❋ Capítulo 4: Conociéndonos (Frost y Winter) ❋
Habían pasado un par de semanas desde la llegada de la pequeña Winter tanto a la nave del ejército cómo a la familia de Frost. Durante este tiempo, la niña parecía adaptarse rápidamente a su nuevo entorno a pesar de haber dejado atrás sus orígenes y su planeta, pero una cosa era obvia a pesar de su corta edad, y ya parecía que no recordaba su anterior vida en palacio, al menos no gran parte de ser princesa.
Por otra parte, Frost aún seguía teniedo bastante respeto por el comportamiento de la muchacha, pues mientras esta realizaba ciertas cosas que, bajo el criterio de Gelice podrían estar mal si era él quien las hacía, en el caso de Winter no parecía tener tanta relevancia si se comparaba con el comportamiento de su propio hijo, y a pesar de que le molestaba aquello, no se veía capaz de hacer frente a su temida madre.
Como era de esperar, y a pesar de que se llevaban un año de diferencia, Winter fue puesta en la misma clase que Frost para que ambos se tuvieran como compañeros de aula, además de tenerlos en un mismo nivel académico.
Un día que ya se había vuelto normal para todos el ver a la niña de pelos negros por allí, ambos niños acabaron las clases y salieron al mismo tiempo de la sala, sin dirigirse la palabra a pesar de que iban al mismo sitio los dos : El comedor. El pequeño changlong miraba de reojo a la niña que estaba a su lado mirando al frente. Poco le convencía la idea de tener a alguien de casi su misma edad con él haciendole compañía.
-Es de mala educación mirar a las personas, ¿no crees Frosty?- Opinó la niña con una entonación de voz algo dulce.
Frost se sorprendió porque ella lo llamó "Frosty", algo que solo su padre hacía cuando su madre no estaba cerca (Gelice odiaba esas muestras de afecto), pero no le molestó. Más bien le gustó que lo hiciera y se preguntó sí ya comenzaba a caerle bien a Winter.
-Yo estaba mirando a esos soldados de allá, no a ti- Dijo el pequeño changlong asustado, señalando a un grupo de soldados que estaban almorzando en una mesa cerca de ellos. Intentó fingir que miraba a alguien más para que ella no se molestara.
Winter los mira indiferente, viendo que el grupo de hombres parecía estar divirtiéndose ignorando que ellos dos habían llegado.
-Vale.....- Respondió poco convencida la niña- ¿Nos sentamos juntos hoy?
-Está bien...no tengo muchas ganas de sentarme con los soldados de mi madre o de comer sólo- Aceptó Frost de buena gana- Y así puedo aprovechar esta oportunidad para conocerte mejor...-Pensó algo nervioso.
-¡Yay!- Celebró la niña alegre, le agarra de la muñeca y se le lleva con ella para ver la comida que servirían aquel día en la comida - ¿Qué vas a comer tú, Frosty?
-Bueno....-Respondió nervioso viendo como había sido acercado a la comida a la fuerza- Yo comeré una ensalada de fideos fríos...a los changlongs nos gusta mucho las comidas frías- Explicó.
-Mmmm...-Pensó la niña viendo la comida mientras escuchaba a Frost- Entonces yo comeré fideos fríos con las patas de pulpo esas moradas- Exclamó sonriendo.
-No me gustan mucho las patas de pulpo, pero los fideos que prepara nuestro chef son muy deliciosos- Aseguró Frost mientras tomaba su ración de comida.
-Eso les he oído decir a los adultos, por eso voy a probarlos hoy- Mencionó Winter recordando las conversaciones mientras cogía un poco de cada cosa- Parece que te pasara algo y actúas nervioso, ¿qué ocurre?- Terminó de llenar su plato, lo cogió y miró al muchacho.
-¡¿Eh?!- El pequeño changlong se asustó al escuchar eso- ¡No me pasa nada!- Mintió alejándose hacia una de las mesas vacías y Winter lo siguió riéndose por la reacción de este.
-No es malo tener sentimientos, Frosty- Dijo Winter entre risas mientras se sentaba en una de las sillas.
-Mi madre piensa que los sentimientos son un estorbo para lograr lo que queremos cómo emperadores del mal, que nos hacen débiles- Dijo Frost recordando las "conversaciones" (más bien reprimendas) con su madre.
-¿Y de qué serviría si no tienes felicidad para disfrutarlo?- Quiso saber la niña sin entender muy bien a qué se refería- ¿Es acaso algo con lo que puedas jugar?
-A ella no le importa mi felicidad, ni cómo me siento, solo quiere convertirme en un digno sucesor de su imperio- Respondió el muchacho con pesar- Y ser un emperador del mal no se trata de un juego. Nosotros existimos para dominar a otras razas e imponer miedo. Es lo que yo debo hacer cuando crezca...- A él no le gustaba esa idea, no entendía porque debía hacer daño a seres inocentes, pero jamás se atrevería a decirlo frente a su madre por miedo a ser castigado de nuevo.
-Pues que aburrido entonces- Exclamó Winter al escuchar aquello- Podríamos ir a jugar después de comer- Propuso la niña mientras comía.
-¿Jugar? No estoy seguro...en un par de horas tenemos entrenamiento y mi madre podría enfurecerse mucho sí vamos a jugar en vez de entrenar...-Dijo Frost temblando de miedo al imaginarse la reacción de su madre.
