Job
Bakugou Katsuki era un omega que quería dinero. Como era muy orgulloso, pedirle efectivo a la bruja que tenía por madre quedaba completamente descartado, y su padre tampoco era opción. Si quería tener dinero, debía trabajar.
El problema era que conseguir empleo –más considerando el hecho de que estudiaba y era omega– era extremadamente difícil. Había dejado ya unas solicitudes en unos cuantos lugares pero ninguno le había llamado.
– Menuda mierda – Murmuró mientras caminaba en busca de algún otro lugar donde dejar la última solicitud de empleo ese día.
Ya había evaluado sus opciones, y honestamente todas eran un asco. Ayudante de cocina, vendedor de tienda de ropas, empleado en un arcade y trabajador de cine.
No eran malas opciones, pero –repito– ninguno le había llamado. Además, las horas eran demasiadas en comparación con la paga, y la mayoría tenían horarios muy complicados para un estudiante de universidad.
Lo único que le quedaba era regresar a casa y soportar las burlas de su vieja hasta que se dignara a darle algo de efectivo después de hacer unas tareas –horriblemente– difíciles.
– ¿Problemas para buscar trabajo siendo omega y estudiante?
– ¿Qué mierda? – Dijo al escuchar lo que las televisiones del mostrador de la tienda de electrónicos tenía qué decirle.
– ¡Entonces estás en el comercial indicado! ¡¿Qué tal?, futuro empleado! ¡En Bunny World tenemos de todo para la comodidad y diversión de nuestros trabajadores! ¡Solo envía tu solicitud a este correo electrónico o llama al número que ves en pantalla!
Bakugou tomó una foto para tener la información en su celular. No estaba de más tener una opción extra en su búsqueda de trabajo.
– ¡Sé parte de nuestro equipo! ¡Te esperamos!
Fue mala idea ir.
Ya sabía en lo que se metía, pero verlo con sus propios ojos era algo diferente.
Bunny World, era lo más parecido a un club Playboy en Estados Unidos. Los trabajadores eran mayores de edad, la mayoría omegas al ser meseros, y todos usaban conjuntos de conejito en tonos pasteles.
Katsuki suspiró. No, definitivamente no iba a quedarse en ese empleo. Pero era el único que lo había llamado así que saber de qué trataba no estaba de más.
Solo haría la estúpida entrevista, luego se despediría y no volvería a ese lugar jamás.
– Bakugou Katsuki.
– Aquí – Respondió ante el llamado.
– Adelante; el dueño lo espera en su oficina.
Caminó un poco nervioso por dentro, abriendo la puerta donde la que parecía ser la secretaria le había indicado. Adentro se encontró con un hombre alfa de edad avanzada, aunque no tan viejo. Debería tener un poco más de 50 años, puesto que se le veían arrugas y canas.
– Hola, ¿Qué tal? – Bakugou tembló ante las palabras.
– Ah sí, bien – Murmuró algo apenado.
– No te quedes parado ahí, por favor toma asiento – El rubio asintió a las palabras y se sentó frente al escritorio del dueño – ¿Bakugou-kun, cierto?
– Sí.
– Me llamo Kohaku Yuu, soy el dueño de Bunny World.
– Ah, mucho gusto...
– Dime ¿Por qué quieres este trabajo? – No, esa pregunta no se la esperaba. Bakugou no lo quería, solo necesitaba saber qué ofrecían pero no lo quería.
– Bueno... necesito dinero – Fue lo que dijo. El hombre se rio levemente.
– Me gusta tu honestidad, chico – Habló – Pero me refería a lo que te impulsó a querer empleo en este lugar – Katsuki divagó un poco.
– He intentado en muchos lugares, y no consigo nada. Vi su anunció en televisión y creí que sería una buena oportunidad.
– ¿Eres estudiante? – Bakugou asintió – Ya veo. Mira, tenemos vacantes libres en este momento únicamente como mesero. Como te pudiste dar cuenta, trabajar aquí no es simplemente trabajo y ya. Necesitamos gente capacitada en varios campos.
– Bueno, aun puedo continuar buscando...
– Alto, no quise decir que no pudieras tener el empleo. Lo que digo, es que si realmente quieres trabajar aquí, deberás esforzarte mucho – El rubio se muerde el labio, porque no sabe cómo rechazar al hombre.
– Qué... – Traga saliva antes de lo que va a decir – ¿Qué beneficios brinda el trabajar aquí?
