CAPÍTULO 3

-- ¡Y afi cobo te lo cuefto! ¡Cafi me muefo!

-- ¡Luffy no comas con la boca llena! -- Exclamó Nami harta ya de verlo rezongar mientras le contaba batallitas a su amigo Usopp.

El muchacho nombrado se tragó toda la comida de golpe y acto seguido miró a Nami con una sonrisa.

-- Lo siento Nami. -- Y volvió a internarse en su conversación con Usopp.-- Bueno, como te iba diciendo. ¡Ayer casi me muero! Me atraganté por culpa de...

Mientras la charla de los muchachos seguía, apareció un chico rubio de cejas rizadas con una bandeja.

-- ¿Como vais chicos? ¿Nami quieres que te traiga otro plato? ¿O mejor un café? ¿Y tú Vivi?

-- Así estamos bien, gracias, no te moletes.

-- Cejas Rizadas no deberías hacer tantos esfuerzos que aun hace nada que te despertaste.

-- ¡Pues tú deberías ayudarme un poco ya puestos en lugar de quedarte ahí sentado de vago!

-- Ya bueno, yo sigo convaleciente. -- Respondió el peliverde mirándolo con sorna.

-- ¡Maldito Marimo!

-- Si ya ya, lo que tu digas, yo solo te di un consejo, pero ya que te da igual ¿podrias traerme otra jarra de sake?

-- ¡Sake te voy a dar yo a ti, pero a base de hostias!

-- ¡Bueno relaja los humos Eh!

-- ¡Me relajo si me da la gana! ¡Maldito Marimo de mierda!

-- ¡Fue a hablar el de las cejas rizadas!

-- ¡Por lo menos yo no me pierdo a 5 metros de mi casa!

-- ¡JA! ¡Pues por lo menos yo no soy un p*to pervertido demente que anda detrás de las mujeres como un puñetero perro faldero! ¡Lo tuyo sí que es deprimente!

-- ¡Te voy matar!

-- ¡Intentalo si pue...!

La frase del muchacho fue interrumpida por un brusco golpe que lo tumbó junto a su hermano que recibió el mismo leñazo.

-- ¡Panda de imbéciles! ¡No podéis estar ni dos segundos sin armar un escándalo!-- Exclamó Nami cabreada y aun con los puños levantados.

-- Lo sentimos. -- Murmuraron los otros dos desde el suelo.

_____

--¡Luffy deja de jugar con el micrófono que lo vas a romper!

-- Perdón.

-- Bien, comencemos, en cuanto de la señal encended la canción de introducción. En 3,2,1... ¡Acci...¡Luffy no te comas el guión!

-- ¡Pero tengo hambre! ¡Llevo sin comer 3 horas!

-- Oh, eso ya es un record.

-- Imposible, no me lo creo.

-- ¡Te digo que sí Nami!

-- ¡Dejad de hacer el imbécil y empezad a reproducir el capítulo de una vez!

-- ¿Pero no era que primero iba la musica de introducción?

-- ¡Uff, me vais a volver loca!

Amanda se tiró de los pelos en un acto de estrés.

-- Necesito un respiro. -- Mumuró para sí misma. -- Voy al servicio, ahora vuelvo. ¡No arméis ningún escándalo!

-- Vale. -- Respondieron todos a la vez.

La mujer, con los nervios aun a flor de piel, salió por la puerta cerrando de un portazo.

-- Bueno ¿que tal si practicamos un poco nuestra parte del guión Vivi?

La mencionada asintió ante la proposición de su amiga pelirroja.

-- ¡Mesero traeme otro vaso de zumo!

-- ¡Oye Luffy, que ya es el 5° vaso de zumo que te bebes! ¡Te va a sentar mal tanto zumo! -- Protestó Usopp viéndolo sorprendido.

Al cabo de un rato la mujer que llevaba todo el montaje de radio, volvió con una gran sonrisa y una taza de te en la mano.

-- Bien, ya me siento mucho mejor y espero que siga siendo así. ¡Empecemos! ¡Y esta vez sin interrupciones! ¿Me has oído Luffy?

-- Sí.

-- Muy bien. ¡Pues comencemos! -- Exclamó entusiasmada.

_______

-- ¿El domingo os apetece ir al cine?

La proposición de Usopp los cogió por sorpresa.

-- Yo no puedo, voy a ir con Ace a ver el partido de Sabo, que ya está en la final. -- Dijo Luffy con su gran e inborrable sonrisa.

