24 | "¿Quién creen...?"
Para cuando todos terminan de rendir sus exámenes, regreso al salón para poder esperar sentada en mi lugar los minutos que nos indican antes de poder brindarnos nuestra nota. Al verme llegar, Nadia me pregunta si la bebida que traigo de más es para ella, lo que me hace recordar la escena de hace un momento.
—Puedes tomarla si quieres.
Coloco la botella en su lado del pupitre.
—Eso es un «no» —murmura con tono burlón, dándose cuenta de que no era para ella.
—Es que siquiera la compré yo, fue Boward.
—¿Stephen?
Se muestra sorprendida.
—No conozco otro compañero que tenga ese apellido —respondo, queriendo restarle importancia a ese hecho. Algo que resulta imposible, porque estamos hablando de Nadia y su imperante curiosidad.
—Ya sé, pero es que no puedo creer que hayas aceptado que él te compre algo.
—No me lo compró a mí —explico mientras pego mi frente al pupitre y cierro los ojos—. Era para Sabrina, pero luego me la dio y, justo cuando pensaba devolvérsela, llegó la bruja, así que no le quise dar el gusto.
Tal vez no debí dejarme llevar por una idea tan infantil.
—Tiene sentido —afirma ella, sabiendo que de otra manera no habría aceptado recibir algo de él—. Por cierto, Ale, ¿me puedes ayudar con algunos problemas de álgebra?
Acepto el reto. Porque eso es lo que es enseñarle matemáticas a Nadia, un total desafío. A pesar de que sé que suelo perder la paciencia cada vez que trato de explicarle las resoluciones de los ejercicios, intento poner todo de mi parte para lograr que esta vez me entienda. Algo que no parece funcionar del todo bien.
Parece una máquina en plena avería, batallando por no perder el hilo.
—¿Eso se suma?
—Sí, y como tienen la misma variable se convierte en "5X" —le señalo el paso número tres de mi resolución—. Después, como aquí está dividiendo, pasa al otro lado multiplicando, teniendo así 5X², entonces...
Uso términos menos tediosos con la esperanza de que le resulte más fácil comprender.
—¿De dónde salió el "X²"?
—De la multiplicación de dos variables iguales.
—¿Qué variables? —vuelve a preguntar—. Yo solo veo una "X".
Dios, es que es imposible.
—De verdad no sé cómo hacía la roca con cerebro para enseñarte —confieso, sintiendo, de pronto, un poco de lástima por él. ¿Alguien como Thompson habrá perdido la paciencia con ella alguna vez? Nadia hace un puchero para convencerme de que le explique nuevamente y yo accedo solo porque es mi amiga.
—Está bien, pero, por favor, pon atención.
Finalmente, Wittman termina de corregir nuestros exámenes. Para darle más dramatismo a la escena, considerando que se trata del último curso que nos falta aprobar, se dispone a llamar uno por uno a su escritorio en vez de repartir los exámenes él mismo. Nadia, a mi lado, se muestra impaciente por que la llamen de una vez. Está también un poco nerviosa, porque teme haber desaprobado. Me encargo de calmarla, alegando que, de seguro, las clases con Thompson dieron resultado y que no debería preocuparse, pero ella está muy ansiosa como para escucharme.
Cuando Wittman llama mi apellido, me acerco hacia su lugar y recojo mi examen. En el camino de regreso reviso mi nota y sonrío al comprobar que me ha ido muy bien. Sin embargo, el docente no espera hasta que me haya sentado, sino que llama a Sabrina y a Stephen juntos para que se acerquen también. Gracias a eso, me es inevitable no cruzar mi mirada con la de él, que me sonríe solo con sus labios al pasar por mi lado. Ignoro su gesto y me apresuro en llegar a mi asiento.
Espero con paciencia hasta que llamen a Nadia. Apenas escucha su apellido, se levanta como un resorte de su lugar, aunque, irónicamente, se acerca muy despacio hasta el escritorio del profesor. Lo primero que hace al recibir su examen es revisar su nota. Al parecer, le ha ido bien, pues se gira y sonríe hacia todos. No obstante, su sonrisa se desvanece al oír el apellido de Thompson y de la nueva.
—Quiero felicitar a Thompson, nuestro mejor estudiante, y también a la señorita Humpton, quien ha demostrado merecer la oportunidad que se le brindó de tener un intercambio en nuestra escuela —enuncia Wittman, posicionándose en medio del salón—. Ambos han sacado la misma nota. Fuertes aplausos, por favor.
