Capítulo 4
Era viernes por la tarde y Jeon se encontraba con su pandilla en el descampado que les pertenecía, llevó el cigarrillo que se encontraba entre dos de sus dedos a sus labios, y entrecerró levemente sus ojos.
En seguida aspiró un poco tembloroso el tóxico humo del cigarro ahora sujeto entre sus labios, en un amago de tranquilizarse a sí mismo.
Estaba enfadado, mucho.
Miró al que le acababa de hablar de manera impertinente y en seguida le contestó de forma totalmente agresiva, no estaban jugando joder.
—Ven, que te voy a romper la cara. Vuelve a contestarme de esa forma y te rompo los dientes antes de que hayas siquiera pestañeado. —Gruñó Jungkook a Jaebum, ese estúpido había perdido la mercancía que supuestamente hoy iban a vender en varias fiestas.
Lim se mordió la lengua y notó su propia nariz temblar de rabia, no podía chistarle a Jeon porque no quería tener problemas con él, si había alguien en la calle con el que no querrías tener problemas era con él.
—Lo siento, lo arreglaré. —Terminó cediendo sumiso ante el de pelo negro.
—Por supuesto que lo vas a arreglar. —Jeon sonrió con total sarcasmo.—Como no tengas antes de la ocho de la tarde justo la misma cantidad que has perdido, vete despidiendo de mi protección.
El corazón de Jaebum se detuvo en ese mismo instante, si Jungkook hacía eso, estaba seguro de que otras bandas le harían daño sin compasión para aprovechar lastimar aunque sea a un ex-miembro de la pandilla de Jungkook, la más fuerte hasta ahora en Busan.
—Tenlo por seguro, tendré las pastillas con seguridad antes de las ocho. —Terminó diciendo Lim.
—Pues ya sabes, a correr que el tiempo vuela. —Masculló Jungkook con seriedad y el otro en seguida salió del lugar.
En seguida volvió a hablar, pero esta vez con Namjoon que estaba a un lado de él.
—Ya no te hago más caso Namjoon, Jaebum entró en esta banda porque tú me lo pediste expresamente, llevas muchos años a mi lado, pero como otra vez alguien que tú me hayas recomendado falle, os vais los dos. —Habló con seriedad, pero lo que dijo no fue del todo cierto.
Solamente quería asustar a Namjoon para que se encarga mejor de sus aprendices, porque sino habrían más fallos como estos, y si querían seguir ganando dinero para mantenerse y vivir al menos decentemente, no debían haber ni un fallo más así.
—Está bien. —Aceptó en seguida el otro.—Me encargaré de todo más cuidadosamente a partir de ahora, lo siento.
Jeon asintió sin siquiera mirarle y comenzó a explicar a todos los presentes qué harían esa noche, hizo subdivisiones de su pandilla y comenzó a indicar a qué fiesta acudiría cada grupo para vender.
Todos lo entendieron rápido y una vez listo, los jóvenes se disolvieron y se fueron yendo del descampado.
Jungkook fue el último y se quedó en soledad en el descampado, después de todo no tenía miedo en absoluto a quedarse solo. Nadie se atrevería a tocarle estando él solo.
¿Las razones?
Aún no había persona capaz de hacerle daño a él después de lo despiadado que había mostrado ser a las otras pandillas, le temían y le conocían como el "demonio Jeon".
Segundo, suerte a quien se atreviera a retarle, así fueran cinco a la vez se los cargaría en unos minutos, no había estado toda su vida metiéndose en peleas y entrenando varias artes marciales como para dejarse derrotar tan fácilmente.
Cuando se terminó el cigarro, sintió la necesidad de fumar más, así que sacó del bolsillo de sus vaqueros rasgados su paquete de cigarrillos y cogió uno, luego sacó de la misma su mechero y lo prendió.
Notó la nicotina entrar en su sistema y en seguida le calmó un poco, últimamente estaba demasiado aburrido, siempre era la misma monotonía, cuidar a la pandilla y que nada se fuera a la mierda, controlar los negocios ilegales e ir al instituto a perder el tiempo, aunque solamente había ido al nuevo solamente cuatro días de los cinco a los que debería haber ido, hoy había faltado y Namjoon también, debido a que era día de recibir mercancía, pero de momento no tenían nada por el fallo discutido anteriormente.
Ladeó un poco sus labios y dio una profunda calada al cigarro notando como un poco de humo se escapó por su nariz debido a la intensidad de la misma.
Miró la hora en su teléfono y se dio cuenta que ya hace media hora había sido el fin de la jornada escolar, ya no le daba tiempo ni siquera a acudir a una última clase, aunque tampoco le importó en lo absoluto ya que siendo por él no iría ni una sola vez. Y tras ello guardó de nuevo su teléfono en el bolsillo delantero de su vaquero.