-- Yo tampoco puedo, por mucho que quiera no soy rica, si ya voy a la fiesta del sábado no puedo ir al cine tan pronto. Además, le prometí a mi madre que le ayudaría en la plantación de los naranjos.

Tras la respuesta de Nami, Usopp se giró para ver a los que quedaban.

-- Nosotros tampoco podemos, yo tengo que ayudar a mi padre en el Baratie y este cabeza de Marimo tiene clase de Kendo.

-- ¿A quien llamas Marimo ceja rizada? -- Exclamó el aludido iniciando así una pelea que fue acallada por un fuerte golpe proveniente de su amiga pelirroja.

-- Yo tengo que corregir todos vuestros exámenes y atender otras tareas personales. -- Comunicó Robin con una sonrisa.

-- Yo voy a ayudar en el hospital a Kureha. -- Comunicó Chopper con orgullo.

-- Yo estoy libre la verdad, pero sinceramente no me apetece ir el domingo al cine. Y se me ocurre una idea mejor para ti Usopp.

Todos se giraron a ver a su amiga peliazul que miraba a su compañero con una sonrisa de oreja a oreja.

-- ¿Por qué no le pides a Kaya que valla contigo al cine? -- dictaminó entonces.

El chico casi se atraganta con su propia saliva.

-- ¿Pero qué estás diciendo? -- exclamó con las mejillas completamente rojas.

-- La verdad no seria mala idea. Tendrías una cita con la chica que te gusta. -- Concordó Nami.

-- Pe...pero...

-- Y no pierdes nada por pedírselo, solo es una salida al cine. -- Añadió Sanji poniéndose de acuerdo con las chicas.

-- Por una vez concuerdo con el cejas rizadas.

-- Bueno supongo que no sería tan mala idea... -- murmuró Usopp meditándolo.

-- ¿Qué es una cita?

Todos se giraron en redondo para ver con expresión incrédula a su amigo de cabello azabache adornado con su característico sombrero de paja.

-- ¿Luffy no sabes lo que es una cita? -- Exclamó Nami.

El chico movió la cabeza a los lados de forma negativa.

-- ¿Enserio? -- Exclamó Usopp.

-- Esto es increíble. ¿Cómo no puedes saber algo tan esencial? -- Se exaltó Sanji.

-- Luffy una cita es una quedada romántica con la persona que te gusta. -- Le aclaró Robin sin alterarse como los demás.

-- Ahh. ¿Entnces Sanji también tendrá una cita con Nami? Porque como también esta enamo...

-- ¡Ni en mis peores pesadillas!-- Exclamó Nami interrumpiéndolo.

-- ¡Eso sería genial! -- Al rubio empezaron a salirle corazones de los ojos mientras se imaginaba cosas perversas que podría hacer con la pelirroja.

-- ¿Ya estás pensado en cosas pervertidas cejillas?

-- ¿Qué dices Marimo? ¡Yo no...!

-- Limpiate la nariz. -- Lo interrumpió el peliverde. -- Mr derrame nasal.

-- ¡Callate brújula rota! -- El chico se pasó la mano por la nariz para sacarse la sangre que había derramado con la manga.

-- Bueno chicos mañana nos vemos. -- Se despidió Robin una vez llagaron a la casa de Usopp.

El resto no tardaron en despedirse también e irse cada uno por su cuenta.

-- ¿Te llevo yo o vas andando?

-- Prefiero ir contigo, no tengo ganas de andar.

La muchacha pelirroja se subió a los zuecos traseros de la bici de su amigo y este empezó a pedalear en dirección a Aldeas.

Una vez llegaron la joven se bajó y antes de irse le propinó un beso en la mejilla de su compañero.

Este se quedó atónito mirando como la chica se alejaba con calma del lugar sin girarse.

Se llevó la mano a la mejilla. No se acaba de acostumbrar a esos extraños actos suyos nada propios de ella.

¿Le pasará algo? Se preguntó extrañado, pero decidió no darle importancia y echó a caminar hasta su casa arrastrando la bici con él. Sea lo que sea ya se le pasará.

______

-- ¡Maldita brújula rota! ¿Pero a dónde vas? -- Gritó un exasperado Sanji mientras observaba como su hermano se desviaba por quinta vez del camino.

Echó a caminar en su dirección y lo cogió del brazo arrastrándolo consigo por el camino correcto a su casa.

-- Si es lo que yo digo, no puedes llegar ni a casa tú sólo.

-- Solo me he desviado un poco. Todo el mundo tiene un fallo de vez en cuando. -- Protestó el peliverde negado a admitir que el rubio tuviera razón.