-Pues juguemos en ese tiempo hasta que nos toque entrenar- Siguió diciendo la niña aún con más ganas de hacerlo.
-Bien...- Frost suspiró derrotado al no poder hacerla cambiar de opinión- Pero que los soldados no vean a donde vamos, o podrían delatarnos...- Susurró a Winter. Por alguna razón, los soldados de su madre se comportaban muy hostiles con él y nunca perdían una oportunidad para decirle a ella que estaba haciendo algo indebido sin su permiso.
Winter asintió entendiendo la situación, y ambos niños fueron a dejar los platos vacíos de comida al lugar de dónde los habían cogido.
-Podríamos jugar en mi habitación- Le susurró Winter como propuesta a Frost - Traje unas muñecas del castillo antes de venir.
-¡¿Cómo dices?!- Exclamó el muchacho en susurro nervioso al escuchar aquellas palabras - Como madre descubra que hay juguetes aquí, nos castigará de la peor manera posible a ambos.
-¿Es malo?- Quiso saber la niña con cierto temor al escuchar aquello y Frost asintió.
-A madre no le gusta que tenga juguetes de ningún tipo porque, según ella, me distraen de mis clases y entrenamiento- Respondió Frost sin mirarla- Cuando era más pequeño, padre solía darme cualquier juguete que yo quisiera para pasar el rato y divertirme como cualquier niño. Él nunca fue tan exigente conmigo en esas cosas, incluso jugabamos juntos, pero...- Hizo una pausa con una expresión de tristeza en su rostro.
-¿Pero?- Repitió la pequeña sin entender a qué se refería el niño.
-Ella se dio cuenta de lo que estábamos haciendo, destruyó todos mis juguetes y me dio un severo castigo físico- El pequeño changlong tembló atemorizado por el recuerdo del terrible dolor que su madre le hizo pasar en aquel momento solo por estar jugando, sólo por querer ser un niño cómo todos los demás-Desde entonces los juguetes están prohibidos en la nave...y ya casi no juego con mi padre...- Suspiró muy triste porque extrañaba mucho esos momentos de diversión de padre e hijo.
-No pienses en eso Frosty- Respondió sonriendo mientras continuaba el paso en dirección a su dormitorio- Podemos usarlos igualmente.
-A esta niña realmente le gusta ir en contra de la autoridad, incluyendo sus propios padres...Yo jamás podría hacer eso con madre- Pensó todavía muy intranquilo y temeroso, mientras se aseguraba de que ningún soldado estuviera escuchando y la siguió.
Cuando llegaron al dormitorio de la niña, ésta invitó a entrar al muchacho y cerró la puerta a las espaldas de sí misma de forma tranquila y posteriormente se sentó en el suelo esperando que Frost hiciera lo mismo.
-¿Te vas a sentar?- Quiso saber la niña curiosa.
-Lo haría si no tuviera miedo de que madre nos encuentre haciendo esto,¿cómo demonios puedes estar tan tranquila?- Le preguntó un poco molesto.
-Bueno....- Comenzó diciendo la niña creando una especie de "sombra" completamente tangible que acabó convertida una nave similar a la que se hallaban-....uno de mis poderes es crear y deshacer objetos con facilidad...- Explicó Winter intentando recordar la explicación que le habían dado-...y una de las cosas por las que los reyes me tenían miedo.
-Increíble, no sabía que podías hacer eso- Dijo el pequeño changlong impresionado por los poderes de Winter, se sentó y tomó la nave espacial de juguete entre sus manos- Este era uno de mis juguetes favoritos. Me encantaba imaginar que era el líder de mi propia flota de piratas espaciales con mis naves de juguete- Explicó emocionado.
-¿No me tienes miedo?- Preguntó Winter sorprendida viendo el brillo en los ojos de Frost- El resto de niños solía salir corriendo de mi cuando hacía estas cosas.
-Yo creo que es genial que puedas materializar cualquier objeto de la nada- Respondió Frost sin dejar de mirar la nave- ¿Por que los demás se asustan de tus poderes?- Quiso saber curioso
-Bueno, cuando tengo miedo o me veo en peligro, mis sombras desaparecen- Comenta la niña- Y la gente decía cosas muy malas de mí cuando me veían hacer esas cosas- Se entristece.
-Mi padre dice que la gente suele temer de lo que no entienden o desconocen. Supongo que nadie ha visto antes poderes cómo los tuyos- Comentó
La niña se inclinó de hombros y creó un nuevo juguete, siendo esta vez un muñeco de trapo de cabellos negros con algún mechón amarillo y piel clara, algo que llamó la atención del muchacho.
-Qué raro, pensé que sólo tenías muñecas...Nunca había visto un muñeco cómo este...- Le pareció que era un muñeco muy bonito y a la vez tenía una sensación extraña al mirarlo.
-Parece que te gusta- Opinó Winter ahora con una sonrisa en la cara- Ten, puedes quedártelo si quieres.
-¡¿En serio?! Gracias- Frost sonrió muy contento y agradecido por el regalo. Por alguna razón, no podía apartar la vista de los ojos dorados del muñeco- Tiene unos ojos hermosos, pero dudo que exista una persona así, con esos ojos.
Los niños se mantuvieron un par de minutos disfrutando de los juguetes que Winter era capaz de materializar, y Frost volvía a divertirse como aquellas veces que su padre le daba juguetes previo a las destrucciones que realizaba su madre. Al cabo de 1 hora más o menos, se podían escuchar unas voces desde el pasillo que parecían estar buscando a los dos niños, por lo que Winter no tuvo más remedio que deshacer todo aquello menos el muñeco que le había dado a Frost.
