Capítulo 28

Dos semanas habían pasado ya desde que Jungkook hubiera decidido estudiar con Jimin.

Realmente y para sorpresa de Jeon, el castañito era tan bueno explicando además de paciente, que él había ido aprobando los exámenes semanales de las asignaturas sin necesidad de haberse tenido que copiar.

En cuanto al tema de que los matones le hubieran quitado los apuntes a Jimin en el día de la agresión, aquella donde Sehun le quemó con un cigarro al castaño, decir que al Jungkook darse cuenta de que Jimin no quería decirle nada a su madre para conseguir los materiales debido a que ella trabajaba duro pero sólo llegaba para pagar la casa, facturas y comida, él mismo le había comprado cuadernos al menor de forma desinteresada porque verdaderamente quería ayudarle.

Además se merecía muchísimo más que eso, ya que le estaba ayudando a aprobar las materias.

Y aparte le quería mucho, algo que el pelinegro había entendido aquel fatídico día cuando casi le perdió... para siempre.

El castañito alegraba sus días y el hecho de que cada vez que acudían a su casa para estudiar como se había acordado, terminaran comiéndose el uno al otro una vez terminaban de estudiar, solamente le hacia pensar que sí, que tenía fuertes sentimientos por Jimin. Porque sus anteriores relaciones para nada formales, nunca solía besar. Mientras que con el castaño era demasiado diferente, tanto que cada vez que veía sus ojos brillantes e inocentes a la vez que expectantes cerca de los suyos propios, sus mejillas suavemente ruborizadas, sus abultados y preciosos labios: sólo pensaba en besarlo.

Besarle y demostrarle a través de los besos todo lo que le apreciaba, todo lo que le hacia sentir. El cómo jodía su cabeza todos los días sin ni siquiera proponérselo.

Jimin era muy especial, y lo supo desde la primera vez que lo vio siendo acosado y le hicieron daño con un compás en su mano, cosa que se confirmó cuando días después le defendió de aquel cruel "juego" de bofetadas.

Sin duda, a partir de ahí simplemente supo que le defendería a capa y espada de todo y todos, costara lo que le costara.

Decir también que Jeon jamás había sentido mariposas en su estómago ni nada parecido, en realidad nunca creyó en las mierdas románticas que se solían ver en las películas y series.

Sin embargo todo aquello cambió cuando en el primer beso que Jimin le dio cuando le estaba realizando la pequeña marca de afecto, sintió su propio corazón acelerarse.

Sus mejillas ruborizarse levemente ante tal acto que para él era tan banal.

O su corazón aumentar sus latidos ante la acción de besar a Park.

Y lo que antes para él no existía como sentimientos y romanticismo que le hacia querer estar mucho al lado de esa persona tan especial, ahora todo esto, era su día a día con Jimin.

Sólo con Jimin.

Y normalmente cuando estaban en la habitación del menor, su madre no estaba en el hogar debido al apretado horario de su trabajo en el hospital, ellos aprovechaban para dejarse llevar el uno con el otro.

Eso sí, nunca se besaban antes de terminar todo lo que tuvieran que hacer ese día, porque si fuera así ellos estaban seguros de que se llevarían todo el tiempo besándose en vez de realizar lo que realmente era importante, que eran las cosas de la escuela.

Una vez terminado, ya era otra cosa porque  ya sí podían hacer lo que querían.

Aunque nunca llegaban a nada más allá de besos.

Hasta hoy.

Era viernes y ambos estaban besándose lentamente después de haber terminado todos los ejercicios de inglés, que de hecho esa era la última tarea que les quedaba pendiente.

Y ya podían hacer cosas que se suponen que los amigos no hacen, pero que aún así no ponían freno porque se habían hecho irremediablemente adictos a los labios del otro.

Ya no había retorno, sus mentes poco a poco habían creado una pequeña conexión que les decía que si entre ellos se tenían, todo estaría bien.

Jodidamente bien.

Al igual que como besaba Jungkook, que siempre lograba llevar al menor a tocar el cielo con sus manos aún así estuvieran dentro de cuatro paredes.

Volviendo a la realidad, Jeon que estaba inclinado hacia delante, en medio de un beso tomó suavemente las caderas de Jimin y lo acercó para sí.

