Capítulo 40

En el gran despacho de abogados de su madre, Jungkook entró con rapidez y se sentó en una de las dos sillas que se encontraban frente a la gran mesa con una postura completamente tensa.

Frente a él, su madre abogada mirándole con seriedad.

Aún así, él le había enfrentado debido a que la primera condena le había parecido una verdadera mierda, ¿sólo unos meses para los acosadores a cambio del infierno que le habían hecho pasar a Jimin?

Jodidamente aquello no era justo. Era una sentencia de risa básicamente.

Por eso le había dicho hace ya unas semanas a su progenitora, que interpelara la demanda para subir a un mínimo de unos años más la condena.

Para ello, los informes médicos emitidos sobre la delicada situación del castaño, habían servido para poder llevar a cabo ese trámite.

Y finalmente...

Tras dos semanas de espera y dinero de por medio, todo había salido bien por fin.

-He conseguido que al cabecilla de los bullies de Park, le suban la condena a dos años y medio. -La señora Jeon se pronunció con orgullo.-Mientras que los otros tienen mínimo un año de sentencia, ya sea según sus edades en la cárcel o centro de menores.

Joder...

Finalmente justicia.

Jodida justicia.

Aunque pasó su lengua por sus dientes frontales en un gesto dubitativo.

-Dame los documentos, quiero ver la sentencia con mis propios ojos.

No se la iba a jugar, quería asegurarse por sí mismo de que aquello era completamente cierto, aquel macabro caso debía acabar ya de una vez por todas.

Ella rodó sus ojos exasperada, aunque igualmente obedeció pasándole a Jeongguk los folios donde la demanda se interponía y otros, donde se encontraba la resolución interpelada del caso. Los mismos documentos donde se veían reflejados los años en los que Oh Sehun debía permanecer encarcelado y los demás del grupo, también cumplirían diferentes condenas. Ya que al mencionado ser mayor de edad y otro más de los acosadores, la opción de que ingresen en prisión, se ha podido ejecutar.

Por supuesto, los matones acudirán allí sin derecho a fianza para que no tengan siquiera oportunidad de salir antes de tiempo.

Debían pagar y sufrir todo lo que habían hecho durante tantos años sin ningún tipo de remordimiento a su menor.

Sehun y su grupito habían caído en lo más profundo, habían cavado su propia tumba después de tantos años de diversión a costa del dolor y humillaciones ajenas.

Eran putos psicópatas.

Se merecían todo lo malo que les pasara tanto en la cárcel a la que iban a ir los que eran mayores de edad, cómo en el centro de detención de menores que los otros cómplices irían. Las sentencias iban en base a la edad que cada matón poseía como ya se había mencionado.

Apartando esos pensamientos de su mente, el pelinegro leyó con detenimiento lo que su madre había conseguido.

Sonriendo levemente cuando vio que sí, que ya todo había terminado para Jimin.

Que ya nadie más le tocaría, porque él mismo se encargaría de cumplirlo y que ahora ya podrían ser felices.

Forjar un futuro juntos.

-Yo quiero ver cuando Oh Sehun entre en prisión. -Comunicó pasándole de nuevo los documentos a la mayor.

-Entiendo, te avisaré en cuánto el encarcelamiento se lleve a cabo, aunque antes, debes cumplir lo que me prometiste a cambio de esto. -Su voz se tornó completamente seria.

Para Jungkook, había llegado el momento de dar a cambio lo que prometió una vez el caso estuviera resuelto.

Suspirando se inclinó levemente en la silla del despacho y posó sus dos manos sobre el gran escritorio de madera importada de Italia dando a saber que sí, que se rendía ante sus padres a cambio de que su progenitora haya podido conseguir justicia de la mano de su importante bufete de abogados y de sus propios conocimientos sobre derecho.

-Pero ya sabes cuál es mi único requisito para hacerte caso. -Su voz decayó en dos tonos más graves contestando.

