•Capítulo 5•
《Ocurrió seis años atrás.》
Era invierno. La nieve aquella noche fue bellízima, bramando resplandores albinos. Perfecta en muchos sentidos y como calmante que viaja en los vientos maestros, en la lluvia tan vehemente porque recibe crueles palabras cuando solo intenta ser benigna. La luna llena en lo alto, cumplía su labor de vigía, de hermoso matiz pálido que te gustaría quererla sin final, acompañada de un séquito estelar muy alegre a pesar de presenciar las desdichas de un mundo quebrado porque cabe la adorable posibilidad, de que sea un intento por aliviar las penumbras de dolor.
Ese es en verdad el escenario de digna obra consonante, por la cual muchos aceptarán vivir y no negarán morir.
Hubo una vez un estudio de trabajo en cierto lugar olvidado. La construcción fue empleada a elección de materiales nativos de la naturaleza. Dentro del recinto imperial que muchos recuerdos e inspiraciones conserva por deber, él instaló su propio espacio que haría florecer arte en distintas formas, que nacieron mediante los sentimientos de un hombre atrapado por un cruel giro de la trama. Él fue un hombre calmado que adoraba los colores en fisonomías fluidas como ríos en cascadas de dulce diamante, en ocasiones tomando la decisión de acalamerizar el espejo del mundo pero dejando intacta la oscura raíz que siembra moralejas.
Su estudio personal, era un lugar que nada más lidiaría con lienzos. Pintar sobre un plano vacío le provocaba la emoción más alegre, y lo hacía olvidar tristes descensos en los que en parte era culpable. Gracias a su carácter de hecho, superaba las calamidades de capítulos previos, es solo que la pena no se marcha muy convecida por la terquedad del dolor. Así que quedarse al margen de un estatus social fue su opción preferible, conservando por inercia escasos secretos. Tampoco le disgustaba carecer de personas con quienes charlar, ni afrontaba del todo la temporada de soledad. Daba apoyo financiero a la organización y tenía el cargo de las investigaciones; ese era su deber al que se apropió.
Nosotros dos alejados de la sociedad a la que aceptamos su invitación desde hace unos diez años, nos cuestionamos de si ella en verdad vendría esa noche, o si tuvo nuevamente otra prohibición de salir de su habitación, porque en las horas secuenciales del mediodía su papel intérprete gastaba más modales taciturnos que dificultaba ver si tenía vida dentro de su pequeño cuerpo con enorme peso sobre sus hombros o si se trataba de algún títere defectuoso que está enredado en los hilos. Ella podía más que solo obedecer como esclava, pero sabíamos que las enseñanzas de su padre las seguía al pie de la letra, y eso no le permitía revelarse de pronto.
De los integrantes de ese grupo alemán ella, se consideraría la manipulable y el mejor objeto de combate. Una mujer diminuta de complexión ligera y tierna con la pericia de estafar incluso hasta al mejor postor. Lleva mucho tiempo haciendo lo mismo una y otra y otra vez que para sus conocidos deja de ser novedad. Al principio se le aconsejó no hacer contacto con ella por diferentes razones entre las cuales se destacaban oraciones de doble contexto, sabiendo sin ser el genio del siglo que no valen ni importan sus sentimientos para ellos. Basta aclarar que no era asunto nuestro y que servíamos como fuente auxiliar y benefactoria, (aunque a él se le declarase miembro oficial) sin verse la necesidad de entrablar charla con la niña.
No obstante, ninguno se hubiera imaginado que se convertirían en los compañeros más unidos.
Para agregar verdades específicas, es la relación oculta más adorable que yo consiguiera idealizar. Un adulto harto de intentar obtener enlace estable y la pequeña que titubea constantemente el significado de una palabra fantástica. Puede que sea la causa de gustarme las veladas nocturnas en custodia de fases lunares complementadas, porque en esos horarios contemplaba a mí presa juguetona y a mí cazador en sus dialógos de socialización.
