Cap. 3 - Confused mind

-Mente confundida-

Hyunjin miró los ojos de confusión de Felix, sabía que había pasado algo más, pero en ese momento no podía reaccionar o pensar en qué era lo que estaba pasando. Solo se incorporó para sostener a Felix en sus brazos. Se dio cuenta de la posición en que estaban, en medio de una batalla, por lo cual se puso alerta. Fue cuando notó que las balas habían cesado.

Miró el rostro del menor para saber si lo que estaba pasando no era más que un sueño, pero se dio cuenta de que no lo era. Sonrió triste, con varias lágrimas escurriéndose por sus mejillas. Tocó aquellas mejillas llenas de pecas, que le recordaban tanto a Layla. ¿Cómo podrían ser tan parecidos?

En ese instante, sintió un empujón que lo alejó de la persona en sus brazos, para ver la espalda de aquel soldado blanco que tomó el rostro de Felix y limpió la sangre de la mejilla de este para quitarse su propio cubrebocas y colocárselo al pecoso.

Hyunjin gruñó ante eso y empujó a aquel hombre, al cual por fin pudo ver su rostro: Minho. Lo conocía, tal vez no a profundidad, pero estaba consciente del amor de este hacia Felix. Fue cuando se dio cuenta del odio creciente en su pecho. Le habían ocultado a Felix por 5 malditos años.

No supo cuándo se quitó los guantes para atacar a la persona frente a él. Quería destruirlo, quería eliminar a todos aquellos que le mintieron y lo alejaron de él. Cuando su cuerpo estaba a punto de atacarlo se detuvo de golpe para ver a Felix, su Felix, frente a Minho, protegiéndolo.

-Felix -dijo con dolor-. Quitate.

-No me llamo Felix, me llamo YongBok o Purple -respondió desafiante.

Todas las emociones reprimidas lo golpearon como el frío viento en aquel invierno. Sentía dolor, miedo, odio y tristeza. Su boca se secó. Quería gritarle que él no era YongBok, que lo habían engañado, que él era Felix, el mismo chico con quien compartió una celda, quien le enseñó a amar las pequeñas cosas, quien le mostró el sacrificio, quien abrió las puertas a un cambio en un mundo donde ninguno de los dos encajaba, quien le enseñó el amor y el desasosiego de la soledad.

Quería que lo volviera a mirar como lo hacía, con tanto amor que ocultaba con enojo o molestia, sabiendo que su amor y aquella conexión iban más allá de los paradigmas de la vida misma.

Fue cuando vio a Sam llegar y mirarlo. Odiaba la mirada que le daba ahora su hermano, ya no lo miraba con aquel odio o aire de superioridad, lo miraba con tristeza y lástima. Ambos habían cambiado, Sam parecía más dócil mientras Hyunjin se hundía en el odio y la venganza.

-Volviste a mentirme, me ocultaste que estaba vivo, sabiendo bien que me moría en vida por pensar que él no volviera a mí. No solo eso, no sé qué mierda le hiciste para que él no me recuerde, aunque sé que en fondo lo hace -le dijo a Sam, mientras miraba a Felix.

-Las cosas no son así, Hyunjin -dijo Sam con calma, crispando los nervios de Hyunjin.

-¿ENTONCES COMO MIERDA SON?! -gritó Hyunjin, asperado por la situación-. ¿Cuál será ahora tu próxima mentira?

-Hace dos años que lo encontré -respondió Sam-, y en ese tiempo no había manera de comunicarme contigo... además, no puedo responderte todo esta vez, los soldados negros vienen y tu gente te espera.

-Qué conveniente -conteniendo una carcajada sarcástica-. Me importa una mierda los soldados negros, me importa una mierda el mundo...

-¿Y tu hija? -cuestionó Sam-. Sé que tiene una hija que debe estar esperándote y cuando venga todo el ejército, no tendrás tiempo de huir.

-Entonces sabes que tengo una hija, pero no pudiste decirme que estaba vivo -rio en ironía-.

-Lo de tu hija lo descubrí hace unos días -respondió Sam con calma, poniendo de nervios a Hyunjin.

-Él vendrá conmigo -indicó Hyunjin.

-NO -interrumpió Minho-. Si quieres tus malditas respuestas, pídeselas a él -señaló atrás de Hyunjin, quien giró para ver a Jeongin, que había presenciado todo en silencio.