Ella sólo atinó a asentir con su cabeza, su perfecto pelo liso y negro del flequillo que sobresalía elegantemente de su repeinado moño, se movió sobre su frente ante el gesto.

-Ya he hablado con la madre de Park y está completamente de acuerdo con que su hijo se transfiera al prestigioso instituto que he seleccionado para ustedes dos.

Jungkook respiró hondo sintiéndose ciertamente nervioso.

Aunque aquella inquietud desapareció cuando su madre terminó por pronunciarse.

-Y Jimin está de acuerdo también. Así que el próximo lunes ambos ya estaréis asistiendo juntos al prestigioso instituto privado para que continuéis con vuestros estudios. Por supuesto, yo me hago cargo de pagar todo lo necesario para Park y para ti. -Aseguró.

Lo dicho cayó como una gran responsabilidad sobre sus hombros.

Los dos estaban a punto de empezar una nueva vida.

Pero lo importante es que la iban a empezar de nuevo y... juntos.

-Perfecto. -Atinó a decir, y tras ello metió sus manos hechas puños en los bolsillos de sus vaqueros rasgados para salir del despacho.

Porque, aún no se acostumbraba a la cercanía con sus progenitores, simplemente sentía que allí se asfixiaba.

No podía estar entre cuatro paredes con sus padres sin que miles de recuerdos violentos y para nada agradables llegaran como un tiroteo a su cabeza.

Quiso explotar.

Pero no pudo.

Por Jimin había escondido y empujado lejos de sí mismo todo el rencor que guardaba a sus padres, con el objetivo de que le ayudaran a conseguir justicia y ahora que la había conseguido, no le quedaba de otra que esperar a que esta se impartiera.

Pero ojo...

No se arrepentía de nada. Sabía que esto era lo mejor y después de todo, tampoco se iba a morir por entrar a otro instituto nuevo, así éste fuera de ricos repelentes.

Porque después de todo, él siempre había sido rico desde la cuna, hasta que decidió irse de casa durante su adolescencia y buscarse la vida por sí mismo en las bandas ilegales hasta que creó la suya propia.

Así que estaba bien con ello, después de todo podría seguir guiando a su pandilla callejera y continuar siendo el mismo de siempre, pero con la única diferencia de que ahora estaba malditamente atado de nuevo a sus progenitores...

O no.

Porque tampoco les iba a hacer más caso que el acudir al nuevo lugar de estudios.

-Se me va el tiempo. -Murmuró fastidiado al darse cuenta de que llegaba tarde a encontrarse con Jimin.

Ya que ambos habían quedado en verse en la casa del castaño para compartir tiempo desde que se habían vuelto inseparables en la recuperación de su menor..

Tragó saliva pesadamente al recordar todo lo que a Jimin le había costado el volver a hablar y expresarse.

O el cómo solamente con él era con quién se había sentido seguro, curiosamente ni estando con su madre Park llegaba a dejar de lado esos demonios deformes que tanto le atormetaban.

Sólo lo estaba consiguiendo con ayuda terapéutica, psicólogos y Jungkook.

Salir del agujero negro donde el continuo maltrato escolar le había sumido lo más profundo posible, estaba siendo duro, pero consistente.

De hecho, fue hasta hace tan solo unos días, cuando el menor le había permitido dejarle irse de su casa y no tener que seguir a su lado durmiendo.

Ya que Jungkook había estado acudiendo constantemente a casa de Jimin una vez este salió del hospital con el alta, y le ha ayudado además de apoyado en todo lo que ha podido y más. Deseando la recuperación de su castaño por encima de cualquier otra puta cosa en el mundo.

En estos días se habían dado cuenta de que se necesitaban más que nunca, que se complementan y que teniéndose el uno al otro, la vida se volvía menos dura.

El pelinegro suspiró al salir del gran y moderno edificio en el que se encontraba el bufete de abogados, el sol le dio de pleno en la cara anunciando a una ya avanzada primavera.

