23| Tutorial para arruinarlo todo (al estilo Nadia)
#NecesitoUnTutorialParaPonerNombresALosCapítulosPorqueNoSeMeOcurrenUnosBuenos
Lo sé, ya he dicho esto antes muchísimas veces.
Pero deben saber que a veces las ganas de escribir (o la inspiración, en este caso) van y vienen. Aunque admito que la demora también ha sido en parte mi culpa, sobre todo porque, últimamente me he estado enviciando en Netflix como no tienen idea. AHHH TWD y sus capítulos interesantesss. No me maten, please, aún tengo que casarme con Noah Centineo (el de TATBILB) D:
Bueno, ya, yendo a lo serio. De verdad lo lamento :( Espero lean la nota del final <3 Ahora disfruten 7u7
Mirando a Raph a los ojos, siento la primera lágrima resbalar por mi mejilla. Mi corazón sigue paralizado, ni siquiera sé cómo es que sigo respirando. Las palabras que acabo de escuchar se repiten como si se tratara de un eco dentro de mi cabeza. ¿Qué hice? O mejor dicho, ¿qué no hice? No estuve con Raph en todo momento como se lo prometí. Le fallé. Aunque todo esto pasó gracias a él. Arnold.
Me engañó.
Ese castaño odioso me engañó, me hizo creer que nada pasaría si es que yo iba a los servicios higiénicos. Incluso hizo un ademán de hacer lo mismo con tal de que le creyera, cuando claramente no fue así, y todo para hacer que descalificaran a Raph del concurso.
¿Cómo es que no me di cuenta antes? Tal vez debí ser más precavida y pensar en el concurso antes que en mí misma, tal vez debí saber que en ningún momento el tal Arnold estaría dispuesto a ayudarme ni hacer nada por mí. Él me desprecia, me desprecia por el simple hecho de ser la acompañante de Raph y eso me lo ha dejado muy en claro.
En este momento me siento la persona más estúpida del mundo por haberle creído, por haber confiado en él a pesar de la desconfianza que me provocaba su sola presencia y, a pesar de que sé que varios estudiantes y profesores de High Tower me están observando en ese momento, no puedo dejar de llorar sabiendo que lo he echado todo a perder.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas dejando ver toda la culpa que siento de que todo esto haya pasado. Nunca fue mi intención arruinar el concurso ni mucho menos perjudicar a Raph, eso era lo último que yo hubiese querido, pero está claro que el profesor no lo ve así y dadas las circunstancias yo en este momento soy la última persona que quisiera tener en su delante. Pero claramente, esto es imposible, ya que él no se iba aguantar de regañarme y culparme de todo.
¿Por qué tenía que pasarme esto? Desde que llegamos aquí he sido invadida por una emoción agradable a causa del simple hecho de estar aquí al lado de Raph, ya que eso es un gran avance, pero claro, mis expectativas —como siempre— estaban muy, pero muy alejadas de la realidad. Era demasiado bueno para ser cierto, o para que todo siguiera normal sin contratiempos, en este caso.
Mis ojos se deslizan desde mi compañero hasta el profesor, quien prácticamente me está estrangulando con la mirada. Frente a mí, el señor Smith desprende chispas de los ojos y Raph, bueno, él no me ha reprendido hasta el momento. Aunque no dudo que lo haga después de que el docente termine con su perorata acusatoria.
—Felicidades, Hussel, ahora tendremos que volver por donde vinimos como buenos perdedores que somos gracias a ti —Sigue despotricando, en voz baja, para que solo yo pueda oírlo. Yo, por mi parte, sigo bañada en lágrimas de culpa, sin poder evocar alguna palabra en mi defensa. Aunque, ¿qué podría objetar en mi defensa? Todo lo que pasó ha sido por mi culpa, de eso no hay duda. Mi mente se ha quedado en blanco desde que me dieron la fatídica noticia de que gracias a mí descalificaron a Raph—. Aún me sigo preguntando por qué permití que vinieras con nosotros si no has sido más que un completo desastre y...
—Déjela en paz.
La abrupta interrupción de Raph a la acusación del profesor hace que este lo mire al instante. El señor Smith se queda un momento en silencio contemplando al sabelotodo, después de lo que acaba de hacer, lo cual no es nada común teniendo en cuenta que Raphael Thompson es considerado el alumno más responsable y respetuoso del salón, aunque está claro que esta vez no lo está dejando ver de ese modo. Los estigmas que pudo haber tenido antes a ojos de los demás se desvanecen al igual que mis esperanzas de conseguir su amistad. Se supone que este viaje era mi última carta. Era mi última oportunidad de caerle mejor a Raph y así dar por ganada su amistad, y ahora todo se ha ido a la basura. Recordar esto y lo que acaba de pasar, hace que nuevamente mis ojos se humedezcan. Genial. Ahora no puedo de llorar, aunque sé que debería hacerlo.