-Yo no me voy a interponer si Félix te recuerda, eso no me corresponde -dijo Minho-, pero nos tomó a Sam y a mí un puto año para que pudiera hablar y 6 malditos meses para que supiera nuestros nombres y aún, ni siquiera nos recuerda, solo sabe que no le haremos daño.

-Hyunjin, el ejército se acerca, Chan y su grupo se han escondido ante la amenaza... si no nos movemos, seremos capturados... Hyunjin -habló Jeongin con desesperación.

-Cállate de una puta vez -gritó Hyunjin, con la cabeza martillándole con todas las emociones y la situación misma que lo estaba orillando a decidir-. Bien, me iré, pero recuerden que desde ahora buscaré la manera de encontrarlo, así tenga que destruir al mundo entero para que él mismo venga a matarme.

Hyunjin se giró para ir hacia Jeongin sin antes mirar a Felix. Fue cuando notó sus ojos, estaban brillosos, mientras algunas lágrimas caían en silencio. Sus manos sostenían con fuerza la ropa de Minho.

Se maldijo a sí mismo antes de desaparecer junto a Jeongin. Con una promesa que cumpliría sin importar qué.

---⛓️--

Jeongin llevó a Hyunjin con sus poderes lo más lejos del conflicto, donde su grupo ya los estaba esperando. Cuando aparecieron, Hyunjin golpeó la mano de Jeongin para darle una fría mirada que el menor recordaría toda su vida.

Camino con zancadas largas hasta ver a Layla en los brazos de Olivia, quien la bajó para que corriera hasta su padre.

-Pensé que me dejarías -lloriqueó la pequeña, que a pesar de lo pequeña era, era muy inteligente y hablaba con fluidez. Nacer entre la guerra la había hecho madurar rápidamente.

-Jamás te dejaría, mi pequeña galleta -dijo Hyunjin, intentando calmar sus emociones con el olor de su hija. Sin embargo, mirarla solo le hacía recordar lo que había dejado ir otra vez.

-Tenemos que avanzar -habló Jeongin.

-Lo sé -respondió Hyunjin, sin soltar a Layla.

Jeongin se quedó callado y caminó mirando la espalda de Hyunjin.

--⛓️--

Después de casi 14 horas de caminar, llegaron a un bosque donde acamparon momentáneamente. Aquel sector ya no era seguro, pero necesitaban una pausa para sus cansados cuerpos. Era ya pasado las 12 de la noche, Layla dormía abrazada de Olivia, por lo cual Hyunjin salió para caminar un poco y fumar.

-Hyunjin, necesito decirte algo... -dijo Jeongin.

Pero antes de que pudiera hablar, recibió un golpe tan fuerte en el estómago que lo hizo vomitar sangre. Hyunjin se sentó sobre su cuerpo en el suelo y lo miró desde arriba con odio.

-¿Desde cuándo sabías que estaba vivo? -la voz ronca de Hyunjin hizo temblar el cuerpo del menor.

-Yo... no puedo... respirar -gimoteó Jeongin, pero Hyunjin no se movió. -Por favor... -rogó Jeongin.

-¡Habla de una puta vez! -gritó Hyunjin, golpeando el suelo al lado de Jeongin y haciendo un enorme hoyo en este.

-Fue 8 meses después de la explosión en la sede... -habló Jeongin en desesperación, mientras intentaba no ahogarse-. Por favor...

Hyunjin se levantó, para luego aspirar el aire con fuerza, soltándolo en casi un gruñido, comprimiéndose las ganas de matar a Jeongin.

-

Changbin me habló y me dijo que estaba en coma -por fin pudo respirar-. Él lo ayudó a salir aquel día, pero había perdido tanta sangre que cuando logró colocarlo en un hospital clandestino, Felix murió por unos segundos para luego entrar en coma. Changbin cuidó y pagó para que se mantuviera con vida, pero la guerra comenzó y todo aquel que ayudaba a los inhumanos era eliminado, por lo cual ya no podía cuidar de él. Cuando él me llevó con Felix, los soldados negros ya lo habían capturado.

-Y supiste todo esto por casi 5 años sin decirme -Hyunjin estaba furioso-.

-Pensé que estaba muerto, que no sobreviviría a la captura, además estaba en coma, sus posibilidades eran bajas y Layla apareció. Si tú hubieras sabido, hubieras hecho todo por buscarlo cuando quizá tú también podías haber sido capturado y dejado a la pequeña sin ti.