De repente su teléfono sonó, lo sacó del bolsillo trasero de sus rasgados vaqueros y torció sus labios al leer el indicador de llamadas.

Namjoon.

Un incómodo calor le subió sintiendo el sabor amargo en su boca, jurando que si le tuviera delante, le partiría los dientes, o algo más. Aún no entendía qué cojones había pasado como para que su castaño no hubiera sido defendido por sus subordinados de pandilla... por sus amigos.

En seguida descolgó con recelo para rápidamente llevar el aparato a su oreja.

Se pronunció al instante con un tono de voz apoteósicamente oscuro y grave.

-Te prometo que cómo me sigáis dando largas para saber qué mierda habéis hecho Hoseok y tú para no cuidar de Jimin durante mi ausencia, se me va a olvidar completamente que somos amigos. -Masculló entre dientes.

En la línea resonó como Namjoon pasó saliva con nerviosismo.

-Te dije que puedo explicarlo, quedamos mañana sin falta, lo siento. Es que últimamente he tenido problemas con Seokjin, su padre... -Jeon no le dejó terminar.

-Jimin. -Interrumpe.- J-i-m-i-n. -Deletrea.- Quiero saber ya qué os ha pasado a Hoseok y a ti para que no le cuidaráis, es que si os tuviera delante ahora, no sé ni cómo reaccionaría, ¡os puto dije que le cuidaraís!, ¡JODER! -Bramó perdiendo los nervios.

Ambos miembros de sus pandilla no paran de darle largas para hablar del tema, siempre por supuestos problemas personales de los mismos.

-H-hey, no me grites, el que más tiene la culpa es Hoseok, p-por tú haberle salvado el culo a él no has podido acudir al instituto. -Dijo en un hilito de voz Kim. Su corazón latiendo rápido por el miedo de escuchar tan enfadado a su jefe de banda.

-¡¿Qué no te grite?!, yo... espera, no doy puto crédito. -Jeon pasa su mano libre por su rostro.-Mañana, a las diez de la mañana en el descampado, tú y Hoseok, me importa una putísima mierda que podáis o no, no os doy ni un segundo más. Se lo dices en cuánto te cuelgue, y preparaos si no tenéis nada que me valga como razón válida.

Namjoon aguantó la respiración al otro lado de la línea, aunque con un pequeño sonido ahogado asintió.

-Y más os vale que tengáis una buena puta razón como he dicho, porque sino, adiós a mi protección, mi pandilla y mi compansión. -Finalizó totalmente en serio para colgar.

Necesitadamente encendió un cigarro una vez guardó el teléfono en su vaquero negro y reanudó su marcha hacia el hogar de Jimin.

Su luz.

La madre de Park abrió la puerta del acogedor hogar de su menor, recibiéndole con una pequeña sonrisa llena de cansancio.

Ella había tomado unas semanas de baja del hospital para poder hacerse cargo de la delicada recuperación de su hijo, y aquello estaba siendo agotador, pero al menos, Jimin ya estaba mostrando avances de mejorar.

-Hola Kook, Minnie se encuentra en su cuarto durmiendo aún, pero pasa, seguro que pronto va a despertar y le hará bien verte. -Dijo en voz baja y aliviada de ver allí al pelinegro que tanto bien le hacía a su hijo.

Jeon se inclinó levemente en forma de respeto y saludo, para seguidamente pasar quitándose en la entrada sus vans oscuras.

-¿Has desayunado cariño? -La mujer habló maternalmente removiendo sentimientos en el azabache, su propia madre jamás le había hablado de esa forma tan cálida.

Se giró y asintió con su cabeza mintiendo, ya que después de todo lo que había pasado, su apetito se había visto más tocado si era posible. No tenía ganas de nada tras haber visto día tras día la durísima recuperación del... amor de su vida.

La mayor asintió cariñosa y desapareció tras la puerta de la cocina.

Pronto Jeon se dirigió hacia el cuarto del menor.

Una vez frente a la puerta, el precioso aroma a vainilla dulce le invadió consiguiendo que sus tensos músculos se relajaran un poco.