Todos obedecen, menos Nadia y yo.
En mi caso es porque poco me importa cuánto saquen los demás. Y Nadia, porque quizá la noticia le ha tomado por sorpresa.
Aún así, no menciona nada con respecto al tema. Tampoco yo.
Llegada la hora de marcharnos, ambas salimos juntas de la escuela, aliviadas por no tener ninguna nota reprobatoria. Nuestro primer destino es su casa, para ella que se pueda quitar el uniforme y podamos ir a algún lado. Debido a que yo estaba preparada, me pongo la ropa casual que traje en mi mochila y reviso mi aspecto en el espejo de su habitación.
—Perfecto.
Sonrío.
—Te ves genial, Ale —comenta ella—. Ya quisiera yo tener tu mismo gusto en la moda.
—Al menos alguien aprecia mis atuendos.
—No me digas que Quentin sigue metiéndose con tu forma de vestir —se ríe ella.
Quentin siempre me molesta diciendo que me visto como una persona dark de los 70's, lo cual no tiene ningún sentido.
—Es uno de sus pasatiempos favoritos.
Ella se acerca a su clóset para elegir qué ponerse. La ayudo, a pedido suyo. Luego, bajamos hasta la cocina de su casa para tomar algo. Dentro de la nevera ella encuentra jugo de durazno y se dispone a servirnos.
—¿A dónde deberíamos ir? —pregunto al ver que coloca el vaso con jugo sobre la encimera, delante de mí.
—¿Qué tal de compras?
—Típico —le doy un sorbo a la bebida.
—¿A comer?
Levanto una ceja. Eso es algo demasiado común, algo que podríamos hacer cualquier otro día.
—Muy típico.
—¿Al cine? —propone, a punto de perder la paciencia.
—Súper mega típico.
—¡Me rindo!
Nadia se recuesta sobre la encimera y despeina su cabello con exasperación ante mi poca colaboración con un plan. Sinceramente, tampoco se me ocurre un lugar al que podríamos ir que no sea los que ella ya ha mencionado.
—¿Qué tal si vamos pensando en el camino? —sugiero.
—Eso está mejor.
En su compañía, camino con dirección al centro, con la esperanza de encontrar algo interesante. Nada parece valer la pena, hasta que siento que ella tira de mi brazo para que vea lo que señala.
—Mira, una feria.
—Sí, qué interesante —ironizo, queriendo seguir con nuestro camino.
—Hay que ir a ver, por favor, ¿sí?
Ruedo los ojos, aunque accedo.
La feria parece tener temática internacional y está conformada por varios stands de diversas cosas, pero el primero al que Nadia se acerca es al stand gastronómico. La sigo al ver que están haciendo probar comida gratis. Debo admitir que muchas cosas de las que vamos probando, que son de platillos de otros países, están deliciosas.
—¿Qué tal está, güerita? —le pregunta un señor a Nadia al ver que prueba un bocado de algo que nos es presentado como "enchilada". El tipo no es parte de los presentadores del stand, más bien un visitante más, y también parece no ser angloparlante.
Nadia solo entiende las primeras tres palabras, pues, a pesar de que le gustan los idiomas, la cuarta palabra es totalmente desconocida para ella. Incluso yo la desconozco. Aun así, decide tomar esa palabra como algo positivo.
—Muy bueno, muy bueno —responde ella, mostrándole su pulgar.
El hombre se va muy orgulloso, silbando una canción desconocida. Probablemente era un platillo de su país, y por eso quería conocer nuestra opinión. En el otro lado del mismo stand encontramos más comida. Cada lugar tiene una bandera del país de procedencia de cada platillo.
—¡Buenas tardes! ¿Les gustaría probar nuestro postre? Es mazamorra morada, un postre típico de la gastronomía peruana —nos presenta una señorita del stand—. Sírvanse, por favor.
Nadia y yo recibimos los vasitos con el postre morado. Nos resulta bastante llamativo por el color y el aspecto que tiene, por lo que lo probamos al mismo tiempo. Vaya, todo en este stand vale absolutamente la pena. Está muy rico.
—Muy bueno, muy bueno —imito a Nadia, aunque seguramente con un acento desastroso al intentar hablar en español.
Lo compruebo al ver que ella se ríe de mí, pero la señorita se muestra conforme con mi comentario.