La nieve con danzas cínicas zurcía los telares de cada noche, con asistencia absoluta en sus temporadas indicadas, por eso eran invernales extravagantes de mi aprecio. Todo se compuso maravilloso en esa estación, mucho mejor aquella noche. Música muda que revelaba rezos provenientes de algún linaje de alta alcurnia, con sincronía crisanta, pero no era crisanta. ¡Eso era fabuloso! Tener titubeos de cual es la esencia correcta y aún así, gozar del romántico ambiente. Cuando el pincel besaba la superficie de tela fofa indaga otra hermosura sonora.
Creíamos que no tendría oportunidad de venir. Él no tenía decepción en sus ojos avellana, fijado en labrar perfecta la pintura que personifica a una ilustre infante que en ironía no ha traspasado la etapa. Las acuarelas se definen más allá de lo ficticio, aceptadas por luces reflectivas que ondean modestia igual que honorables hojas dentro de verano y escarcha. Su postura febril y refinada se conservaba. Las vueltas del vinilo transmitieron vigorosos retumbares, decididos a esperar a nuestra fémina preferida por lo que "yo" tomando reposo, solté un prolongado bostezo de chocante somnolencia.
"Charles Perrault" se volteó atraído por mi reacción de pesadez, decorada su faz por una mueca de burla. Apenas quize replicar, ladeando la cabeza y sin expiar mi vista de su fotografía pintoresca. Sostuvo el pincel entre sus dedos de silueta selecta, material que se encargaba de imprimir el matiz de tallo plateado. Supongo que le costaba confiar en mi fragmento de calma, lo cual hacía que él me diera el repetitivo sermón de comportarme natural a mis instintos no obstante, era agradable oír su voz.
Retornando a lo anterior, me dirige una intención cómplice que se traduce como una examinación de los pensamientos en nuestras mentes. Sujeta el pañuelo gastado para limpiar las manchas grasosas en sus manos, y ajusta su comodidad cuando decide si la pintura alcanza la expectativa o si continúa en la adolescencia.
La famosa espada oxidada dormía en el rincón del cuarto, arropada por su funda y marginado por la voluntad del dueño de su dueño. A veces él tenía la tentación de otorgarle perdón y darle alguna mirada compasiva, pero eso crearía la consecuencia de invitar por descuido a un sanguinario magnicida. Concentración impecable, en expulsar el reposo sobre tan apreciado dibujo. Lo que recuerdo de este pintor es su sincera y recóndita emoción, su don para conservar los estribos frente a las más brutales presiones y ser amigable al conocimiento de lidiar con muchos pedazos mentales que arriban en el mundo.
En sus turnos de tomar el pincel, cada grano de magnificencia se deslumbraba similar a la disposición de un caballero, protector de la sangre pura.
Aquel día al revés en tierras invernales era uno típico de muchos, uno especial de muchos. Analizando el ancho de su espalda, me pregunté si yo le obedecía al ser un estúpido perro adiestrado, si se debía a que en verdad lo deseaba de esa manera, si era porque se encuentra latente en mis genes el mandamiento de obedecer. Resultando cualquier respuesta, se volvería aceptable. Él era un buen sujeto que no le odio. Miré la cara de la puerta. Llana, vestida de una placa metálica que se abruma por tintura castaña. Charles tendió encima de mis hombros golpeados la "piel de asno", que administraba serenidad y fusila manso mi pellejo procediendo a modificar una cara tan espantosa.
No hubo agonía entre copas.
Había dejado huir un lamento liviano.
Hace varias semanas que la hambruna me carcomía las entrañas. Necesitado de alimentos que lograran saciarme en consideración de los gustos míos, vivía la tentación de "cazarla", sin embargo se me pidió domar mi conducta. Debía oprimir mi auténtica alma viviente por petición suya, habiendo así conducta más morigerada e imitando la falsa decencia humana. Narro esto porque al atrapar su aroma en el ambiente, se abría el apetito que en seguida afiné mi rango de audición, mi olfato agudo, y supe que su tenue figura tomó rumbo hacia ese estudio. En donde teníamos el lugar favorito. Inmediata fue la risa apaciguada de nosotros, enterados de que si vendría, para sernos compañía.
