•Capítulo 1•

La bella durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.

¿Quién lo dijo? "Anónimo."

¡Maténlos!

Deben saber el grave error que es meterse con la "Port Mafia."

Una noche común. Los "Guardianes de la Noche", han acorralado a la banda de ratas callejeras que ha osado robarles en la rídicula creencia de que no serían descubiertos y mucho menos castigados con pena de muerte. Ellos deben mostrar quienes mandan, quienes dan las órdenes en los lugares oscuros de Yokohama, y que las consecuencias son severas si se intentan burlar de ellos.

Ese grupo carente de talento es basura ante sus ojos, y asesinarlos es bastante simple, ni siquiera van a sudar una gota.

-¡Los integrantes de la Port Mafia son sensacionales!-exclamo atenta a no haber sido muy ruidosa.

Me agrada oír historias oralmente, para luego escribirlas sobre papel único con tinta que parece crear vida. Los rumores sobre organizaciones extravagantes llegaron a mis oídos, pero solo tres han invocado mi curiosidad, especialmente esta mafia que me hace brincar de alegría, interesada en saber los detalles externos e internos de una vida a ese estilo "oscuro".

Actualmente, soy una espectadora que aprecia el show nocturno, escondida lo mejor posible de los presentes para no quedar expuesta antes de lo planeado, quiero ser paciente, estar confiada y prepararme hasta la última célula de mi ser. No sé si mi estatus estaría a la altura de estas personas que no tienen comparación.

Escribo lo que veo. Escribo lo que escucho. Escribo apasionada, con la obligación de formar registros como cuentos de hadas. De hecho, lo hago por gusto, no por "petición ajena".

Muevo la punta del lápiz al tanto en que debo ejercer una caligrafía perfecta y en que no debo dejar ir ningún detalle importante. Ya hay 10 hojas y 19 planas alimentadas de palabras y estoy a punto de acabar la siguiente página,... me pregunto si no seré una metiche o una acosadora, pero es que soy algo "tímida". Bueno, es mejor que me concentre en el tema central, la matanza de esta noche. Los integrantes de la mafia, acabaron el trabajo en un parpadear, sigilosos, ignorando cualquier interrupción...

-Aunque se tratase de un murmullo pequeño.

Cuerpos tumbados en el suelo, escapandose de sus carnes el halo de vida. La sangre escurridiza no me asusta, es una vieja amiga mía que se presenta sin falta en nuestras "reuniones" y lo digo en el sentido de... bueno, ya se debe suponer a que me refiero.

Me ha atraído la seguridad en ellos, la notoria confianza en sus ejecuciones y que no se lamentan, ¿podría encajar? Dependiendo de distintos ángulos de consciencia y sentimientos, estas personas son malvadas pero yo, aunque lo intente, no puedo ser una niña santa asi que es preferible ser totalmente sincera.

"Chūya Nakahara", el escuadrón "Lagarto Negro" e integrantes de talento importante, han completado esta fracción de su trabajo con gran éxito, limpiando el desorden de esos tipos sin importancia, y se disponen a marcharse con mucha dignidad considerando quizás en celebrar.

-Creo que me despisté porque siento que el instante se deslizó, sin embargo lo disfruté.

Pensándolo un poco, lidiar con la mafia porturaria es complicado y, ¿cómo me presento? Ya no sé que decir, quizás ya deba salir de la madriguera a presentarme, porque espero...

No es que yo sea una deidad, o una persona famosa, pero se muestran en ligereza sorprendidos de que una niña de esta apariencia y pequeña, hubiese estado escondida entre las vigas del techo de la vieja fábrica, callada a pesar de observar sus acciones anteriores. Inmutable a los gritos breves. Puede que sea raro, y es que no me asusta que la gente muera.

Me provoca un cosquilleo de pena que sus miradas se centren en mí, esta desconocida que no está segura de si hace lo correcto. Deduzco lo peculiar de mi presencia. No podría deducir si ellos pueden ser tan desalmados para exterminar a niños que tengan relación con sus casos laborales, de los que estorben. Soy observada con detenimiento, amenazada por la cuchilla letal de "Gin Akutagawa", amenazada por las bocas de las armas de "Michizō Tachihara" e "Ichiyō Higuchi", y en riesgo de que los tres poseedores de habiliades especiales me destruyan.

