17| Ella
Ámenme, a mí y a Raph... Digo Ralph <3
Dentro de mi inesperada decisión, me doy cuenta de lo que acabo de hacer justo en el preciso momento en que llego hasta mi habitación. Acabo de dejar a Hussel a solas con Ralph en la sala y lo más seguro es que después termine arrepintiéndome. No por algún tipo de interés en ella, sino porque sé que mi hermano tiene ese algo que lo vuelve discretamente atrayente frente a las mujeres, y conociendo a la protagonista de mis desasosiegos, no creo que ella sea la excepción. Por lo poco que he podido observar durante estos días, me he dado cuenta de que ella muestra cierta atracción hacia mi hermano que muchas veces no disimula. Sé que Ralph ya lo debe haber notado, pues él es igual de observador que yo, pero eso no es lo peor, sino que, según me ha dicho, su visita es enteramente de vacaciones. Tal y como me lo suponía. Sin embargo, su confesión en el día de su fiesta de bienvenida me dejó ligeramente sorprendido. Y digo "ligeramente" porque conozco a mi hermano y sé que Hussel es el tipo de chica que suele llamar su atención, debe haberle atraído su formar de ser y actuar.
Si ambos empezaran una especie de relación, mi hermano tendría que decirle la verdad desde un comienzo o de lo contrario estaría jugando sus sentimientos. Cosa que, conociéndolo, no creo que haga.
En este momento no tengo ganas de hacer nada, más que todo por eso dejé que Ralph fuese quien me suplantara en la lección de hoy, no por ayudarlo. Sin embargo, la excusa de que tengo otras cosas que hacer que usé para librarme de mis acciones laborales, no es del todo mentira después de todo, ya que de verdad tengo asuntos que resolver. Asuntos que he estado descuidando por causa de Hussel.
Luego de haber cerrado la puerta detrás de mí, camino hasta el velador que reposa al lado de mi cama con la intención de sacar una fotografía. Después de escarbar entre tantos objetos sin importancia, logro encontrar aquella foto que me tomé con ella hace ya varios años, el mismo día que prometí dedicarle parte de mi tiempo. Contemplar la imagen de ambos me trae recuerdos del pasado a la mente, embargándome una abrumadora sensación de culpa. Me pregunto si hoy también me estará esperando, si es seguirá queriendo verme. Niego con la cabeza y vuelvo a guardar la fotografía. Ya han sido varios días que he faltado, desde que empezó esta semana para ser más preciso, tal vez ya ni siquiera piense que voy a ir.
Tal vez ya se olvidó de mí, como tal vez no.
Definitivamente estoy descuidando demasiado mis quehaceres anteriores. No pensé en esto cuando acepté ayudar a Hussel a intentar subir su promedio.
Hablando de ella, llevo una mano hasta mi labio recordando los golpes que recibí hoy por causa de su hermano y siento el esparadrapo adherido a mi piel. Justo sobre mi herida. Usando como espejo la pantalla de la televisión, consigo percibir que lo que antes era de un color no tan oscuro ahora luce como una mancha muy roja sobre mi pómulo, debajo de mi ojo izquierdo. Al parecer, ha empeorado más de lo que esperaba, y no solo eso, incluso puedo sentir que se está hinchando. Gracias a que quise ser una buena persona terminé recibiendo una paliza como nunca antes, perdiéndome una clase por primera vez en mi vida, todo por estar en la enfermería esperando que me atendieran. Supongo que esto me pasa por meterme en donde no me llaman.
Pero lo cierto es que no lo pude evitar, ni tampoco me arrepiento. Algo dentro de mí me obligó a empezar la pelea, a dar el primer golpe aun sabiendo que eso no terminaría bien para mí, porque sé perfectamente que nunca he peleado con nadie y que no tengo ningún tipo de experiencia en lo que a eso respecta. La prueba gráfica de eso es la imagen que proyecto.
Sé que cuando mamá me vea, querrá saber quién fue mi agresor para ir a armar un escándalo en la escuela por el simple hecho de verme golpeado. Ella estudió karate en su juventud y siempre me ha dicho que sabe lo suficiente como para defenderse, intentó muchas veces inculcarnos el interés por esa arte marcial, pero solo Ralph aprendió algunos movimientos. En el caso de papá, él es menos impulsivo que ella, pero sé que también querrá saber quién fue. Por alguna razón, no quiero decirles que fue el hermano de aquella chica a quien, amablemente, le dieron su autógrafo el primer día que la traje aquí. Mucho menos que se enteren de que fui yo quien empezó todo.
Resoplo poniéndome de pie dispuesto a cambiarme de ropa e ir a donde ella para tratar de olvidar todo por un momento. No obstante, un golpe en la puerta me detiene. Algo me dice que no es Ralph quien se encuentra al otro lado, ya que él no se habría tomado la molestia de tocar (porque nunca toca antes de entrar a mi habitación), así que mientras me dirijo hasta ahí para abrirla, me preparo mentalmente para volver a tener a Hussel frente a mí.
Llevo una mano al pomo de la puerta y lo giro.