Ambos estaban sentados en una silla cada uno, y debido a que el castaño estaba en su silla de escritorio con ruedecitas, ante el gesto del azabache, ésta se movió y tuvo que cerrar sus piernas para colarlas entre las abiertas del mayor. Sus cuerpos ahora más cercanos.

Sus deliciosos aromas fundiéndose, chocolate y vainilla por parte de Jimin combinándose con el amaderado a la vez que mentolado aroma de Jungkook. Formando una frangancia preciosa, dulce, pero a la vez fresca.

Pronto se separaron para tomar aire, en seguida el castaño aprovechó para ponerse bien las gafas ya que se habían movido debido a las acciones.

Se miraron en silencio dándose a entender mutuamente lo especiales que eran el uno para el otro, y después sus labios se unieron de nuevo con parsimonía en un candente roce de labios que terminó siendo una bonita lucha de lenguas.

Detallar que el pequeño piercing de aro color plata en el labio inferior de Jeon, chocaba continuamente con los abultados labios de su contrario, haciendo que el pequeño metal frío, provocara escalofríos en todo el cuerpo de Jimin.

Y el recién mencionado se encontraba con sus mejillas furiosamente sonrojadas y su cabeza absorta en los besos.

Sólo podía pensar en que todo en Jungkook era perfecto... tan hermosamente excitante y poéticamente desastrado en cuanto a algunos aspectos en su vida. Pero que aún así, para Jimin el estar con el pelinegro significaba sentirse seguro, querido y... ¿amado? No lo sabía, pero sí sentía que entre ambos había algo más que una simple amistad.

Los chasquidos seguían resonando en la habitación, sus respiraciones aceleradas y las fuertes manos del pelinegro pronto apresaron suavemente sus caderas.

Entonces Jimin se levantó de su silla dejándose llevar, besando ahora desde arriba a Jungkook y se sentó lentamente sobre los fuertes muslos del mencionado.

Jeon estaba vestido con unos jeans negros rasgados en sus rodillas y una gran sudadera roja, mientras que Park tenía un pijama de color celeste.

Pronto y aprovechando que Jimin estaba a horcajadas sobre sí, pasó sus manos por la espalda del castaño sobre la camiseta celeste de su pijama.

Las caricias eran suaves y sutiles, no quería sobrepasarse, solamente quería hacerle ver que todo en Jimin era precioso.

Se separaron jadeantes y entonces, Park comenzó un pequeño vaivén dejándose llevar sobre las caderas del pelinegro.

A lo que Jungkook gruñó levemente al sentir la fricción.

—Oh. —Jadeó sin aliento cuando sintió el gran trasero de Jimin frotarse contra sus pelvis de forma un tanto tímida, pero igualmente fogosa.—Joder, Jimin.

Jimin respiraba aceleradamente, su rostro estaba sumergido en un potente rubor y en seguida mordió sus labios ahora más abultados debido a todos los besos que se habían dado.

Cuando sintió una placentera sensación a la vez que caliente, posó sus manitas en los hombros de Jeon para poder impulsarse mejor. Ambos estaban calientes y mientras que Jimin murmuraba palabras inconexas, Jungkook lo hacia con maldiciones.

—Joder, así vas perfecto. —Dijo el azabache dejando que Jimin lo hiciera a su ritmo, no queriendo presionar nada en absoluto.

Ya que Jungkook tenía clarísimo que antes de su propio placer iba el hecho de que Jimin se sintiera cómodo con todo lo que hicieran entre ellos. Así que de momento dejaría que él se desenvolviera, de una forma un poquito torpe, pero igualmente caliente.

—Jimin, si sigues voy a... correrme. —Murmuró ronco Jungkook a la vez que su miembro comenzaba a despertar.

A lo que Jimin paró de moverse.

El azabache ante el gesto del castaño pronto le miró curioso. Y aunque Jungkook estaba excitado, no habían llegado a un punto demasiado excitado porque el castaño se había movido un poco tímido y lento, por lo que ambos ahora tenían sus corazones latiendo frenéticos y sus cuerpos ciertamente calientes, sin embargo no estaban en un punto de lujuria pura.

—G-Gracias Jungkook, este es el m-mejor regalo que me han hecho nunca. —Jimin comenzó diciendo mirándole esta vez a los ojos a Jungkook.—Gracias p-por besarme y hacerme sentir bonito. Gracias por todo.