-- ¿Un fallo? ¡Pero si ya es la quinta vez que te desvías!

-- Cinco fallos también los tiene cualquiera.

-- Ya, claro, cualquiera que tenga una cabeza de Marimo como tú.

-- ¿Qué has dicho cejas rizadas?

-- ¡Lo que oíste Marimo!

Ambos se detuvieron y se miraron echando chispas por los ojos.

Al cabo de unos instantes ambos suspiraron y prosiguieron su camino sin decir nada.

Aunque el rubio enseguida volvió a agarrar del brazo a su compañero para encargarse de que no se desviara otra vez.

Una vez llegaron a casa se dirigieron cada uno a su respectiva habitación. Su padre no se encontraba en casa por lo que no había nadie a quien saludar.

En cuanto Zoro cruzó la puerta de su habitación se dirigió a desplomarse en su cama.

Miró por encima de él los cuadros que adornaban parte de la habitación. En uno se encontraba él con todos sus amigos. En otro se encontraba con su verdadera familia y por último uno en el que estaba él solo con su hermana a lomos.

Los echaba de menos. Los había perdido, a su hermana mayor y a sus padres, hacía ya 8 años atrás en un accidente de coche.

Lo último que recordaba era haber tenido una discusión estúpida con sus padres por no querer ir con ellos a la ciudad. Estos cansados se fueron con su hermana dejándolo solo en casa y ya nunca regresaron.

Empezó a recordar ese amargo día mientras contemplaba los cuadros con resentimiento.

FLASBACK

-- Zoro venga vamos, no me hagas enfadar.

-- ¡No quiero ir!

-- ¿Pero por qué? Solo vamos a dar una vuelta por la ciudad e iremos a comprar.-- intentó animarle su madre sin éxito.

-- Seguro que iremos a comprar ropa, siempre estamos horas en las tiendas de ropa. Además siempre que voy me pierdo y ya me da hasta vergüenza volver a escuchar mi nombre en recepción. -- Protestó el pequeño de 11 años frustrado.

-- Eso es porque tienes un sentido de la orientación pésimo, eres como una brújula estropeada. -- Se burló su hermana desde la puerta de su cuarto.

-- ¿Qué haces tú aquí? ¡Largate!

-- Kuina ve a ver si tu padre ya está listo para irnos, y deja de meterte con tu hermano. Eres la mayor tienes que demostrar ejemplo. -- Le regañó su madre a lo que la muchacha obedeció y salió corriendo pasillo al fondo.

-- Haber cariño solo vamos a dar un paseo y si no te separas de nosotros no te perderás...

-- ¡E dicho que no quiero ir! -- Gritó el niño alterado y negado a obedecer a su madre.

De alguna forma había dejado de ser una cuestión de miedo a extraviarse, a una de simple capricho por ganas de ganar una discusión.

-- Nosotros nos vamos a ir, no te vamos a dejar aquí solo.

-- ¡Tengo 11 años, ya no soy un niño, puedo cuidarme solo! -- protestó aun a gritos.

A esa edad ya era un niño bastante difícil, había pasado de la mala hiperactividad a la rebeldía al cumplir los 10, por lo que su madre ya estaba acostumbrada a sus bruscos cambios de humor.

La mujer llena de paciencia decidió dejarlo estar y se levantó de la cama en la que estaba apoyada para dirigirse a la salida.

Zoro en respuesta se quedó mirando la puerta con expresión seria.

Al cabo de un rato la puerta de su habitación volvió a abrirse pillándo al niño dormido en la cama sin abrir.

-- ¡Enano despierta!

Un pequeño golpe en la cabeza lo devolvió del mundo de los sueños.

-- ¿Qué pasa? ¿Ya es de día? -- murmuró mientras se restregaba los ojos con las manos.

-- Pues claro que sí tonto. -- Su hermana soltó una carcajada al verle la cara de zombie que tenía

-- ¿De que te ríes?

-- Pareces un zombie. -- carcajeó, una vez se hubo calmado siguió hablando. -- Papá, mamá y yo nos vamos a la ciudad. ¿Vienes o te quedas?

-- ¿No van a venir a obligarme a ir? -- preguntó extrañado.

La joven negó con la cabeza.

-- Supongo que ya se hartaron de pelear contigo, han decidido dejarte hacer lo que quieras.

Eso le dolió, no entendió por qué, pero de alguna forma deseaba que sus padres vinieran a obligarle, a echarle la bronca, a llevarle la contraria. No se esperaba que atendieran a la indiferencia y eso no le gustó.