Las lágrimas nunca no solucionan nada.
Temo que Raph me odie por esto; sin embargo sus acciones me hacen creer lo contrario debido a que este se coloca delante de mí quedando cara a cara con el profesor, quien no puede ocultar su gesto de sorpresa ante tan severa petición de parte de su mejor estudiante.
Vaya, cualquiera que nos viera pensaría que Raph me está defendiendo.
—Thompson, ¿entiendes la situación, no? Acabamos de perder, de dejar a Midtown en último lugar, acabamos de quedar en ridículo gracias a la compañera que decidiste traer —salta nuevamente el docente, esta vez con un tono de voz más calmado. El sabelotodo asiente restándole absoluta importancia al asunto. Esto provoca que el profesor se enfurezca aún más y entienda que, al parecer, a Raph le importa muy poco lo que acaba de pasar. O eso creo al menos—. Iré a hacer las maletas.
Habiendo dicho esto, se aleja dando grandes zancadas hasta desaparecer de nuestra vista. Yo permanezco detrás de Raph, deshidratándome debido a la cantidad de agua perdida en lágrimas. Esto, hasta que él decide volverse hacia mí.
—Yo... —comienzo a decir a modo de disculpa, antes de escuchar cualquier cosa que tenga que decirme. Porque por alguna extraña razón, me dolerían más sus acusaciones que las que acabo de recibir del profesor.
—No importa —me corta él—. Ganar cinco veces consecutivas puede llegar a ser aburrido.
Está diciendo que no le molesta lo que acaba de pasar, que por haber ganado tantas veces seguidas esta derrota no supone algo importante para él. ¿En serio ha dicho eso? ¿O lo está haciendo solo para que me sienta mejor? Sea como sea, el solo hecho de que no se haya enojado conmigo me deja totalmente descolocada.
—Raph...
Sorprendentemente, lleva una de sus manos hasta mis mejillas húmedas y limpia la última gota de lágrima que estaba a punto de deslizarse. Su tacto me hace sentir mejor e instintivamente cierro los ojos para disfrutar de él. Luego, parece darse cuenta de lo que ha hecho, y de cómo he reaccionado yo, y se aparta velozmente.
—No permitas que te vuelva a hablar de esa manera —zanja, refiriéndose al trato que recibo del profesor.
Después de esto, se da media vuelta y empieza a caminar por el mismo lugar por donde se fue el profesor Smith. ¿Y eso es todo? ¿No piensa reprenderme ni nada? De alguna manera, aquello me hace sentir mucho mejor. Antes de ir detrás de él (puesto que no sé cómo llegar al hotel por mi propia cuenta), me seco el rostro con las manos y posteriormente acelero el paso para alcanzarlo. Justo cuando estoy a punto de bajar los peldaños de la escalera que me conduce a la salida, me interrumpe la presencia de cierto castaño que odio con toda el alma.
—Hey, pelirroja, ¿tan pronto te vas?
Su falso tono melancólico me molesta y el simple hecho de verlo tan tranquilo frente a mí hace que mi Nadia interior quiera salir a flote de nuevo. Desde el verano pasado prometí ser una mejor persona, prometí dejar atrás todo tipo de enfrentamiento, todo tipo de cosas malas que hacía antes, puesto que ya no me gusta esa vida problemática, pero ahora no pienso quedarme de brazos cruzados cuando por su causa es que Raph y yo ya nos tenemos que ir. Así que, apelando a mi exigua racionalidad en este instante, miro discretamente a ambos lados para ver si es que hay alguien viéndome y, al comprobar que no, le sonrío y aprovecho para darle una patada (no tan fuerte) en la entrepierna.
Apenas lo hago, este se retuerce y lo más sensato que me queda por hacer es escapar. Bajo corriendo las escaleras sin detenerme hasta llegar al estacionamiento, donde encuentro a Raph apoyado en uno de los carros, cruzado de brazos.
—Te acabo de vengar —manifiesto algo agitada, como si acabara de cometer una gran hazaña.
—¿Qué?
—Ese chico, Arnold, él me engañó, me hizo creer que si yo iba a los servicios higiénicos nada iba a pasar —explico con las manos sobre las rodillas—. Como nunca he venido a un concurso como este, creí en sus palabras.