Adentrandose, lo primero en destacar fue esa cabellera grisácea. No aseguro de si es por la edad, pero el matiz muy vistoso que se enlaza con su platinado virginal rompe el límite de belleza nata y valiosa. Bromas relacionadas con sus años de vida, no dejaron de poner en duda si era una niña o una adulta fémina muchísimo más mayor que el misterioso y espectador "Natsume Sōseki". Por esos orbes tan oscuros como ébano fuí aplastado por su gracia, mostrando extásis de gloria.
Si Wilhelm no hubiera descubierto el más oscuro secreto de Charles, quizás la cuchilla no se habría deslizado por su yugular hasta degollarla, causando un festín de vino carmesí para mí.
Cargar a una persona herida, es díficil. Su peso es atraído por la temeraria gravedad. Debe llevarla consigo si quiere salvarle, antes de que sea muy tarde, de que su corazón expire el latido agónico para cesar el recorrido de su existencia. Los vestigios carmesí se plasman en el camino trazado, que significa que una cantidad vital está siendo sacrificada en el interior de los minutos que se desgastan, que motiva a apresurar los pasos arrastrados para alcanzar la entrada de la agencia pronto. Bajo la costumbre de soportar el aroma a moribundos o fallecidos, su concentración alienta a mejorar fuerza y capacidad corporal, destellando en reflejos de diamantina determinación. Sostiene el cuerpo demacrado de esta persona selecta, sin rozar los agravios y tras oír atenta lo que son las baladas de la ciudad de rosas, cerciora que su respiración mantiene sincronía.
Ignora al público metiche. Murmullos que reciben perfume de veneno azul, los aparta importando nada recibir un prejuicio proveniente de los que se basan en apariencias como niñitos en pleno aprendizaje. La opinión ajena no le hará flaquear aún si la situación es confundible en varios sentidos. Tanto entrenamiento sirve para guiarse por un solo sendero de fisonomía recta con alientos susurrantes que se deslizan entre sus delgados labios. Los cortes en la zona de sus muslos, desmoronan la firmeza en el resto de la estructura muscular. Mandíbula superior e inferior apretadas entre sí, a lo que las cuadras faltantes se reducen en asfixia rocosa, estando el testimonio de la corona solar en crecimiento desde su solio empoderado. El modo seguro de conseguir una operación intachable, es si la doctora acepta su demanda.
Horrible bestia de destrucción y caos, está rondando en los recuerdos y fotos de su mente. Una materia oscura que parecía gritar de sufrimiento criado de milenios lamentables, sin tener control de su propia pena que lo desgarraba desde adentro hacia afuera. Oleadas de macabra figura que se materializó. Definitivamente, no era humano. Un ser de esa magnitud sin razonamiento, sin emociones verídicas ni la presencia de un corazón que le conceda la santa misericordia, no podría considerarse como integrante de la sociedad. Casi fue intentar entablar charla con un perro callejero que aborrece su gélido entorno. Un perro callejero desechado al agujero que lo ha torcido. Un alma marginada que se cubre de cascarón de roca y la consagración de la deidad lóbrega.
Su valentía acabó siendo reemplazada por el terror ancestral que nacía desde antes de la edad oscura. Tiene talento para combatir, para asesinar antes, lo que ridiculiza al oído cuando se vio abatida por la vasta impotencia frente a un destructor. Su presencia desveló más anarquía macabra de la que haya visto, y solo pudo quedar paralizada como la piedra que estorba. La mujer que sostiene, arriesgó su propia vida que ejemplificaba un escudo para su seguridad. No sería capaz de olvidar el sentimiento frustante que anclaba en el pecho una raíz de vergüenza dolida. El fin del mundo delante de ella y nada ni nadie podía frenarlo. En ese momento había contemplado un agujero negro que falló en reiteradas ocasiones de saciar su apetito surgido del cargo de conciencia. Cuando el cuerpo abrazó la piel de una estatua, obtuvo una dosis de más nefasta realidad al reconocer esa habilidad que conserva de sierva a la gravedad.
