④②: Kanroji Mitsuri 🥀
Dos cosas que aclarar antes de empezar.
Lo primero va dirigido a _Pokeer_, que hace mucho me habló de esta idea suya para volver historia. Así que muchas gracias por compartirla conmigo y espero que te guste a ti y todos quienes han llegado hasta aquí.
Segundo, y ya para terminar, quiero decir que para mayor disfrute de estas historias recomiendo que las lean de noche, ya bañaditas y arropadas en su camita.
P̶a̶r̶a̶ ̶l̶l̶o̶r̶a̶r̶ ̶a̶ ̶g̶u̶s̶t̶o̶
Ahora si, que disfruten ♡.
¿Cómo reaccionarían a tu muerte?
[Decadencia de los Ángeles]
— T/n murió. — esas fueron las primeras dos palabras que soltó Fyodor tras haberse cerrado la puerta de esa sala privada del casino en la que los tres criminales estaban reunidos. El silencio y el amplio espacio de la habitación hicieron que la serena e imperturbable voz del ruso se reflejara en las cuatro paredes del lugar, provocando un eco que repitiera débilmente esa frase.
Nikolai y Sigma no esperaban una noticia de tal magnitud, de hecho ni siquiera esperaban recibir una noticia. Suponían que Dostoyevski los había convocado para un ajuste de planes, incluso hasta para matarlos, ya que ninguno había logrado conseguir más información acerca del paradero del Libro. Pero a ninguno le pasó por la cabeza la idea de que tu murieras; la única mujer participe en la organización, su única compañera y su única amiga.
El primero en reaccionar fue Nikolai, soltando una sonora carcajada que hizo saltar a Sigma de su sitio, haciendo que el mismo le dedicara una mirada de confusión con asco y se preguntará si acaso le causaba gracia que hubieras muerto.
En realidad no, no le contentaba en absoluto, y en el interior estaba consciente de que su reacción era distorsionada y muy alejada de lo que quería sentir para lo que sucedía, pero simplemente no pudo controlarlo. Así su mente estaba manejando la situación.
— ¡Con que nuestra linda ángel retornó al cielo! ¿No, Dos-kun? —. fue lo único que el payaso pudo formular antes de volver a apretar los ojos con fuerza y aguantar el dolor abdominal que la desconectada risa le había provocado.
Fyodor, que se encontraba de frente, no pareció perturbarse por la respuesta del albino al estar tan acostumbrado a la atípica personalidad de este. Sin embargo Sigma estaba contemplando todo con una extraña mezcla de incredulidad y desesperación. La noticia había llegado como un puñal afilado directo a su alma, que en cuestión de segundos derruyó su estabilidad mental y creó una nauseante mezcla de miedo y angustia que amenazó con hacerlo perder el control ahí mismo.
De repente sintió la urgencia de aire, como si la habitación cuadrada no proporcionará suficiente oxígeno para él y le hiciera sentirse incómodo y acalorado dentro de su fino ropaje. Esa necesidad de respirar hizo que su cerebro mandara la orden a sus piernas para salir del lugar al paso más rápido que pudieran.
— Sigma-san.— le llamó Fyodor, pero el susodicho lo ignoró. No estaba dispuesto a permanecer más tiempo con esos monstruos.— ¿Sabes que podemos traerla de vuelta, verdad?
Esa pregunta hizo que el de pelo bicolor se congelara justo antes de abrir la única compuerta del lugar.
— ¿Usarás la Página para hacerlo?— aunque quería, se obligó a si mismo a no girar a ver al ruso, pues no quería demostrarle que había logrado captar toda su atención.
— No. Usaré la Página para conseguir el Libro. Y con el Libro ella volverá aquí contigo.
Esas últimas palabras hicieron que Sigma desquitara un ápice de su tormenta emocional sobre el mango metálico incrustado en la puerta. Aunque había hecho un esfuerzo masivo por ocultar sus sentimientos por ti ante todo el mundo, Fyodor siempre lo supo, y en ese momento lo estaba usando para que nuevamente fuera otro peón en su retorcido juego.
Pero aunque estaba seducido a la promesa de un futuro contigo de vuelta, el presente era lo que dominaba su mente; lo que de alguna forma no permitió que cayera con las palabras de Fyodor, porque sólo eran eso, palabras. Y harto de que quisieran seguir jugando con él salió de la habitación cerrando la puerta con violencia, declarando con ello que había terminado con el asunto y con ellos dos por ese día.
El cambio de aire fue notorio y lo respiró con urgencia, como si hubiera salido a duras penas de una cámara de gas tóxico. Pero si bien había logrado salir de ese asfixiante lugar, su garganta siguió sintiéndose tan oprimida que expulsó un débil y desesperado gemido al aire, mientras tiraba de su ropa lejos de su cuello, como queriendo arrancársela.
No dispuesto a exponerse vulnerable a la Decadencia, subordinados, ni huéspedes, corrió torpemente, cegado por las salientes lágrimas, a través de los pasillos de aquel piso hasta su despacho y habitación privada.