– Seguro médico, gratificaciones los días festivos, vacaciones luego de trabajar aquí un año, días de descanso durante el celo. Y en dado caso de que uno de nuestros trabajadores sea o esté por ser madre, ofrecemos licencia de maternidad, guardería y periodo de lactancia.
– ¿Y qué hay de los estudiantes?
– Bueno, tenemos horarios flexibles. El lugar abre a las 6 de la tarde, y cerramos a las 3 de la mañana, toda la semana. Pero para facilitarle las cosas a los omegas que aun estudian, su horario siempre es de 6 a 12, excepto los viernes y sábados, que trabajan turno completo. Además, contamos con servicio de transporte para trasladarlos a su hogar.
– ¿Y con respecto a la paga?
– Escucha, sé que quieres tener la máxima información posible, y voy a dártela, pero no tienes que ser tan tímido – Bromeó Yuu – Ofrecemos cena para nuestros empleados, y un salario de aproximadamente 180,000¥ al mes, claro, sin contar las propinas.
Bakugou se queda de piedra y con los ojos muy abiertos ante las palabras. ¡¿180,000¥ por mes?! ¡Si trabajaba aquí terminaría ganando un poco más de 2 millones de yenes al año! ¡Solo un poco menos que el doble de sus padres juntos!
– Claro que, recortando los horarios para estudiantes, ganan un poco menos los días entre semana, pero la paga igual es muy buena.
– Si me quedo, ¿Qué tengo que hacer?
– Traer tus papeles, y la primera semana es venir a capacitación. Te enseñaremos cómo debes comportarte y tomaremos tus medidas para hacer un traje para ti. Lo único que debes hacer es firmar un contrato donde estipule que estás de acuerdo con esto y nadie te está obligando.
– ¡Alto! ¿Cómo sé que esto no es una trampa para tráfico de omegas? – El hombre se le queda viendo sorprendido por su inseguridad. Bakugou le ve sin dejar de fruncir el ceño.
– Tranquilo, nuestros empleados te pueden asegurar que no es nada de eso. El contrato es para hacer validar que eres mayor edad y tu trabajo aquí. Además, no somos un burdel, tenemos ciertas reglas para proteger a nuestros omegas.
– ¿Qué clase de reglas?
– Los clientes pueden mirar todo lo que quieran, pero no tocar a los omegas. Si algo así pasa, ellos pueden defenderse y el establecimiento no se hace responsable de daños ocasionados. En realidad, si recibimos alguna queja podemos demandar al afectado por acoso. Aquí nos tomamos muy en serio la seguridad.
– Vaya.
– ¿Qué dices? – Bakugou lo pensó. Mucho. Era el único trabajo donde podría tener tantos beneficios y un sueldo más que accesible.
– ¿Hay algunas reglas que deban seguir los empleados?
– Efectivamente. Deben medir más de 1.60m, de cuerpo proporcionado, ser omegas, mayores de edad; en cuanto comienzan a trabajar aquí, deben cuidar su apariencia física, ser corteses y tratar bien a los clientes; y no tienen permitido tener amoríos con ellos dentro del lugar.
– ¿Cree que tengo lo necesario?
– No lo creo, lo sé – Y con esa respuesta, Bakugou suspiró pero tomó su decisión.
– De acuerdo. ¿En dónde firmo?
Primer día de capacitación. Tuvo que mentirles a sus padres con respecto al trabajo. Dijo que había encontrado un empleo de mesero con horario para estudiantes, pero no dijo en dónde.
Para evitar que sus progenitores quisiesen preguntarle con respecto al lugar, comenzó a decir que ya era hora de encontrar un trabajo y ser responsable. Esperaba que tampoco quisiesen ir a verlo.
– Aquí vamos – Dijo para adentrarse en la puerta que decía "solo personal autorizado".
– ¡Bienvenido! – Le saludó una chica de mayor edad apenas entró – Eres el nuevo ¿No? Me llamo Sayaka.
– Bakugou... – Se presentó.
– Yo seré la encargada de capacitarte, así que espero nos llevemos bien.
Se sintió incómodo al ver el uniforme de conejito. Pensar que él también tendría que usarlo era algo humillante. Pero por ahora, la capacitación de mesero.
– ¿Qué debo hacer?
– Lo primero es que intentes mantener las cosas en la bandeja. Los meseros de aquí lo hacemos únicamente con una mano, la que mejor te acomode, pero solo debe ser una mano.
– Bien, puedo hacer eso.