Los árboles consumidos por brasas de siniestra benevolencia, al parejo de la sangre demarrarse en la actuación de la guillotina francesa. Habiendo huido de ese sitio todavía respirando común, dicta deshonra sin embargo, no es tiempo de lamentos. Tiene que llegar ya para devolver el sacrificio, porque no permitirá que pierda aunque se trate de quien reluce fidelidad al bando enemigo.
La pesadumbre de un probable occiso tensa forzuda, oyendose a desgracias despejadas el escupir desamparado de lo que ahuyenta la esperanza bella. La palidez osa marcarle su piel, junto a una espesa combinación de rendición y derrota frente a quien yace al opuesto lado del plano exitencial. Con fugaces pinturas del pasado, extrañas brumas en fantasmagóricas hilazas se agitan tanto hasta decaer y cercenarse entre ladeos de greda.
Atraviesa la marea tenebrosa a través de las olas de su mente, bombeando lo que es un aleteo compuesto por crisis descoordinada. Busca el rostro de la mujer de brillo rosa, idealizando que va a tolerar otra cantidad de minutos, incluso confía en el franco ánimo de que gracias a su fortaleza, aunque su fisonomía pase por descomposiciones, su desenlace será postergado. Alguien que ha forjado su labor bajo la oscura sombrilla no puede naufragar contra una faz sobria, sin título.
"Kyouka Izumi" está determinada a confrontar las pesadillas enredadas que fueron trazadas por aquella bestia porque es parte de la agencia, lo que conlleva conseguir resolución a todas las cuestiones y hacer lo correcto. No se debe dejar arrastrar por dilemas, o lo arruinaría todo. Erguida, da cada paso a la medida que emplea fuerza en los músculos, manejando el balance adecuado que esquiva la torcida caída cercana.
Si alcanza a llegar entonces la salvará.
Echa a correr.
Ha oído latidos enclenques transmutar drásticos a una presteza sosegada. La advertencia está aclarada, y no queda tiempo. Continúa calmada pero, no parece que la brisa vaya a su favor, y serpenteantes oscilaciones se agrupan brutales que avivan roja pesadumbre. Tiene la definición de no fracasar, de que nadie más muera por su bienestar, formando distancia entre la divinidad destructiva que las fija en la cacería.
Siente sus grotescas garras acariciar en novatez de sutileza sus cabellos, y luego el suelo colapsa tras una bomba de materia lúgubre que se magnetiza iracundo dentro de un torbellino fatal, libre de manifestar los oníricos planos que conservan feos anhelos. Derrumbe bestial se establece de golpe directo, a lo que es volteada con puñaladas adherirse a su carne con flamas ácidas que pisotean vigorosas.
El cráter desde el estómago escupe un rugido que da arranque a los gritos de los ciudadanos. Cuando se tambalean las construcciones, el orden pierde su credibilidad frente al despliegue del rencor. Es una bomba rotunda que no pensará en parar, aún si sabe que es incorrecto su actuar. Retorciendose envía la siguiente onda de fusiles para calcinar las gotas en el mar, mientras deja expuesto el alarido lamentable, sin importar a quien hiera. Se rodea a sí mismo con una fortaleza de llamas y al extender sus garras la tierra es zarandeada en las cuatro direcciones y después se fractura por la voluntad sin freno de "Arahabaki", arrebatando la simetría del paisaje que transmuta por medio de la sangre del público, del miedo descompuesto.
