34| Tal para cual
Luego del pequeño encuentro con Raph llevado a cabo hace no menos de un minuto, camino acompañada de Aidan hasta las afueras del parque, donde nos detenemos a pedido mío. Ya ni siquiera tiene caso ocultar lo mal que me ha hecho ver al sabelotodo después de enterarme de que se fue con la nueva en su primer día de conocerse. Eso no tiene sentido, a menos que mis sospechas sean ciertas y esa chica tan bonita sea la novia de Raph. Eso es lo único que explicaría lo que vi hoy. Mientras rebobino mentalmente lo que pasó hace apenas unos minutos, me doy cuenta de algo: Aidan dijo que estábamos saliendo. Y como si eso no fuera lo peor, lo dijo frente a Raph. No, eso tampoco es lo peor; lo peor es que yo no lo negué. Ahora, ¿por qué no lo hice? Honestamente, no lo sé. Aunque, quizá fue porque una parte de mí quería ver cuál era la reacción de Raph al enterarse de eso, y guardaba una pequeña esperanza de que lo conmoviera, cuando no fue así. Mejor dicho, cuando nunca ha sido así. Intento llevar mi mano derecha hacia mi rostro con la intención de darme un ligero golpe que me haga recapacitar, pero es entonces que me doy cuenta de que Aidan y yo hemos caminado de la mano hasta aquí desde que terminamos de hablar. O mejor dicho, que seguimos estando de la mano.
Hace un momento estaba demasiado sensible y antes de eso necesitaba un abrazo como aire para respirar debido a que me sentía ligeramente decepcionada. Aidan fue el único voluntario disponible, así que no me resistí mucho a que me rodeara con sus brazos y tratara de hacerme sentir mejor. Tampoco a que entrelazara nuestras manos. Cielos, no debo permitir que sucedan de nuevos escenas como esas. Si bien es cierto, en este momento Aidan está funcionando como una especie de herramienta en mi plan y sé que eso no está bien, así que mientras más claro tenga eso, mucho mejor.
Lentamente me suelto de su mano.
Aidan no se resiste, más bien, me libera sin ningún problema antes de llevarse ambas manos por detrás de la cabeza y quedarse callado un momento, como si estuviera pensando en algo. A medida que pasan los segundos, reparo en que yo tampoco he dicho nada después de hablar con el sabelotodo. Para ser honesta, después de lo que acaba de pasar, quisiera estar sola. Necesito un tiempo para pensar y ordenar mis ideas, para organizar mis pensamientos; y con "organizar" me refiero al ridículo hecho de estar pensando en Raph cuando él nunca, nunca ha hecho la mínima insinuación hacia mí. Su misión era solo cumplir con el trato y nada más. Yo acepté ese hecho, así que no tengo por qué culparlo o culparme a mí misma. Él fue muy claro desde siempre. Eso es, lo más sensato ahora es dejar atrás este absurdo episodio de mi adolescencia y continuar con mi vida normal, como solía ser antes de confundir mis sentimientos por Raphael Thompson. Debo volver a ser la Nadia de antes. De acuerdo, teniendo eso bien establecido, ¿qué se supone que deba decirle al rubio ahora para que me deje sola? ¿"Gracias por venir, ya te puedes ir"? Todavía no he terminado de decidirme, cuando escucho su voz dirigiéndose a mí.
—Nad, te gusta ese chico, ¿verdad? —Mi silencio lo dice todo. Dadas las circunstancias, ¿qué caso tiene negarlo? Aidan me toma de ambos hombros y se inclina hasta que sus ojos quedan a la altura de los míos—. Solo te pediré una cosa: No te ilusiones tanto con él, recuerda que ahora estoy aquí para ti.
Me alejo de él al terminar de escucharlo. Su petición ocasiona que por un corto periodo de tiempo olvide el asunto de Raph, ya que escuchar eso provenir de los labios del mejor amigo de mi hermano se me hace extraño y me causa gracia. Hace años lo consideraba prohibido para mí, sin embargo, ahora que tengo la oportunidad de tener algo serio puesto que ya no dependo de Zach, no es eso lo que quiero. A estas alturas, no creo que pueda llegar a enamorarme de él.