Quieta sin temor digo "Buenas noches" y el desconcierto brama.

Que risa. Sus expresiones imitan a niños descubiertos en la jugarreta del día, pero yo espero expresar con mis ojos que deseo ser una aliada, y que soy experta en guardar secretos, a menos que lo pidan.

Los latidos de mi corazón hacen esa sinfonía rítmica de misterio, sacudiendo la ansiedad que eriza mi piel, y repitiendo en esta cabecita mía las enseñanzas de mi vida. Tengo coraje para afrontar la situación, y mi intención no es disgustarles, es probar que estoy capacitada.

¡Oh! Soy poco clara.

El señor "Ryūrō Hirotsu" exije mostrando su faceta de educación la razón del por qué me hallo en este lugar. Debería de pensar que ejecutarme no les daría buena reputación, o que no es integro del estilo que tienen, o puede deberse a que soy una testigo de utilidad.

Hay variadas alternativas que tardaré en procesar y elegir la correcta. ¿Qué haré? Precipitarme es erróneo, si un movimiento en falso proviene de mí, otro cadáver más habrá. Ordenan la explicación de la viajera que "apareció" fuera de la línea del plan inicial, confirmando la teoría de que son estrictos sin importar qué.

Bajo el poderío de estos mafiosos, está mi vida, y cualquiera de ellos tomaría el puesto de arrebatarmela, asi que eso me alegra.

En murmullos me río de la emoción del ¿científico? "Motojirō Kajii", y el desconcierto gana terreno. Chūya Nakahara luce relajado, listo a ser considerado, lo que es claro por la expresión de su rostro, aunque, diría que todos lo serían si poseen piedad.

Es irónico que al oír atenta se fabriquen versiones que cambian un final.

Pero lo principal es ¿soy una amenaza o una niñita entrometida?

-"Es war einmal"... en una noche pacífica de la propia paz, que... ¿les gustaría un cuento sobre ustedes? Vengo, inspirada-junté las manos, agraciada y las separé con satisfacción.

Aparté metódica la cuchilla que cortaría mi yugular, ya que al ver las miradas intercambiadas, he sabido que perdí cautela y los miembros de la Port Mafia ya conocían mi existencia desde antes. Ahora, convalidaron. Muestran seguridad al bajar las armas, coincidiendo en seguir lo escrito.

Debí suponerlo. Luego del escándalo causado por mí era seguro que llamaría la atención, sin embargo, no pensaba que sería en gran multitud y de inmediato. Eso fue 8 horas atrás, la información es escasa, y aún así ya me tienen cubierta. Dejé huir un vago suspiro de rendición, eso implicó que abandonaran lo ceñido. Los gestos corporales señalan que están relajados.

Y se marchan.

Ya estoy invitada.

Los subordinados de baja clase se encargarán de limpiar el lugar. Esta fábrica de muebles que equivaldría un museo modesto en la estructura y ocupación terrenal. Paredes pintadas a falta de ánimos y alegría, ese es el rastro que prevalece, mugrientas, tocando el techo que se derrumbaría en cualquier momento, con agujeros que van en circularidad chueca, cediendo el paso a esa noche estrellada y que la temperatura fría sea más conservada.

Las vigas dan sustento, que no durará mucho, y son espaciosas, puestas correctamente del modo que son seguras hasta el derrumbe. El suelo cruje a cada pisada, las tablas adjuntas tambalean hacia abajo que es como estar en una cama saltarina y las ventanas requieren una pulida semanal para quitarse la porquería adherida.

Camino por voluntad propia pero parece que Akutawaga e Ichiyō me llevan como prisionera. ¿Qué tanto saben? ¿Cuáles serán las órdenes? Voy seis pasos detrás de los varones, llendo al frente como líder fiel y aguerrido Nakahara, de apariencia imponente sin voltear. Los tropiezos quedan pisados, y el problema queda en el listado de tareas acabadas, y creo que ya están en proceso de cumplir la siguiente.

La Port Mafia es lista. Su líder actual es listo, increíblemente estratégico. Si se piensa fríamente, a sabiendas de la habilidad que poseo, tenerme de su lado le daría mayor beneficio que estar en el bando opuesto.

Sacar provecho de mi talento.