La niña golpeada, yace presionada por un campo poco equilibrado, cayendo aleatorio. Una manta de polvo filtra partículas sucias que tejen chalecos de perdición. Si alza la vista ella observa un pedazo muy querido de Yokohama abatido por las rabietas de dios, con el orgullo hecho añicos sin fuerzas para evitar sufrir más derrotas. El trozo de una pared ha despachurrado su pierna diestra, lo que ignora aturdida porque estos sonidos agravados crean más horror a los destrozos de hoy, dejando en exposición a hombres, mujeres y niños aprisionados de dolor y sangre. Muestra semblante paralizado, aunque no hace caso omiso a los bramidos de quienes necesitan auxilio; siendo parte de la prestigiosa agencia es su deber el ayudar a cada cliente en cada caso y es momento de no andar perezosa, hay trabajo, y gente a la cual proteger.
Invoca a "Yasha Shirayuki" para que acabe con el enemigo, dedicada por lo tanto a mantener el pulso de "Kouyou Ozaki". La mayor a su lado, suelta espasmos mudos con el rosa opacado por el carmesí fluido, inconsciente en varios términos. Tratar RCP sería en vano, al igual que vendar las heridas, e incluso afirmaría que los órganos se conservan frágiles en sus lugares. Con su extremidad inválida solo le queda hacer la mejor improvisación, basada en la información médica que retiene pero se acompleja al decidir que movimiento es ideal. El menor roce de una aguja ya es una intención fatal en el estado de la mujer; es sorprendente que haya resistido el ataque de ese dios maligno.
Su habilidad controla la katana con inmensa maestría, velocidad perfecta, arremetiendo cortes tanto laterales como frontales, esforzandose para quebrar la barrera que defiende a su dueño, y acabarlo consecutivamente. De muchos choques surgen chirridos de acero nato, armando a la vez una melodía rústica que va adecuada al instante de confrontación anormal. La hoja se desliza entre las corrientes que danzan en beneficio del contraincante, siendo este una demencia hueca que reacciona cada vez más violento al punto de soltar peores ecos, creciendo su fuerza demacrada, y repele cegado por velos nocturnos hasta gastarse la misma tráquea. En el siguiente tajo "él" hace suya la gravedad del blanquecino demonio, retorciendo cínicamente los nervios que constituyen esa vestidura tan luminosa.
La joven detective presencia la pena de muerte de su habiliadad, despedazada grotescamente. Trozos de su cuerpo separados sin base de cortes finos, ya que la gravedad actúa según la furia y como reacción de lo acontecido. Hace que el demonio deje un vestigio ligero en lo que respecta a su espíritu; Kyouka como reflejo desenfunda su pequeña arma, deslizandose a centímetros de su cara los restos de Yasha Shirayuki. En busca de los orbes del opuesto, su mano se acalambra de titubeos porque ya es inevitable conseguir que tenga calma.
El dios cierra su mano atormentado de culpas en aspecto de estacas.
Grita.
Derrotó fácil la mejor carta de la niña, y olvidó de pronto la vergüenza de lastimar, restando importancia al daño que hubo de generar en las calles. Rechaza la presencia de gente agónica y que especialmente, niños indefensos gimotean por su crimen. Su audición es obsoleta ante ello, y la ansiedad es más fuerte que la lógica, el gatillo que lo obliga a crear agujeros negros de feroz poder, obediente a lo dictado en su interior. Retorna el bramido que asimila la banda sonora de un monstruo, crudo desde la garganta, rabioso que nada más arremete.
El primer vacío colisiona contra el departamento izquierdo, justo en la zona media, tragandose el material duro con mucha devoción. Explosión masiva, descontrolada que arrasa todo de un chasquido. Se consume por el fuego sombrío, extendiendo sagaz el terreno en derrota.
El segundo vacío se dirige hacia Kyouka, martillando en el suelo como una rueda en carrera de autos, hasta sentir una brisa malvada agarrar su cuello para ahorcarla. No podrá moverse a tiempo, y el calor sofocante la enjaula. Abandona la postura flácida a cambio de lo que confirma su valor y determinación, y ella se atreve a combatir a pesar de no poder actuar cuando,...