—¿Estás bromeando?
Espero a que su respuesta sea afirmativa, pero no. El rubio frente a mí parece, en este momento, tan serio como Raph.
—No, si deseas, estoy dispuesto a ayudarte a olvidarlo. ¿Te atreves? A fin de cuentas, a leguas se ve que él no está interesado en lo absoluto.
Auch.
Su comentario me duele y no porque lo haya dicho en voz alta, sino porque es verdad. Aunque me cueste aceptarlo. Tengo que aprender a vivir con eso.
Dentro de mí, la petición de Aidan da muchas vueltas sopesando los pros y los contras que mi decisión me pueda traer. Si acepto salir con él, quizá (como dijo Ale) logre superar a Raph y vuelva a verlo como antes: como un amigo. Eso es, precisamente, lo que más quiero ahora... Tal vez, después de todo, salir con Aidan no sea una pérdida de tiempo. Es decir, no es la mejor persona del mundo, pero parece haber cambiado. No es el egocéntrico chico que conocí hace años, y me trata bien. No veo por qué no pueda aceptar su ayuda.
Así que, al recordar eso y el gran impedimento que hay entre Raphael Thompson y yo, decido ceder:
—De acuerdo, empezaremos como amigos.
Aidan rueda los ojos mientras me sonríe, como burlándose de lo que acabo de decir, antes de volver a juntar nuestras manos y entrelazarlas. Yo lo miro confundida, esperando que ante mi insistente mirada entienda lo que quiero decir y obedezca, pero él no me suelta.
Le enseño mi puño hecho con la mano que tengo libre, pero él, ajeno a lo que en verdad deseo, simula con su mano un papel, como en el conocido juego chino. Eso me provoca ganas de reír. Al haber hecho eso es como si me hubiera ganado. A fin de cuentas, después de meditarlo unos segundos, no es como que signifique gran cosa ir de la mano con él, razón por la que no vuelvo a objetar nada y dejo que me sostenga así lo que resta del camino.
Espero haber tomado la decisión correcta.
•••
—Por favor, quiero ver sobre la mesa solo sus bolígrafos.
La orden del profesor es obedecida por todos los alumnos del salón y, unos instantes más tarde, en nuestras carpetas lo único que hay son los implementos necesarios para resolver el último examen del bimestre. Cabe mencionar que, después del revuelo formado en mi cabeza el día de ayer, no tuve el tiempo necesario para estudiar y lo más probable es que no pase la prueba. Al contrario de mí, en la primera carpeta de la misma fila en la que me encuentro sentada, la nueva sabelotodo europea y el sabelotodo de siempre (es decir, Raph) permanecen tranquilos como si el examen no fuera la gran cosa. De hecho, dadas las circunstancias, no es necesario que ella dé el examen, puesto que viene de intercambio y tiene prácticamente el bimestre aprobado sin ningún esfuerzo, pero por alguna razón le pidió al profesor rendir la prueba a lo que él, muy amable, aceptó. También hoy, aunque Stephen sí asistió a clases, le cedió su asiento a la nueva sin ninguna clase de objeción. Cuando pasó caminando por el lado de Ale para dirigirse a una carpeta vacía que trajeron de otro salón, se inclinó para decirle algo a ella; aunque no llegué a escuchar lo que le dijo, sé que eso la hizo enojar. Tal parece que él también ha sido seducido por los encantos que de por sí Nadine tiene. No me sorprendería que pasara lo mismo con Ed si es que él llegara a conocerla.
Mientras espero a que el profesor reparta las pruebas, disimuladamente deslizo mi vista hacia ambos por curiosidad. Por un momento me veo reflejada en la castaña recién llegada cuando apenas empezaba mi misión de convertir al iceberg en mi amigo, solo que el trato que recibí de su parte es muy diferente al que ella recibe de él. A diferencia de mí, Raph la observa. Raph la escucha. Raph le contesta. Raph se toma de la mano con ella...