-¿Qué no se supone que tienes que deshacer éste también?- Preguntó Frost desconcertado al ver que su compañera de juegos no había deshecho aquello igual que el resto.
-Es raro, debería haber desaparecido junto a los otros- Contestó Winter confundida al ver que el juguete no desaparecía - Aunque ahora que lo pienso, ¿será lo del vínculo ese?
-¿Vínculo?¿Acaso eres capaz de hacer vínculos con tus ilusiones?- Preguntó Frost aún más confundido ante aquellas palabras dichas por la niña.
Winter se inclinó de hombros sin entender muy bien cómo explicar aquello. Pero hasta que descubrieran cómo funcionaba aquello del "vínculo", decidieron esconder el muñeco bajo el colchón de Winter y salieron para ver quien los llamaba con tanta urgencia. Se encontraron con Frode y el Doctor Kenzo, quienes estaban muy ansiosos.
-¡Por fin los encontramos!- Exclamó Frode aliviado de verlos.
-¿Qué sucede, papá?- Preguntó Frost confundido.
-Tú madre me "pidió" que os buscara porque tenéis entrenamiento ahora mismo- Respondió su padre sin rodeos.
En realidad, Frode se había ofrecido a buscarlos en lugar de su esposa, imaginándose que los niños se habían ido a jugar (cómo todo niño) y él no quería que ella los encontrase haciendo eso, o las consecuencias serían terribles para ambos.
-Pero todavía falta una hora para el entrenamiento- Replicó el pequeño changlong sin entender.
-Lo sé, pero ella decidió comenzar antes esta vez para conocer mejor la fuerza y los poderes de Winter, además de entrenarlos a los dos juntos -Explicó Frode que parecía molesto por algo.
-¿QUÉ!?¡¿Volveré a entrenar con ella?! ¡Pero papá, ayer me dijiste que ambos entrenaríamos solos esta vez!- Protestó Frost muy asustado porque no quería tener otro entrenamiento con su madre- ¡Me lo prometiste!- Añadió a punto de llorar.
-Sé lo que dije hijo, pero ya sabes como es tu madre, cuando se le mete algo en la cabeza ya es imposible sacárselo- Replicó Frode intentando calmar a Frost. Estaba molesto por qué Gelice no le permitía entrenar a su hijo sin su intervención.
-A mi me gustaría un entrenamiento en solitario con la señora Gelice- Interrumpió Winter, captando la atención de su amigo y de los dos adultos.
-¡¿Te has vuelto loca, Winter?!- Frost la miró incrédulo- No aguantaras un entrenamiento con mi madre, es muy exigente y tiene una fuerza impresionante. Yo siempre termino muy malherido después de entrenar con ella porque no soy capaz de pelear a su mismo nivel- Explicó muy preocupado por su amiga.
-El príncipe Frost tiene razón, pequeña- Comenzó a decir el Doctor Kenzo sorprendido por lo que Winter había dicho- Los entrenamientos de la Señora Gelice son muy rudos para una niña pequeña, ya que Frost apenas puede soportarlos. Yo personalmente he tenido que atender todas las heridas que se ha hecho en cada entrenamiento y por eso se lo peligrosos que son- Dijo intentando hacerla entrar en razón. Frode asintió de acuerdo con él.
-Pues yo quiero hacer ese entenamiento o como se diga, para todo hay una primera vez- Le reprochó la niña decidida a hacer ese entrenamiento tuviera a Frost o no de su lado- Si estáis tan preocupado, venid conmigo- Pone los brazos en jarra esperando una respuesta de aquellos hombres- No soy tan débil.
-Nadie ha dicho que seas débil. Madre siempre me presiona en los entrenamientos para que use todas mis fuerzas y me golpea sin piedad cuando ve que no puedo hacerlo... es por eso que siempre termino herido de gravedad- Explicó su amigo con miedo- No quiero que ella te lastime también...
-Estaré bien - Sonrió animada Winter.
-Veo que no puedo convencerte de que no lo hagas- Frost suspiró derrotado- Así que sólo te pediré que tengas mucho cuidado y que no le des razones para que sea muy dura contigo- Tomó a Winter de los hombros
-En vista de que no te podremos sacar eso de la cabeza hasta que lo veas por tí misma, tendremos que ir a ver como te defiendes en combate- Comentó Frode rendido mientras empezaba a caminar seguido del doctor Kenzo.
Los dos niños los siguieron de cerca, aún confundidos por como la pequeña y nueva recluta estaba tan decidida a pelear contra el ser más poderoso de todos ellos: Gelice. Se dirigieron al campo de entrenamiento de la nave donde la encontraron con los brazos cruzados y una mirada tan fría cómo su nombre.
-¿Por qué demonios habéis tardado tanto?- Les preguntó intentando sonar tranquila, pero en el fondo estaba muy enojada por su retraso.
-Disculpanos querida, pero Winter nos ha dicho que desea tener un entrenamiento solitario contigo- Dijo su esposo mirando a la niña.
La mujer miró algo confundida a la nombrada ante aquellas ocurrencias que su marido decía haber dicho la pequeña.
-Sabes que no me gustan las bromas,"cariño"- Gelice escupió esa última palabra con desprecio y entrecerrando los ojos.