Después de eso, el siguiente stand que llama nuestra atención es el de exhibición de libros. Hay desde ediciones antiguas hasta actuales de diferentes clásicos. Me dispongo a ver la exhibición junto a Nadia, pero me alejo un momento cuando diviso una colección de una enciclopedia que siempre quise completar. Están los 14 tomos, justo ante mis ojos. Sonrío de felicidad mientras hojeo cada uno, pero me enfoco en revisar los que no llegué a tener. Otras personas también parecen estar interesadas en la enciclopedia, por lo que escojo uno en especial para verlo yo sola.
Me tomo mi tiempo con el libro, sintiéndome en el paraíso, pero entonces recuerdo que no vine sola y me dispongo a regresar con Nadia. A lo lejos, veo que no está sola, sino con la nueva y Thompson. Su presencia es un motivo más que suficiente para apresurarme hacia donde están.
Nadine me recibe con una sonrisa.
—¿No quieren acompañarnos? —Nos invita ella apenas me acerco—. Estábamos por ir al stand de artesanías.
Dudo mucho que esa idea le agrade a su aburrido acompañante.
—No es necesario —oigo que dice una voz masculina por detrás de nosotros, impidiéndome responder. Ruedo los ojos al reconocer de quién se trata. Con Nadia sucede lo mismo, y termina comprobando sus sospechas al ver que Aidan se coloca a su lado—. Ella va a recorrer el lugar conmigo y empezaremos por el stand de juegos de colección.
Uh, alguien aquí conoce bien a Nadia.
La idea trae una sonrisa de emoción en el rostro de mi amiga.
—Tal para cual —escupe Thompson, que tras decir eso, parece arrepentirse de haberlo hecho en voz alta y se marcha sin decir más.
—Discúlpenlo, ya saben que es un poco displicente.
—¿Un poco? —objeta Aidan.
—Nos vemos luego.
Tras decir eso, corre hacia él para darle el alcance. Parece tener la confianza suficiente para dirigirse a él sin ningún problema ni temor a que la ignore. Incluso a tan pocos días de haberse conocido, ya salen juntos. Eso solo significa una cosa.
—Parece que lo de ellos va en serio —afirmo, viéndolos juntos—. Al parecer, solo una europea puede derretir a ese témpano de hielo.
Nadia se muestra indiferente y se encoge de hombros. Aidan se encarga de distraerla al decirle que lo siga para dirigirse al stand que mencionó y, por muy extraño que suene, se lo agradezco. En este momento lo que más necesita Nadia es no pensar en Thompson. Solo por eso pongo de mi parte y los acompaño, a pesar de que mi intención era salir solamente con ella, ya que hace tiempo no tenemos una salida entre amigas.
Supongo que, si es por su bien, vale la pena.
***
Lo primero que pienso al abrir los ojos es que odio trabajar.
Sin embargo, muy a pesar, me levanto de mi cama y me alisto para ir a mi centro laboral. Hoy, aprovechando que no tengo que ir a la escuela, he pensado ir temprano y pedirle a mi jefa si es que puedo cubrir el turno de la mañana para poder pasar la tarde con Nadia, dado que es su cumpleaños. Lastimosamente, mi descanso fue ayer y no pude lograr convencerla de que me cambiara la fecha.
Esperemos que Sophie Snow, más conocida como Sophie Saw, acepte cambiarme el turno solo por hoy.
Antes de entrar al baño para alistarme, le mando un mensaje de texto a Nadia saludándola por su cumpleaños. Hoy cumple 17.
Cuando ya estoy lista, bajo a desayunar. Como todavía es temprano, Quentin sigue durmiendo, por lo que solo saludo a los señores Wells mientras desayuno junto a ellos como de costumbre. Ellos me consultan sobre cómo me fue en los exámenes y les informo que muy bien. También me preguntan por qué me he levantado tan temprano, ya que saben que suelo trabajar en la tarde. Me encargo de explicarles mis motivos y ellos se ofrecen a darme dinero para comprarle un regalo a Nadia. Rechazo la oferta de la manera más amable posible, asegurando que con mi sueldo puedo comprarle algo por mi cuenta.
Finalmente, cuando por fin salgo de la casa, me encamino deprisa al paradero para tomar el bus que me llevará a Saffari. En todo el trayecto ruego al cielo que, por obra de un milagro, mi jefa se apiade de mí y me permita cubrir el turno de la mañana. De lo contrario, estaría entre la espada y la pared, pues tengo dos strikes. Una falta injustificada podría ocasionarme el tercero y entonces me quedaría sin trabajo.