—¿Nad?
Dejo de mirarlos a la velocidad de la luz cuando escucho la voz de Ale.
—¿Si?
Aunque mi estado de ánimo no es el mejor, trato de mostrarme de lo más normal. A fin de cuentas, lo que más me inquieta ahora es el examen. Temo reprobar y haber estudiado esas dos semanas con el sabelotodo por nada.
—Te decía que hoy no trabajo —anuncia mientras lleva su cabeza a su mano para apoyarla sobre ella—. Tal vez puedas decirle al tal Aidan que se aguante de venir hoy y podamos ir a algún lado las dos.
Eso estaría genial. Doy mi aceptación a su sugerencia y agradezco al cielo por ella, pues, siendo honesta, hoy no tengo ganas de ver al rubio para fingir que estamos interesados el uno en el otro. Aprovecho que el docente aún no se ha acercado a mi carpeta para mandarle un mensaje a Aidan, informándole del cambio de planes. Él estudia en el antiguo colegio de mi hermano, así que sale un poco más temprano que yo, lo que le da tiempo de llegar justo cuando yo salgo. Es por esa razón que debo avisarle antes de hacerlo venir por nada.
Apenas termino de escribir, le envío el mensaje esperando no recibir respuesta de su parte. No obstante, un «no te preocupes, pásalo bien» es lo único que obtengo. Arrugo el entrecejo preguntándome desde cuándo ha sido él tan comprensivo. Mi pregunta se esfuma al instante en cuanto mi examen es colocado por el profesor sobre mi carpeta. Cielos... es el de Álgebra. Antes de echarle un vistazo a las preguntas, me froto ambas manos y tomo con decisión el bolígrafo dispuesta a poner en práctica lo aprendido en las últimas dos semanas.
Un segundo después... ¿En qué idioma están estos ejercicios?
Bueno, supongo que haré primero lo que mejor sé hacer cuando se trata de esta clase de problemas. Mientras escribo pacientemente mi nombre en la línea punteada, no puedo evitar recordar la vez que, antes de terminar nuestra semana de clases particulares, Raph me tomó una especie de examen y me tardé demasiado en escribir mi nombre. Aquella vez fue donde él se enteró de mi segundo nombre... Sacudo la cabeza para concentrarme en resolver los ejercicios. Leo y releo los problemas uno por uno, enunciado por enunciado, hasta que por fin creo entender uno de ellos; sin embargo, cuando estoy a punto de empezar a resolverlo, escucho el ruido que producen dos sillas al ser movidas sobre el piso del salón. Levanto, al igual que todos, la mirada, encontrándome con la noticia de que ambos, Raph y Nadine, han terminado su examen al mismo tiempo. ¿Qué rayos?
El profesor encargado recibe sus pruebas y les da permiso para que puedan abandonar el aula mientras los demás terminamos nuestros exámenes y mientras él se encarga de revisar para ponerles la nota. Observo a la castaña mover sus labios diciéndole algo a Raph, a lo que él asiente. Me da mucha curiosidad saber de lo que están hablando, pero no logro escucharlos. Una vez que se van, vuelvo a lo mío.
Dios, juro que mi cabeza va a explotar de ver tantos números y letras juntos. La primera hoja de la prueba trata sobre eso, problemas aparentemente sencillos e inofensivos pero que toman toda una hoja entera en su resolución; la segunda parte de la prueba contiene gráficos y es muchísimo peor. ¿Cómo rayos se hallaba el rango de una función? Golpeo mi cabeza con el bolígrafo para tratar de recordar.
Pasados varios minutos de agonía después del esfuerzo realizado por mi cerebro, por fin el profesor anuncia el término del examen. Después de eso no da un descanso de quince minutos en los que me dedico con Ale en cuerpo y alma a tratar de entender sus explicaciones de los problemas que ambas resolvimos. Mientras me habla, simula sacudir el aire sobre mi cabeza, como si de mi cerebro estuviera saliendo humo. Me río.
—¿Eso se suma?
