Cita Forzada
Chester grito por su vida al ser levantado bruscamente del suelo, y Bunnicula le ignoro, volando un poco alto para evitar que Chester se moviera tanto, pues al verse tan lejos del suelo, el mínimo prefería aferrarse más a su captor. Le terminó llevando un poco lejos de donde estaban antes, a una zona del bosque donde habitaba la magia, peligrosa área para cualquier mortal, pero no para Bunnicula, el gran conejo vampiro.
—¿Y me dirás por qué estamos aquí? —Exclamo el felino, siendo colocado sobre la hierba de manera delicada, mientras el otro macho, se bajaba por completo a su lado.
—Tu conmigo cita —. Intento decir, siseando la palabra cita, a veces se odiaba a si mismo por no intentar aprender el inglés, pero le parecía tan innecesario hasta que conoció a Chester, siendo uno de los pocos seres que no podía entenderlo, desgraciadamente a su suerte.
—¿Cita? —El gato alzó una ceja, cruzándose de brazos—. ¿Desde cuándo tu...? —Me invitas a una cita, quiso preguntar, y entonces algo hizo clic en su cabeza. Por el gato al que se había encargado de ahuyentar nada amable un par de horas antes, Bunnicula estaba celoso—. No estoy para tus celos, sabes.
El conejillo azotó su pata trasera como tambor contra el pasto, molestó por la actitud de su amado, y el porqué no le había hecho caso desde un principio sobre que no le quería cerca del gatejo gris desde la primera vez que se atrevió a hablarle a Chester. Incluso hasta hizo un dibujo al respecto para que le quedará bien en claro al siamés, pero claro, a este le valió total su opinión, y se culpaba a si mismo por estar tan distraído con sus amigos monstruos que no noto que Chester también desaparecía por las noches.
—Nu este gelozie —. Intento negar sus celos, en vano.
—Y sabes que no te entiendo.
Bunnicula gruño frustrado, ¿Siempre sería necesario Harold para que ambos pudiesen comunicarse? Una iluminación le vino a la mente, existia una dimensión tan rara y más antigua que él mismo, dónde por alguna razón, no existían los idiomas como tal, de manera extraña, todas las especies podían entenderse ahí, como si en aquel lugar, no pudiese ser creado ningún secreto, lugar que de hecho fue tomado, por un mounstro poderoso que convirtió la dimensión en una especie de casino, tanto para especies inmotarles cómo mortales, y muchos iban a reunirse ahí.
Lo pensó, sería peligroso que ambos fueran, más que nada por su amado, pero le resto importancia.
—Cita —volvio a repetir, sin dar oportunidad de replicar, tomo a Chester del brazo, guiandolo a un portal que acababa de abrir.
El gato iba a gritar, pues sus cuatro patas habían sido posadas sobre una criatura asquerosa y gelatinosa, pero la pata de Bunnicula sobre su hocico, lo calló. Tomándolo como princesa, convirtió sus orejas en alas y lo llevo lejos de todo ser viviente que estuviese muy cerca de ellos.
—Chester, cita —. Repitió irritado, refunfuñando.
—¿Dónde rayos estamos? Ignoro su actitud, entre molesto y asustado, vio a su alrededor, notando tanto a monstruos cómo a animales que aparentaban ser normales.
—En una dimensión diferente, pero eso no importa —explico a las prisas, tomando la pata ajena entre las suyas, en busca de atención, sonriendo cuando el gato poso su mirada en él—. Vayamos a comer, te llevaré a un buen restaurante para nuestra cita —. Contó su idea, fiel creyente de que Chester aceptaría calmado su invitación, sin divagar más. Gran error.
—¿Cómo es que logro entenderte todo? —Alterado, busco respuestas, en vez de tranquilizarse para disfrutar de esa cita obligatoria, tenía ganas de salir corriendo.
Muy en el fondo se arrepentía de haber aceptado sus sentimientos por el conejo, (a pesar de que en realidad Bunnicula lo forzó a darse cuenta que tenía sentimientos mutuos), ya que todo fue de mal en peor desde que empezaron a "salir".
El conejo solía ser posesivo, y desde que se hicieron pareja, ese comportamiento aumento tanto que ya no lo soportaba, además de que la mayoría de sus acciones como pareja, salían mal, unas de las razones, él no entendía el idioma del vampiro, el conejo no tenía paciencia tampoco.
¿Un conejo vampirezco con poca paciencia y sádico? Pésima combinación.
Bunnicula viró los ojos, la paciencia poco a poco lo abandonaba, y eso era malo, demasiado. Sumando el hecho de que seguía furioso por el intruso que intentaba quitarle a su Chester, podría ocasionar un serio problema.
—Te explicaré después —contesto, tratando de calmarse a si mismo. Él debía proteger a Chester, no dañarlo. Chester era su más preciada razón de vivir, y aunque al principio lo negaba, termino aceptando su amor hacía aquel felino—. Cita, por favor —. Suplico está vez, cambiando sus tácticas a unas más amables.
