Por Ella
Cuando has pasado tanto tiempo sumergido en la oscuridad, preso en la cárcel de tus propios fantasmas, las cosas comienzan a tener un significado diferente, la realidad se distorsiona y la mayoría de las cosas pierden significado. El tiempo comienza a perder significado, los días, las semanas, los meses, incluso los años no son nada real por sí mismos, de alguna manera es como si estuvieras suspendido en el espacio y el tiempo.
Hermione estuvo muchos años perdida en ese limbo, entre un pasado que había olvidado y un presente que no era muy claro. Había tenido suerte, podía decir que tenía una vida relativamente buena, muy a pesar de que no fuera la suya.
Esa dulce anciana que le salvo la vida, le creo una identidad, dándole una opción llena de luz en esa oscuridad, pero esa luminosidad no le pertenecía, aprendió a llevar una secuencia lógica y levantarse cada día para cumplir el papel que le habían indicado, pero en el fondo, ella sabía que esa no era su realidad, que todo era una puesta en escena y esa era una vida prestada que no le pertenecía.
Pero ahora todo había cambiado, podía ver de nuevo con sus ojos y descubría el cielo azul infinito de sus recuerdos, la luz de esa vida que le habían arrebatado, y se sinto grande ante la expectativa de vivir a partir del punto que había dejado. Sabía que todos esos años que paso en la oscuridad no regresarían, pero no sentía nostalgia por ello, por el contrario no podía menos que estar agradecía, agradecida con esa anciana y su difunta nieta por darle algo que le permitiera mantenerse de pie.
Con el tiempo se había resignado a estar en ese plano inexistente, se acoplo lo mejor que pudo y creo a su alrededor una nueva vida, con personas nuevas, con un nuevo empleo y nuevos sueños, había perdido las esperanzas de rencontrarse con ese pasado abismal que desapareció sin dejar ningún rastro, pero ahora todo recuperaba aquella tesitura que había perdido, abría los ojos de nuevo y ante ella estaba esa vida que había dejado olvidada.
Descubría esos colores olvidados por su ceguera, esas risas añejas multicolores, esos llantos tristes de fondos grisáceos, esos miedos encumbrando en un oscuro avasallador, los rojos de esas cabelleras que le recordaban el hogar, el rubio oro y el azul profundo de los soñadores, el negro azabache con esos orbes verdes protectores, pero sobre todo recordó el cálido castaño de su familia y se sobrecogió cada fibra de su ser.
Volvía a ser ella, a ser la misma, la bruja dedicada, la amiga fiel y la hija perdida. Cuanto tiempo había estado sumida en esa oscuridad y ahora podía verlo todo desde otras perspectivas y sonrió dichosa ante ese descubrimiento, porque al final, había ganado mucho en esos años y no podía ni quería arrepentirse de nada, sabía que todo formaba parte de un plan mayor.
Hermione estuvo presente cuando Narcisa Malfoy despertó de la anestesia, a su lado estaba Draco con su palidez característica, pero más tranquilo al tenerla a su lado, al saber que de algún modo no estaba del todo solo como hubiera imaginado.
A el mismo le costaba trabajo hacerse a la idea de que muchas cosas a su alrededor habían cambiado, nunca espero que a su lado estuviera esa ex Gryffindor a la que le hizo la vida imposible, y si como eso no fuera lo suficientemente sorprendente, con ella estaba el equipo completo de viejos enemigos, la familia Weasley, San Potter y el pobretón con su esposa la Lunatica.
No estaba solo, y eso era extraño en muchos sentidos, porque simplemente el estaba acostumbrado a ese exilio autoimpuesto, y ahora sin esperarlo se encontraba acompañado y era apoyado por las personas que toda su vida había repudiado y eso resultaba complicado, provocándole sentimientos encontrados, un extraño agradecimiento y una culpa que no le abandonaba cada que recordaba todos los errores cometidos.
Pero sin importar nada ahí estaban, cada mañana alguien nuevo preguntando por la salud de su madre, alguien que tenía una preocupación genuina y completamente desinteresada, alguien que le daba palmaditas en la espalda y le decía que todo estaría bien. Sabía que no lo merecía, sabía muy bien que ni volviendo a nacer podría llegar a agradecerles su presencia, y a sabiendas de que no podía recompensarlos se limitaba a sonreír con agradecimiento y a guardar silencio, un silencio que por primera vez no le pesaba, un silencio que llevaba consigo esa gratitud implícita.
Por vez primera los Malfoy sabían lo que era los verdaderos amigos, aquellos que están en los peores momentos, aquellos que no te dejan cuando el prestigio de un nombre se ve manchado, aquellos que no miden sus afectos por sus posesiones o el oro de sus arcas. Quizás muy posiblemente esos que habían considerado que no estaba a la altura de sus atenciones eran precisamente los que les estaban dando la más grande lección de su vida.
Draco entendía que esa oportunidad se la estaba dando Hermione a él y a su madre, que era por ella que los demás les otorgaban su confianza, su amistad y lealtad, porque con ellos era así como funcionaban las cosas, bastaba que uno de ellos confiara y los demás les apoyarían.
Y dentro de todo eso Draco se había dado cuenta que no solo estaba agradecido, lo que sentía hacia ella era mucho mas fuerte, mucho mas grande y hermoso, la amaba.
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