—Sí, y como tienen la misma variable se convierte en "5X" —señala con el bolígrafo la hoja donde resolvió el problema—. Después, como aquí está dividiendo pasa al otro lado multiplicando, teniendo así 5X², entonces...
Ya me enredé.
—¿De dónde salió el "X²"?
—De la multiplicación de dos variables iguales —responde, como si fuera sencillo entenderlo.
—¿Qué variables? Yo solo veo una "X".
Ale se pasa una mano por la cara.
—De verdad no sé cómo hacía la roca con cerebro para enseñarte —murmura rodando los ojos. Esta es la razón por la que terminé pidiéndole ayuda a Raph, porque sé que Ale no tiene demasiada paciencia al momento de explicar y yo en ocasiones suelo ser así de desesperante. Hago un puchero que hace que ruede los ojos y se inserte nuevamente en la difícil labor de hacer que entienda el problema por enésima vez.
Después de que termina el breve receso, todos esperamos ansiosos la entrega de nuestra nota. Es el último examen que me falta aprobar el bimestre y entonces podré respirar tranquila. El profesor se encarga de llamar uno a uno para decirle su nota en privado. Ale, como era de esperar, aprueba con una buena nota. Igual Sabrina, Stephen y sus allegados. Cuando me toca mi turno, camino hasta su escritorio con pasos de tortuga, queriendo por un lado enterarme de mis resultados y por otro no. Apenas llego, me doy con la sorpresa de que aprobé el examen con una nota aceptable. Sonrío de felicidad hacia el profesor, hacia Ale y hacia todos, pero mi sonrisa desaparece en cuanto escucho el apellido de Raph y el de Nadine juntos.
Ambos sacaron la misma nota.
Ambos resolvieron perfectamente el examen.
La castaña es la primera en acercarse corriendo hasta donde estoy yo, pasando por mi lado para poder llegar a donde está el docente y verificar su nota, que es la misma que la del sabelotodo. Raph va detrás de ella, también pasando por mi lado. No me dirige la mirada, ni se molesta en saludarme. Doy un suspiro pesado regresando a mi sitio. Ale omite esta vez comentar algo. Aunque sus comentarios, a pesar de ser crueles, siempre son ciertos.
Después de que todos mis compañeros reciben su nota, el señor Wittman nos da permiso para marcharnos. Salgo, como siempre, con Ale y nos encaminamos hasta mi casa. Hoy hemos prometido salir a divertirnos juntas, así que necesito desprenderme del uniforme de Midtown antes de pensar en la palabra diversión. Ella trae ropa de repuesto en su bolso, por lo que no es problema para ella ni hay necesidad de que también vaya a su casa. Antes de salir, tomamos un jugo y pensamos, sentadas frente a frente, en algún lugar al que ir.
—¿Qué tal de compras? —sugiero.
—Típico.
—¿A comer?
—Muy típico.
—¿Al cine? —intento una vez más.
—Súper mega típico.
Al ver que no llegamos a ningún acuerdo, determinamos pensar en el camino el lugar a donde iremos. A pesar de que sé que, cualquiera que sea el lugar, la pasaré bien. Debo pasarla bien. Todo salió bien para mí. Aprobé los exámenes; no reprobé el bimestre; conseguí la amistad de Raph y todo vuelve a ser como antes. La única diferencia es que ahora estoy saliendo con alguien con quien nunca pensé hacerlo.
Supongo que aquí es donde la vida me ha traído.
Estando ya afuera, recorro junto a Ale diversas calles hasta que pasamos por una especie de feria. La convenzo para curiosear entre las diversas cosas que hay a ver si encontramos algo entretenido. Ella accede y nos adentramos en el stand gastronómico. Allí nos hacen probar un bocado de diversos platillos de diversos países que nos parecen deliciosos. Por un momento olvido todo el problema que aqueja mis pensamientos y me dispongo a divertirme. Al pasar por el stand de exhibición de libros casi me quiero quedar a vivir ahí. Hay libros de todos los tamaños y colores que por momento creo que estoy en el paraíso. Ale se distrae viendo una colección de una enciclopedia mientras que yo me voy por el pasillo de los libros clásicos como El retrato de Dorian Grey que se muestra en un estante. Estoy por tomarlo para ojearlo y olerlo, pero mi mano y la mano de otra persona llegan hasta el libro al mismo tiempo. ¿Quién, además de mí, se ha atrevido a tocar este libro tan preciado? Cuando me giro para ver quién es, me doy con la sorpresa de que es nada más y nada menos que Nadine.