Raph me escucha atentamente y su vista se mantiene en ningún punto fijo. Apenas escucha el nombre de Arnold su expresión cambia y no creo que haya sido para bien. Aunque no me molestaría regresar, esta vez acompañada del sabelotodo y darle al castaño su merecido nuevamente.
Unos segundos después de silencio absoluto, Raph dirige su vista hasta donde yo estoy e indica que ya nos vamos. Yo no me niego, pero en el preciso momento en que me recompongo y levanto la vista para buscar la camioneta del profesor Smith e irnos, me doy cuenta de que este nos ha dejado tirados aquí en cuanto dijo que iría a hacer las maletas. Estupendo. ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora? Ni Raph ni yo conocemos la ciudad, o bueno, al menos yo no conozco esta ciudad. Nunca antes en mi vida había estado aquí, pero supongo que si Raph ya tiene un enemigo en esta escuela lo más probable es que ya haya estado aquí antes. Claro, es obvio. Me pregunto qué pudo haber pasado entre Raph y Arnold para que el último mencionado odie tanto al primero. Si bien es cierto, el sabelotodo difícilmente es la persona más amable del mundo, pero eso no les importa mucho a los chicos, así que no puede haber sido un tema de trato. Tal vez algo más personal como... De acuerdo, no voy a formular especulaciones en mi cabeza. Ya bastante tengo con todo lo que ha pasado y estoy segura de que no necesito otro lío más del que preocuparme. No obstante, considerando el pequeño avance que ha habido entre Raph y yo, creo que si intento sacarle la verdad, puedo conseguir algo.
Entonces solo me queda intentarlo.
—¿Qué clase de problema hubo entre el tal Arnold y tú?
Mi pregunta sale lo más casual que me es posible, pero ni siquiera así logro conseguir lo que me proponía.
—Buen intento, Hussel —responde Raph mirándome, sospechando, como siempre, de mis intenciones—. Vamos, tenemos que llegar al hotel para irnos de aquí.
—¿A pie?
Mi pregunta suena a queja, pero no me detengo a pensar mucho en eso ya que, es más importante para mí saber que el hotel queda algo lejos de aquí. Si tardamos aproximadamente quince minutos en venir en coche, no sé cuánto tardaremos en regresar por nuestra propia cuenta. Rayos, ¿por qué nos tenía que abandonar el profesor Smith?
—Claro, no pienso llevarte en brazos —escupe Raphael adelantándose. No sé por qué no me sorprende su comentario.
De acuerdo, tampoco es que quisiera que lo hiciera.
Acelero el paso para alcanzarlo y ambos caminamos hasta la salida de High Tower School, dejando atrás todo lo que pudo haber pasado allá, desde la injusta descalificación de Raph hasta mi inminente venganza consumada. Después, nos adentramos en las calles que rodean el colegio, tratando de recordar por dónde vinimos. No es tan fácil como creí, pues frente a nosotros hay dos pistas que llevan por caminos diferentes, que nos hacen detenernos. Quizá deberíamos preguntar antes de pensar siquiera en arriesgarnos a tomar el camino equivocado. A mi lado, mi sabelotodo compañero se lleva una mano a la barbilla y determina seguir por la pista de la derecha. Abro mi boca para decir algo, pero la cierro al instante al ver a lo lejos el mismo restaurant de hace un rato donde estaba dándose la pedida de mano. Sonrío y obligo a Raph a apresurar el paso para llegar más rápido. Él se resiste un poco, pero al final termina cediendo.
—Es tan hermoso —expreso con emoción, sacando mi cámara para fotografiar la fachada del sitio. Donde antes estaba la pareja, ahora solo hay un adorno floral muy bonito y casi no hay mucha gente cerca. ¿Será porque todavía es un poco temprano?
—Solo es un restaurant.
—Pero hubo una pedida de mano aquí, ¿no sabes lo romántico que es eso?
Raph me observa, cruzado de brazos.
—Romántico... Para ustedes todo es romántico. —Lo dice como si recordara algo, por su expresión, pero después vuelve a ser el mismo. El sabelotodo niega con la cabeza y se sienta en una de las sillas que hay afuera—. En fin, ¿quieres comer algo o solo me obligaste a correr hasta aquí para fotografiar el lugar?
Inmediatamente bajo la cámara y me siento frente a él.
—¿Hablas en serio?
—No te sorprendas, Hussel. Perder a veces puede dar hambre.