Eso sería tanto un castigo como un regalo al mismo tiempo.
Ingreso a Saffari y voy en busca de mi jefa, que se encuentra supervisando a los del turno mañana. Otras víctimas suyas de las que me compadezco de inmediato.
—Buenos días, ¿en qué le podemos ayudar? —dice apenas me ve, tratándome como si yo fuera un cliente.
—Buenos días, quería hablar con usted, señorita Snow.
Ella me observa como si le molestara mi presencia.
—Turner, no estás en horario de trabajo. Ven en la tarde y con gusto te atenderé.
—Pero quería pedirle...
—No acepto peticiones de empleados con dos strikes —me interrumpe, pasando de largo.
Es realmente insoportable. Si tan solo no se tratara de mi jefa, ya la habría puesto en su lugar hace mucho tiempo.
—Me gustaría cubrir el turno de la mañana por hoy —le digo antes de que se vaya. Ella se detiene al escucharme y se gira solo para reírse en mi cara.
—No necesitamos más gente en este turno, estamos todos comple...
—Señorita Snow, Sarah llamó para informar que no podrá venir hoy por motivos de salud —le indica uno de los de la mañana.
—¿Presentó su descanso médico?
—No, pero...
—Dile que está despedida.
Mi expresión de felicidad se disipa en ese momento.
—¿Qué? —me extraño yo. Y, al parecer, el chico también.
—¿No querías cubrir el turno de la mañana hoy, Turner?
—Sí, pero...
Estoy por decirle que no bajo esas condiciones, no despidiendo ni dejando en el horrible mundo del desempleo a alguien que no lo merece, pero, como siempre, ella no me permite hablar.
—Entonces ve a vestirte y te colocas en este lugar para reemplazar a Sarah.
Habiendo dicho eso, se aleja de donde estoy. El chico no me dice nada y vuelve a su lugar en una de las cajas.
Sintiéndome irremediablemente culpable, me dirijo a los vestidores, marco mi asistencia y me pongo el uniforme. Lo bueno del turno mañana es que muy poca gente viene por el área de electrodomésticos, que es el lugar que le correspondía a Sarah. Intento no martirizarme diciéndome a mí misma que no es mi culpa la decisión que la jefa haya tomado. Me mantengo en mi sitio de pie durante las primeras horas, pero viendo que casi no pasa nadie, me apoyo unos minutos en una pared. Aprovecho para ver la hora y así noto que tengo un mensaje de parte de Nadia.
«Ale, hoy pasaré mi cumpleaños en otro lado. Te paso la dirección: Condominio East Side. Torre "D". Décimo primer piso. Departamento 1105. Te veo allí a las 4:00.»
Considerando que tendré el turno de la mañana solo por hoy, creo que llegaré un poco tarde.
Un momento, no reconozco la dirección. Pensé que la iría a recoger a su casa como siempre, pero supongo que sus padres le organizaron algo diferente este año. Guardo mi teléfono cuando me parece ver a la jefa pasar cerca a donde estoy, y despego mi espalda de la pared con la misma rapidez.
Unas horas más tarde, por fin termina mi temporal turno. Me dirijo hacia los vestidores para quitarme el uniforme e ir a la dirección que me dio Nadia. En ningún momento me encuentro con la jefa en el camino y agradezco por eso.
Debido a que no sé muy bien cómo llegar, tomo un taxi y le indico la dirección para que me deje en dicho lugar. A medida que llegamos, me doy cuenta de que es una zona residencial. Mejor dicho, un condominio lleno de edificios.
Cuando me bajo del taxi, me acerco a la entrada para preguntarle al señor vigilante por la torre D.
—Disculpe, ¿a quién busca?
—Buenas tardes, me citaron en esta dirección —le indico, enseñándole el mensaje en mi celular.
—Oh, viene para el cumpleaños.
—Así es —contesto, un poco extrañada del lugar en el que han decidido organizar la fiesta de Nadia. No tiene pinta de ser un lugar donde se organicen eventos de ese tipo.
—Adelante.
Agradezco y me adentro en el edificio que me indica. Tomo el ascensor y marco el piso número 11, intuyendo que es el correcto. Tras comprobar las diferentes puertas presentes, consigo dar con el departamento 1105. Resoplo antes de tocar el timbre. Espero unos segundos, creyendo que me abrirá alguno de los familiares de Nadia o, en todo caso, ella misma. No obstante, apenas se abre la puerta veo el indeseable rostro de Boward.