-No es ninguna broma. Winter habla muy en serio y no pude convencerla de lo contrario- Aseguró Frode.
-De hecho, creo que puedo daros un golpe en cualquier parte de la cabeza- Aseguró la niña aún más emocionada ante aquella idea- Creo que podré hacerlo.
-¿Realmente crees que puedes vencerme o siquiera asentarme un simple golpe, niña?- Gelice la miró seriamente y Frost se estremeció. No entendía cómo Winter podía ser tan valiente para hablarle así a su maestra.
-En verdad no creo derrotarla ahora con mi fuerza actual, pero sí creo poder darle un pequeño golpe aunque sea en la cabeza- Argumentó la pequeña confiada.
-Muy bien. Veremos que eres capaz de hacer- Aceptó la mujer changlong poniendo los brazos en jarra y acercándose a la niña sin cambiar la expresión fría de su rostro
-Si le consigo dar en la cabeza, ¿Frost podrá entrenar con el señor Frode toda la semana?- Quiso saber la niña con curiosidad.
Todos la miraron con sorpresa, incluida la propia Gelice, hasta que su mirada se endureció. Conociendo a su esposa, Frode pensó que ella se negaría rotundamente sin darles derecho a replicar, argumentando que Frost tendría que entrenar sí o sí con ella todos los días sin excepción, pero no se esperó que dijera lo contrario.
-De acuerdo. Sí me golpeas, dejaré que el mocoso entrene con su padre por esta semana, pero dudo que lo logres- Gelice estaba muy segura de su fuerza, por eso aceptó la petición de Winter sin pensarlo mucho. Frode, Frost y el Doctor Kenzo se quedaron boquiabiertos.
-Padre, tengo miedo por Winter, madre es un peligro- Le susurró Frost a su padre.
-No te preocupes, hijo. Yo estaré aquí para frenar a tu madre si el entrenamiento se pone demasiado violento- Aseguró su padre, quien también estaba muy preocupado por la pequeña, pero no quiso demostrarlo para no asustar más a Frost.
-Y yo curaré las heridas de la princesa en caso de que salga muy lastimada, mi querido príncipe. Recuerde que tengo poderes curativos- Añadió el Doctor Kenzo quien había alcanzado a escucharlos porque estaba muy cerca de ellos.
-Eso espero- Pensó el niño sin perder de vista a la decidida niña a pelear contra su violenta madre.
El combate empezó, y la muchacha tenía dificultades para poder vislumbrar a su contrincante debido a la velocidad de esta. Cuando Gelice se dispuso a asertarle un golpe por la espalda a Winter, esta se giró y atacó con una bola de ki para evitar recibir aquel ataque a la vez que se impulsaba hacia atrás para evitar ser agredida tan rápidamente.
-Nada mal, niña. Tienes buenos reflejos-Halagó Gelice, algo que nunca hacía con nadie, ni siquiera con su propio hijo, quien estaba sorprendido por sus palabras- ¡Pero no es suficiente para vencerme!
En un movimiento rápido, Gelice se abalanzó sobre la muchacha para inmovilizarla y así evitar que se escapara de cualquiera de sus ataques, y aunque en un principio consiguió hacerlo debido a los gritos de dolor que daba la niña, sintió un pequeño golpe de patada en la parte superior de la cabeza, como si alguien la estuviera golpeando, aunque el dolor de aquella patada no era muy fuerte.
Frode, el doctor Kenzo y Frost miraban perplejos la situación. Ahora había dos Winter, la que estaba sujetando Gelice y de la cual los tres temían por la vida de la niña; y una segunda Winter que le acababa de acertar una leve patada en la parte superior de la cabeza de Gelice.
Cuando la mujer se dio cuenta de la situación, volvió la vista para ver a la Winter que creía estar agarrando para ver cómo la misma desaparecía haciéndose polvo ante sus narices, mientras que la Winter original se echó hacia atrás jadeando, cojeando un poco tras haber intentado con todas sus fuerzas dar fuerte en la cabeza de Gelice y con una mano en el costado, además de estar sangrando por la nariz y boca debido al desgaste de ki que había provocado el hacer aquella visión.
-Golpeada en la cabeza.....- Murmuró Frost temiendose la peor reacción por parte de su madre tras perder aquella apuesta tan insignificante.
-Bueno, ya es suficiente por hoy - Exclamó Frode adelantándose para ver el estado físico de Winter antes de que su esposa se lanzara de nuevo a por la niña - Winter, necesitarás ir a enfermería para verte las secuelas, tienes potencial pero necesitas aprender cosas.
-Esta niña tiene unas habilidades de pelea sorprendentes. Consiguió engañarme fácilmente con ese poder de multiplicación, no lo vi venir- Pensó Gelice furiosa por haber perdido así ante una niña tan pequeña- Con un entrenamiento adecuado se convertirá en una guerrera formidable.
Frost se acercó con rapidez a Winter preocupado por la niña al ver que le salía sangre por la boca.
-Ahora ya podrás entrenar con tu padre una semana - Se reía Winter ignorando que le salía sangre de la cara - ¿No es acaso bueno eso?
-Winter, estás malherida, necesitas ir a la enfermería urgentemente - Exclamó Frost entre sorprendido y asustado por el estado físico de la nombrada.
-Me la llevaré rápido a la consulta - Mencionó Kenzo cogiéndo en brazos a Winter- Vas a tener que contarme varias cosas - Le dice a la niña, que se ríe algo despreocupada ignorando lo que acababa de pasar allí.