– Entonces comienza.
Sayaka le dio una bandeja en la que puso algunas cosas que Bakugou debía llevar de una distancia relativamente larga. Lo hizo bien, no perdió el equilibrio en ningún momento y demostraba concentración al andar.
– Paso número 2 – Habló la chica – Hacer exactamente lo mismo, pero dejando que el cuerpo se mueva con soltura. Meneando un poco las caderas, y con un gesto atrevido y sexy en la cara.
– Debes estar bromeando.
– ¡Hey! ¡En Bunny World la apariencia lo es todo! Lo aprenderás conforme más trabajes aquí. Pero debes ser sexy; los clientes no vienen solo aquí a comer o gastar su dinero, sino por los omegas en trajes de conejito. Mientras más sexy seas, más propina te darán.
– De acuerdo, maldita sea.
– Y sin insultos en horas de trabajo.
– ¡BIEN!
Hizo lo que le pidieron, de nuevo. Pero esta vez dejó que su cuerpo se relajara, camino lento y seguro, la mirada al frente y el brazo que no sostenía la bandeja meciéndose elegantemente, moviendo apenas su cadera de un lado a otro.
– La postura está bien, pero tu cara es un problema.
– ¡¿Qué hay de malo con mi puta cara?!
– ¡Sin insultos! – Regañó. Bakugou frunció el ceño – Ese es el problema contigo, tu rostro solo demuestra un gesto enojado y sin chiste. Debes mostrarte coqueto, intenta imaginar que el cliente es alguien que te gusta y quieres llamar la atención.
– Jodida mierda, solo le exploto el culo...
– ¡Te dije que...! – Sayaka se detiene abruptamente y se talla el puente de la nariz, dándose por vencida en cuanto a impedir los insultos del rubio – Escucha, si no puedes mostrar un rostro "sexy" al menos intenta suavizar tu gesto y da una pequeña sonrisa.
– ¿Así? – Preguntó Katsuki mostrando su dentadura.
– Eh, no; más pequeña – El chico obedeció – Sin mostrar los dientes, un poco más pequeña y... ¡Ahí! Bien, ahora relájate y no frunzas el ceño... okey, y deja caer tus párpados un poquito... ¡Eso!
– ¿Esto es lo que es ser sexy? – Se burló Bakugou.
– En alguien como tú, sí – Sayaka ignoró los reclamos por sus palabras – Bien, si mantienes ese rostro mientras trabajas, no habrá ningún problema.
– Genial.
– Paso número 3: hacer los pasos 1 y 2 pero... usando tacones.
– ¡¿Qué?!
– Oye, los tacones son parte del uniforme – Explicó – No son tan altos pero tampoco son bajos. Son una altura promedio para que podamos mantenernos en pie sin dejar de ser "sexy".
– ¿Es que aquí todo tiene que ser "sexy"? – Se quejó el rubio.
– Sí, básicamente.
Bakugou gruñó, inconforme con la respuesta. Bueno, ¿Qué podría esperar de un sitio así? Es probable que si le contrataron, era porque cumplía con los estándares de belleza para ese trabajo. Altura, peso, apariencia. Técnicamente cómo si él fuera el producto de compra.
– Joder, solo terminemos con esto.
– A la izquierda hay una fila con tacones de diferente talla. Pruébatelos y cuando encuentres unos que te queden, regresas.
Katsuki obedeció, y luego de un rato encontró un par que era justo de su medida. No le quedaban tan apretados, pero tampoco sentía que si movía el pie saldrían volando.
El problema llegó cuando quiso caminar. Para alguien que jamás en su perra vida ha usado tacones, puede ser un poco difícil caminar sin parecer venado recién nacido.
En un paso en falso, cayó al piso.
– No te desesperes, tenemos una semana completa para que aprendas – Se burló Sayaka.
Bakugou bufó desde el suelo.
– Puta madre.
Una semana fue el tiempo correcto para que aprendiera a andar en tacones. Al final de ese tiempo ya era un experto en llevar la bandeja con cosas de un lugar a otro sin caerse, contoneando las caderas y moviendo su demás cuerpo elegante pero sensual. Además, ya podía mantener su gesto "sexy" que Sayaka le había enseñado. Estaba listo.
– Bien, cómo hoy es tu último día de capacitación, debemos ir para que ajusten un traje a tu medida. Ya sabes cómo es el uniforme, además de las medias, muñequeras, el moño del cuello y las orejas. La colita viene pegada con el traje. Y se te descontará de tu primer sueldo al igual que el gafete con tu nombre.