-- ¿Por qué no dejas de hacer el tonto y te vienes? Siempre haces lo mismo y hasta ya parece que realmente te gusta causar bulla y estar castigado constantemente. -- Protestó entonces su hermana con tono serio.

-- Tú no lo entiendes.

-- No, sí lo entiendo, quieres llamar la atención y sabes que la única forma de que papá y mamá te hagan caso es llevándoles la contraria. Pero eso al final no servirá de nada. ¿Por qué no vas a disculparte y luego vamos todos a dar una vuelta por la ciudad? ¡Seguro que nos compran helados!

-- Si nos compran helados tú lo cogerás de Lima y luego te pasarás todo el rato comparándome con él. -- protestó el pequeño peliverde con una sonrisa.

-- Eso es inevitable hermanito, pero aun así nos lo pasaríamos bien.

El niño se lo pensó, pero se negaba a ir, su orgullo, ya de pequeño, era poderoso. Sin embargo había algo más que lo detenía: Un mal presentimiento que lo llevaba albergando desde la mañana nada más levantarse de la cama.

Desde siempre sus padres nunca le habían hecho mucho caso, por eso siempre se metía en problemas, se revelaba y les llevaba la contraria en un intento de llamar su atención lo cual funcionaba la mayor parte de las veces, pero aun así los quería. Sin embargo sabia que una vez más no le harían caso.

Pero había alguien más a la que también apreciaba más que a nada en el mundo; su hermana mayor la cual, a pesar de pasarse casi todo el día burlándose de él por su pelo, su mala orientación y sobre todo por el hecho de no lograr vencerla en los combates de Kendo, también había demostrado ser una hermana mayor ejemplar que siempre estaba ahí para él en las buenas y en las malas.

Quizá ella le creyera si le contaba lo que de alguna forma presentía.

Agarró su brazo al ver que se disponía a irse.

-- Kuina, tengo un mal presentimiento, por favor no vallas.

-- ¿Qué tonterías dices Zoro? ¿Ahora te crees vidente? -- se burló la joven con una sonrisa socarrona.

Sin duda alguna le encantaba chincharlo con sus burlas.

-- ¡Por supuesto que no! -- protestó. -- Lo que pasa es que desde esta mañana tengo como un mal presentimiento y simplemente me da pavor salir hoy de casa y no entiendo por qué. Por favor no vallas tampoco.

-- O por Dios Zoro deja de hacer el idiota, ya no eres un niño. Si quieres quedarte haz lo que quieras pero deja de inventar bobadas como excusa.

Esta vez ya no contenía su expresión alegre y socarrona, en su lugar se mostraba severa con su hermano. No le creía y eso fue un golpe fuerte para él, aunque tampoco le extrañó.

La muchacha salió de la habitación sin saber que esa sería la ultima vez que vería a su hermano menor y la misma ignorancia se encontraba en el pequeño peliverde.

Al cabo de un rato Zoro observó desde la ventana como el coche se alejaba de la casa dejándolo completamente solo.

Pasaron las horas y se hicieron las 10:00 de la noche. El joven empezó a preocuparse, pero decidió ignorar su mal augurio y distraerse un poco practicando Kendo.

Se hicieron las 12:00 de la noche y el pequeño peliverde, ya con 5 llamadas al móvil de sus padres sin respuesta, empezó a angustiarse por tanta tardanza.

Finalmente acabó durmiéndose en el mismísimo pasillo de la entrada demostrando así que había estado esperando todo ese tiempo el regreso de quienes por desgracia no volverían a pisar esa casa.

A la mañana siguiente fue el estruendoso sonido del timbre el que lo despertó. Al levantarse se sorprendió bastante al descubrir que aún se encontraba en el pasillo, pero mayor fue su sorpresa cuando tras la puerta se encontró con su tío Zeff y dos hombres grandes con trajes de policía detrás.

Por las caras largas y serias que traian supuso ya desde el inicio que nada bueno venían a contarle.

FIN FLASHBACK

Desde ese día hasta el momento se había alojado en la casa de su tío quedándose a vivir con este y el insoportable de su primo al que, aunque nunca lo reconocería en voz alta, ya era como su hermano, al memos de corazón.

-- ¡Ei Marimo la cena ya está lista!

Los gritos del rubio lo sacaron bruscamente de sus pensamientos y al recapacitar lo que le habían anunciado se quedó algo estupefacto.

¿Cena? ¿Cuánto tiempo había estado inmerso en sus tristes recuerdos?

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