Con un empujón tan fuerte que casi hizo ceder la puerta, irrumpió en su alcoba y sin pausa cerró con la misma brusquedad, dejando que su peso lo empujara hacia el suelo donde su cuerpo no tuvo las fuerzas ni voluntad para incorporarlo.
En un suspiro lleno de dolor, escupió el aire que había retenido desde que huyó de los pasillos hasta su habitación, desatando una mezcla de gimoteos y sollozos que inundaron el lugar. Rodeó sus rodillas en un abrazo consigo mismo y dejó salir el tortuoso dolor que su corazón estaba sufriendo, concediendo a las saladas lágrimas persistir por sus mejillas y a su cuerpo sacudirse con espasmos de angustia.
— T/n...— fue tu nombre lo único que repitió en su extenso lamento, pues te había perdido y jamás te volvería a ver.
Después de la salida de Sigma, Fyodor se quedó divagando en sus pensamientos acerca de cómo arreglaría el tropiezo de sus planes con tu lamentable baja, pero un furioso gruñido seguido de un estruendo metálico detuvieron su concentración.
Al girarse notó que una de las seis sillas, que hacía juego con la enorme mesa del salón, se encontraba deformada y lejos del resto tras haber sido aventada por Nikolai. El albino respiraba con impaciencia, como queriendo recuperar el aire tras la desconectada carcajada y el repentino ataque de ira.
— Dos-kun. Se honesto conmigo. — giró su cabeza hacia el ruso para mirarlo por el rabillo del ojo, pues aunque quería encararlo completamente para lo que iba a preguntar, algo dentro de él no se lo permitió. Tal vez para no exponer su dolor en caso de escuchar algo que no deseaba oír. —¿Ella de verdad se fue, o solo lo dijiste para manipular a Sigma?
— Ella realmente murió, Gogol. — respondió con la misma frialdad que como anunció la noticia.
— Entiendo. — el bufón tornó su mirada al suelo para ocultar el temblor de su labios, dándole completamente la espalda a Dostoyevski.
— ¿Tu también sentías algo por ella?
— No. — El albino suspiró divertido, como si lo que hubiera dicho Fyodor fuese una estupidez.— Pero era mi única amiga, ¿Y tú?
— Podría decirse que también la apreciaba.
— ¿Y aún así no estás conmovido por que haya muerto? ¡Dos-kun eres un monstruo!— dijo lo último con humorismo pero no fue dramático como de costumbre. No tenía la energía para serlo.
— La Decadencia se creó para algo más grande que crear lazos banales entre nosotros. Creí que tú entre todos verías la naturaleza insignificante y represiva de las conexiones humanas, ya que te conocí con el deseo de salir de tu jaula. La jaula que está aquí. — apuntó su dedo a su cabeza, aunque Nikolai ni siquiera lo miraba. — No siento ni alegría ni tristeza por la muerte de T/n, pero me impresiona que esperaras descubrir en mi simpatía hacia ella. Te creí más inteligente, Gogol.
La ácida respuesta de Fyodor fue como una señal de salida para el albino, pues entendió que buscar calidez en su amigo era igual de insensato que abrazar un árbol con espinas; solo terminaría lastimado.
— Tienes razón, fue mi culpa — finalmente giró para encarar a Fyodor, rascandose la nuca con una sonrisa avergonzada por haber creído que el hombre menos humano que conocía sentiría algo por alguien más. Se sentía como un verdadero estúpido. — Si no hay nada más que atender aquí, entonces me retiraré, Dos-kun. — hizo una reverencia al susodicho antes de tomar un extremo de su capa y cubrirse con ella hasta desaparecer.
Al igual que con Sigma, a Fyodor no le importó que el payaso lo abandonara entre esas cuatro paredes. Después de todo, vivir por centenares de años volvió a la soledad en su más íntima y vieja amiga.
Un atardecer peculiar captó su interés y lo llevó a pararse frente a uno de los dos muros de cristal que componían la habitación. El cielo era de un tenue azul real, acompañado de nubes medianamente formadas por las que podía ver a través; coloreadas, gracias a los rayos del sol descendiente, de una mezcla degradante de amarillo, durazno y lila.
Permaneció un rato contemplando la mixtura en el cielo creada por Dios, convencido de saber el por qué.
Finalmente, una emoción reemplazó la indiferencia que dominaba en él: júbilo.
— Que su dicha sea eterna con el regreso de este ángel. — sus manos ascendieron sobre su pecho hasta a su corazón. — Estás en casa ahora, querida T/n.
◉ No estoy segura si la traducción al español es "Azul real", pero el tipo de azul al que me refería se le conoce como "Royal Blue".
◉Okay, okay, me siento muy feliz de que finalmente publiqué esto. ¿Estoy satisfecha de mi trabajo? Si. ¿Es perfecto? NOOOO Y ESO ME CARCOMEEEEE. Siento que le falta algo, pero no sé qué es.
Anyway, de que lo terminé, lo terminé y merezco dormir profundamente por eso.
◉ Quiero decirles que mi plan con esta temática es hacer un maratón con cada capítulo más triste que el anterior. Tengamos fé que me va a salir bien :)
Eso es todo por esta noche amig@s <3
Descansen y disfruten sus vacaciones.
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