-¡Kyouka!-Atsushi usando el poder del tigre bengala ha de brincar ágilmente. Sujeta a ambas féminas con tosquedad y sutileza en balance cuadrado y sube hacia la ventana del cuarto piso del edificio cercano, apresurado de ni ser tocados por la esencia mortífera. Hace una acrobacia de alta dificultad para luego derrapar en el suelo y tomar de escudo un auto volteado que los oculta a combinación del mar flameante. Da una exhalación honda, exagerada, y grita el nítido aviso para proseguir lo planeado, asi que "Kenji Miyazawa" se presenta aleatoriamente cargando consigo la extensa fracción de una vía que usará para golpear-¿te encuentras bien, Kyouka?
-Nada puede atravesar su barrera. Es demasiado fuerte, ni Yasha Shirayuki pudo hacerle un rasguño. La fuerza de Kenji no servirá.
-De hecho, eso es distracción. La idea es anular su habilidad.
-Pero, Dazai no se encuentra aquí.
-Digamos que por el momento alguien va a ayudarnos-comenta nervioso.
Su compañera se asoma cautelosa para averiguar cual es la carta de triunfo, atenta a no quitar sus manitos de la herida más severa de su antigua mentora. Establece su concentración a detalles menores que se camuflan en la foto impresa, viendo cómo ese chico granjero sencillamente alegre advierte a los presentes que tengan cuidado, en el segundo preciso que arroja la barra metálica fijando una trayectoria recta que corta el aire interno de un silbido errático. Al sumiso toque se desintegra como arena tragada por agua salada, acontecido por el bullicio mecánico de una brisa intrusa. La bestia se abraza de molestia crónica, en la ruptura de beber un vaso de irritación, baja veloz como un rayo, como su brutalidad y en modo de estampida golpea al menor en las fibras de su cuerpo, osado en morder su yugular para arrebatarle esa mueca contenta.
Atsushi salta encima del enemigo para detenerle. Enseña las garras. Presenta angustia al captar los ojos soñolientos de Kenji, dando señales de prematuro agotamiento, y transtornando escaso el oxígeno debido al temor de que en verdad haya sido herido a pesar de su resistente habilidad. Estampa su puño aguerrido no obstante, el grosor del impacto resulta en un rebote ovalado, volteado que escarba al fondo en su propia defensa. Parecía que la bestia era el dueño legítimo de lo que trata la composición del vigor físico, imbatible, en tanto mientras se da cuenta de ello el chico pueblerino aprieta la mollera del animal para seguido de eso, subirlo y forzarlo a aterrizar torcido sobre el pavimento. Esta siguiente explosión marcó la integridad patética de la ciudad, jaqueando taladros en la boca de la tierra, fijandose en quebrarle sus dientes.
El chico tigre claramente no desistirá, tomando nuevo partido de ataque con el cual rasguña en las secciones que muestran mayor debilidad o flaqueza, en busca de conseguir arrebatarle su perfecta defensa. Él y Kenji, golpean al adversario a los lados de la cabeza, notando que la carne tiene un grosor que supera por mucho el acero. Basta un resultado lamentable que les juega el peor mal movimiento, siendo que la gravedad los muerde con sus fauces, echados con bruto repudio como tales gusanos que se revuelcan en el lodo.
La superficie averiada los abraza con sentimientos encontrados de egoísmo y baja autoestima, masacrando lo que se denominaría como cierta conexión sin experiencia o que destaca el deber poco gustoso. Arraigados al campo de misericordia magnética, los huesos crujieron junto a la tierra, hundidos en cuevas improvisadas que yacen una al lado de la otra mientras crecen hacia un conjunto de senderos subterráneos. Atsushi aprieta la dentadura, haciendo el estimado esfuerzo para aguantar el dolor, a pesar de eso en la situación de su compañero este parlotea de lo asombroso que es el poder del actual desconocido, Arahabaki.
Kyouka toma meditación.