Soy inmigrante, es lógico pensar que mi sigilo no bastaría, y que saldría al descubierto por error mío o por mucho interés de los que investigan. El porcentaje de que la "Agencia Armada de Detectives" esté al tanto es alta. Puedo estar acorralada desde diferentes puntos, pero yo sé a dónde quiero ir. Pronto estaré cerca de realizar mi deseo.

Se me ordenó ir con Chūya Nakahara en la limusina privada mientras que los demás irían en el otro vehículo para regresar a la base principal de la mafia negando entablar conversación conmigo, manteniendome en una especie de al margen.

Voy sentada en el asiento opuesto del ejecutivo y recordando mis modales, junto las piernas desde las rodillas hasta los tobillos, ocupando una postura derecha y segura de difuminar esa sonrisa de gusto, entrelazando mis dedos. Él va sentado elegantemente, ocultando sus ojos tras ese sombrero y cruzado de brazos.

El silencio, se quiebra sutil por el ruido del motor encenderse, agitar la limusina en vibraciones que surgen en el frente y corriendo hacia la maletera, siendo así que las ruedas giran calmadas y, partimos.

Los vidrios están polarizados, la vista está bloqueada al exterior, pero podré deducir el rumbo a través del tiempo en avance recto y las vueltas que todo camino posee, no obstante, la firme observación del ejecutivo mafioso sobre mí es intrigadora porque las miradas surgen por un motivo, ¿cuál es ese entonces?

El nerviosismo me agarra desprevenida, y atino a abrazar el morral de cuero entre estos delgados brazos, analizando lo ocurrido entre risas endebles y cohibida.

Chūya Nakahara habla.

-¡Oi, niñita!

-¿Mm?

-Tu nombre, ¿es Wilhelm Grimm?

-Si-me inclino levemente, y la gravedad que aprisiona mis piernas, se torna gruesa que evitaría la movilidad si quisiese escapar.

-¿Quién eres en verdad? No hay registro de ti, ni en Japón, ni en el extranjero. Usaste un pasaporte falso, se estima que el dinero que has usado pertenece a el banco robado de hace cuatro semanas, y como dije antes, no hay nada que indique tu existencia, ni acta de nacimiento o algún historial de delincuencia.

-¿Aaaaaaah?... vaya, la Port Mafia en verdad es increíble.

-Si intentas burlarte de la Port Mafia, no te irá nada bien, niñita-hace una mueca de molestia.

-¡¿Niñita?!-indignada, me recargo en el respaldo en señal de que haría un berrinche-tengo catorce años, señor.

-¡¿Señor?! No soy tan viejo.

-Y tampoco muy alto.

-¡¿Eeeeeeeh?! ¡¿Tratas de pasarte de lista, mocosa?!

-Mmm, quizás... humhum~, bueno, no quiero hacerle pasar una rabieta asi que seré sincera.

Sus ojos azules son penetrantes, e intento no flaquear ante él, considerando que apagar la alegría en mis facciones faciales agregue más madurez a esta actitud mía. Ladeo la cabeza y humedezco los labios.

-Quiero unirme a la Port Mafia-queda estático por unos segundos. Su gesto de que esto le parece una broma desagradable resalta su rostro, pero parece ceder al alzar los hombros, y torcer la boca a la vez que deshizo la demasía de gravedad en mis extremidades.

-Las órdenes del jefe son llevarte hasta él para considerar la posibilidad de aceptarte como nueva integrante.

-¿Ya lo tenía previsto?

-Con el desastre que hiciste era claro que no eres de esas mocosas que juegan con muñecas y que dicen ser santas como pan de Dios-separa los brazos, dejando que caigan a los lados de modo aburrido.

-Entonces, ¿tengo oportunidad?

-Dado que eres muy escualida, si no eres tonta tal vez se te deje de secretaria, o de conserje de limpieza.

-¡Ho! Eso si que es cruel.

Es la primera vez que hablo con una persona. A excepción de "Jacob" y "Charles", es la primera vez que hablo con normalidad, sin tener que recordar a diario...

Chūya-san me ha entregado un trato amistoso. Es fuera de lo normal tener una conversación tan libre, incluyendo esa confianza que te hace sentir estar en el "hogar, dulce hogar." Hemos hablado de cosas triviales, sin embargo, igualmente tienen mucho significado si deseas saber los gustos de la persona opuesta.

Veo que él no desconfía, es como si hablara con algún conocido de la infancia representado en mí y yo le converso altiva en todas las palabras.