Jungkook suspiró, y se preguntó cuán jodida estaba la mente de Jimin como para darle las gracias por eso.

—No me tienes que agradecer nada, ya te lo dije, pero te lo vuelvo a decir: eres jodidamente precioso. —Habló alto y claro el pelinegro.—Por cierto... ¿por qué esto es un regalo? —Cuestionó curioso.

—Ah... eso, amh. —Jimin mojó sus labios y dejó de mirar a los ojos al otro para ahora centrar su atención en sus manitas que actualmente estaban entrelazándose entre sí una y otra vez en su propio regazo.—Hoy e-es mi cumpleaños.

—¿Por qué no me lo has dicho con tiempo? —Jadeó impresionado Jungkook, mierda, no tenía ni un mísero regalo para él.

No te lo he dicho porque no estoy acostumbrado a decírselo a nadie.

Porque una vez di invitaciones y nadie vino, y desde ahí me acostumbré a celebrarlo a solas con mi madre.

Pero guardó silencio no queriendo confesar aquello a Jungkook.

En seguida Jimin se encogió un poco en su lugar y su mente viajó años atrás cuando tan sólo era un niño.

"It's my party and I cry if I want to."

Recordó cuando era pequeño y un día creó bonitas invitaciones personalizadas a mano con sus lápices de colores para cada uno de sus compañeros de su entonces clase de preescolar.

Un Jimin de tan sólo seis añitos se dirigía al colegio de la mano de su madre con una gran sonrisa en sus labios. Sus mofletes gorditos estaban abultados debido a su gran sonrisa, y éstos estaban adorablemente sumergidos en un rosadito rubor.

Una vez se despidió de su mamá, entró en la clase con su mochilita naranja llena de invitaciones de cumpleaños para todos.

Esperó paciente en clase a que la profesora llegara y una vez la docente llegó, pidió permiso para repartir las tarjetitas decoradas por él mismo.

Repartió las entradas a todos los niños y niñas del lugar, hasta que llegó a un grupito de niños que lideraba Sehun, el niño más callado de clase que solamente solía hablar para molestar a los profesores con tontos chistes.

Aún así, Jimin también había hecho tarjetitas para ellos, porque no quería dejar a nadie sin invitaciones, debido a que su corazoncito ya dolía demasiado al estar todos los días solito en clases y por ello, no quería dejar de dar las invitaciones a nadie, no quería hacer aquello que a él sí le hacían a otras personas.

No quería marginar a nadie como con el sí hacían.

Pronto se acercó a Sehun y sus amigos, y con una pequeña sonrisa habló.

—¿V-Vendríais a mi cumple? —Preguntó emocionado a la vez que rebuscaba las poquitas invitaciones que quedaban en su mochila.

—¿Por qué iría a la fiesta de un niño gordo? —Cuestionó de vuelta fríamente uno de los niños del grupo.

Jimin borró la sonrisa de su rostro, aún así no hizo caso al insulto y una vez sacó las invitaciones, se las cedió a los niños con sus dos manitas temblorosas.

—Yo no la quiero, prefiero quedarme en mi casa jugando a la play. —Comentó otro niño del grupo a la vez que tiraba la invitación de Jimin a la basura más cercana.

Jimin temblorosamente intentó sonreír de nuevo, y emocionado ante la posibilidad de que si iban a su fiesta de cumpleaños por fin podría hacer amigos, intentó convencerles.

—Habrá pastel y también mi m-mamá hará gorritos para todos, t-también podremos jugar al pilla pilla o el e-escondite y... —Dejó de hablar cuando pronto el grupo de niños comenzaron a convensar entre ellos sobre una película de miedo que ayer echaron en la televisión, ignorando así por completo al aburrido y rellenito infante que hablaba totalmente ilusionado de su cumpleaños.

—P-Perdón. —Terminó por decir Jimin decaído y justo cuando iba a irse a su solitario sitio con una invitación en sus manos que era la de Sehun, éste le habló.

—Hey, espera, dame la mía. —Habló Sehun al de tiernas mejillas.

Pronto Jimin se giró emocionado y rápidamente se la dio en un torpe gesto debido a su agitación.

—Yo sí iré. —Determinó el líder de los chicos una vez Park le dio la invitación.

—Gracias. —Musitó con una pequeña reverencia a Sehun por haber dado una oportunidad a su fiesta.