– Sí, ya lo sé.
– Bueno... ¿Qué color te gustaría?
– ¿Qué?
– El negro es cosa del pasado, así que utilizamos colores pasteles. Tienes para elegir; dependiendo de eso, será el color de las orejas – Explicó la chica – Los colores son 6: rosa, lila, verde, celeste, amarillo y naranja.
Bakugou evaluó sus posibilidades. La primera era que era probable que la gente le reconociera de la prestigiosa academia de héroes UA, y que se armaría un escándalo; aunque confiaba en que nadie lo diría. Después de todo, solo estaba trabajando en un lugar que pagaba muy bien.
La segunda era la posibilidad del color. Verde o amarillo sería muy llamativo, lila y rosa eran muy ñoños y le quedaba escoger entre celeste y naranja.
– ¿Sabes? Creo que el naranja es tú color – Dijo Sayaka al ver que Bakugou no decía nada.
– Sí... – Aceptó – Pero creo que tomaré el azul celeste, para hacer un poco de contraste – Mintió, puesto que su elección fue por el color de uno de los ojos de cierto alfa. Ella se encogió de hombros.
– Como decidas – Ella se encogió de hombros – Ahora vamos a vestirte.
Resultó que su trabajo fue más sencillo de que le pareció en un principio. Si deja de quejarse, todo se vuelve más fácil. Solo tiene que ser "sexy" y listo. Sí, estuvo un poco nervioso la primera semana, pero pronto pasó a ser la razón de la cantidad de visitantes durante esos días. Todos querían conocer al nuevo omega.
Luego de eso, su trabajo se trataba de cambiarse, pedir las ordenes, llevarlas a la mesa, ser empalagoso y "sexy", esperar una buena propina, cenar en su descanso, seguir la misma rutina hasta que su turno acabe y esperar que lo lleven a casa en el transporte.
Había conseguido también hablar con sus compañeros. Eran más mujeres que hombres, pero todos usaban aquel estúpido disfraz de conejo. Había otros estudiantes igual que él, aunque no para ser un héroe; otros simplemente trabajaban ahí porque la paga era buena y querían independizarse; y unos tres o cuatro eran madres que dejaban a sus bebés en la guardería.
Una guardería alejada de todo el tumulto. No querían traumar a los bebés.
También aprendió otras cosillas extras que utilizaban los omegas que trabajan ahí para parecer más atractivos. Un buen estilista, maquillaje, depilaciones, cuidado de la piel, uñas arregladas, entre otras cosas. Todo eso más el encanto natural del olor omega, el uniforme y la sensualidad, se convertían en una buena paga.
Lo primero que hizo cuando le pagaron la increíble cantidad de 70,000¥ más propinas aparte –quitando el costo de su uniforme–, fue comprar libros, ropa, videojuegos, –esa jodida figura de All Might que ni el estúpido Deku podría pagar–, comida y ahorrar lo que quedaba en el banco. ¿Quién sabe? Tal vez necesitaría el dinero cuando se independice y comience su carrera de héroe.
Pero... Tal vez las cosillas extras no serían un derroche total de dinero.
Así que investigó. Encontró a alguien capaz de hacerle la manicure con un material resistente a sus explosiones –y que la verdad, no fue una estafa– de color celeste y algunos detalles para que combinara con su traje de conejito –aunque no lo hiciera tan bien con el de héroe, pero ¿Qué más? Llevaba guantes–.
También fue con un estilista –que escuchó el nombre de la boca de Momo sin que se diese cuenta– y resultó ser un completo maestro con su cabellera. No como el tupido peinado que le hacía lucir como si el gel para el cabello lo hubiese atacado, sino que a pesar de tener un aspecto salvaje, su cabello brillaba y era sedoso y suave al tacto.
Y finalmente, había aprendido a maquillarse. No como las chicas, sino que aprendió a cubrir su rostro con base y polvo, a delinearse las cejas, ponerse rubor en las mejillas y nariz, algo de rímel sin color en las pestañas para hacerlas crecer y colocarse un poco de bálsamo rosa pálido en los labios para hacerlos más "apetecibles" a los clientes.
Prácticamente, durante su trabajo era alguien completamente diferente que en su escuela.
– Buenas tardes, Bakugou-kun – Saludó Sayaka al verlo.
– Hey – Fue su escueta contestación, yendo directo al vestidor de varones para cambiarse.
