08 | Resolución
Está aquí.
El insoportable de Boward está aquí. De nuevo.
¿Por qué se empeña tanto en fastidiar mi tranquilidad siempre apareciéndose donde menos lo quiero? De acuerdo, sé que quizá esa no sea su intención y ni siquiera esté enterado de que trabajo en este lugar, pero, aun así, por el solo hecho de saber que está cerca de donde estoy no puedo calmarme. Si él me ve aquí no dejará de molestarme. Usará lo que sabe de mí en mi contra simplemente porque todavía no le he devuelto su diario. Él lo único que quiere es vengarse de mí.
Avanzo por entre los corredores del centro comercial con sumo cuidado, mirando a todos lados. Mi vista viaja entre todas las personas que han venido a hacer sus compras para ver si es que encuentro a ese par caminando por los alrededores. Nos los veo por ningún lado. Debido a eso, regreso hasta los vestidores donde dejé a Nadia, pero tampoco la encuentro; aquello confirma mis sospechas de que tal vez distrajo a Stephen y consiguió alejarlo de aquí. Agradezco al cielo por eso.
Lanzo un suspiro de alivio al comprobar que el peligro ya pasó.
—¿También querías verlo?
La voz de Mary a mis espaldas hace que me vuelva al instante. Su tono "divertido" no me provoca ganas de reír como le hubiera gustado que hiciera. En serio esta chica últimamente se ha encargado de arruinar mis días sin mucho esfuerzo. Todo este asunto del Ángel un día de estos va a terminar por hacer que explote y le grite de una vez que eso suena muy estúpido y que sus oportunidades e ilusiones con Stephen Boward son absurdas, porque él no está interesado en nadie. Es probable que ese día llegue pronto, pero por mientras, debo hacer uso del poco autocontrol que me queda y tratar de responder de una manera más normal y menos violenta. No estoy con deseos de generarle traumas psicológicos si es que llego a mi límite de paciencia y le expongo un testamento de razones por las cuales debería olvidarse de Boward. De lo contrario, podría terminar armando un escándalo y eso es lo último que quiero.
Hoy no será ese día en que eche todo a perder. Todavía no puedo prescindir de mi salario.
—No.
Ella se ríe ante mi pronta repuesta.
—Vamos, Ale. No tienes que engañarnos, somos tus amigas. ¿Por qué no te sinceras con nosotras?
Doy un paso hacia donde se encuentra, dedicándole mi mirada más seria posible a medida que me acerco. No me gusta nada que crea que estoy mintiendo o bromeando, cuando no lo estoy haciendo. Odio eso. Ella retrocede apenas me ve avanzar. Soy enteramente consciente del aura intimidante que desprendo casi a todas horas, así que decido usarlo ahora a mi favor para hacer que deje de molestarme.
—Estoy siendo sincera —aseguro. Le regalo una ilusoria sonrisa, sin borrar la expresión austera de mi semblante—. No vine aquí para verlo, ¿quedó claro?
De hecho, vine aquí para asegurarme de que ya no estuviera. Claro que esto último no lo digo en voz alta.
Mary retrocede un poco más y asiente al reparar en mi tono de voz. Solo entonces la dejo en paz. La escucho murmurar algo como «en serio es aterradora» mientras me alejo de donde está. Debí haber hecho esto desde un comienzo para evitar que sus comentarios relacionados con Boward se volvieran un tema común en nuestras conversaciones. Ya no importa. Estoy segura de que le quedó claro que a mí no me hace ninguna gracia que lo mencione.
De regreso a mi posición, mis demás compañeras continúan con su labor. Mary aparece detrás de mí y, en silencio, se dispone a continuar con su trabajo. Sophie se aparece un par de veces por donde estamos, pero en ningún momento nos regaña o algo. Esto quizá es porque estamos demasiado calladas hoy. Como sea, yo cuento en mi mente las horas que faltan para que me pueda ir de aquí.
•••
En la noche, cuando llego a casa después del trabajo me dirijo directamente hacia mi habitación. Encuentro a los Wells en la sala viendo una película, pero estoy tan cansada que solo los saludo de paso y no me detengo hasta que estoy ya en el segundo piso de la casa. Quiero llegar y poder recostarme en mi cama e intentar dormir. Apenas abro la puerta de mi habitación, tiro mi mochila, me quito los zapatos y me envuelvo entre mis sábanas dispuesta a dormir. Sin embargo, mi plan de poder descansar se ve frustrado cuando Quentin entra en mi habitación sin siquiera molestarse en tocar la puerta. Sospechando que solo viene a hablarme de chicas y a hacerme perder valiosos minutos de sueño, cojo rápidamente un libro de la mesa de noche para que vea que estoy ocupada y se marche.
Por supuesto que no funciona.
—Me rechazó.
Lo sabía. Si no son juegos o bromas pesadas, su tema favorito de conversación es su actual amor platónico.
—¿Por enésima vez?
—Alessy, ¿puedes cumplir tu papel de mejor amiga y al menos fingir que compartes mi pena?