Sonrío por la manera en que lo ha dicho. No ha sonado a reproche ni nada por el estilo, sino como un tema nimio que ya pasó, lo cual me alegra. Cuelgo la cámara en mi cuello y espero pacientemente a que alguien venga a atendernos. Mientras tanto, voy revisando cada foto que he tomado desde que llegué a Bend. La mayoría son de las diferentes atracciones de la ciudad, del hotel y de las personas que pasaban por las calles, también hay algunos selfies que me tomé en mi habitación del hotel y en el baño. Casi por instinto, me detengo en una donde sorprendí a Raph de perfil mirando hacia la ventana, mientras estábamos yendo a High Tower. Ni siquiera recordaba el momento en que tomé esta fotografía, pero la guardo en la memoria como si fuera un tesoro y sigo pasando las imágenes. Finalmente, una señorita con un mandil azul se acerca hasta donde estamos y nos regala una amplia sonrisa.
—Buenos días, vengo a tomar sus órdenes.
Antes de que pueda decir algo, Raph es el primero en hacer su petición. Aquella es tan larga, que por un momento pienso que está dando la orden por los dos.
—¿Tú vas a querer algo? —cuestiona tranquilamente después de haber ordenado la suficiente comida para un regimiento. La señorita me observa lista para escribir en su libreta lo que voy a pedir, pero digamos que no tengo hambre. O mejor dicho, no traigo dinero, así que doy un giro.
—No, no te preocupes, no tengo hambre.
El sabelotodo asiente.
—Enseguida te traigo tu orden —manifiesta la señorita sonriéndole a Raph de manera muy amable (muuuy amable). De acuerdo, lo último no importa, aunque me sorprende que lo haya tuteado, pero sobre todo que, al parecer, esto no le haya molestado a mi compañero.
Raph vuelve a asentir amagando una sonrisa como respuesta a la chica del restaurante, lo cual me deja completamente anonadada. ¿Desde cuando Raphael Thompson, el tipo que no sonríe ni por cortesía, que siempre anda con una actitud de "odio a todos" y que nunca demuestra ningún vestigio de amabilidad con su habitual semblante, ahora le sonríe a la gente? Mi gesto confuso y serio parece llamar su atención, porque con señas me pregunta que qué me pasa. Ante mi acción de encogerme de hombros, él me imita y se dispone a hacer lo que mejor sabe: ignorarme. En este momento trae puesta la capucha debido a que, aunque todavía es temprano, hace frío y toda su atención está centrada en observar la entrada del restaurant.
—Sabes, ¿Raph? —Comienzo a decir, acomodándome un mechón de cabello tras la oreja—. Creo que después de todo, no ha sido tan malo que nos dejara el profesor a nuestra suerte, ya sabes, lo digo porque necesitaba un respiro de su "Hussel, haz esto", "Hussel, haz lo otro". Era un poco molesto y todavía no entiendo cómo es que lo soportabas. —Raph me escucha con aparente atención, así que sigo hablando—. También quería decirte que no pensé que terminaríamos así, sinceramente, pero me alegra el hecho de saber que, después de todo, me has soportado. La verdad es que creía que me odiabas, nunca parecías estar de acuerdo con nada de lo que yo hacía o decía, pero quiero que sepas que a pesar de la mayoría de tus desplantes, me caes muy bien. No has sido el tipo más amable, pero sin duda ya te considero mi amigo y por eso es que...
La señorita del restaurant se acerca a la mesa y coloca frente a Raph parte de su pedido. (Digo parte, porque faltan aproximadamente cuatro tres cosas más de su gran lista). Cuando esta se va, el sabelotodo se quita la capucha para empezar a comer y, gracias a esto, puedo notar que lleva los audífonos colocados estratégicamente ocultos bajo la polera. ¡No puede ser cierto! ¿He estado hablando sola todo este tiempo? Al ver que lo estoy escudriñando, totalmente ofendida por lo que acabo de descubrir, se quita uno de estos y se dirige a mí.
—¿Decías algo?
Lo siguiente que hago podría considerarse una imprudencia de mi parte, pero aquella acción suya me enoja mucho y no soy consciente de lo que hago hasta que veo el rostro y cabello de Raph completamente mojados a causa de la limonada frozen tamaño extra grande que acabo de arrojarle encima.
•••
Trataré de subir una maratón de 3 capítulos seguidos. ¿Qué opinan?
Mientras piensan, les regalo un gif de la expresión de Nadia después de hacer lo que hizo.
PREGUNTA DEL DÍA: ¿Quién ya se pasó por la historia de Ale y Stephen? ¿Qué les está pareciendo?
¡Espero que les haya gustado el capítulo! <3
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