—Oh, lo siento, no sabía que ibas a tomarlo —se disculpa, soltándolo. No digo nada para no mostrar lo sorprendida que estoy por su presencia, hasta que ella parece reconocerme—. Hey, creo que te conozco. Eres Nadia Hussel, ¿verdad?
Que sepa mi nombre y apellido teniendo apenas dos días en la escuela me sorprende. ¿Desde cuándo soy tan popular?
—Sí, ¿cómo lo sabes?
Ella me sonríe con complicidad, antes de acercarse a mí y susurrar su respuesta:
—Cierta persona con el carácter de un abuelo me lo dijo —afirma, soltando una risilla. ¿Se... se está refiriendo a Raph?—. Por cierto, ¿dónde se metió? Estaba aquí hace un rato.
¿Qué?
—¿Raph?
—Sí, vinimos juntos.
Oh.
Previamente a que mi cerebro pueda procesar lo que acabo de escuchar, la figura de Raphael Thompson aparece frente a mí. Al principio no me ve, solo se encamina, con las manos puestas en los bolsillos de su polera, hasta donde está la nueva. Es entonces cuando recién se percata de mi existencia y se sorprende de verme ahí, tanto como yo. Tenerlo a unos cuantos pasos de distancia, mirándome directamente me toma desprevenida.
—Hola, Hussel.
Por primera vez en toda mi vida creo que me saluda primero. Eso ocasiona que me quede sin aire por un segundo. Su mirada está puesta en mí, poniéndome aun más nerviosa. ¿Y por qué lo estoy? El hecho de que esté aquí con Nadine significa que acabo de interrumpir su cita o algo parecido, aunque eso no quita que no pueda tranquilizarme del todo. Esa no era mi intención al decidir entrar aquí.
—Hola...
—Pasaste los exámenes, felicitaciones.
Abro un poco más los ojos. ¿Puede no hablarme de temas académicos? Estamos en una Feria, no en la escuela, por Dios. A pesar de mis quejas internas, asiento ante su último comentario. Al notar que tenemos compañía, Ale se acerca a donde estamos. Al verla, la europea también le sonríe.
—¿No quieren acompañarnos? Estábamos por ir al stand de artesanías.
Su propuesta nos toma por sorpresa a Ale y a mí, pero ni siquiera tenemos tiempo de responder.
—No es necesario. —Una tercera voz se oye detrás de nosotros antes de que podamos contestar y no es necesario volverme para saber quién es. Aidan se acerca hacia donde estamos, colocándose a mi lado—. Ella va a recorrer el lugar conmigo y empezaremos por el stand de juegos de colección.
El rubio me sonríe guiñándome un ojo. ¿Juegos de colección? Eso suena bien si tomamos en cuenta mi experiencia con los juegos luego de años compitiendo con mi hermano en cada uno de ellos. Aidan también solía jugar con nosotros, y es por eso que sabe lo mucho que me gustaría ir ahí. La sola idea de pasar por ese stand me emociona, ya que me recuerda a mi infancia, y me hace olvidar por un segundo todo a mi alrededor, razón por la que asiento sonriente.
—Tal para cual.
Todos miramos al autor de la frase. Este evita el contacto visual con nosotros y se da media vuelta alejándose. Nadine se disculpa con nosotros antes de ir detrás de él. Observo que lo alcanza y le habla mientras camina a su lado.
—Parece que lo de ellos va en serio —comenta Ale, sorprendida—. Al parecer, solo una europea puede derretir a ese témpano de hielo.
Y yo, lamentablemente, no soy de Europa.