Se puso las medias negras, su traje de conejito celeste con la cola, sus tacones, sus muñequeras y el cuello con moño, su gafete, para terminar colocándose sus orejas. Luego se fue al tocador y comenzó a maquillarse como sabía hacerlo, y peinar un poco su cabello sin perder la rebeldía que les encantaba a los clientes.
Relajó los músculos faciales con un suspiro, y dejó que el gesto que le había enseñado Sayaka apareciera en su rostro. Luego salió al lugar, dispuesto para cumplir su trabajo.
Cuando Natsuo le dijo a Shouto que le llevaría a un lugar donde van los alfas de respeto, él se imaginaba algo más elegante. No creía que un lugar como Bunny World fuera de esos donde le gustaría pasar la noche malgastando el dinero.
– Anímate, hermanito. Ya eres todo un hombre, podemos entrar a estos lugares juntos – Su hermano mayor le palmeó la espalda mientras se adentraban al extenso establecimiento.
– Nii-san, no creo que sea a donde yo pertenezco.
– Al menos dale una oportunidad, Shouto – Replicó su hermano – Has estado muy estresado por la universidad, según me contaste. Descansa un rato bebiendo y mirando lindos omegas.
– Bien, pero no quiero tardar. Me siento agotado.
Todoroki no mentía. Hoy habían tenido peleas de entrenamiento con Aizawa y Toshinori. Le había tocado enfrentar al omega más fuerte, rebelde y testarudo de toda la clase: Bakugou Katsuki. Y aunque Recovery Girl les había ayudado con sus heridas, el agotamiento seguía ahí.
Ese omega era una bestia indomable.
– Adelante – Les indicó un empleado del lugar. Shouto arqueó la ceja ante la vestimenta pero no dijo nada – Por favor, síganme a su mesa.
– Joo~ aquí viene lo bueno, Shouto – Murmuró el albino mientras caminaba delante de él.
Los ojos dispares del menor miraron todo el lugar como un niño ve por primera vez una juguetería. Bunny World era algo así como un club nocturno. Tenía restaurante, barra de alcohol, un pequeño mini casino, pista de baile y uno que otro juego de video.
Los omegas con traje de conejito playboy eran los encargados de atender las mesas del restaurant y el casino. La barra de alcohol, el valet parking y la cocina eran ocupadas por betas; la música sonaba por todo el edificio gracias a las bocinas, y las televisiones gigantes estaban en casi todos lados.
– Aquí, mesa para dos – Indicó el omega que les había guiado, ellos se sentaron – En unos minutos vendrá alguien a atenderlos, por mientras tengan los menús – Dijo para luego retirarse.
– Ah, estar rodeado de tanta belleza omega es maravilloso. ¿No es verdad, Shouto? – Preguntó Natsuo sin mirar a su hermano menor, solo concentrándose en los omegas a su alrededor.
– Sí, como digas – Y acto seguido, el bicolor procedió a mirar el menú.
Bakugou intentaba tranquilizarse al ver a Todoroki Shouto –su jodido rival en la universidad– sentarse justo al lado de la fila que le tocaba atender a él.
Era casi imposible que ese bastardo no le viera si atendería al lado. Pero debería seguir con su trabajo. No puede ser tan cobarde para huir. Es más, no solo NO iba a huir, iba a encarar ese problema como el futuro héroe que sería.
– Oi, Pucca – Llamó a la omega que atendería a la mesa de Todoroki. La chica se giró, molesta por el apodo con respecto a su peinado.
– ¿Qué?
– Cambia mesas conmigo.
– ¿Perdona?
– ¡Solo hazlo! – Gritó el rubio.
– ¡De acuerdo, está bien! – Aceptó ella algo asustada por el grito.
Con eso resuelto, Bakugou se acomodó sus orejas y luego de un gran suspiro, caminó hasta la mesa de su rival que estaba con un sujeto al que él no conocía pero por el aroma supuso que estaba emparentado con el bicolor.
– Bienvenidos a Bunny World, ¿Puedo tomar su orden? – Se tuvo que aguantar la risa al ver cómo el cuello de Todoroki giraba tan bruscamente hacia él al escuchar su voz.
– Hola, lindura – Habló el albino. Katsuki tuvo que aguantarse ese trato y seguir actuando de forma "sexy" – Sí, quiero pedir una cerveza, una orden de alitas búfalo y una hamburguesa grande de barbacoa.
