CAPÍTULO 10

Nami se tiró a la cama sin ganas de nada mientras se llevaba las manos a la cara frustrada.

Se sentía fatal, molesta con todos, con la chica de pecas que se había unido tan fácilmente al grupo y más aun consigo misma por tener esos estúpidos sentimientos.

Estar enamorada de alguien y no ser correspondida es muy duro, pero lo es aun más si a parte de eso tienes que ver a esa persona que tanto te encandila casi todos los días.

-- ¿Pensando en él otra vez? ¿Qué pasó esta vez? Desde que volvimos de la fiesta estás insoportable.

La pelirroja alzó la cabeza para ver a su hermana mayor que acababa de entrar en la habitación que compartían.

-- Sí, otra vez él. Una chica nueva apareció y se amistó de forma fácil con él y desde entonces estoy que quiero romper algo. -- Suspiró. -- Supongo que solo son celos, que idiota soy.

-- Es normal. -- La mayor se sentó en la cama a su lado. -- Y por lo menos sabes lo que sientes y no tratas de negarlo.

-- Sería estúpida si lo hiciera. -- Volvió a recostar la cabeza en la almohada. --Nojiko... ¿Qué debo hacer?

-- Sinceramente no lo se. Quizás deberías decírselo, así sería todo más fácil.

-- ¡¿Te has vuelto loca?! ¡Ese energúmeno no seria capaz siquiera de amar creo yo! ¡Es un cabeza de buque!

-- Y sin embargo estás coladita por él hasta las trancas. -- La chica de pelo violeta se giró a verla con una sonrisa. -- Mira Nami ambas las dos conocemos a Luffy. Si no le gustas simplemente te lo dirá y seguirá tratándote como siempre, no va a dejar de ser tu amigo por eso, ni mucho menos.

En eso la pelirroja reconocía que tenía razón. Luffy no cambiaría su actitud con ella en lo más mínimo por algo así.

-- Supongo que en eso tienes toda la razón. Sin embargo no tengo agallas para confesarme, al menos no todavía. No me siento preparada.

-- Pues entonces te toca seguir sufriendo esos sentimientos tan explosivos. -- Comentó la mayor con sorna.

La pelirroja suspiró llevando la vista al techo.

-- ¿Sabes? Aun me acuerdo de la primera vez que lo conocí. Él estaba llorando y sin embargo sonrió para alegrarme a mi.

-- Fue tras la guerra, cuando ambos los tres nos quedamos huerfanos. -- Recordó su hermana con ella.

FLASHBACK

La pequeña de cortos cabellos cobrizos se encontraba sentada en el banco con la cabeza gacha mientras balanceaba las piernas en un movimiento de pesar. Las lágrimas corrían por sus mejillas como cataratas.

Se encontraba en una estancia llena de juguetes, pero en esos momentos lo último que quería era jugar.

No estaba sola, con ella se encontraban 3 niños más: un bebé y dos pequeños de 2 y 3 años que trastabeaban felices con los juguetes, ajenos a la desgracia que estaba aconteciendo no muy lejos del lugar.

La pequeña de tan solo 7 años era la única consciente en ese sitio de la catástrofe que acababa de suceder. La niña que la había acompañado hasta allí después de salvarla de una muerte segura en aquella terrible guerra, había desaparecido tras ser llamada por un guardia de seguridad.

Se sentía completamente sola, sin sus padres, sin su hermanito... Estaba sola rodeada de niños necios que no se enteraban de nada.

De pronto un llanto llamó su atención. Tras la puerta cerrada podía percibir ese sonido de llanto desesperado.

"Probablemente sea otro mocoso estúpido que sólo llora por miedo o por hambre" Pensó la pequeña volviendo a agachar la cabeza.

La puerta se abrió dejando ver tras ella a un guardia de seguridad que traía con él al propietario del llanto.

Un pequeño niño de pelo azabache se encontraba temblando sin parar de llorar mientras sujetaba con fuerza un sombrero de paja que llevaba puesto sobre su cabeza.

Tendría más o menos su edad, y un pequeño hilo de sangre brotaba de un corte reciente bajo su ojo izquierdo, sin embargo a ella eso le trajo sin cuidado. No tenía ganas de nada solo de perderse en sus horribles pensamientos y en su desdichada tristeza.

La puerta se cerró y todo se sumió en un enorme silencio solo interrumpido por los llantos del pequeño.

Las lágrimas comenzaron a surcar más fuertes también en ella al recordar nuevamente todo y se le escapó un sollozo.

No fue hasta un poco después que se dio cuenta de que era la única sollozando. Los llantos de su nuevo compañero ya no se oían.

Alzó la vista para verlo y se encontró con unos orbes marrón tan oscuro que casi alcanzaban el negro, mirándola con tristeza y comprensión. Y aun con la cara mojada por las recientes lágrimas y la sangre, y con los ojos completamente rojos, el niño mostró una gran sonrisa sin apartar la vista de la pequeña pelirroja.