Horas después, ya todo estaba organizado en el piso que Jimin vivía con su madre.

La mesa del salón estaba llena de sándwiches, chucherías y un bonito pastel.

Una de las paredes del salón estaba decorada con una guirnalda que ponía: ¡Feliz cumpleaños Jiminnie!

"Did my invitations disappear?"

Él puso en sus invitaciones que la fiesta comenzaba a las cuatro de la tarde.

Y ya eran las cuatro y media.

Nadie se había presentado aún a su cumpleaños, y su madre no paraba de tranquilizarle diciéndole que quizá iban a llegar un poquito tarde.

Así que ambos esperaron pacientes jugando tiernamente a palabras encadenadas que curiosamente siempre terminaba ganando Jimin, que a pesar de su corta edad, él ya sabía muchas palabras porque su cerebro era muy absorbente en cuanto a conocimiento.

Por ello todos sus profesores estaban encantados con él, porque era un niño muy aplicado, educado e inteligente.

Siguieron así, hasta que a las seis de la tarde decidieron que comerían la tarta juntos debido a que nadie había aparecido finalmente por allí.

Ni siquiera Sehun que le dijo que sí iría.

Jimin en ese entonces y aunque sólo tenía seis añitos, rió cuando su mamá le cantó el cumpleaños y sonrió en grande cuando su madre le puso uno de los tantos gorritos de lana que había hecho para los niños, pero que finalmente solamente sería usado uno, el que se puso Jimin.

—Bueno, si no han venido no pasa nada, así tengo más gorritos para mí. —Habló maduro el infante no queriendo que su madre se sintiera mal por él.—Ellos se lo p-pierden. —Terminó por decir encogiendo sus hombros.

Finalmente entre ambos recogieron todo, y ya con sus siete años cumplidos a la vez que soplados en la tarta, se fue a la cama.

No lloró cuando vio todo vacío, tampoco lo hizo cuando sopló las velas en soledad y tan sólo con su madre. Ahí se mostró fuerte para no preocuparla, debido a que no quería que su mamá le viera llorar.

Así que simplemente se guardó las lágrimas para cuando estuvo metido en su camita tapado hasta la cabeza.

Y en su vida, esa fue la primera noche que se la pasó llorando entera.

Al día siguiente cuando llegó al colegio, se enteró de que los padres de los demás tras ver las invitaciones y de quién eran, les prohibieron a sus hijos ir porque Jimin era hijo de una madre soltera, algo cruelmente mal visto en la sociedad coreana.

Y aunque Sehun sí quiso ir a la fiesta, sus padres tampoco se lo permitieron por lo mismo. A partir de ahí, Sehun comenzó a acosarle debido a que sus padres le dijeron que jamás debía estar al lado de una persona como Jimin si quería tener un buen futuro, que el hijo de una mujer soltera era una mala influencia, cuando en realidad era todo lo contrario. Pero bueno, nos damos cuenta de que los cerebros de los menores son muy manejables y más si los que lo manejan son los padres.

Y sí, decir también que ahí fue una de las primeras veces que Jimin se dio cuenta de lo cruda y maligna que a veces llegaban a ser las personas y estándares sociales.

"Cry."

Hasta ahí llegó su recuerdo y cuando volvió a la realidad una pequeña lágrima mojó su sedosa mejilla.

—No llores Jimin, ¿qué te pasa? —Preguntó Jungkook muy preocupado.

—No te lo he d-dicho porque no pensé que mi cumpleaños fuera relevante. —Dijo finalmente con la voz un poquito rota.

Jungkook se puso serio, se incorporó para rápidamente tomar los muslos del castaño firmemente y se levantó con cuidado de la silla porque aún Jimin seguía a horcajadas sobre él, aunque ahora estaba cargado contra su pecho. Jimin rodeó suavemente la espalda de Jungkook para sujetarse, y seguidamente metió su cara en el fuerte cuello de Jungkook en un amago de olerle para poder tranquilizar su actualmente alterada mente.

Tras ello le dirigió a la cama del menor, primero se acostó él sobre la sábana y luego puso a Jimin a su lado haciendo que su cabeza quedara apoyada en su cálido pecho.

Se quedaron en silencio regulando sus respiraciones y pronto todo lo que estuvieron sintiendo antes cuando estaban sumergidos en temas subidos de tono, ya se había esfumado.