– Anotado. ¿Y usted? señor, ¿Qué desea pedir? – Preguntó el rubio con una voz lasciva mientras veía con burla al menor de los dos.
Shouto estaba en una encrucijada muy grande. No podía decir nada con respecto a reconocer a ese omega o Natsuo comenzaría a preguntarle tantas cosas e intentaría acosar a Bakugou –sí, Shouto conoce cómo es su hermano cuando ve un omega lindo–. Pero tampoco podía actuar como si nada, la saliva se le había atorado en su garganta.
– ¿Shouto? – Preguntó Natsuo al ver que su hermanito había quedado sin habla viendo como idiota al mesero.
– Ah, s-sí – Se recompuso el bicolor. Carraspeó antes de hablar – U-Una cerveza también y, uh...
– ¿Soba?
– S-Sí, soba. Por favor – Aceptó la sugerencia de Katsuki. Eso fue todo lo que pudo ordenar, desviando la mirada al menú.
– Claro. Enseguida traigo sus órdenes – Y el omega se fue, contoneando sus caderas.
Todoroki por su parte, se escondió entre sus brazos y la mesa, para evitar que su hermano le viese. No quería más preguntas, ni por su actitud, ni por el hecho de que aparentemente el mesero que no debía conocer supiera que siempre pide soba.
– Ah, mi pequeño hermanito es un galán – Se burló Natsuo – Eso lo aprendiste de mí. Parece que te gusta ese omega, y por cómo te veía creo que también te quiere.
Me quiere, sí; pero me quiere estrangular. Pensó Shouto.
Los minutos pasaron con el albino intentando sacarle plática y con el bicolor contestando con monosílabos. Luego apareció Bakugou nuevamente con las órdenes en la bandeja que sostenía con la mano derecha.
– Dos cervezas, una hamburguesa de barbacoa, las alitas y un plato de soba fría – Dijo el rubio mientras colocaba las cosas en la mesa.
– Muchas gracias, preciosura – Coqueteó Natsuo. Luego le susurró a Shouto – Hey, también dile algo bonito – Todoroki se sintió abrumado con la presión.
– Debo ir al baño – Se excusó, levantándose.
Los ojos carmesí de Katsuki le vieron alejarse, y con lo mismo, se despidió del albino diciéndole que si necesitaba algo más se lo pidiera –después de todo, sigue en horas de trabajo–. Camino tranquilamente hasta la cocina, y luego de dejar la bandeja vacía se fue a los baños de los clientes.
– ¿Por qué huyes, icyhot? – Retó cuándo al entrar se encontró con su rival mojándose el rostro en el lavabo.
– ¿Qué haces aquí, Bakugou? – Preguntó, viéndolo a través del espejo.
– Aquí trabajo, idiota. Duh – Dijo con obviedad.
Shouto suspiró mientras negaba con la cabeza. Luego de secarse las manos y el rostro, se dispuso a salir pero el omega tenía bloqueado la puerta.
– ¿Me dejarás salir? – Exigió saber mientras se concentraba en mirar a Bakugou a los ojos, y no bajar la vista más allá de lo debido.
– ¿Qué es lo que planeas?
– Eh, ir con mi hermano. Es todo – Contestó sin entender bien la pregunta.
– No, lo que yo quiero saber – Comenzó a amenazar soltando muy pequeñas explosiones en su mano derecha como advertencia – Es si vas a decirle a alguien de lo que acabas de ver.
– ¿Por qué debería? – Confrontó el medio pelirrojo, acercando más su rostro hacia el de su rival – No me interesa mucho saber lo que haces, pero no voy a divulgar nada. Si quisiese hacer lo contrario, se lo hubiese dicho a mi hermano desde que te presentaste.
Bakugou lo miró aun sin confiar en él. Todoroki era un alfa, ¿Acaso no quería nada a cambio de su silencio? ¿Cómo por ejemplo, follarlo? Nah, Katsuki estaba soñando despierto con eso.
– Bien, no quiero que digas ninguna palabra o te explotaré la jodida cara y te la emparejaré.
– Tus amenazas no sirven si tienes el traje de conejito puesto – Se defendió Shouto, avergonzando por completo al omega.
– Ojalá te atragantes con la soba.
– Ojalá se te rompa un tacón.
Fueron las últimas palabras que intercambiaron ambos antes de salir del baño. Todoroki de vuelta a su mesa y el rubio para seguir trabajando con la demás clientela que había llegado.
