentro.
—Creo que me tardaré un poco —anuncia, bastante fastidiada—. Hopkins nos ha pedido de favor que estemos presentes en la reunión. Ha insistido tanto, y lo ha hecho frente a todos los presentes, que prácticamente me obligó a aceptar.
—No te preocupes, Ale —contesto, sonando bastante distraída—. Si gustas, te puedo esperar.
Ella me observa un poco dudosa, como si supiera que me guardo algo entre manos, pero no hace algún comentario al respecto. Al contrario, acepta mi propuesta y me informa que no se tardará mucho. Le manifiesto que por mí no hay problema e incluso le muestro la hora para que vea que se está tardando en ir a la reunión organizada por Hopkins. Al cabo de un rato, nuevamente me quedo sola. Rápidamente salgo de las inmediaciones del colegio y camino unos cuantos pasos de regreso para llegar a donde estaban Raph y Ella, pero ya no veo señales de ninguno de ellos. Compruebo mis alrededores, las esquinas, el paradero de los buses y el estacionamiento: nada. Frustrada, pateo más fuerte de lo premeditado la piedrita con la que me hallaba jugando. Esta rebota contra el gran tronco, golpeándome la parte anterior de mi pantorrilla. Me quejo en voz baja para no llamar la atención mientras me reprocho a mí misma por querer espiar su conversación de nuevo. ¿En qué estaba pensando? O, mejor dicho, ¿qué estaba esperando escuchar? ¿Que Raph le respondiera a Ella que ya no la quiere a ella porque ahora existo yo, es decir, lo que yo quería oír? Cualquier asunto que tenga que ver conmigo es enteramente irrelevante para él, eso es un hecho. No tengo por qué sentir que tengo alguna clase de oportunidad. Intento mantenerme con esa idea en la cabeza mientras camino de regreso a la entrada de la escuela. Entonces, de un momento a otro, escucho, entre el bullicio de los transeúntes, un acento que me es conocido. Casi al poco rato aparece en mi campo de visión Nadine, quien va caminando al lado de Raph y Ralph por la vereda contraria a donde me encuentro. Ella se encuentra hablándole al primero de algo que no logro precisar bien, que solo ocasiona que este abra los ojos en señal de sorpresa, mostrándose un poco incómodo. Ante esto, la europea comienza a carcajearse. Algo dentro de mí me dice que le está contando sobre lo que fue a decirme. Al parecer, solo quería jugarle un broma a Raph. Pero claro, solo podría ser eso.
Y yo creyendo que podría ser cierto.
Aprieto mis puños, pero me siento más avergonzada que enojada conmigo misma. Cuando se trata de él, me es muy difícil pensar con claridad.
Sigo con mi camino sin poder despegar mi vista de Raph. Tan distraída estoy por su sola presencia, que no me doy cuenta de que choco con un par de niños de aproximadamente cinco años, ocasionando que a uno se le caiga la paleta que llevaba en la mano. Este empieza a llorar en el acto, llamando la atención de todos. Y cuando digo de todos significa TODOS. Es decir, de toda la cuadra; no, de toda la manzana. ¿Qué le dan de comer a este niño sus padres? ¡Envidio sus cuerdas vocales! Fácilmente podrían encontrarlo si se llegara a perder. Por supuesto que su escándalo no me ayuda en nada, ya que llama de paso la atención de los tres que estaba tratando de evitar. Sin embargo, hago como si no los hubiera visto. Debido a que soy la causante del llanto del niño, la señora que lo lleva de la mano me dedica una de esas miradas amenazantes que solo me recuerda que debo hacerme responsable por mis actos. Le doy un billete para reponer la golosina echada a perder al caer al suelo y me hago humo. Corro tan rápido que al llegar a Midtown mi corazón está a punto de estallar.
Eso estuvo cerca.