Tocó con sus nudillos suavemente.

Toc, toc, toc.

Pero no hubo respuesta, por lo que supuso que seguía durmiendo tal y como la madre de Jimin le había dicho.

Abrió con toda la suavidad del mundo para evitar despertarle, la cerró con el mismo cuidado, y ansioso fijó sus ojos sobre el cuerpo dispuesto en forma fetal que estaba dormitando sobre la cama.

Respirando tembloroso por su nariz al divisar las vendas que Jimin tenía puestas sobre varias zonas de su cuerpo, las mismas estaban a la vista y se entreveían en la pálida piel que se veía sobre la manta y sábanas de pelito que le estaban tapando.

Viéndose el brazo del menor que estaba enyesado y descansando encima de la colcha de la cama.

-Joder Jimin... -Susurró Jeon sin poder contenerse, deseando volver a violentar a los cabrones que le habían hecho esa atrocidad.-Te juro por mi vida que no puedo verte así. -Finalizó con voz rota, pero baja para no despertarle, más bien estaba hablando consigo mismo.

Tragó saliva sentándose con suavidad a los pies de la cama y movió su mano derecha inclinándose levemente, hasta que tocó los suaves y brillantes cabellos del flequillo castaño de Jimin.

-No te mereces esto... -Dijo en un hilito de voz sintiendo sus ojos empañarse, no quería llorar... pero ya hace tiempo se había dado cuenta de sobra de que con Jimin, su parte más vulnerable como humano, salía a flote.

Aquella parte que siempre quería esconder, y que sin embargo, florecía solo con su menor.

-Mhm. -Un pequeño gimoteo ahogado salió de los labios de Park asustándole.

¿Le dolía algo?

De repente, el menor sollozó entre sueños y sin Jeon esperárselo, un gritito tembloroso abandonó los prominentes labios del castaño.

El sensible cuerpo de Jimin comenzó a temblar y sudar frío bajo las sábanas.

Cuando en menos de unos escasos segundos, Park comenzó a sollozar aterrado en una profunda pesadilla que le estaba dejando sin aliento, sus pequeñas manos temblaron y se aferraron a la manta que le mantenía calentito.

Pero la pesadilla empeoró.

Sehun.

El grupo del mismo acosándole cruelmente.

Insultos.

Golpes.

Jimin se incorporó en su cama totalmente asustado cuando sintió como alguien tocó su brazo entre el limbo de su sueño, aún adormecido no pudo enfocar bien quién era la persona que le había tocado.

Entonces aquella sólo había sido una pesadilla, ¿no?

Pero se veía tan real...

Agobiado intentó hacer su mayor esfuerzo para poder enfocarse en la realidad, en lo que le rodeaba.

Pero no podía.

Sus extremidades temblaban sin control y respirar le dolía, su mente surcando recuerdos agonizantes llevándole muy lejos de dónde realmente se encontraba.

En su habitación, a salvo. Ahí estaba en ese justo momento.

Pero Park no era capaz de percibir aquello, el miedo brindándole una de las sensaciones más asfixiantes que había experimentado jamás.

Sollozó bajito y su nerviosismo aumentó cuando esa persona que parecía haberle despertado de la pesadilla, le tocó el hombro de nuevo.

Una grave voz le hablaba de manera tranquilizante, pero no era capaz de procesar bien qué le estaba diciendo debido a la velocidad de vértigo que había decidido tomar su atolondrada mente.

Lágrimas empaparon sus cálidas mejillas y entonces, lo notó.

La bilis subió hasta su garganta y rápidamente se levantó de su cama para con vista borrosa por no tener sus gafas, dirigirse hacia el baño.

Una vez llegó, allí se arrodilló frente al váter y vomitó todo lo que había cenado ayer.

Sentía asco por sus acosadores y la terrible pesadilla.

Sentía su cuerpo tensarse como un hilo ante lo que había experimentado entre sueños.