Frost vio cómo el doctor Kenzo se llevaba a su amiga para curarla mientras él se quedaba con sus padres temiendose lo peor por parte de Gelice. Ambos se giraron para ver como la inexpresiva cara de la mujer parecía querer decir algo.
-Hay que ponerle entrenamientos aún más severos - Opinó Gelice - Estoy ansiosa por empezar con ella.
-¿Has perdido la cabeza?- Exclamó Frode molesto y preocupado- Ese ataque le ha dejado en un muy mal estado.
-Es una niña demasiado poderosa Frode- Le reprochó Gelice- O realizamos los entrenamientos que quiero que haga o acabará igual de débil que Frost.
El niño se sintió mal ante aquel comentario, no entendía por qué su madre le tenía tanto odio solo por no ser capaz de adaptarse a los entrenamientos de esta. Si bien era cierto que Winter había sorprendido gratamente a la mujer, no era motivo para menospreciar a su hijo.
-¡Frost!- Llamó Gelice en voz alta a su hijo, sacándole de sus pensamientos- Te he dicho que te vayas, mañana tienes que entrenar con tu padre.
-Haz caso a tu madre hijo - Dijo Frode guiñandole ligeramente el ojo con una pequeña sonrisa.
Frost pudo entender a qué se refería y salió corriendo de allí, ignoraba que habían estado hablando sus padres cuando él estaba absorto en sus pensamientos, pero fue directo a la enfermería a ver cómo se encontraba Winter.
Al llegar, el doctor Kenzo le recibió y le indicó el lugar donde se hallaba la princesa. Frost fue impaciente al sitio mientras Kenzo le seguía para evitar que el niño hiciera cualquier tontería y molestara al resto de pacientes que pudieran estar allí.
-Winter - Anunció Frost cuando la vio tumbada en una camilla jugando con una muñeca que había creado, después levantó la vista para ver al muchacho, ya tenía la cara limpia y sin rastros de sangre.
-Hola- Saludó la niña con una sonrisa a Frost soltando el juguete sobre su regazo- Ya estoy bien.
En ese momento llegó el señor Kenzo cansado de haber seguido corriendo a Frost, y se sorprendió de que Winter tuviera una muñeca consigo cuando minutos antes no estaba allí.
-Winter, ¿de dónde has sacado eso?- Quiso saber el hombre- ¿No te dijeron Gelice y Frode que no trajeras juguetes?
-Es una de sus habilidades señor Kenzo- Explicó Frost, algo que el mencionado miró perplejo a ambos niños, ambos se rieron.
-¿Te ha gustado la pelea?- Preguntó la niña a Frost.
-¿Cómo puedes estar tan tranquila Winter?- Respondió el niño confundido por la tranquilidad de la muchacha - Mi madre te ha dejado hecha unos zorros.
-Bueno, es lo que tienen las peleas,¿no?- Mencionó la niña- Además, ya sabía que iba a perder de todas formas, así que qué más da. Supongo que tengo que mejorar todavía.
-Me tenías muy preocupado, pero al final lo hiciste muy bien-La felicitó con una sonrisa-Yo jamás podría hacer lo que tu...no soy tan fuerte...-Su sonrisa fue reemplazada por una expresión de tristeza en su rostro- Winter es mejor que yo con sus poderes y no tiene miedo de enfrentarse a mi madre. Seguro que ella se convertirá en su favorita...
-Oh, no digas eso Frosty, yo sé que puedes hacerlo incluso mejor que yo- Animó la niña- Ya me gustaría a mí tener la cantidad de ki que tienes tú.
-Winter tiene razón, príncipe Frost ¿has olvidado aquellas veces en que expulsaste tu verdadero poder en los entrenamientos y le diste problemas a la señora?- Le recordó el Doctor Kenzo-Eres más fuerte de lo que crees, pequeño.
-Pero aún no soy capaz de usar ese poder a voluntad ni controlarlo-Dijo el pequeño changlong abatido- Tampoco tengo habilidades tan geniales cómo las de Winter. No puedo multiplicarme ni crear ilusiones...
-Ya me gustaría tener las habilidades que tu tienes- Comentó Winter - Yo no ser lanzar rayos por los ojos o dedos.
-Esas son las técnicas más básicas que los changlongs pueden usar. Tú también podrías lanzar ataques de energía sí aprendes a controlar bien tu Ki- Dijo Frost aún convencido de que él no tenía nada de especial a diferencia de su amiga.
-¿Qué me dices de las bombas de ácido?- Quiso saber la niña recordando haber visto a Gelice usarlas.
-Bueno, es una de las técnicas especiales de mi madre y que sólo ella puede usar. En teoría, yo también debería poder hacerlo porque soy su hijo, pero aún no se como y no quiero lastimar a nadie con eso
-Bueno, ya que tenemos el resto de la tarde libre- Exclamó Winter saliendo de la cama médica- Vamos a probar los poderes nuestros.
-¿Estás tonta o qué?- Exclamó Frost ante la ímpetu de Winter por salir tan de golpe de allí para volver a esforzarse- Aún estás débil- La agarra para evitar que se mueva.
-Yo quiero ir a jugar- Comentó Winter girando su cabeza para mirar a Frost a los ojos- Tengo que enseñarte más ilusiones de las mías- La niña estaba emocionada por enseñarle más trucos a su amigo.