El tiempo escapó como tal fugitivo de su crimen. Apenas he distinguido que incluso el cielo vasto sufrió la transformación, al igual que las horas de corridas infinitas. Se balancea sumiso el cambio entre tiempo y espacio, y pretendo ingorar la tormenta que se avecina.

La noche se une a las sensaciones horroríficas que se encargan de hacer prevalecer a las pesadillas, progresando hacia la mañana sombría, previo a que el sol se alze. Cómoda en mi sitio, juego con los dedos de mi pequeñas manos que sobran de fragilidad, apaciguando las posibilidades de un mal final al cuento.

Tengo que ser optimista. Eso, optimista hasta creer que toda la historia que he ideado se cumpla. Los índices se intervalan en golpetear despacio y he fijado mis ojos en aquel cuaderno de portada indigna de llamarse "preciosa", rozando sin hacer contacto físico las hojas que son devoradas por el color de la vejez y desplegadas perfectamente que me enorgullece la minucia perdida en letras de tinta, en poca luminosidad de destacar.

Es enorme la tentación de abrazar mi posesión más preciada pero si mantengo la compostura no se haría muy notorio este apego a ese objeto. No me descarto al preguntar la razón de tal cariño a este inerte ser.

Haré resumen. Llegamos a la sede de la Port Mafia antes que el escuadrón Lagarto Negro, y avanzamos por pasillos tan refinados, imponentes de exquisitos gustos. ¿Sería este el palacio del sueño? Decoraciones simples, pero atrapantes. No siento que sea descortéz al pisar terreno ajeno y mucho menos siento vergüenza de mis acciones, y mientras camino vigilada por Chūya Nakahara, el mundo se vuelve diminuto, ya que ese nuevo comienzo que anhelo está a solo unos pasos, de ser real, dejar de ser una ilusión, y estrecho mi bolso en mis brazos desbordando felicidad.

Ya no puedo esperar más.

Todo surge rápido, que es díficil describirlo minuciosamente en velos curiosos. Tomo un respiro de consolación, atenta el estricto movimiento de las puertas permitir la entrada en caricias mudas que se contienen en la alfombra de terciopelo.

Esa es mi visión, claro.

Una breve reverencia de la persona a mi lado, es indicativo de respeto, de lealtad a esta máxima autoridad, lo que llena de gozo la imaginación de mi alma diferente. La presencia de Chūya-san ayuda a guiarme de manera adecuada, por lo que las dudas, las que creía que dominarían los pensamientos propios, se apagan.

Por supuesto, estoy en completa confianza, ganando el atrevimiento de alzar el rostro para admirar a quienes me recibieron educadamente, siendo fijada como el blanco de tiro a través de la mirada de un hombre de vestimentas oscuras, acompañado en expresión de romance una muchacha que supera la palabra "hermosa".

El líder de la mafia portuaria. "Mori Ōgai",... al fin lo conozco en persona. "Vita Sexualis" o mejor dicho "Elise", envía una sonrisa provocadora, en concepto de burla pero en alguna clase de saludo que si logro desfricar, conoceré su verdadera intención. Correspondo su gesto curvando los labios y exponiendo mi dentadura al querer revelar la conmoción grata que corre por mis venas.

Imité la respetabilidad del ejecutivo y saludé empleando la mayor claridad posible en mi voz, dejando evidenciada mi adoración.

-Wilhelm Grimm, ¿correcto?

-Si, señor Mori Ōgai.

-Bien. Dadas las circunstancias seré bastante breve. Gracias a Chūya-kun, estoy enterado de tu intención de unirte a la Port Mafia. ¿Viajaste hasta aquí, por ese sueño?

-¡Eso es correcto!-aquel controlador de la gravedad me indica que está concedido avanzar, empujando sutil hasta que la distancia se convierta en un metro de poca sospecha.

-Ja ja~. Date prisa entonces porque tu examen acaba de comenzar.

Dios mío, eso si que es ser veloz.

-La avaricia es el afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie.

Todos los humanos son prisioneros de este pecado, en diferentes grados de intensidad pero aún así, nos dejamos atrapar por los deseos de tener más y más, en hilos gruesos que constituyen telarañas de embustes.