Me siento sobre mi cama al verlo quejarse como un niño pequeño desde el marco de la puerta de mi habitación. Lleva meses haciendo berrinche cada vez que Lia rechaza su invitación a salir. Y esta es una de esas veces, por no decir la milésima. Hago a un lado el libro que estaba pretendiendo leer y lo invito a sentarse para hacer el intento de levantar su estado de ánimo. No se me da bien, pero no pierdo nada intentándolo. Él se resiste.
Le suelto lo primero que se me ocurre, pero creo que él lo malinterpreta.
—No tienes corazón, pobre del chico que se fije en ti.
—Quentin, cállate y ven acá.
A regañadientes se acerca hasta donde estoy. Le hago un espacio y él se sienta aun con los brazos cruzados.
—Ya sabes que estoy en contra de lo que estás haciendo, ¿es necesario esperar a Lia casi todos los días cuando sale del trabajo?
Quentin desvía la vista hacia donde está mi escritorio. Después de eso, se pone de pie y camina por mi habitación.
—Quiero que ella entienda que no soy un niño. Si esa es la única razón por la que me está rechazando, creo que aún tengo oportunidad.
—Pues tu manera de hacerla entender no es nada romántica.
—¿Qué sabes tú de cosas "románticas"? —contraataca él, mofándose.
Ruedo los ojos al escucharlo. Él continúa dando vueltas por mi habitación mientras nos rodea el silencio, hasta que se detiene nuevamente frente a mi escritorio. De él, toma un libro que llama su atención y lo hojea curioso. Al principio no le doy importancia, pues lo único que tengo a la vista son los libros de la escuela y el diario de Boward. Un momento. ¡El diario de Boward! Me levanto como un resorte para impedir que lo vea y se lo arrebato de las manos.
—¿Stephen Boward? —cuestiona él al verme colocar el diario detrás de mí.
Estúpido Stephen y su afán de poner su nombre en la primera página de su diario.
—¿Qué?
—¿Quién es él?
Miro hacia ambos lados pensando en una manera de evadir la pregunta.
—¿Quién es quién? —Pretendo estar acomodando mis demás libros y le doy la espalda. Gran error, Alessandra.
—Vaya, ¿soy yo o te has puesto nerviosa?
Dejo de hacer lo que estaba haciendo y doy la cara de una vez por todas. Si ya leyó el nombre del dueño del diario, no veo por qué tenga que mentirle al respecto. Internamente me arrepiento de haberlo dejado sobre la mesa por no querer leerlo. Iba a hacerlo de nuevo, pero me detuve. ¿La razón? Supongo que lo hice porque lo que tenga que ver con Boward no es de mi interés, al final de cuentas.
—Te equivocas. Este diario le pertenece a un idiota.
—Wow, ¿ahora eres la bully personal de alguien? —interroga, intentando quitarme el diario para seguir husmeando—. Déjame ver eso.
Doy vueltas por mi habitación para evitar que me alcance. Él hace lo mismo que yo. Mientras trata de convencerme de que le muestre el diario no deja de lanzar frases al azar sobre quién podría ser Stephen Boward, empezando desde que es mi posible interés romántico y terminando en quizá es un alma inocente al que he decidido hacer la vida imposible por simple gusto. Ambas suposiciones están lejos de la realidad. Ni estoy interesada en Stephen de manera romántica (ni en ninguna otra, debo aclarar), ni él es un alma inocente a quien he decidido atormentar. Él empezó todo esto, ahora que se atenga a las consecuencias. Claro que esto no se lo digo a Quentin para evitar que siga formando ideas erróneas en su cabeza. Debo hacer que se olvide del diario y salga de aquí. Aprovecho que se detiene un momento para tomar aire y me lanzo sobre él. No lo dije antes, pero la autodefensa se me da muy bien y no me cuenta mucho descontarme a Quentin.
Consigo sostenerlo de los brazos por la espalda y, entre quejidos de su parte, logro echarlo de mi habitación. Luego, aseguro la puerta para evitar que vuelva a entrar y siga molestándome para ver el diario. Quentin es demasiado curioso y sé que a toda costa intentará leer su contenido, incluso cuando no esté aquí para impedírselo. Él sabe que no soy de traer cosas ajenas a la casa, y que el simple hecho de que tenga algo que le pertenece a Boward debe tener un trasfondo. Y, de hecho, lo tiene.
Tiro el diario de Boward de nuevo hacia el escritorio y vuelvo a mi cama.
Me llevo las manos a la cabeza y mientras miro al techo de mi habitación determino, por seguridad, llevar el diario de Boward conmigo cada vez que salga. Así me evito posibles problemas y malentendidos. Entre inquietudes y elucubraciones de mi parte, termino durmiéndome al poco rato.