El gato se sorprendió, sus orejas fueron muestra de ello, estando erguidas hacía arriba. ¿Bunnicula diciendo por favor? ¿Acaso conocía esa palabra y su significado tan complejo? Con alta sospecha, le miro confundido, aceptando al final, aquella forzosa cita. De todos modos, no podía ir a su casa sin él, y no quería arriesgarse a una jugarreta del cobayo cómo dejarle allí por pura diversión.
—Esta bien.
Bunnicula soltó un pequeño chillido de emoción, tomo al gato del brazo para guiarlo a dónde pensaba llevarlo desde un principio, gustoso de que estuviese tan sumiso el contrario(cosa que se debía al hecho de estar asustado al salir de su zona de confort).
—Oye Bunnicula —, hablo Chester entre sus ansias, había notado que, a pesar de lograr ver a otros gatos por ahí(y muchos más animales conviviendo con monstruos y criaturas) no quería arriesgarse a ser comido por el monstruo específicamente "come gatos" que reconoció entre la multitud(al cuál anteriormente el lagomorfo llevo alguna vez a su casa, cosa que provoco el casi ser devorado junto a Manchas y otros gatos vecinos del barrio)—. ¿Estás seguro de estar aquí? —, mirarlo tan fresco como un niño, mientras lo guiaba a quien sabe dónde, solo le causaba más angustia que tranquilidad.
A pesar de lo que el gato creía, Bunnicula estaba atento a cualquier amenaza, él no permitiría que nada lastimara a su amado, y desquitar su furia en celos con algún monstruo no sonaba tan mal...
—Ya casi llegamos —aseguro sin preocupación, tomando al gato entre sus brazos de nueva cuenta, apresurando el paso para que dejara de estar tan tenso—. Tranquilo Chesty, aquí está —, presento el lugar, era un lo que sería para los humanos "restauran-bar". Claro que en vez de alcohol, bebían otras cosas, gracias a la magia, había una bebida embriagadora especializada para cada especie, al igual que la comida en ocasiones...
—¿Que es este lugar? —preguntó el siamés. No parecía ser normal, para nada, aunque nada ahí lo era, el aura de todo alrededor era entre pesada y ligera... extraña combinación surrealista.
—No importa, entremos —. Le bajó, tomando de nuevo su brazo, para guiarlo de entre el montón de criaturas en el lugar. Busco rápidamente su reservación privada, pasando de largo a todos, teniendo firmemente sujetado al gato, evitando que se separara aunque fuese solo un centímetro de él, "que peligroso" sonó en su cabeza, y sonrió con morbo, su lado más sádico le hacía imaginar en las batallas más sangrientas solo para mantener a su gatito a salvo. Sacudió un poco la cabeza, quitando de lado esos pensamientos, no era el lugar, mucho menos el momento, Chester no estaba listo aún para conocer su lado más "real".
Avanzando un poco más, guiados por un pasillo, llegaron a la última puerta, en letras grandes llevaba el apartado de "exclusivo de Bunnicula", y antes de que el felino preguntará, lo adentro a la habitación rápidamente.
—¿Querías traerme a una cita o solo querías "acción"? —pregunto con sátira, tras un rato de silencio examinando la habitación. Tenía pinta de ser el típico cuarto de soltero apenas independizado de sus padres, solo con la alta diferencia de tener más lujos, y caros, pero en si, le parecía ser lo mismo—. ¿Cómo tienes este cuarto? —la curiosidad le picaba, todo era tan extraño, nuevo, y confuso. No tenía ni la menor idea de porque el cobayo le había traído ahí, o el como se entendían, o que era esa dimensión. Tantas preguntas de las cuales necesitaba respuesta y el conejo solo decidio ignorarlo.
—Soy el conejo de Drácula, el más importante, es todo —respondió de forma vaga, dando a entender al gato que cualquier pregunta que le hiciera, sería ignorada—. Bien, toma asiento —invito, señalando el pequeño, pero lujoso, comedor que yacía en su respectivo espacio—, ordenaré algo para comer —, comentó, caminando hacía la puerta—. Ah... dos cosas —miro por el rabillo del ojo al gato— no te traje aquí solo por sexo —aclaro, más no lo negó—, aquí podemos entendernos sin Harold —recalco al perro, con un pequeño deje de molestia que intento disimular— y en este cuarto puedes estar tranquilo sin monstruos ya que solo a quien yo invite puede entrar —sonrío de lado, quería hacerle ver a Chester que sí se preocupaba por él—. No salgas del cuarto —cambio su mirada a una de advertencia, para luego salir, cerrando la puerta tras de sí.
Chester suspiro pesado apenas su pareja se fue, ni siquiera había notado lo tenso que estaba durante toda su "cita". Tomo asiento, tranquilizando su cuerpo, a veces pensaba seriamente en terminar con el conejo, pero tenia miedo, temía que este no se lo tomara bien, temía el que podía pasar...