Son las consecuencias de andar en la luna por estar pensando en el sabelotodo. Debo aprender a controlar mejor mis emociones o de lo contrario esas situaciones podrían repetirse. Para apaciguar un poco mis latidos, me encamino hacia el patio de la escuela y me siento en una de las bancas qué hay alrededor de este. El sol ya está empezando a ocultarse; el cielo está de un color entre anaranjado y rojo que, inadvertidamente, se oscurece a cada segundo. Solo espero que Ale salga pronto, así olvido todo lo visto y escuchado en este día. Suelto un profundo suspiro recordando las palabras de Ella. Por más que lo intente, no consigo olvidar lo poco que pude escuchar de su conversación con Raph. Yo pensé que serían pareja, pero, tal parece que él la ha rechazado al igual que a mí.
No lo entiendo; si no la quiere a ella ni a mí, ¿a quién rayos quiere Raph?
Considerando su actividad en el último mes, no hay muchas opciones disponibles. Son muy pocas las personas con las que él se relaciona, menos son la cantidad de chicas con las que ha tenido la oportunidad de hablar. Apenas Sabrina, Ale, Ella y yo. Todas quedamos descartadas. Quién sabe, tal vez no le gusta nadie.
Mi temporal y aparente tranquilidad se esfuma apenas mis ojos notan la figura de la persona que aparece frente a mis ojos. Está solo él, nadie más. Creo estar al tanto de lo que ha venido a hacer. Dirijo mis ojos hacia él para mostrarle que no me siento tan intimidada como antes. Bueno, lo que cuenta es que lo estoy intentando.
—Ya sé lo que vienes a decirme —escupo tan pronto como se acerca. Aparto la mirada y hablo mirando hacia el suelo—. Sé que lo que me dijo Nadine no fue más que una broma, así que no debí hacerme ilusiones contigo otra vez. También sé que, en realidad, no tienes ningún tipo de sentimiento por mí y entiendo que...
Mi verborrea de alegatos y explicaciones es interrumpida cuando Raph me toma de ambos hombros y me acerca hacia él, dejando mi cabeza reposar sobre su pecho. Un segundo después, sus brazos me rodean sin siquiera haberlo previsto. Me quedo completamente petrificada por el repentino acercamiento, aún con ambos brazos flexionados cerca a mi pecho, mientras escucho los latidos de su corazón que, por primera vez, están tan acelerados como lo está el mío. Esto es... ¿real? Permanecemos así por un buen rato, sin que ninguno de los dos se atreva a decir algo. Yo, porque creo estar soñando; y él, porque quizá se confundió de persona y ya se dio cuenta de su error.
No quiero que este momento se termine por nada del mundo.
—Es verdad —enuncia de repente, usando ese tono de voz que podría derretirme, haciéndome estremecer de sorpresa—. Cada palabra es verdad.
¿Será posible que nos estemos refiriendo a lo mismo? Que yo sepa, no he hablado con Raph desde hace ya varios días; lo poco que hemos hablado no se podría considerar precisamente una conversación, además, no hemos dejado ningún tema inconcluso que requiera de resolución. Todo eso me lleva a pensar que, tal vez, estamos pensando lo mismo. Mi corazón no deja de saltar emocionado, a pesar de que estoy consciente de qué debo irme con cuidado. Es que es la primera vez que Raph me abraza de manera voluntaria. Anteriormente, fui yo quien se acercó a él. La primera vez que lo abracé fue cuando lo fui a buscar a su habitación; la segunda fue en Bend la vez que dormimos en una posición parecida por mi causa (aunque eso estuviera fuera de mi control) y ahora... Ahora él ha dado el primer paso. ¿En serio no estoy soñando?
La alarma Anti-Tono-Amable-De-Raph parece no haberse activado.
—¿Te refieres a...?
—Sí —me corta, bastante de saber lo que pensaba preguntar—. Todo lo que dijo Nadine es cierto.
•••
Omg, por fin lo dijo.
Hoy no tengo mucho qué decir, solo que espero que les haya gustado.
Hoy tampoco hay pregunta del día...
Mejor sí, para no perder la costumbre xd
Esta pregunta la hice en una encuesta en Instagram, pero la mayoría falló:
¿Cuál es el nombre completo (dos nombres y dos apellidos) de la protagonista de esta historia?
A ver si se acuerdan, porque sí se mencionó :B
Nos leemos luego :D
Gracias por leer!
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