Celos

Petición de: @lucilia845

Espero que les guste ^_^

P-D: También espero que esto sea lo que querías querida XD

Bunnicula gruño, mostrando los colmillos y cruzándose de brazos, sus ojos rojos brillando ligeramente.

-Lo odio...- murmuro con molestia, mirando fijamente al gato negro de ojos dorados parado frente a la gran casa y hablando con tranquilidad con Chester. Ese gato había aparecido de la nada, sonriendo como si fuera la cosa más grande del mundo y caminando directamente hacia Chester, rodeando sus hombros con su brazos, alejándolo del conejo y del perro. Gruño, vigilando desde la ventana y sintiendo su odio hacia el felino de pelaje oscuro crecer rápidamente al ver que se acercaba cada vez más al gato siamés. Perdió la paciencia cuando vio que el gato negro de gran sonrisa agarraba la barbilla de Chester, haciendo que este lo mirara fijamente y con algo de incomodidad. Hasta ahí, ya no aguantaba.

... ... ... ...

Chester hizo una mueca, tentado de golpear la pata en su barbilla y borrarle la sonrisa de creído que tenia el otro gato.

-Entonces, ¿Qué me dices?- sonrío, acercándose un poco más.

-Emm...bueno...veras...- aparto la pata ajena, dándole una falsa sonrisa. Abrió la boca para hablar pero una pequeña nube de humo moviéndose hacia ellos le llamo la atención. -Oh no...- suspiro, sin sorprenderse mucho de que el humo se posicionara entre él y el otro gato, convirtiéndose rápidamente en Bunnicula.

-¿Pero qué...?- el gato negro quedo tieso, viendo con extrañeza al conejo de ojos rojos y grandes colmillos que lo miraba con el ceño fruncido. -Hey enano, fuera de aquí- gruño.

-Tu vete- se cruzo de brazos. -¿Y a quien llamas enano? Pedazo de...-

-¿Qué esta diciendo?- el de pelaje negro enarco una ceja, escuchando los chillidos del conejo y viendo con extrañeza los violentos gesto que hacia.

-No lo sé...- Chester se encogió de hombros. -...pero por su expresión y sus movimientos, no creo que quieras saber- se tapo la boca con una de las patas, escondiendo una sonrisa divertida.

-Oye, ¿por qué mejor no te vas por donde viniste y me dejas en paz?- gruño el felino negro. Bunnicula respiro profundo, cerro los ojos y gruño. El gato soltó un grito cuando el conejo se agrando, su rostro deformándose y mostrando colmillos mucho más grandes y filosos, una una boca más abriéndose en donde estaba su panza. Bunnicula dejo escapar un fuerte rugido, volviendo a la normalidad una vez que vio al gato correr lleno de miedo.

-Y no vuelvas- sonrío una vez que se perdió de vista. Se sobresalto al escuchar una risa, volteándose enseguida y sonriendo con cariño al ver a Chester intentando ahogar sus risas.

-Debo admitir...- otra risa. -...que cuando yo no soy victima de tus sustos, es muy divertido- suspiro pero la sonrisa seguía en su rostro. Bunnicula solo agrando su sonrisa, agarrando la pata ajena y empezando a caminar hacia dentro de la casa. -Y por cierto...- hablo una vez que estuvieron dentro, haciendo que el conejo se detuviera y lo mirara con curiosidad. -...te debo una-

-¿Por qué?- ladeo la cabeza.

-Ese gato no dejaba de hablar de si mismo- rodó los ojos. -Ya me estaba cansando...y como tu lo espantaste, te debo una...- se quedo pensativo por un momento, haciendo una mueca. -...pero creo que me voy a arrepentir de eso- se estremeció al ver la gran sonrisa que se estaba formando en el rostro del ser sobrenatural. -Bunnicula...-

-¡Beso~!- chillo, convirtiendo sus orejas en alas y volando rápidamente hacia el gato, agarrando sus mejillas con sus manos y plantando una firme beso sobre los labios del gato. Se quedo ahí por unos segundos, separándose con un fuerte "¡Muack!".

-...tu...- Chester podía sentir la piel de sus mejillas bajo su pelaje calentarse lentamente. Desvió la vista, nervioso y avergonzado. Volvió a mirar a los ojos rojizos cuando el conejo palmeo sus mejillas para llamar su atención.

-Mío~- canturreo con una gran sonrisa, hablando de tal manera que el otro lo entendiera.

-Lo que tu digas...- murmuro pero termino por sonreír ligeramente. Bunnicula soltó lo que parecían ser chillidos de emoción, agarrando la pata ajena y sin dejar de volar, guiando al conejo hacia el sillón de la sala. Chester rodó los ojos, siguiéndolo a paso lento. -...conejo celoso...- rio ligeramente.

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