El siguiente día se me presenta más alentador y me siento con más energía que ayer. Cuando termino de alistarme, guardo mis cosas en mi bolso (incluyendo cierto comprometedor libro) antes de abandonar mi habitación. Saludo a los padres de Quentin como siempre y desayuno con ellos en silencio. Bueno, en silencio yo, porque ellos no escatiman en fijar el tema matutino de conversación, que se resume a mi próxima cita con Williams. Tanto ellos como su hijo están al tanto de ello y conocen el drástico cambio en mi humor que aquello me provoca. Yo solo les respondo que aún no ha fecha definida, pero que él ha prometido comunicarse conmigo dentro de la semana. De hecho, gran parte de mí espera con ansias esa llamada, por más contradictorio que parezca. Haciendo a un lado el asunto centrado en mí, la señora Wells se encarga de interrogar a su hijo respecto a la escuela y como le está yendo en sus cursos. Quentin se pone nervioso al llegar a la parte de sus notas, por lo que responde a cada pregunta que le hacen con cierta imprecisión, que deja momentáneamente satisfechos a sus padres.
Concluido el desayuno, me aseo y salgo con rumbo a la escuela. Quentin me acompaña hasta que nuestros caminos se separan, pues el sitio donde él estudia es diferente al mío. En el trayecto trata de, como sea, sacar a relucir el incidente de ayer en la noche, pero yo ignoro sus intentos y me encargo de distraerlo mencionándole a Lia. Lo cual funciona, pues la mayor parte del camino se encarga de recitar una apología hacia ella. No obstante, antes de irse me dedica una sospechosa mirada, que entiendo como "tarde o temprano voy a descubrir qué te traes entre manos". Al parecer, todavía no olvida del todo lo del diario que vio ayer en mi habitación antes de que lo echara a patadas.
Intento mostrarme imperturbable y le digo que sus intentos serán en vano, antes de seguir con mi camino hacia la escuela. En mis adentros aún lamento el hecho de que haya leído el nombre del dueño del diario. Todo esto es culpa de una sola persona.
Stephen Boward, más te vale que hoy día no intentes pasarte de listo conmigo porque no estoy de humor como para andar soportando tus jueguitos.
Mientras me desplazo por los pasillos de la escuela de camino a mi primera clase del día, no puedo evitar escuchar cierto comentario que suelta la tipa que tiene su casillero a dos sitios del mío.
—¿Te enteraste?
—No, ¿qué pasó? —pregunta otra chica que se aproxima hacia ella para oír el chisme completo. Supongo que así es como se inician las famosas cadenas.
—Oí que hoy habrá una fiesta en casa de Stephen, al parecer un amigo suyo ha regresado a la ciudad.
Aquel dato, que no podría importarme menos, esta vez no pasa desapercibido para mí. Sobre todo por el contexto y circunstancias que rodean el hecho. Anoche, cuando salía del trabajo, Nadia se encargó de llamarme para hacerme la dichosa invitación a la fiesta de bienvenida que le harán a Ralph Thompson, pero en ningún momento mencionó dónde iba a ser.
Con esa noticia en la cabeza, llego hasta el salón correspondiente y me acomodo en mi asiento. Lamentablemente, al lado de Boward, quien todavía no ha llegado. Esto me sube el ánimo. Por temas de seguridad, dejo descansar mi bolso sobre mi regazo, pues Stephen podría llegar en cualquier momento y descubrir que aquello que tanto quiere de vuelta está a menos de medio metro de él. No sé en qué momento empiezo a divagar, pero regreso a la realidad cuando Nadia se acomoda a mi lado, aprovechando que el asiento sigue vacío.
—Ale, ¿estás bien?
—Sí —Me giro en su dirección—. Y tú, ¿cuándo pensabas decirme dónde iba a ser la fiesta de Thompson?
Ella se queda en silencio unos segundos.
—Ale, yo... Lo siento, no quería ir sola.
—Sabes bien que el anfitrión y yo no somos precisamente amigos ni estamos en buenos términos.
Sigo pensando que sería un tanto arriesgado de mi parte ir al terreno de Boward. Él todavía no me perdona nada y yo, obviamente, tampoco. El semblante de Nadia decae ante mi implícita manera de decirle que no iré.
—Lo sé, y lo entiendo, de verdad. Entonces no irás, ¿cierto?
—Por supuesto que no irá —contesta por mí, una voz a mis espaldas—. Ya sabes, pelirroja, que Alessa sabe bien a quién se está enfrentando.
Stephen camina hasta donde está Nadia y se sienta sobre el pupitre sin despegar su vista de mí.
—No te tengo miedo, Boward.
—Adelante, prueba que es verdad yendo hoy a mi casa.
No quiero quedar como una cobarde, mucho menos frente a él, así que cedo a ir a la fiesta en honor al gemelo Thompson hoy en la noche. Estoy consciente de que esto es, probablemente, lo que él quería, pero la decisión ya está tomada. Si me muestro como alguien fácil de intimidar, habré perdido.
Así que esta es mi resolución: iré a su estúpida fiesta, le demostraré que no me importa nada lo que él piense y le dejaré en claro quién lleva la delantera entre los dos.
•••
Vaya, las cosas aún no mejoran entre ellos. Me pregunto si eso cambiará...
Bueno, sé que no actualizo esta historia desde hace más de un mes, pero eso es porque no tuve la suficiente inspiración para continuar con el siguiente capítulo. Aun así, espero que les haya gustado el cap de hoy.
Muchas gracias por leer <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top