Dato: Todoroki le metió –accidentalmente– el pie a Bakugou mientras andaba, haciéndolo tropezar directo al suelo. Shouto se atragantó con su comida al ver el trasero de Katsuki con la colita esponjosa en primera fila.
Si el bastardo mitad y mitad no dijo nada, no sirvió de mucho cuando se volvió algo así como cliente frecuente de Bunny World. Iba casi cada semana, si no es que lo hacía diario. Por lo general iba solo y se quedaba en la barra de alcohol, aunque una que otra vez iba con su hermano.
Bakugou tampoco hizo mucho por alejarse. En cuanto lo veía en una de las mesas, si no le correspondían a él pedía un cambio con el omega al que sí. Cuando estaba en la barra acostumbraba a pasar frente a él y mostrarle el dedo medio.
No eran amigos, pero tampoco eran extraños. Eran compañeros de clase y en público eran conocidos.
Las cosas tampoco estuvieron diferentes en la universidad. Shouto no dijo nada, y aunque el rubio no le tenía suficiente confianza, pudo mantenerse tranquilo. Alfa y Omega se mantenían distantes como siempre lo habían sido. No intercambiaban palabras muy frecuentemente –sino es que nunca– y el contacto físico que tenían se limitaba a los entrenamientos prácticos.
Pero eso no impedía que su naturaleza comenzara a revolverles el estómago al estar cerca del otro. Como si un enjambre de abejas zumbara revoltosamente cada vez que se vieran.
Jodidamente extraño.
– Kacchan... – Los ojos carmesí del mencionado miraron con indiferencia al omega que se había atrevido a llamarlo – ¿Quieres... caminar juntos?
– Piérdete, jodido nerd. Tengo cosas que hacer – Midoriya suspiró al ver que de nuevo su intento por acercarse a su amigo de la infancia había fracasado.
Su relación había evolucionado para bien, pero Bakugou seguiría siendo el mismo, y eso era algo que Izuku tenía que aprender a tolerar. Al menos ahora eran rivales a la misma altura.
– ¿Sucede algo, Midoriya? – El peliverde dio un respingo al escuchar la voz del alfa. Bakugou, que se había adelantado, gruñó.
– N-No es nada... Todoroki-kun – Dijo – Es solo que... otra vez fracasé al intentar caminar con Kacchan.
– Entonces puedo acompañarte a tu casa.
– ¿Eh? ¡No! ¡No tienes que hacerlo! ¡Puedo ir a casa por mi cuenta!
– Descuida, no tengo ningún problema. Además, tampoco quiero ir a la mía aun.
– B-Bueno... supongo que, uh, está bien.
El desarrollado oído de Bakugou había escuchado parte de la conversación. No toda, y no con claridad, pero sabía que el bastardo helado de fresa iba a acompañar al estúpido brócoli parlante.
Le daba igual. Debía llegar a casa rápido para terminar sus quehaceres e ir al trabajo.
– Hoy luces más irritado que de costumbre.
– Fue un día de mierda.
– Así parece – Respondió Sayaka, al ver que el rubio entraba con el ceño fruncido y rociando feromonas de enojo – ¿Problemas con la universidad?
– La universidad me la pela.
– Claro, lo olvidaba – Ironiza la chica al saber que Katsuki era uno de los mejores de la clase – Pero en fin, cámbiate y a trabajar.
Bakugou fue directo a los vestidores donde procedió a ponerse el uniforme y arreglarse en el tocador. Estaba por irse cuando Sayaka apareció de nuevo, capturándolo en la sala de estar donde se reunían los empleados en su descanso.
– Oye, tienes admiradores – Un ramo de rosas color azul celeste fue lo que la omega le tendió.
No era extraño que de vez en cuando, los clientes mandaran regalos a los omegas de Bunny World, pero la mayoría solo trataba de coquetearles o incluso tocarles –aunque esto último había disminuido– durante el trabajo.
Bakugou jamás había recibido un regalo de ese tipo. Solo alguna tarjeta con números de teléfono.
– ¿Quién lo dejó?
– No lo sé. Lo encontré en la entrada de la puerta de "solo personal autorizado"; no había nadie – Luego, Sayaka se fue justo como vino, dispuesta a seguir con su trabajo.
Bakugou miró su ramo de hermosas rosas celestes aun sin abrir del todo. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, y logró distinguir algo entre las plantas. Se encontró una pequeña tarjeta, que decía lo siguiente:
Para Bakugou Katsuki; el omega de mis sueños.