Y más después de que ahora Jimin estuviera llorando silenciosamente recordando todos los años que había pasado en soledad hasta que Jungkook había llegado para... salvarle de aquello.

—Es valiosísimo. —Murmuró Jungkook en voz baja mientras acariciaba los sedosos cabellos castaños de Jimin.—Tu cumpleaños, tu nombre, tus pensamientos, tus miedos... todo lo que forma parte de ti es importantísimo para mí Jimin. —Dijo totalmente sincero Jeon.

—Igualmente Jungkook. —Susurró limpiándose las pocas lágrimas que había derramado.

—¿Te parece si lo celebramos? —El azabache preguntó.

Jimin giró su cabeza sobre el pecho del otro y le miró emocionado tras sus gafas de vista.

—¡Por supuesto! —Exclamó a la vez que sonreía.

Pronto Jeon habló de nuevo.—Podríamos ir a comer, nada de fiestas, ya más adelante sí podremos salir a esos lugares porque te prometo que no te pasará nada, y somos jóvenes, así que querrás ir a alguna discoteca y pasarlo bien conmigo, pero de momento podríamos hacer eso.

Jimin asintió estando totalmente de acuerdo con lo dicho.

Pronto ambos se ducharon por separado, primero fue Jungkook que se puso una camiseta y unos calzoncillos que le prestó Jimin, aunque no le quedó de otra que volverse a poner su sudadera roja y pantalones negros, que en realidad estaba limpios. Sólo se había duchado porque la sesión de besos y roces le había dejado algo sudado.

Por otra parte, Jimin se duchó y se puso una camisa blanca perfectamente planchada, arriba de la misma un suéter con tonalidades rojizas, amarillas y azules, unos pantalones negros y unos zapatos negros de piel sintética. Eso era lo más elegante para estos tipos de eventos (celebrar su cumpleaños por ejemplo) que tenía en su armario.

Y entonces ambos se dieron cuenta de que sus atuendos eran muy parecidos, sólo que el de Jimin era delicado, mientras que el de Jungkook era algo más salvaje.

Aún así ambos estaban preciosos y conjuntados.

생신

Tras varios minutos llegaron a un MacDonald's, ambos pidieron un menú.

Jimin pronto quiso invitar, sin embargo al rebuscar su cartera en sus bolsillos se dio cuenta de que se le había olvidado debido a que no estaba acostumbrado para nada a salir de casa y menos con amigos.

Aunque ahora su único "amigo" era Jungkook y más que le valía con eso.

—No te preocupes, de todas formas es tu cumpleaños y yo te quiero invitar. —Dijo amablemente Jungkook a lo que seguidamente pagó por los dos.

—Muchas gracias. —Dijo sonriéndole sincero Jimin.—La próxima me toca a mí pagar.

Jungkook se giró para encarar a Jimin y se apoyó levemente en el mostrador del restaurante, ante esa acción Jimin casi se quedó sin aire, ¿por qué era tan atractivo incluso haciendo algo tan simple?

—Por supuesto, porque sí va a haber próxima vez. —Le guiñó un ojo el pelinegro.

A lo que Jimin se sonrojó.

Tras unos minutos más esperando, su menús ya estaban listos, cada uno tomó el suyo y se dirigieron a una mesa del lugar.

Se sentaron frente a frente en una de dos y comenzaron a comer, sin embargo el azabache notó que el castañito comía algo vergonzoso.

—Jimin no te averguences por nada que hagas en frente de mí, eres perfecto tal y como eres. —Murmuró Jungkook sabiendo que el menor estaba comiendo demasiado recatado, quizá por todas las veces que aquellos putos imbéciles y descerebrados se habían metido con su figura.

Figura con curvas de infarto y bien formada que el pelinegro jodidamente amaba.

—Am, d-disculpa, pero me han dicho tantas veces que- —Su corazón dolía, quería sincerarse, pero le daba vergüenza confesarle que estaba un poquito traumado por todas las veces que le llamaron cerdo, bola de grasa entre otros insultos.

—Jimin por favor, yo no soy ellos, yo soy Jungkook y pienso firmemente en que eres precioso tal y como eres. —Jeon no mentía, porque el castaño tenía muslos gruesos, mejillas abultaditas y trasero pronunciado, pero estaba en su línea saludable después de todo.