Sentía terror.

Sentía...

Al instante, una gran mano con toque dulce se posó suavemente en su espalda acariciándola de arriba a abajo sobre su camiseta de pijama como una pluma, como si su piel fuera un cristal frágil.

Palabras llenas de amor resonaron en su aturdida cabeza haciéndole poco a poco entrar en razón. Sonsacándole así de su lío de pensamientos autodestructivos.

Y entonces, desesperado por prestar por fin atención al que le había ayudado, sus ojos dieron borrosamente por sus lágrimas y hipermetropia, contra unos oscuros y preocupados.

Jungkook.

El chico del que estaba completamente enamorado estaba ahí de nuevo, a su lado, despertándole de sus terroríficas pesadillas.

-Shhh, ya pasó. -Jeon usó una voz baja y llena de paz.-Tranquilo, nada ni nadie te va a dañar, te lo juro por mi vida bonito. -Tranquilizó.

Aunque mordió su labio inferior cuando divisó a Jimin romper en llanto justo frente a su persona.

Verlo así, arrodillado en el suelo, abrazando su brazo escayolado con su sano y con esas redondas lágrimas cayéndole por sus preciosas mejillas, le rompió.

-Shh, Jimin, precioso, no llores. -En seguida lo estrechó entre sus brazos y el menor automáticamente se aferró a su sudadera negra.-Te quiero, y nunca voy a permitir que te vuelvan a tocar, cariño... me duele verte así. -Dijo contra su pelo castaño.

Jimin apoyó su rostro congestionado en su pecho y habló flojito.

-Yo también te quiero, Jungkook. -Un pequeño puchero se dibujó en sus preciosos labios.-Te quiero mucho. -Susurró con toda la pureza que poseía, al igual que el pelinegro, lo decía desde lo más profundo de su corazón.

Jungkook suspiró y asintió.

Le dijo más palabras bonitas, ayudándole a levantarse con cuidado de no hacerle daño en su brazo escayolado y zonas dolidas, para antes de salir del baño, tirar de la cadena para que el agua limpia se llevara el vomito, además de que también le ayudó a lavarse la cara y dientes.

Una vez salieron, la madre del castañito se hallaba en una esquina del pasillo, como si no quisiera ser entrometida porque sabía perfectamente que Jungkook le aportaba equilibrio a su niño, pero aún así no pudo evitar preguntar ante los ruidos escuchados, sabía que el menor había tenido una pesadilla y posteriormente vomitado.

-¿Todo bien Minnie? -Su cansada voz reflejó ternura, quería a su hijo más que a ella misma, sin embargo, estaba algo decepcionada de haberse centrado tanto en su trabajo y no haberle prestado más atención de si pasaba algo en su entorno escolar.

Aunque todas las veces que fue a preguntar al instituto, la directora mataba todas sus sospechas diciéndole reiteradas veces que a su hijo no le pasaba nada con sus compañeros y que los profesores estaban muy contentos con sus notas.

Cosa que jamás debió creer... pero que igualmente lo hizo.

Pronto, Jimin asintió limpiándose las lágrimas con su mano sana.

-S-sí, mamá. Jungkook m-me cuida. -Balbuceó aún congestionado.

La mayor asintió y no queriendo romperse en pura pena, se alejó sabiendo que le dejaba en buenas manos, no sin antes avisar de que dentro de una hora Jimin tendría que salir para ir a la cita con su terapeuta. Y Jungkook dejó saber que les acompañaría también.

Ya en la bonita a la vez que ordenadísima habitación, se posicionaron en la cama uno al lado del otro, aportándose calor y apoyo mutuo.

-¿Necesitas adelantar tu cita con tu terapeuta?, si quieres, podemos decírle a tu madre de ir ya. -Jeon habló suave.

-No... -Contestó el menor en un hilito, su llanto ya había sido calmado.-A-am, Jungkook, y-yo no sé si lo estoy haciendo bien en terapia. -Confesó flojito.