-Que terca eres, nunca me escuchas- Frost la miró frustrado- De acuerdo, me gustaría ver qué otras cosas puedes hacer con tus poderes, pero no te fuerces demasiado sí aún te sientes cansada por la pelea- Le advirtió
-¡Yay!- Exclamó Winter emocionada ignorando lo último dicho por Frost, le agarró de la muñeca y tiró de él para llevárselo a su habitación- Nos vemos en la cena señor médico.
-Adios niños. Diviertanse mucho y procuren que la señora no os vea jugando- Se despidió Kenzo divertido por la forma en que la niña se refirió a él
Al fin llegaron al dormitorio de la niña nuevamente. Winter parecía estar de más de emocionada por volver a jugar con Frost después de la pelea aquella de la que no entendía muy bien por qué tanta confusión o preocupación hacia sí misma. Soltó a Frost y cogió el muñeco que habían escondido unas horas antes bajo el colchón de la niña y se lo dió al chico.
-Ahora tendrás que esconderlo tú- Sugirió Winter cuando Frost cogió el juguete.
-¿Y sí mi madre lo encuentra donde lo esconda?- Le preguntó con temor. Ese muñeco le gustaba mucho a pesar de que sólo lo tenía desde hace un par de horas y no quería verlo destruido a manos de su madre
-No será destruído, tengo ese presentimiento de que no lo hará- Respondió Winter con una sonrisa sentándose en el suelo para crear más juguetes.
-¿Cómo estás tan segura de eso?- Volvió a preguntar confundido y sentándose a su lado.
-Bueno, hay veces que soy capaz de ver el futuro...-Respondió en voz baja.
-¡¿Dices que puedes ver el futuro?!- Exclamó atónito, eso no se lo esperaba
Winter le mandó callar y le puso una mano en la boca.
-Calla, no quiero que nadie más sepa de eso- Ordenó Winter molesta ante aquel grito.
-Lo siento, es que me sorprendí mucho- Dijo el pequeño changlong con bochorno y algo asustado por su reacción- Prometo que no se lo diré a nadie
-Gracias- Agradeció Winter volviendo a coger sus juguetes- Aún me sorprende que ese muñeco no haya desaparecido.
-Seguramente es por lo del vínculo que mencionaste. No sé por qué, pero siento que este muñeco tiene algo especial, me hace sentir muy tranquilo y no quiero despegarme de él- Comentó Frost intrigado, sonrió y abrazó al muñeco.
-Ese muñeco apareció en mi visión futura, pero tenía forma de adulto - Explicó Winter intentando recordar.
-¿Quieres decir que te basaste en una persona real del futuro para crearlo?- Miró sorprendido tanto a Winter cómo al muñeco, a lo que la niña asintió.
-Además, parecíais muy unidos - Comentó Winter dándole poca importancia al asunto - Supongo que se unirá a nosotros cuando le conozcamos.
-¡¿En serio?! No puedo esperar a conocerlo- Dijo Frost emocionado ya que, al parecer, ese chico iba a ser alguien importante en su vida, quizás un buen amigo, por lo que su amiga le dijo.
Winter se río ante la emoción de Frost y siguió jugando con sus nuevos juguetes. El changlong por su parte, se mantuvo entretenido con el muñeco mientras imaginaba distintas situaciones, entre ellas su nombre, el tono de voz, y un largo etcétera.
Al caer la noche, ambos niños fueron juntos a cenar una vez que se deshicieron de todos los juguetes, exceptuando por aquel extraño muñeco que parecía querer mantenerse al lado de Frost una temporada y que este escondió muy bien en su habitación para que su madre no pudiera encontrarlo.
Cuando llegaron al comedor, ambos cogieron sus respectivas bandejas, escogieron sus platos y se sentaron juntos para seguir conversando sobre los poderes de la niña, y el estado de ánimo de Frost había mejorado algo ahora que Winter ya estaba mejor después de aquel descanso en la habitación de esta.
-Ha sido entretenida la tarde - Opinó Winter mientras se sentaba con cuidado en su silla.
-Me la he pasado muy bien contigo, Winter- Dijo Frost contento sentándose frente a ella- Nunca había tenido amigos de mi edad con quien jugar, tú eres mi primera amiga
-Tu también eres mi primer amigo en mucho tiempo, Frosty, la única que tenía para jugar era mi hermana hasta que nos separaron- Explicó la niña algo entristecida recordando aquello.
-No lo sabía...¿Cómo es tu hermana?¿La extrañas mucho?- Preguntó el pequeño changlong curioso. Había escuchado que su amiga tiene una hermana gemela, pero no la conocía
-Bueno, físicamente es obvio que idéntica a mí- Respondió Winter- En cuanto a carácter, no sabría decirte, hace tiempo que no nos vemos desde "el incidente".
Aquello del "incidente" había llamado mucho la atención de Frost, pero el pequeño no sabía si preguntarle a Winter al respecto. Probablemente ella no quisiera hablar de eso ahora, así que esperaría hasta que fuera el momento apropiado.
-Ey Frosty, ¿qué te parece si le gastamos a esos guerreros una broma?- Preguntó Winter cambiando de tema.
-No creo que sea buena idea. Ellos se lo contarían a mi madre y ambos terminaremos castigados- Dijo Frost en total desacuerdo
-No tienen por qué saber que hemos sido nosotros- Sonrió la niña en susurro- Recuerda que puedo hacer ilusiones.