-Estoy harto que piensen por mí. Felix creyó que era mejor no decirme nada, dejándose morir. Tú pensaste que era mejor que yo no supiera que estaba vivo. ¿Tan inútil creen que soy para pensar por mí? No soy un puto retrasado que no puede pensar por sí solo. Y te juro, Jeongin, que no te mato y te hago pedazos porque mi hija te ama, pero no te quiero cerca de mí, no me hables, no me toques, no me respires cerca -amenazó con fuego en las manos.

-Por favor, Hyunjin, perdóname, perdóname, juro que no lo hice para lastimarte. Yo te amo, Hyunjin, amo a Layla, ustedes son mi familia -se dejó caer en el suelo para rogarle.

-Tú solo te amas a ti mismo. Tú no me amas, solo tienes miedo de estar solo, porque estás acostumbrado a salirte con la tuya y hacer lo que sea para lograr lo que quieras -se colocó los guantes que se había quitado-. Realmente me das lástima. Ya no caeré en tus juegos.

El mayor caminó dentro de la casa de campaña donde estaba su pequeña, dejando a Jeongin atrás, el cual se levantó para limpiar sus ropas y colocar un rostro frío.

-Ay, Hyunjin -sonrió para sí mismo, ocultando el secreto más importante que lo cambiaría todo.

---⛓️---

Minho soltó el aire contenido en sus pulmones cuando Hyunjin se fue. Alzando así su mirada, conectando con YongBok, quien lo miró con tristeza.

El de cabellos morados sintió como su pecho hubiera sido golpeado, no entendía nada, no recordaba nada, ni a ese hombre, pero por alguna razón su corazón parecía decirle algo, algo que su mente no recordaba. Apretó su mano en su pecho y con la otra se comenzó a golpear la cabeza en desesperación, como si con aquello lograra romper las barreras que su mente colocó para no seguir siendo lastimado.

-Veme, veme, YongBok -Minho le tomó las manos y lo hizo verlo-. Estoy aquí, tranquilo, no tienes que esforzarte, lo lograrás.

-Lino, Lino... duele, duele aquí -señalando su pecho-. Duele, quiero que deje de doler.

-Cierra tus ojos -ordenó Minho, quien después de 5 años, estaba más alto, incluso su cuerpo estaba bien trabajado, por lo cual no le costó nada cargar a YongBok, quien lo abrazó por el cuello-. Iremos a casa, duerme.

Sam, quien miró todo en silencio, comenzó a avanzar a su lado, sabía que el único que podía calmar los arranques de locura e histeria de YongBok era Lino. Puesto que aquel trataba al pecoso con tanta delicadeza como si de un pequeño gato herido se tratase. Estaba perfectamente consciente del amor de Lino hacia el pecoso, pero también de que este jamás manipuló la mente del menor para que lo quisiese o para que fuera su confort cuando se sentía desesperado. Lino se había ganado el amor de YongBok de manera amable y justa. Y él simplemente no hizo más que estar al lado de ellos dos.

Tae, quien llegó poco después que YongBok, no entendía la mente de este, ni sus arranques, ni su forma de ser, pero estaba consciente de que este era fuerte y de las miles de veces que los salvó cuando estuvieron en un fuego cruzado. Para Tae, YongBok no tenía poderes, ya no. Solo era un simple humano, uno muy hábil.

Cuando llegaron, Tae fue a su lugar de descanso, mientras Sam le indicaba a Minho que llevara al menor a descansar, mientras le explicaba a los demás lo sucedido y la manera que todo iba a comenzar a cambiar en algunos afectos.

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Lino luchó para que YongBok lo soltase, pues este estaba aferrado a su cuerpo como un pequeño pulpo.

-Galletita, por favor, tienes que descansar, tu cabeza debe doler -habló suavemente mientras lo depositaba en la pequeña cama, pero el menor se negaba a soltar a Minho-. No me iré, me quedare hasta que te duermas.

La voz de Lino era suave y rasposa, mientras sus caricias eran cálidas. YongBok lo jaló hacia él para que este quedara sobre su cuerpo.

-No me dejes... tengo miedo... los sueños parecen que quieren volver -suplicó YongBok.

-Jamás lo haré -el más grande se acomodó en la cama para que el menor se colocara sobre su brazo y se aferrara a su cuerpo-. Deberías bañarte...

-Si tú me bañas -Y Minho rio en bajo.

-Esa es una jugada muy cruel... ahora duerme.

Y en aquella noche, dos personas no durmieron.

¡Gracias por su apoyo!

M. K.

Editado el 28/Sep/2024

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