Claramente iba obligado, porque no podía ausentarse mucho en clases porque eso sería motivo de que servicios sociales le metieran de nuevo en un centro de menores. Ya que acrualmente no tenía tutores legales, de hecho ya hacía mucho tiempo que sus padres se habían desentendido de él, y ya lo único que le quedaba de ellos era el apellido.
Todo estaba en silencio, ya que el terreno estaba alejado de carreteras o de calles muy transitadas por peatones, también las personas procuraban no pasar ni siquiera por allí sabiendo de la existencia del descampado, pero pronto frunció su ceño cuando escuchó varias risas acercarse hasta el lugar.
Eso le extrañó muchísimo.
Se puso en alerta en seguida, se levantó del banco donde estaba sentado y rápidamente llevó su mano derecha a su espalda, más concretamente a la zona de sus riñones, rápidamente metió sus dedos bajo su propia camiseta negra y notó como debajo de sus vaqueros estaba su pequeña navaja.
Una vez se había asegurado de que tenía su navaja volvió a tener sus dos manos hacia delante preparándose para cualquier cosa.
Tiró el cigarro que descansaba en su mano izquierda al suelo de tierra y lo apagó con sus botas negras de tipo militar.
Metió su teléfono en uno de los bolsillos traseros de su pantalón y miró con atención hacia la parte donde se entraba al descampado.
Entonces vio a cinco chicos jugueteando a tirarse entre ellos una mochila de color amarillo como si de una pelota se tratase, mochila que al ser tan peculiar juró haberla visto en algún lugar.
En seguida cuando se acercaron un poco más a la entrada del descampado, se dio cuenta de que los conocía de su clase, ya que reconoció al chico que dañó con un compás al tal Jimin.
Acto seguido, miró totalmente extrañado como entre risas, tiraron la mochila al interior del descampado.
¿Por qué mierda habían hecho eso? Se preguntó a sí mismo Jungkook, ellos sabían que aquí no se podía entrar porque es el descampado de su pandilla. Esa mochila a no ser que él mismo se las devolviera, ya era suya.
Porque si alguien entrara a este descampado sin permiso... un castigo para nada agradable sería infringido a esa persona. Todos sabían que no se podía entrar en los terrenos de pandillas, era una norma básica.
—¡No p-por favor!, necesito mis libros. —Su corazón se detuvo por un momento cuando escuchó esa suave voz.
Entonces Jeon sintió su alma caer a sus pies, ya se imaginaba lo que estaba pasando.
Y fue ahí, cuando un chico bajito y con gafas entró en su campo de visión.
Mientras que los otros del grupito rieron más y salieron corriendo no ayudando al chico a recuperar su mochila.
Pero por supuesto lo habían hecho aposta y con mala intención, la intención de que si Jimin no sabía sobre reglas de pandillas, Jungkook tendría que hacerle algo deleznable si entrara al terreno, y realmente Jeon no quería hacerle nada, no a él. Al menos no de momento.
Vio como el chico que llamó su atención el primer día de clase miraba su mochila con desesperación, es cuando iba a dar un paso decidido a entrar al lugar para recuperar su mochila, cuando Jeon corrió tan rápido como pudo.
—No entres. —Le advirtió con rapidez al otro cuando estuvo lo suficientemente cerca.
Por unos segundos el chico le miró con sus ojitos brillosos y contraídos en sufrimiento a través de sus gafas, pero en seguida dirigió su mirada al suelo dejando ver su peculiar cabello rosa.
Jeon se agachó para recoger la desgastada mochila, entonces se fijó que tenía un peluche en forma de conejito enganchado en la cremallera, ya se acordaba dónde había visto esa mochila, en el instituto, claramente era demasiado peculiar como para olvidarla.
Salió totalmente del descampado y ya ahí, le devolvió la mochila. El otro la tomó totalmente aliviado con sus dos manos y la llevó rápidamente a su pecho abrazándola como acto reflejo a su nerviosismo por tener delante a alguien como lo era Jungkook.
—M-Muchísimas gracias. —Tartamudeó Jimin en un hilillo de voz. Y entonces se fue corriendo no dejando siquiera a Jungkook responderle.
Y entonces Jungkook se odió a sí mismo por haber realizado ese gesto de amabilidad, no podía tirar abajo la dura personalidad que había tardado años en forjar con muchísimo esfuerzo y dolores.
Y ahí se propuso odiar a ese tierno chico, porque no quería sentirse débil por nadie ni con nadie.
.
😐🤧
¿Qué os está pareciendo? ¿Queréis seguir leyéndola?
¿Creéis que Jeon va a poder odiar a Park?🥺
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