Parte Diez

El amanecer me sorprendió más temprano de lo esperado. Apenas unos rayos tímidos se colaban por las cortinas, pero ya sentía la opresión en el pecho, un recordatorio de lo que había ocurrido la noche anterior.

Mis ojos aún pesados, mi cuerpo cansado, pero mi mente no me daba tregua. No había dormido, o al menos no lo suficiente. Los eventos de la noche anterior giraban en mi cabeza como una espiral de emociones que no podía detener.

Jimin. Su confesión. Mi confusión.

Cerré los ojos un momento, deseando que, al abrirlos, todo se desvaneciera como un mal sueño. Pero cuando los abrí de nuevo, todo seguía allí. El peso en mi pecho, la opresión en mi garganta. Tenía que irme. No podía enfrentarme a él ahora, no después de lo que había dicho, no después de cómo me había sentido.

Con sigilo, me levanté del sofá. Mis pies descalzos apenas hacían ruido sobre el suelo de madera mientras recogía mis cosas dispersas. El eco de mi respiración se sentía demasiado fuerte en el silencioso apartamento de Jimin.

Cada pequeño sonido parecía un grito, y me esforcé por ser lo más silenciosa posible. No quería despertarlo. No quería enfrentar sus ojos, no aún.

Salí del apartamento de Jimin con el corazón latiendo desbocado. Las calles estaban apenas comenzando a llenarse de vida, pero mi mente ya estaba en el caos total.

Sabía que estaba tarde para el trabajo, pero en ese momento, no me importaba. Lo único que necesitaba era alejarme, respirar, poner en orden mi cabeza antes de tener que enfrentar lo inevitable.

Llegué a la oficina con un retraso evidente, mis pasos resonando en los pasillos. Mi corazón latía con fuerza, temiendo que Jimin ya estuviera allí.

Pero cuando entré en mi puesto, el lugar estaba extrañamente silencioso. La mañana había comenzado, pero la calma antes de la tormenta era palpable.

Tomé asiento, intentando ponerme a trabajar como si nada hubiera pasado. Mis manos temblaban ligeramente mientras revisaba los documentos del proyecto de construcción. Necesitaba concentrarme, perderme en los detalles, pero mi mente volvía una y otra vez a Jimin, a sus palabras, a su mirada.

Y entonces, la puerta de mi oficina se abrió. Sentí su presencia antes de siquiera levantar la vista. Jimin caminó por la oficina como si nada hubiera cambiado, como si la noche anterior no hubiera existido.

Su expresión era fría, distante, la misma que había conocido desde que empecé a trabajar para él. Pero algo en sus ojos me decía que estaba tan confundido como yo.

—Llegaste tarde —su voz rompió el silencio y me tensé—. Necesito que prepares los informes para la reunión de esta tarde.

—Por supuesto —respondí con un tono profesional que me sorprendió incluso a mí. Como si el mero sonido de mi voz pudiera mantener a raya la tormenta emocional que se desataba dentro de mí.

Jimin asintió y volvió a su oficina, dejando tras de sí una estela de tensión. Me esforcé por seguir trabajando, por ignorar el constante martilleo en mi pecho, por fingir que todo estaba bien. Pero la verdad era que cada minuto que pasaba en esa oficina se sentía como una eternidad.

El día pasó arrastrándose, como si el reloj se burlara de mí con cada tictac. Me sumergí en el trabajo, mis dedos moviéndose automáticamente sobre el teclado mientras mi mente seguía atrapada en el caos de la noche anterior.

La reunión llegó y se fue, un borrón de presentaciones y respuestas mecánicas. Jimin estaba allí, sentado al frente de la mesa, impasible y profesional como siempre, como si no hubiera dejado caer una bomba en mi vida solo unas horas antes.

Evité mirarlo, centrándome en mis notas y en los gráficos proyectados en la pantalla, manteniendo la fachada de una trabajadora dedicada y fría.

Pero el verdadero desafío llegó después de la reunión. Apenas volvimos a nuestras oficinas, Jungkook se presentó en la puerta, con esa expresión despreocupada que siempre me había irritado un poco.

Había algo en su mirada, algo que yo conocía demasiado bien y que no estaba dispuesta a enfrentar en ese momento.

—Necesito hablar contigo —dijo, con su voz baja y suave, como si quisiera suavizar lo inevitable.

Levanté la vista, mi mirada afilada como un cuchillo. Sentía mi corazón latir con fuerza, pero no iba a mostrar ninguna debilidad. No después de lo que hizo.

—Si es sobre trabajo, puedes enviarme un correo —respondí, mi tono más cortante de lo que había planeado.

Jungkook se quedó quieto por un momento, como si evaluara mis palabras. Sus ojos oscuros se encontraron con los míos y por un segundo, creí ver algo parecido a la culpa reflejada en ellos. Pero no me importaba.

—No es sobre trabajo —insistió, dando un paso más hacia mi escritorio. Su presencia llenaba el espacio y sentí una punzada de enojo mezclada con la tensión que ya llevaba encima.

—No tengo nada que decirte, Jungkook. Y no tengo tiempo para esto.

Me volví hacia mi pantalla, ignorándolo deliberadamente. Pero él no se movió. Su insistencia solo hizo que mi ira creciera. Lo último que quería era lidiar con él, no después de lo que había hecho.

—Lo siento —dijo finalmente, su voz lo suficientemente baja como para que solo yo la escuchara—. No pensé que las cosas fueran a terminar así.

Mis manos se tensaron sobre el teclado. Solté una risa sarcástica, sin despegar la vista de la pantalla.