Paso un rato solo, en sus pensamientos, de alguna manera, aún seguía sin tranquilidad, todo esto le incomodaba, no lo negaba, Bunnicula, por alguna razón, le gustaba, lo quería incluso, pero le era tan difícil sobrellevar todo lo que "incluía" salir con él. Monstruos, espectros, aventuras peligrosas, cosas completamente sobrenaturales que estaban fuera de su control, y eso lo asustaba, lo aterraba... Siempre odio su personalidad miedosa, pero así era él, un cobarde que disfrazaba sus inseguridades con autoridad perfeccionista y muchas veces, falsa inteligencia.
Bunnicula regreso en ese momento, con comida, interrumpió sus divagaciones al cerrar la puerta con un poco de fuerza, pues al tener las patas delanteras ocupadas, tuvo que cerrar con una de sus patas traseras, mientras se sostenía con la otra.
—Llegue —aviso, acercándose rápido hacía la única mesa para dejar los platos con comida apetecible para ambos. La verdad, no había pedido algo fuera de lo común, unas zanahorias para él, y un filete de pescado para su minino.
Chester no comento nada, se acerco hacía la mesa, tomando asiento en una de las dos sillas disponibles. Bunnicula solo copio el gesto, volviéndose incómodo aquel silencio, se aclaró la garganta antes de hablar.
—Lo siento —se disculpó, no dejando que Chester terminara de sorprenderse por escuchar aquella palabra saliendo de su hocico—, por obligarte a venir. Si estaba celoso por ese estúpido gato —confesó, apretando un poco su pata en puño tan solo al recordar. Logro disimular su molestía, sonriendo hacía el siamés—. No importa, de todos modos ya no volverá —sonrío aún más, tomo una zanahoria de su plato y absorbió todo su jugo.
—¿A qué te refieres? —titubeo en su pregunta, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, más por el pasivo actuar del conejo.
—Lo he asustado, ¿No recuerdas? Estoy seguro de que no volverá —, no menciono otra cosa, negándose a qué su velada romántica se pasará hablando sobre un cadáver—. Olvidemos el tema.
—Pero —, calló de golpe, viendo ese brillo peligroso en los ojos de su amante. Se notaba el esfuerzo que el blanqui-negro hacía para mantener la compostura y no perder la paciencia extrema que demostraba tener—. Gracias por el filete —cambio el tema, brusco. Era mejor qué hacerlo enojar, y a pesar de que no tenía apetito, pues sentía su estómago revuelto, probó un pedazo. No negaría qué, era delicioso, pero lamentaba no poder disfrutarlo justo ahora como se debía.
Bunnicula no respondió al gesto, miraba su plató pensando en como obtener lo que quería sin verse o sonar desesperado, y es que (y apenas se reprochaba) solía tomar lo que quería sin preguntar. A veces era(siempre) muy egoísta, y más en sus temporadas de celo, donde más necesitaba la compañía de su amado. Hasta cierto punto, no tenía mucha experiencia en lo romántico o en los coqueteos no forzados. Todas sus parejas anteriores, eran monstruos, nada delicados, o solamente sexuales, pero Chester, Chester era diferente, lo amaba. Ese gatito fue él único que logro, incluso antes de ser vampiro, enamorarlo. "Engatusar" era una palabra acordé a su sentir, solo que no de mala manera.
El gato sin quererlo, lo flechó, y tal vez para siempre. Una idea vino a su mente, al voltear su mirada, yacía un toca disco, algo viejo, pero funcional. Sonrió contento, alejándose de la mesa, en camino al aparato, puso una canción en específico, un jazz clásico que tenía muy en claro, al gato le fascinaba.
—¿Bailas? —. Extendió su pata hacía Chester, el cual acepto casi de inmediato. Pues a pesar de todo, para el gato, rechazar el disfrutar su canción favorita era algo que no se perdonaría.
La melodía permitió que Chester se relajará, hasta parecía que de un momento a otro, superó todo lo que le atormentaba antes. Ya no sentía miedo o angustia, Bunnicula había dado en el blanco. Esa canción era muy importante para él, le recordaba cuando fue adoptado por Mina, cuando ella le salvó la vida...
—Entonces, creeré que esto no es una de tus ideas para llevarme a la cama —hablo sarcástico, alejando todo recuerdo del pasado, fuese grato o no.
Ambos danzaban a la par, mostrando como se complementaban entre si con algo tan simple como un baile.
—Me conoces —se burlo el conejo, aunque la verdad, esa idea la había olvidado por completo. Ver al gato meneandose junto a él, le era suficiente—. Pero no es así —, exclamó.
Ambos se miraron a los ojos, y poco a poco rompieron la distancia, uniendo sus hocicos en un beso lento, tierno. Durante toda la velada, no hicieron nada más que bailar, y fue cuando Bunnicula tomo una decisión. Tal vez no podría cambiar su personalidad sádica, porque así era él, y más tarde hablaría con el gato sobre eso, pero si se prometió, por Chester, ser más consciente con sus sentimientos, pues no quería perderlo.
Después de todo, está cita no salió tan mal...
Nu este gelozie— No estoy celoso.
Idioma Rumano.
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