Tal vez ignoremos este diminuto detalle, no obstante, es cierto afirmar que nuestras vanidades dejan estelas en los senderos que se cruzaron a lo largo de la vida, que implica abandonar evidencia de la arrogancia que se encamara al corazón. Presas fáciles son si sigues estas evidencias observando con atención y con los ojos realmente abiertos, bajo una noche tenebrosa que no perdona.

Atrapar a tu víctima futura escasea de dificultad al conocer lo predecible que es en sus movimientos e intenciones, es leerlo similar a un libro de la biblioteca, y sujetando el hilo indicado, ya lo tienes en la palma de tu mano.

Vas detrás de él, amortiguando el ruido tus pisadas que te vuelves una sombra muda de existencia, desconocida y que ronda en su turno de cumplir lo prometido, quieto pero sagaz, indiferente pero letal.

Ignora la cacería pacífica a la que está ligado, tienes la mayor ventaja por la astucia que fue tu bendición al nacer y porque eres más capaz de cometer crímenes díficiles de pronunciar que él. Y él estará atado a una silla, por hebras doradas mientras gimotea rídiculamente al sentir como en lentitud de suspenso, su vida lo abandona ya que tiene entendido que hoy, ocurrirá su "no" penosa, muerte.

-Y de ese modo serás recordado como un marica que llama a mami. ¿Te gusta la idea?

Mofarse es gracioso.

Se retuerce de impotencia, de dolor, las ataduras no ceden ante sus tontos esfuerzos y me encuentro apartada paro no ensuciar mis zapatos con su sangre, que empapa las baldosas desgastadas como mareas escarlatas.

No negaré que quizás mi amigo "Feroz" se excedió en el daño corporal al encajar su dentadura de cuchillas en la carne fibrosa repetidas ocasiones en instinto de saciar su hambre, sin embargo no lo dejaré impune.

-Te haré unas cuantas preguntas. Ya que tu lengua fue removida, parpadea una vez para sí, y dos para no. ¿Comprendido?-agitado menea la cabeza entrando otra vez en la fase de desesperación, y su pecho sube y baja que sus pulmones podrían reventar de tanta emoción aterradora. Fruncí el ceño por actuar como un niñito llorón.

¿Acaso no tenía orgullo?

Lo medito un rato, indecisa en si debería de usar ese poder en él para que se relaje, pero es arriesgado y precipitado revelar todas mis habilidades. Usé "Rumpelstiltskin". Además hice uso de "Lobo Feroz", una bestia que sirve solo para la ofensiva aunque él tienes sus trucos bajo la manga.

Es sensato guardar el resto de las habilidades, o mantenerlas ocultas hasta que arribe el fin de los tiempos.

-¿Eres el hacker que robó las cuentas bancarias de la Port Mafia? Recuerda, uno es sí y dos es no-gimotea alto. Sus quejidos dolorosos golpetean los muros de este sitio secreto, soltando lágrimas en exceso que enjuagan la sangre mancillante en su piel morena.

-¡Aagh!... ¡Aaaangh!-cerró los ojos con fuerza, y los abrió pensando que eso aliviaría su agonía. Contestó "sí". Esto acaba muy rápido para mi gusto. Dije que haría "preguntas" pero las respuestas a estas incógnitas las consigo si pienso estratégicamente. Soy una increíble buscadora, siempre logro mis metas. Suspiro de fatiga, encorvando la postura derecha que tenía al igual instante en que alisto el final de hoy.

Quedan tres minutos antes de acabar el límite de lo extremo que hice, llamando a gritos la desición final.

-Creo que... ya acabé... ¡y revisé su computadora para saber a donde envió el dinero de las cuentas bancarias de la Port Mafia! Resulta que las guardó en una cuenta privada que iba dirigida a un mafioso de tercera en las Islas Caimán, dado eso, aproveché de solucionar el desastre que hizo ese sujeto y conseguí todos los registros de la organización que tramó este robo cibernético. De paso, les envíe un regalito algo explosivo y tomé la prioridad de inculpar a una persona sin importancia para asegurar el bienestar de la Por Mafia.

-¿Hiciste eso, tú sola?-Chūya me mira asombrado, a lo que yo carcajeo divertida a su reacción, alzando la taza de té verde con gracia. Estamos reunidos los dos junto a Mori-sensei y Elise-chan, teniendo una especie de hora del té a pesar de que es muy entrada a la madrugada. Sé que ellos disfrutaron del relato. Los tengo impresionados, debido a la frialdad y seguridad con la que traté la situación y eso no se todos los días en una niña.