-Oh...bueno, está bien. Supongo que será divertido burlarnos de ellos un rato sin que sepan quien lo hace- Accedió sonriendo un poco. Hace mucho tiempo que no le hacía ninguna jugarreta a sus soldados
Winter movió levemente un poco una de sus manos, creando así un pequeño ratón robótico que asustaría fácilmente al grupo de soldados. Le ordenó al aparato asustar a los hombres hasta el punto de sacarlos de la sala. Y dicho y hecho, el ratón hizo acto de presencia en la mesa de los soldados, quienes del susto tiraron sus bandejas y huyeron rápidamente de allí seguidos por el falso ratón. La situación provocó una risa en ambos niños.
-Eso no lo vi venir,¡¿cómo es posible que los soldados más rudos de mis padres se asusten así de un pequeño e inofensivo ratón?¡- Exclamó Frost a Winter riendose.
-Yo tampoco lo entiendo- Se reía también Winter.
-Muy buena esa, pequeños- Los felicitó alguien cerca de ellos con susurros. Voltearon y vieron al Doctor Kenzo sentado en la misma mesa, mirando divertido la situación- Descuiden, no se lo diré a nadie- Guiñó un ojo hacia los niños, quienes suspiraron aliviados de que no serían delatados.
-¡¿Pero de qué demonios estamos huyendo?! ¡Sólo es un pequeño y estúpido ratón!- Exclamó un soldado dándose cuenta de la estupidez que él y sus compañeros habían cometido. Su señora los fulminaría inmediatamente con un rayo de dedo si los viera huir cómo cobardes de un pequeño ratón robótico- ¡Voy a destruirlo!
Sin embargo, cuando quiso hacer tal acto, aquel objeto del que estaban huyendo había desaparecido o simplemente había dejado de seguirlos por cualquier posible motivo aparente. Los soldados se quedaron muy desconcertados ante este hecho, y tras asegurarse de que ya no había más ratones a la vista, regresaron al comedor.
-De todas formas niños ...- Siguió diciendo Kenzo - Deberíais iros ya a dormir, mañana empezáis los entrenamientos por separado - Les recordó levantándose de su asiento.
Ambos niños asintieron y se marcharon de allí a sus respectivas habitaciones, las cuales eran contiguas, por lo que no tendrían problemas en levantarse el uno al otro a la mañana siguiente. Frost se despidió alegremente de Winter antes de entrar en su habitación, cerró la puerta asegurándose de que ningún soldado (o su padre) estuviera cerca espiando y fue corriendo a verificar que su nuevo juguete siguiera escondido en el mismo lugar donde lo había dejado en la tarde.
-Me alegra que madre no te haya encontrado, mi pequeño amigo- Frost dejó escapar un suspiro de alivio al ver que el muñeco estaba intacto- No sé quien seas en realidad, pero no dejaré que nada malo te pase y esperaré ansioso hasta el día en que nos conozcamos en algún futuro no muy lejano- Dijo abrazándolo con cariño.
Sin que el pequeño changlong se diera cuenta, los ojos dorados de aquel muñeco pelinegro brillaron durante unos breves instantes, al mismo tiempo que experimentó una sensación muy cálida y acogedora en su pecho. Nunca antes había experimentado algo parecido con sus otros juguetes, se preguntaba si eso tendría que ver con el hecho de que ese muñeco estaba basado en una persona que jugaría un papel importante en su vida en el futuro y por eso decidió que lo protegería de las garras de su madre.
Volvió a guardarlo en el mismo lugar por si acaso, pues no quería que su madre lo viera con él a mitad de la noche, apagó la lámpara de su mesita de noche y se metió entre las mantas de su cama mientras miraba el techo. No le costó mucho conciliar el sueño ya que se sentía bastante cansado por haber estado jugando con su amiga casi todo el día. Sin embargo, comenzó a tener otra de esas horribles pesadillas en las que su madre lo torturaba con sus poderes y palabras hirientes por no ser tan fuerte cómo ella deseaba. Ni siquiera en sueños podía ser libre de su ira.
Frost se dio cuenta de que estaba colgando sobre un pozo de ácido en una zona rocosa que no conocía, totalmente inmovilizado por unas cadenas de energía rojiza. El muchacho forcejeó en un intento de escapar, pero esas cadenas parecían ser irrompibles y restringían sus poderes.
-¡¿Cómo has podido fallar tan miserablemente en tu misión de conquistar todo nuestro universo, maldito mocoso indeseable?!- Gritó una voz con despreció, sobresaltándolo. Su madre apareció desde la distancia con una mano envuelta con el mismo tipo de energía de las cadenas-¡Eres una completa decepción para la familia del frío, indigno de pertenecer a ella y ser mi hijo!- Lo atacó con un rayo de dedo en su abdomen
-¡AHHH!- Frost gritó y se retorció por el intenso dolor que le infligió ese ataque. Varias gotas de sangre cayeron en la superficie del ácido-Pero madre...¡Hice todo lo que me dijiste!- Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos color rubí. Gelice entrecerró los ojos.
-¡Si realmente hubieras hecho las cosas cómo te lo pedí...NUESTRO PODEROSO IMPERIO NO HABRÍA CAÍDO EN LA RUINA TOTAL. PERDIMOS TODO POR CULPA DE TUS MALDITOS JUEGOS INFANTILES, Y POR SER UN LLORÓN Y UN COBARDE. YA NO SOMOS NADA!- Vociferó con una rabia indescriptible provocando fuertes temblores a su alrededor
El suelo se agrietó y varias burbujas de ácido salieron a través de las grietas, estallando a mitad del aire.