—¿No pensaste? —repetí, sintiendo cómo la ira comenzaba a hervir debajo de mi piel—. Me sorprende, Jungkook, porque parecías bastante seguro cuando le dijiste a Jimin dónde estaba.

Jungkook pareció dudar, pero no se movió de su lugar.

—No lo hice con mala intención. Solo… no pensé que reaccionaría así.

Finalmente, levanté la mirada, dejando que todo el peso de mi enojo cayera sobre él.

—Esa es la cuestión, Jungkook. Nunca piensas en nada más que en ti mismo.

Hubo un momento de silencio tenso entre nosotros. Podía ver la incomodidad en su rostro, la mezcla de arrepentimiento y algo más. Pero no me importaba. No esta vez.

—Si ya terminaste, tengo trabajo que hacer —dije, mi voz firme y carente de emoción.

Jungkook asintió lentamente y se dio la vuelta, saliendo de mi oficina sin decir una palabra más. Lo observé irse, y por un momento, una pequeña parte de mí deseó detenerlo, decirle algo más. Pero la herida estaba demasiado fresca, y lo único que quería era que el día terminara de una vez.

Cuando finalmente llegó la hora de salida, sentí un alivio momentáneo al cerrar la computadora. No iba a quedarme hasta tarde como de costumbre; necesitaba salir de ese lugar, respirar un poco de aire fresco y aclarar mi mente.

Recogí mis cosas y salí de la oficina sin mirar atrás, decidida a poner distancia entre mi vida laboral y el desastre emocional que me rodeaba.

Me encontré caminando sin rumbo por las calles de Busan, dejando que mis pies me llevaran a cualquier lugar lejos de los problemas del día. No sabía exactamente hacia dónde iba, pero sabía que necesitaba un escape, aunque fuera temporal.

Un par de cuadras después, un pequeño bar en una esquina llamó mi atención. Su iluminación tenue y el sonido apagado de la música desde adentro se sintieron como una invitación. Sin pensarlo demasiado, empujé la puerta y entré.

El interior del bar era acogedor, con luces cálidas y una barra de madera desgastada que parecía haber visto demasiadas historias. Me senté en uno de los taburetes y pedí algo fuerte. El primer trago bajó con una calidez reconfortante, relajando ligeramente los nudos en mi pecho.

Me perdí en mis pensamientos, dejando que la música y el ambiente del lugar llenaran el silencio que tanto había odiado en la oficina. Sentí que el peso comenzaba a aliviarse, aunque solo un poco. Pero entonces, cuando estaba empezando a relajarme, una figura familiar se materializó a unos pocos metros de distancia. Jungkook.

Sus ojos me encontraron casi al instante, y su expresión se tensó, como si no hubiera esperado verme allí. No pude evitar rodar los ojos. ¿Por qué él tenía que estar en todos lados? ¿Era una especie de broma del destino?

Él se acercó lentamente, su paso cauteloso. Me observó con una mezcla de preocupación y algo más, algo que no lograba descifrar del todo. No estaba segura si era arrepentimiento, interés, o algo completamente diferente. Lo único que sabía era que esa mirada estaba empezando a ser difícil de ignorar.

—¿No deberías estar en la oficina? —preguntó, su tono intentaba ser ligero, pero había una nota de preocupación detrás.

—¿Y tú? —respondí, tomando otro sorbo de mi bebida, manteniendo mi tono lo más indiferente posible.

Jungkook no respondió de inmediato. Se acomodó en el taburete a mi lado y pidió algo para él también. Lo observé de reojo, tratando de leerlo. Había algo diferente en su actitud, un tipo de suavidad que no esperaba.

—No quiero arruinarte la noche —dijo finalmente, y su sinceridad casi me tomó por sorpresa—. Solo… no pensé que te vería aquí.

—Siempre hay una primera vez para todo —murmuré, tratando de mantener la distancia emocional que me había prometido mantener.

Jungkook tomó su bebida y la giró en sus manos, como si buscara las palabras adecuadas.

—Sobre lo de Jimin... —comenzó, pero lo interrumpí antes de que pudiera terminar.

—No tienes que explicarte, Jungkook. Lo que pasó, pasó. No necesito tus disculpas.

—Lo sé, pero quiero que sepas que no quise complicar las cosas para ti.

Hubo una pausa pesada, cargada de tensiones no resueltas y palabras no dichas. Lo miré a los ojos, y por un momento, olvidé por qué estaba tan enojada con él. La familiaridad de su rostro, la manera en que sus labios se torcían ligeramente cuando estaba nervioso… Era tan irritantemente familiar.

—Lo único que quiero es poder tener un poco de paz —dije finalmente, bajando la vista a mi vaso vacío—. Solo eso.

Jungkook me observó en silencio, y por un momento pensé que se levantaría y se iría. Pero no lo hizo. En lugar de eso, se quedó allí, sentado a mi lado, como si su mera presencia pudiera ofrecer algún tipo de consuelo.

Había algo entre nosotros, algo que ninguno estaba listo para enfrentar, pero que era imposible ignorar. La tensión seguía allí, latente y persistente, pero por primera vez en mucho tiempo, no se sentía tan insoportable.

El bar siguió lleno de murmullos, música y risas a nuestro alrededor, pero en nuestro pequeño rincón, solo quedaba el peso de lo no dicho.

Y por primera vez, me permití pensar que tal vez, solo tal vez, no todo estaba perdido.

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Ya saben, votito y comentario! :D
Besitos en la cola :3

learmy01

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