Sabiendo que la doctora Akiko Yosano tomará cargo de su igual maestra, se interpone en la continuidad del dios invitado, a nueva compañía del blanco demonio espadachín, sintiendo fluir la gravedad en peculiar vals, al igual que el siniestro pozo sustancial putrefacto hincado en los nervios. Lanza la orden para nuevamente atreverse a luchar con mayor nítidez. Escoge el desliz de cruce cerrado con la hoja fuera de su funda, enviando cuchilladas cargadas de estabilidad. El análisis impuesto le concede decidir el ángulo acertado para asfixiar al enemigo contra las cuerdas, cercenando o al menos en el intento de hacerlo al flujo similar de los gruñidos que huyen de mandíbulas macabras.
Las mitades superiores de los edificios fueron arrancados de un mordisco, y él los arroja violento al verse retenido por el cargo de consciencia. Le irrita que la niña detective tenga el talento para zafarse de ataques repentinos sin olvidar mencionar la destreza de Yasha Shirayuki, por lo tanto al rugir embriagado de desespero las ventanas al tosco uníso revientan en el interior del torbellino viajante de este a oeste, y esos trozos con figuras de colmillos se desvían en la secuencia de disparos vestidos de la potencia suficiente para quebrar la voluntad antes que la piel. Cualquiera corre peligro. Atormentada por la llovizna que refleja la sonrisa del sol, Kyouka escoge una postura que le aligera el peso de escabullirse al tanto de distinguir una oportunidad inquebrantable si descarta la lejanía.
Su brazo en forma de arco prepara la cuchilla sostenida de mango redondo, desechando la flexible preocupación que causan esos ojos familiares. Gira suave el torso, porque así dará mayor impulso al golpe que se concentra en el mejor punto débil del cuerpo, cuando ha visto por fin el canto de la victoria, tras el telón de última niebla y nieve tenue abrazadas delante a plena vista pero invisible. No ataca como lo pensó, ya que una mujer de cabellos negros no dejó que este incidente destructivo dejara en vano el esfuerzo de los detectives por contener lo que carga matanzas. Admira en paz a esa escritora ambulante de orbes con el alma nebulosa, posar su delicada mano en el cuello del pobre diablo.
Ella es la ayuda.
La habilidad especial se activó. Lo que absorvía el verdadero cuerpo del dios, comenzó a desmoronarse como hojas del arcaico otoño, crujido tras crujido hasta significar que un tercio de su mente está vagando en aguas negras.
La gravedad fue drenada por este mismo cuerpo quebrado, esfumando lo que relata una alteración al orden de la naturaleza. Junto a la pesadez roja, las brisas se calmaron, inclusive el estándar del preciado día fue anulado sin excepción. El humo que serpentea quizo dejar de componer la apariencia temeraria, volviendo a dar realidad al cordero resguardado bajo la piel de lobo, casi degollado, con las marcas dejadas de una experiencia en el matadero.
-Él es...
Capítulo 5 : La tristeza manchada sueña con la muerte.
Saludos a :
KIKKAW
Parallelum
Vir13rod
-Circe-19
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Considero que hasta este capítulo, la historia está decente, y son las ideas que pude escribir sin desesperarme, ¡jsjsjsjs!
Bueno, lo que quiero es dar un pequeño anuncio, suponiendo que alguien si esté leyendo esto 😱.
Recientemente, leí un manga llamado "Yoru Ni Naru To Boku Wa", y basándome en el diseño, me parece que la persona que ha dibujado esta historia, es la misma que realiza la adaptación a manga de "Bungou Stray Dogs: Beast". En verdad, me ha gustado la trama, a pesar de que sólo hay 26 capítulos, aunque no sé si continua en publicación, o si la traducción es reciente, pero básicamente la historia sigue inconclusa. Y pues, pensé que podría tratar otra vez con un nuevo fanfic, mezclando esa temática, y a los personajes de Bungou Stray Dogs.
Digamos que este fanfic es más popular que mis otras opciones, las cuales desecho porque a muy pocos les agrada, y considero que podría tratar nuevamente.
Para quienes leen, o leyeron hasta este capítulo, quiero saber que opinan. Hasta luego ☺☺☺.
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