—No, no queremos comprar nada —asegura, como si yo fuera uno de esos vendedores que van ofreciendo productos de puerta en puerta. Entrecierro los ojos, mostrándome desafiante y le lanzo una patada.
Él cae de espaldas al piso.
—Demonios... ¿En qué maldito lugar te enseñaron a saludar así, gruñona? —protesta con sus manos en el estómago—. Esto me pasa por tratar de ser amable y ofrecerme a abrir...
Hace un ademán de morirse.
—No seas patético.
Me asomo para comprobar si es que la dirección es la correcta y diviso a Nadia en el interior. No está sola, sino que también están los gemelos Thompson y Nadine. Adentro no hay ninguna decoración de fiesta ni signos de celebración, pero decido hacer de lado ese detalle. Cierro la puerta y me dispongo a acercarme hasta dónde están.
Justo cuando paso por el lado de Boward, siento que algo se interpone en mi camino, haciéndome caer de bruces sin poder evitarlo. Coloco mis palmas en el piso para no chocar mi pecho con este.
—No seas torpe —comenta él, imitando el tono que usé para decirle patético, claramente vengándose de mí.
Bufo, a punto de perder la paciencia. Un momento que me encargo de él.
Me pongo de pie y sacudo mis manos mientras le sonrío para ocultarle mis verdaderas intenciones. Boward desconfía de mi expresión amable e inusual, pero antes de que pueda abalanzarme sobre él para demostrarle que no se debería meter conmigo, Nadia se acerca a mí, previniendo mis intenciones. En contra de mi voluntad me obliga a sentarme a su lado, junto con el grupo para que deje el tema por la paz.
Ninguno de los tres presentes, además de ella, dice algo.
—¿Por qué estamos aquí? —le pregunto a Nadia en susurros. Esperaba cualquier cosa menos que estuviera reunida con dos de los tres miembros de El Triángulo.
—Ralph me invitó ayer, también es el cumpleaños de ambos.
Ella responde casi sin mover sus labios, disimulando que estamos hablando, sin quitar una molesta sonrisa nerviosa de su rostro.
—¿Qué?
Boward se une al grupo, completando el círculo formado en medio de la sala. Está sentado a mi costado, y yo aprovecho esa oportunidad para codearlo en venganza, él choca su hombro con el mío en su defensa.
—Por favor, hoy es mi cumpleaños y también es el cumpleaños de los dueños de la casa. Les pediría —Nadia apunta en mi dirección y también en la de Boward— que dejaran sus rencores de lado, al menos, lo que resta del día.
No digo nada, pero trato de obedecer.
—Concuerdo con Valiente —intercede Ralph—. Basta de niñerías.
Ruedo los ojos y asiento junto a los demás.
—Juguemos a otra cosa. —La nueva parece más entusiasmada que los cumpleañeros—. ¿Qué tal el juego de "Quién creen"?
Hago un ademán de salir del círculo, pero Nadia, que sabe que odio los juegos de este tipo, entrelaza su brazo con el mío para que no pueda escapar.
—¿Cómo es eso? —curiosea Boward.
—Por ejemplo, el jugador uno dice una suposición al azar y los demás tienen que decidir quién creen que ha hecho tal cosa. La persona que reciba más votos, recibirá un castigo. Es muy sencillo, ustedes solo hagan lo que yo en la primera ronda.
Qué divertido. Nadia arruga la frente mirándome para que deje de hacer gestos sarcásticamente.
—De acuerdo —dice la nueva—. ¿Quién creen que ha rechazado a más declaraciones de amor?
Para complacer a Nadia, señalo a Thompson. Otros tres me señalan a mí. ¿Qué demonios?
—¡Empate! Ambos tendrán que recibir un castigo.
Me encojo de hombros dispuesta a escuchar el dichoso castigo. Thompson también se mantiene a la espera.
—¿Qué tal si... como castigo le dan un beso a la persona que está a su izquierda?
Inevitablemente, giro mi cabeza hacia ese lado, encontrando a Boward con el mismo gesto de sorpresa que debo tener yo en este momento.
Está claro que antes de besar a Boward, preferiría besar el suelo que pisa mi jefa.
•••
¡Nuevo capítulo! Espero que les haya gustado.
¿Alguien recuerda lo que pasa en este cumpleaños entre Raph y Nadia? 7u7
No olviden votar y comentar. <3
Banner nuevo por si es que no lo han visto ⬇️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top