Tenía miedo, las pesadillas no se iban y se sentía culpable de tener tantas veces al pelinegro a su lado para calmarle. Estaba yendo a terapia, por supuesto, su psicóloga era expecionalmente profesional, pero Jeon estaba siendo un fuerte eslabón en su recuperación, aquello nadie podía negarlo después de todo.

El mayor suspiró y apresó al castañito entre sus brazos, por supuesto no siendo brusco, la cabecita de Jimin quedó contra su pecho. Pronto le dio tres besos en su coronilla que resonaron en el cuarto.

-Lo estás haciendo más que bien, ¿mmm? -Jungkook lo decía muy en serio, su lucecita estaba avanzando genial en las terapias y cada vez tenía menos pesadillas, o disociaciones debido a sus crueles vivencias escolares.-Estoy súper orgulloso, ¿lo sabes, verdad? Estás avanzando y se te nota. -Ya llevaba semanas de terapia y se intuía.

Jimin hundió un poco su cabecita en el fuerte pecho del mayor, intentando impregnarse de su aroma. Aquel que desde que le conoció, le había aportado tranquilidad.

-G-gracias, m-muchas gracias por valorar m-mi esfuerzo por recuperarme. -Dijo con sus labios contra la sudadera de Jeon.

Jungkook asintió orgulloso.

Al principio, las pesadillas eran recurrentes, todas las jodidas noches Jimin no podía dormir y por eso le pedía que se quedara a dormir con él, pero a las tres semanas, ya pudo ir saliendo de casa del menor, aunque ahora estos sueños desagradables eran intermitentes.

Había camino por delante, pero tenían todo el tiempo del mundo y estaban segurísimos de que poco a poco, Jimin dejaría de tener miedo a su pasado. Lo iba a superar, a sanar y a dejarlo atrás. Eso era todo lo importante ahora.

-No me agradezcas, sabes que estamos juntos en esto. -Dijo con seguridad.

Provocando que Jimin alzara su mirada, para con ojos brillantes, mirar al mayor con todo el amor del mundo.

-Me voy a recuperar, ¿v-verdad? -Cuestionó necesitado.

Jeon sintió su corazón en un puño. Pero sabía que sí, que tarde o temprano, iban a conseguir la paz que tanto anhelaban y ser felices.

-Sí, te vas a recuperar y yo estaré ahí para verlo. ¿Vale?

Jimin esbozó lo que sería una sombra de sus antiguas y grandes sonrisas.

-Vale... -Musitó con voz más tranquila y decidiendo creer a su primer amor.

Los dos podían contra eso y más.

Ya lo peor había pasado.

La tormenta más grande había acabado y ahora faltaba usar todos los medios posibles para salir adelante.

Estaban enamorados el uno del otro, y eso era irremediable.

Y si tenían que luchar hasta el final...

Definitivamente lo iban a hacer.

Ellos dos ya no tenían miedo a los cambios, si después de todo, los iban a enfrentar juntos.

.

¡Hola!, muchísimas gracias por la paciencia. Si veis mi tablón de anuncios, veréis la explicación de porqué he tenido un parón, resumiendo: He estado en el limbo de que he crecido, graduado de la universidad, y trabajando. Ya soy mayor... :")

Pero ya estoy aquí de nuevo, porque escribir me sana y me encanta, de verdad que lo adoro y lo echaba de menos.

Os agradezco en el alma la comprensión, millones de gracias.

Estoy deseando terminar esta historia, Jaque al alfa y Si estáis para comenzar otros proyectos nuevos...

¡He vuelto!, muchas gracias si seguís aquí conmigo, lloro. De corazón.

A Bullying Kookmin ya le quedan sólo seis capítulos para terminar.

En los poquitos capítulos que quedan, vais a saber qué ha pasado con Namjoon y Hoseok para no defender a Jimin, lo que pasará en el instituto privado que acudirán Jeon y Park, entre otras cosas a solucionar.

¡Gracias!, Saraslifes. Xx.

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