-Vaya. Muestras más talento del que creía que tenías-comentó Mori-sensei relajado, aunque este andaba distraído de nosotros al estar al pendiente de su querida joven, quien devora refinada los exquisitos pasteles sobre la mesa de forma atractiva y de buen material. Elise come en silencio, ignorandonos a próposito,... eso creo-¡Elise-chan, mucho azúcar te hará mal!

-Calla y deja comer, Rintarō.

-¡Elise-chan! Por favor, es por tu salud y para que no subas de peso.

-Si dejas de molestar, tal vez vayamos a comprar vestidos y ver a ese tal modista que mencionaste.

Dijo a chantaje. Esta niña tiene carácter, eso me gusta, además fue gracioso ver el rostro de Mori-sensei cambiar a una expresión de ilusión, de esperanza por estar cerca de cumplir sus fantasías. Hay chispas doradas rodearlo como animación de película, embobado e interesado. Impactado. Se robó nuestros pedazos de pastel.

-Disculpen pero es por una buena causa. ¡Toma Elise-chan! ¡Come hasta quedar ponchita!

-¡Oh, por un demonio!-exclamamos al uníso Chūya-san y yo. Lo que hace el jefe sería malinterpretado ¿o no? Miramos los sitios vacíos en donde estaban nuestros platos con ese delicioso pastel, y lo que quedó fue esta taza de porcelana y su copa de Pinot Noir del 39-... ahora que lo pienso Mori-sensei, ¿solo por el desastre que hice es el motivo por el cual me aceptaron sin dudar?

-De hecho, fue por esto-Chūya me muestra la página de un cuaderno con quemaduras en los bordes, de una tonalidad que conozco, y de una escritura que es completamente familiar.

¡Esa hoja es mía!

¿Se habrá deprendido cuando huía entre la multitud? Que descuido, de seguro estoy tan avergonzada que mis labios están separados, formando una "o" de la impresión. Él se dispone a leer, mientras que el jefe y Elise-chan dejan de discutir por el nivel de azúcar para oír.

"Pienso que la Port Mafia es lo mejor que haya podido existir. Sus integrantes y su líder son demasiado asombrosos que tal vez no llegue nunca a la altura de estos, pero mi admiración no perderá su intensidad aunque sea rechazada. No todos estamos capacitados para algo, y el único consuelo aparente es el intento de lograrlo."

Mis mejillas... rojas de la vergüenza. Quería omitir mis opiniones ante la idea de que serían hostigantes para ellos. Pensando que parecían venir de una fan obsesiva. Quize que el sillón me tragara, y me hundí en este con las manos temblorosas. Oh no, de seguro esos parráfos imcluyen...

-"Chūya Nakahara es... ", por tu expresión instántanea supongo que esto ya es humillante. ¿Cierto?

-...... -atiné a exhalar el oxígeno que contuve forzosamente. Asentí con la cabeza algo desestresada, diría que estuve cerca del paro cardíaco.

-No te preocupes por eso Wil-chan. A muchos los halagaste por tus palabras-habló Mori conteniendo las risas-a pesar de que eres en hipótesis, una amenaza para todos los bandos en Yokohama, la mayoría estuvo de acuerdo en dejarte entrar a la Port Mafia como una nueva compañera. Por ello, se te dio inmediatamente ese encargo, para averiguar que tan eres.

-¿Tan que cosa?

-Tan despreciable como nosotros.

-¡Jah!-lo digo en serio. Es el mejor momento de mi vida, el momento más feliz desde que tengo memoria. Esta aprobación de ellos, del lado más oscuro de la ciudad, es el regalo más perfecto que pueda recibir. Quiero gritar de alegría hasta que eso me agote. Le sonrío a los tres sintiendo que he conseguido encajar.

-Por cierto mocosa.

-¿Sí señor Chūya?-me asesina con la mirada, quizás deba de cambiar los términos asignados-bueno, ¿qué pasa Chūya-kun?

-¿Qué hiciste con el hacker? No lo dejaste vivo, ¿o sí?

-Pues... -bebí relajada a lo que diría-es mejor una taza de té, antes de dormir por cien años.

-Magnífico.

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