-Yo no quise...-El pequeño changlong aterrorizado intentó disculparse por sus fallos, aunque no sabía exactamente qué había hecho mal
-¡¿Crees que con disculparte se va a solucionar todo, mocoso?! ¡El daño ya esta hecho y no puedes arreglarlo!- Gelice lanzó una bomba de ácido a su hijo quien consiguió esquivar al sacudirse hacia el lado contrario, pero había faltado muy poco para que le diera- ¡¿Por qué no puedes ser como Winter?! ¡Ella es mucho más competente, poderosa, sanguinaria y la persona más temida en todo el universo después de mi!- Dijo con evidente orgullo
-¡No es cierto! ¡Winter jamás se convertirá en alguien tan malvado como tu, madre!- Gritó entre lágrimas, negándose a creerle. La Winter que él conoce es una niña dulce (al menos con él), considerada, traviesa y su mejor amiga.
-¡Ella es todo lo que siempre quise en un heredero, la hija perfecta que nunca tuve y lo que tú no eres!- Replicó Gelice ignorando las palabras de su hijo. Luego se elevó en el aire para acercarse a este y lo tomó bruscamente del mentón, obligándolo a mirarla- Tú en cambio eres un pedazo de basura, un estorbo, un error que jamás debí tener y que merece ser eliminado. Nadie te extrañará- Sentenció con crueldad.
Aquellas palabras le dolieron mucho más que los ataques físicos, enterrándose como dagas en su corazón, porque eso es lo que su madre realmente debía pensar de él, tanto en sus sueños como en la realidad. Nuevas lágrimas bajaron por sus mejillas, sintiéndose cómo una peste para toda su familia, especialmente para su madre quien no lo ama y jamás lo amará verdaderamente como su hijo. Ella hizo una mueca de disgusto al verlo llorar.
-¡Que patético eres! Debería matarte ahora mismo, pero quiero verte sufrir por la muerte de tu querido amiguito- Para el horror de Frost, su madre sacó el pequeño muñeco pelinegro que Winter le había regalado, ¿cómo lo encontró?
Gelice arrojó el muñeco hacia un lado y procedió a atacarlo con varios rayos de dedo que lo destrozaron. Frost miraba horrorizado aquella escena, mientras intentaba liberarse en vano, cuando el muñeco cayó boca abajo en el suelo, muy cerca del pozo de ácido. Y sus ojos se ensancharon aún más al percatarse de que ya no parecía un muñeco, sino un muchacho de verdad de cabellos negros con algunos mechones dorados, su rostro estaba oculto entre las rocas y no se movía. Su cuerpo estaba lleno de agujeros y heridas por todos lados, y un charco de sangre roja muy brillante apareció debajo de este.
-¡NO!- Gritó Frost sacudiéndose con violencia entre sus ataduras y, sin saber cómo lo hizo, apareció junto al muchacho- ¡¿ESTÁS BIEN?! ¡POR FAVOR, DESPIERTA!- Zarandeó al chico, pero este no respondía y su corazón dio un vuelvo, suponiendo lo peor- ¡NO!- Repitió echandose a llorar sobre su cuerpo- ¡TIENES QUÉ DESPERTAR! ¡POR FAVOR, NO ME DEJES SÓLO, RYO!
¿Ryo?¿Quién es Ryo?
Su madre se acercó por detrás de ambos levantando su mano envuelta en energía roja y lo atacó.
Aquella pesadilla le estaba pareciendo eterna, hasta que finalmente consiguió despertarse sintiendo el tacto de alguien. Estaba muy asustado, sudado, con la cara llena de lágrimas y temblaba mucho. Corrió hacia el escondite de su muñeco para comprobar que este seguía en buen estado y que todo había sido un horrible sueño. Luego regresó a su cama llevando el muñeco consigo, cuando escuchó un ruido y en medio de la oscuridad vio que había alguien con él.
-¿Winter?- Preguntó Frost confundido- ¿Qué pasa? - Quiso saber secándose las lágrimas para que la niña no se diera cuenta de lo que le pasaba, pero se alegraba de que ella lo hubiera despertado.
-No puedo dormir...- Se quejó la niña en voz baja y cansada- Quiero dormir contigo.
-¿Cómo?- Preguntó Frost al escuchar aquello- ¿Has tenido pesadillas?
Winter asintió con cierto miedo, y el chico accedió a que la niña durmiera con ella aquella noche (cosa que se repetiría en varias ocasiones), le hizo un hueco y Winter saltó a la cama abrazándose a Frost del miedo.
-Bueno...ya está - Le acaricia la cabeza- Pero solo por hoy.
-No hermano, vendré las veces que quiera - Respondió Winter para después quedarse plácidamente dormida abrazada a Frost, quien se sorprendió al escuchar que ella le decía "hermano". Le gustó mucho como sonaba eso porque él es hijo único y siempre quiso tener un hermanito, o un amigo con quien jugar y pasar el rato.
-Descansa hermanita- Dijo el muchacho con una sonrisa, aunque ella ya no pudiera escucharlo. Luego miró al muñeco, en su sueño había dicho un nombre, pero por más que forzó su mente no podía recordarlo, por lo que acabó durmiéndose sin recordar bien cual era el nombre de aquel muñeco.
- Continuará -
/
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top