Lo que resta del día la paso con Ale y Aidan en la feria, entrando a cada stand que hay y comprando algunas de las cosas que nos gustan. A pesar de que a la morena no le simpatiza mucho el rubio, trata de soportarlo solo porque es mi mejor amiga. Hablando del rubio... Aidan no desaprovecha ninguna oportunidad para hacer chistes y cosas graciosas que me hacen reír, ni tampoco para ofrecerse en comprarme cada cosa que me quedo mirando, pero para lo que no me alcanza. Obviamente, no lo acepto. En ningún momento volvemos a encontrarnos con la pareja de sabelotodo. Sin darme cuenta, el cielo se va oscureciendo y eso me alerta de que tengo que ir a casa antes de que papá y mamá lleguen, puesto que no les pedí permiso para salir.
Mientras caminamos saliendo de la feria, Ale se disculpa y me dice que se tiene que ir, debido a que su casa queda en el otro extremo de donde se encuentra la mía. Yo asiento y me resigno a quedarme sola con el rubio. A decir verdad, hoy ha sido un día muy divertido a pesar de haberlo pasado con él. Y hasta el momento no le he agradecido por hacer indirectamente que me sienta mejor.
—Gracias —Él se detiene al escucharme—. ¿Qué pasa?
—No esperaba que dijeras eso.
—¿Por qué? Hasta los niños de primaria saben agradecer —me burlo. Él sonríe.
En un instante comienza a hablarme de cómo es que llegó a la feria sin saber que yo iba a estar ahí y como es que decidió sugerir el stand de los juegos porque ya sabía que me iba a gustar. Mientras me habla, observo sus expresiones de fascinación, sobre todo cuando menciona a los juegos. Así pasan los minutos hasta que llegamos a mi casa. Como chica educada que soy, lo invito a pasar sabiendo que mi hermano está adentro y que él es su mejor amigo, pero este se excusa diciendo que tiene un asunto pendiente. Luego, se acerca a mí y deposita un beso en mi mejilla. Finalmente, se va cuando todavía no he abierto la puerta.
Me encojo de hombros al verlo marcharse y me dispongo a sacar mis llaves, pero el sonido de mi celular (aquel que sobrevivió al aguacero de ese día) me toma por sorpresa y hace que estas se me caigan. ¿Quién me llamaría a esta hora? Tal vez es Zach para decirme que le compre algo, como solía hacerle yo las compras por ser menor; a él le encanta recordarme mi penoso y servicial pasado.
Reviso la pantalla de mi celular, viendo un número desconocido.
—¿Hola?
—Valiente, ¿estás ocupada? —Dios mío. Es Ralph. Había olvidado que le di mi número hace ya varios días, cuando fue a invitarme a su fiesta de bienvenida—. ¿Puedo verte?
Dudo un momento, ya que es tarde y no sé si pueda ir a otro lugar. Mis padres deben estar por llegar y conociendo lo sobreprotector que es papá, dudo que me deje ir a verme con un chico.
—Eh, no creo que pueda salir ahora.
—Estoy al frente de tu casa.
Dios.
•••
Chan, chan, chaaaan. ¿Qué creen que querrá decir Ralph?
Aprovecho el espacio publicitario para informarles (una vez más) que estoy participando en el proyecto de la cuenta de embajadores llamado "Caja de Pandora" y que mi entrada se publicará el 12 de mayo. Espero verlos por ahí comentando, votando y participando en el sorteo 7u7
Ahora sí, ¿qué les pareció el capítulo? ¿Por qué la nueva y Raph estaban juntos en la feria? ¿Y por qué Nadia los vio de la mano? Sinceramente es fácil de deducir xd En fin, espero que les haya gustado.
PREGUNTA DEL DÍA: ¿Qué opinan de Aidan?
Les informo que ya falta poco para llegar a una escena que hace tiempo estoy deseando que paseeeeee y que estoy segura de que les gustará... O tal vez no. >:)
No digo que pase en el próximo capítulo, pero será pronto 7u7
Eso es todo. No olviden seguirme en Instagram para estar al tanto de los adelantos que suelo publicar.
Nos leemos <3
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