-- No debemos llorar, a ellos no les habría gustado eso. ¡Hay que sonreír!

Se acercó a ella y la agarró de las manos para tirar de ellas hasta lograr hacer que se pusiera en pie.

-- ¡Vamos a jugar! -- Chilló con un tono de entusiasmo que la pequeña enseguida percibió que era fingido.

-- ¿Después de todo lo que a pasado piensas en jugar? -- Preguntó con reproche.

-- No, ¿Pero que otra cosa podemos hacer? -- El niño la miró con intensidad -- Shanks siempre me dijo que pase lo que pase no hay que estar tristes y yo siempre le he hecho caso en todo, ahora no será distinto.

Tiró de nuevo de ella hasta alcanzar una caja de bloques de construcción de juguete.

Se sentó y tras coger la caja y darle la vuelta desperdigando todas las piezas por el suelo alzó la vista para verla de nuevo con esa gran sonrisa ahora menos fingida que antes.

-- Vamos.

Extendió su mano y espero a que la pequeña la cogiera.

Tras un largo titubeo finalmente sujetó la mano y se dejó tirar al suelo para sentarse y empezar a coger las piezas con una pequeña sonrisa floreciendo en sus labios.

Seguía triste, triste por todo lo que le había pasado, pero ese niño había conseguido que la rdida fuera menos dolorosa con una simple invitación a un juego de montar castillos con las piezas de colores.

FIN FLASHBACK

-- Fue un día triste para mi y también para él y sin embargo logró alegrarnos a los dos.

-- La verdad es que cuando volví tras el interrogatorio me sorprendí al verte jugando como si nada con otro niño. A fin de cuentas cuando salí de la habitación estabas llorando a mares y no tenías ánimos de nada.

-- Las cosas de la vida. -- Suspiró. -- Y ahora estoy enamorada de ese mocoso. ¡Dios me quiero morir por ser tan idiota!

Se llevó nuevamente las manos a la cara para frotársela frustrada mientras su hermana soltaba una carcajada.

_____

Mientras tanto en otro lugar no muy lejos, las almohadas volaban en el interior de un dormitorio.

-- ¡Ahora te vas a enterar enano!

El azabache sacudió su almohada contra el pequeño Jiro que calló contra el colchón de la cama.

-- ¡A por Luffy! -- Exclamó el pecoso.

-- ¿Qué? ¡No, espera! ¡Todos contra uno es injusto!

Todas las almohadas se estamparon contra el muchacho provocando que este perdiera el equilibrio y callera sobre el colchón de su cama junto a Jiro.

-- ¡2 Fuera! ¡Quedamos 3 en pie! ¿Quien ganará? -- Exclamó el pecoso.

-- ¡Sois unos tramposos! ¡3 contra 1, eso es injusto! -- Exclamó Luffy mientras se acomodaba recostado en el colchón.

-- En la guerra de almohadas no hay reglas.

Luffy ignoró a los escandalosos que ahora se encontraba dando tumbos en su cama y dirigió su vista a Jiro.

Lo miró con una gran y pícara sonrisa alertando al menor que por la cabeza de su hermano nada bueno rondaba.

-- ¡Guerra de cosquillas!

Se abalanzó sobre él para empezar a acribillarlo a cosquillas mientras el pequeño estallaba en carcajadas.

-- No... -- Siguió riendo y removiendose inquieto.

En un movimiento rápido y brusco Jiro logró zafarse y salió corriendo seguido del mayor, ambos sin parar de reír, mientras el resto seguía con su guerra de almohadas.

Mientras Luffy corría empezó a estornudar como un desquiciado y se sobó la nariz con la manga.

-- Agh, alguien debe estar hablando de mi en estos momentos. -- Murmuró con sorna.

Y siguió corriendo en busca de su hermano menor.

Sin duda alguna el reciente escándalo realizado a esas altas horas de la noche les iba a costar muy caro, pero en ese momento lo único que importaba era divertirse con los enanos haciendo guerras de almohadas o de cosquillas.

El mayor pilló a Jiro en las escaleras y con las prisas no le dio tiempo a frenar por lo que los tiró a los dos escaleras abajo.

Una vez se estabilizó Luffy dirigió alarmado la vista hacia su hermanito, el cual se encontraba de pie riéndose a carcajadas.

-- ¡Eres un torpe y te comiste todo el suelo! -- Soltó sin parar de reír, dando a entender al mayor que el niño se encontraba perfectamente.

-- ¡Maldito renacuajo! ¡No me hagas burla!

Se puso en pie y volvió a abalanzarse sobre Jiro por lo que este una vez más puso sus piernas en movimiento echando a correr por toda la casa.

-- ¡Vuelve aquí enano! -- Exclamó Luffy sin parar de reír.

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