Si la luna pudiese ver cuán bello eres, no habría duda de que se pondría celosa.
Y si tú pudieses verme de la forma en que yo lo hago. ¡Dios! ¡Sería yo muy dichosa!
Así que por esa razón Sayaka supo que el regalo era para él. Bakugou suspiró dejando su regalo donde sus cosas, y salió con humor renovado listo para cumplir con su trabajo. Su primer presente, de parte de una chica –probablemente alfa–, se sentía bien.
Sabía que conforme pasara el tiempo, recibiría más obsequios de mucha gente; pero siempre atesoraría ese ramo de rosas con cariño al ser el primero de todos.
Incluso cuando divisó a Todoroki entrar y sentarse en la barra de alcohol, incluso cuando sabía que Todoroki no le quitaba la vista de encima, su sonrisa nunca se fue. Y por primera vez desde que el bicolor iba, al verlo le regaló una sonrisa sincera en vez del ceño fruncido y el dedo medio.
Para la chica –alfa, beta u omega– desconocida.
¡No puedo verte de la misma forma, querida!
¡Lo siento! ¡Pero mi corazón ya tiene compañía!
Cuando Deku entró en celo a mitad de una clase, varios alfas comenzaron a descontrolarse. Bakugou tuvo que ser el pilar del peliverde al ser uno de los omegas más cercanos a su pupitre, y luego pudo llevarlo con Recovery Girl por supresores.
No se quedó, pero tampoco regresó al salón. No quería ver a Midoriya cuando despertara, ni tampoco quería saber qué fue de los fastidiosos alfas de la clase 1-A que habían sido influidos por el olor a omega en celo.
Fue directo a su casillero y encontró sus propios supresores. Se tomó uno, para prevenir. Él también estaba por llegar a sus días de celo. Y aunque a diferencia del resto, él no quedaba vulnerable cuando lo tenía, tampoco quería lidiar con alfas molestos.
– Bakugou – Se sorprendió un poco cuando vio a Kaminari junto a él. Quién sabe cómo se habría escapado del salón de clase.
– ¿Qué quieres, pikachu?
– Supresores – Fue la respuesta. El rubio cenizo lo miró confundido – Creo que el olor de Midoriya quiere activar mi celo también. Salí por supresores, pero ya no me quedan y Recovery Girl usó los últimos en Midoriya.
– Está bien, aquí tienes.
– Gracias.
– Por cierto... – Habló mientras veía como Denki tragaba las pastillas con agua – ¿Cómo está el aula? ¿Es un asco?
– Bueno, cuando escapé aun lo era...
– Joder, no puedo creer que el estúpido Deku haya hecho algo tan irresponsable como olvidar tomar sus jodidos supresores – Murmuró Bakugou – Mierda.
– No creo que sea culpa de Midoriya – Contradijo el rubio eléctrico – Algo debió haber provocado su celo. De ser celo natural, Midoriya no habría venido a la escuela.
– Odio admitirlo, pero quizás sea verdad – Ambos omegas se quedaron en silencio, debatiendo mentalmente si ir o no al salón de clases de nuevo.
– Bakugou – Llamó nuevamente Denki.
– ¿Qué?
– Escuché que trabajas... – Dijo – ¿Sabes sí...? ¿Sí están solicitando empleados en tu trabajo o en algún lugar cerca?
– No lo creo, ¿Por qué?
– Necesito efectivo – Lloriqueó Kaminari – En unos meses va a salir un juego que quiero desde el año pasado ¡Y no tengo nada de dinero! Todo se va en la renta de mi departamento...
Bakugou lo pensó muy bien. Denki podría ser considerado como su "amigo", no perdía nada con intentar meterlo a trabajar consigo. Además, tal vez no fuese un omega tan atractivo, pero su cuerpo estaba formado y sus facciones eran delineadas.
Pero antes de convencerse, exigió saber algo más.
– ¿Hay alguien más que esté jodido como tú y necesite dinero? – Kaminari se sorprendió por la pregunta, pero por su mente cruzó una omega.
– Uraraka la está pasando mal económicamente, ella también necesita trabajo; especialmente para ayudar a sus padres. Probablemente está más jodida que yo y tú juntos – Katsuki lo meditó, pero aceptó que era verdad. Él también había escuchado esos rumores.
– Bien. Los veo en la estación de metro cerca de mi casa a las 5 de la tarde. Si llegan tarde, no los ayudaré más.
– ¡Gracias, Bakugou! ¡En serio que te debo una grande!
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