—Lo siento —dice, quien me imaginaba, apenas me ve. No entiendo a qué viene su disculpa, pues que yo sepa, ella no me ha hecho nada. Si se refiere a la paliza que recibí, soy consciente de que yo me lo busqué, y además es su hermano quien sería el único culpable. No ella. No consigo expresar esto en voz alta, ya que, en un acto que no logro precaver, ella me rodea por la cintura con sus brazos, acercando su pecho al mío. Su acto me toma desprevenido y me quedo inmóvil sin saber qué hacer—. Estás enojado por lo de la pelea de hoy, ¿verdad? No me gusta eso.
El aroma de su rojizo cabello se mezcla en mi respiración y puedo sentir el latir de su corazón casi sobre el mío. Hussel es la primera chica que me abraza de esta manera tan efusiva. Sin precedentes, sin temores.
¿Por qué está haciendo esto?
—N-no —titubeo por primera vez delante de ella, demostrando así que algo no está bien conmigo. No esperaba que me abrazara o me hablara en ese tono tan dulce. Sus brazos continúan aferrados alrededor de mí mientras que su cabeza se encuentra apoyada en uno de mis hombros—. No estoy enojado contigo.
Ella suaviza su agarre en mi cintura y levanta la cabeza para mirarme a los ojos cuando me oye. Al hacer esto, su rostro queda cerca del mío, más de lo normal. Abro los ojos de par en par cuando reparo en eso e intento mirar a cualquier lugar que no sea hacia adelante, porque desde mi posición puedo notar cada detalle presente en la faz de su rostro.
Extrañamente, no me molesto en apartarla. Ninguno de los dos dice algo; yo, porque todavía no puedo creer que estemos así de cerca, sobre todo dadas las circunstancias de nuestro acuerdo; y ella, porque tal vez le pasa lo mismo.
Hussel se queda otro rato observándome, pero al parecer, después de unos segundos se da cuenta de lo que ha hecho y baja la vista avergonzada. Mis manos viajan hasta sus hombros para llamar su atención y hacer que me mire a los ojos.
—Pensé que lo estarías, hoy estuviste actuando muy raro —enuncia de un momento a otro. Cuando la escucho, algo se me viene a la mente.
—No puedes decir eso si solo conoces siete cosas sobre mí.
Ella abre sus ojos sorprendida ante mi comentario, intuyo que recordando a lo que he hecho alusión y está claro que no se lo esperaba. Ante eso, lentamente, me suelta y lleva sus manos detrás de su espalda. La distancia entre nosotros se extiende mientras ella retrocede un par de pasos. Se podría decir que se acaba de ruborizar.
No sé cuánto tiempo se mantiene en silencio, quizá recordando algo, porque después de un rato se dirige de nuevo a mí.
—Creo que cambié el punto cinco —confiesa muy orgullosa. A decir verdad, no recuerdo el orden de su listado, pero puedo asegurar que más de una de cosas ha cambiado, así como también otras se mantienen intactas—. Un buen amigo defiende a sus amigos —añade de pronto.
La observo rápidamente apenas dice esto. Ella también me mira.
—¿Qué quieres decir?
—Que muy en el fondo de tu duro corazón, ya me consideras tu amiga —concluye sonriendo. Acto seguido, me saca la lengua—. Raph.
Su expresión me causa gracia, lo admito. Me ha llamado como solo suelen hacerlo mis amigos, y lo ha hecho sabiendo que siempre suelo recalcar que mi nombre es Raphael ante los demás, pero a ella no se lo reprocho, aunque de todas maneras le hago el recordatorio tratando de mantener la seriedad.
—¿Olvidas la condición, Hussel?
Condición que, cabe mencionar, ella prometió respetar. Fue el mismo día que me pidió ayuda.
—Puedo demostrarte que es así.
—¿Cómo? —pregunto sin pensarlo.
—Todavía no lo sé, pero ya se me ocurrirá algo.
Suena tan convencida, que por un momento estoy a punto de ceder, de confesar que tal vez sea cierto de que ya no la veo como una simple extraña, pero no lo hago. Eso solo la volvería más insistente y locuaz de lo que es ahora, además, en este momento tengo que ir a encontrarme con una persona. Haciéndome a un lado para no chocar con ella, salgo de mi habitación y camino por el pasillo.
Ella me sigue en silencio mientras bajo por las escaleras. No veo a Ralph por ningún lado.
—¿Y mi hermano?
—Salió a comprar palomitas, dijo que íbamos a ver una película —contesta entusiasmada.
¿No se supone que iban a estudiar?
Tal vez él ya le dijo a Hussel lo que siente y ella lo correspondió. Es la única explicación que se me ocurre al ver que está más sonriente de lo normal y se muestra efusiva, quién sabe si por eso decidió que era mejor llevarse bien conmigo y estar segura de que entre nosotros no hay ningún tipo de contratiempo. De seguro.
—Bien.
Camino con dirección a la puerta, pero mi nombre saliendo de sus labios me detiene.
—¿A dónde vas? —cuestiona con curiosidad.
—A encontrarme con alguien.
Con ella.
Podría haber dicho muchas otras cosas, decirle que volvería pronto o que saldría a resolver un asunto importante, no obstante, algo en mi interior quiso dejarle en claro eso.
—Ah.
Su tono de voz ha cambiado.
—Muy especial —agrego más para mí mismo que para ella, antes de cerrar la puerta detrás de mí. Ni siquiera me vuelvo para ver su expresión, sino que salgo sin mirar atrás. Sin darle tiempo a decir algo más.
Me alejo del lugar evitando estar sobrando.
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