Jimin estaba bien, saludable y eso era todo lo que importaba. Y mierda, Jungkook no entendía porqué los demás se metían con su físico, no todos eran delgados y estaba bien, estaba bien que existieran diferentes tipos de cuerpos si la persona estaba sana, pero esa era una conversación para la que la sociedad todavía no estaba preparada.

—Comeré, gracias Jungkook. —Musitó confiado Jimin y dio un mordisco a su hamburguesa esta vez sin un atisbo de vergüenza.

A lo que Jungkook sonrió sincero.

—Genial. —Terminó por decir el azabache.

Siguieron comiendo y hablando de cualquier cosa hasta que acabaron.

Una vez en la luminosa calle debido a las farolas y carteles luminosos a la vez que neones, Jungkook se prendió un cigarro de nicotina y le dio la mano a Jimin. Ahora ambos andaban con las manos entrelazadas.

Entonces alguien conocido en la calle llamó la atención del azabache, Sehun estaba solo a unos metros de ellos.

Así que una idea se le ocurrió porque todavía le tenía ganas desde que quemó a Jimin con el cigarro. Además de que ahora estaban en la calle, no en el Instituto.

Mientras el castaño estaba en su mundo, Jungkook al pasar por al lado del matón, apagó el cigarro en una de sus manos con rapidez.

Sehun al notar el candente en seguida se quejó, pero se calló cuando vio a Jeon dedicarle una amenazante mirada.

Park se dio cuenta de que algo pasó, pero el pelinegro pronto se disculpó falsamente amenazando con sus ojos oscuros a Sehun para que no hablara y funcionó.

—Te lo mereces hijo de puta. —Susurró a Sehun para que sólo él escuchara.

Pronto Jimin y él siguieron por su camino.

Y Jeon no tenía problema con haberle hecho aquello a Sehun porque ya sí sabía que la marca de afecto de Jimin sí era verdadera y el otro era un miedica que no le haría nada al menor si no quería a Jeon encima de él rompiéndole la cara hasta que nadie le reconociera de nuevo.

Jeon dejó aquellos pensamientos de lado y se pronunció cuando otra idea llegó a su cabeza.

—¿Te gustaría ir a un sitio a ver las estrellas? —Preguntó Jungkook a Jimin aprovechando que ya estaba oscureciendo.

—Por supuesto. —Asintió el otro.

Tras unos minutos andando, llegaron a un gran edificio abandonado, en seguida Jimin sintió algo de miedo y el mayor lo notó.

—No tengas miedo, estoy harto de venir aquí, es un edificio que no terminó de contruírse hace dos años y desde ahí, vengo casi siempre para fumar en su azotea. —Dijo seguro de sí mismo.

—Está bien, e-entremos. —Susurró Jimin algo emocionado.

Y así lo hicieron, entraron con las linternas de sus móviles iluminando y subieron con cuidado las escaleras que estaban a medio hacer, pero que tenían la estructura bien edificada.

Una vez en la azotea, se sentaron en el suelo.

El frío de finales de noviembre llegó a ellos, la brisa era fría pero a la vez liberadora.

—Las vistas son increíbles. —Murmuró Jimin observando maravillado la ciudad de Busan iluminada por la noche desde arriba.

—He venido en muchas ocasiones yo solo, las vistas son bonitas, pero créeme que lo son mucho más contigo al lado. —Jungkook se sinceró.

A lo que Jimin se sonrojó y giró su cabeza para mirar el precioso a la vez que definido rostro del azabache. Recoló sus gafas en un gesto tímido y habló.

—Pienso lo mismo Jungkook, en general para mí la vida es mejor cuando estoy a tu lado. —Confesó sonrojado el castañito.

Sobre sus cabezas estaban las estrellas que aunque no se podían ver muy bien debido a la contaminación lumínica, habían algunas grandes que sí se veían.

Tras unos minutos el mayor con una preciosa voz, le cantó el cumpleños.

—Cumpleaños feliz... —Terminó por cantar Jeon a la vez que sacaba su mechero del bolsillo de sus jeans negros.

Prendió el mechero y pronto lo puso entre ellos.

—Pide un deseo de tus dieciocho y sopla. —Animó el azabache.

Jimin lo hizo y pronto sopló la diminuta llama del mechero.

Y tras el deseo que pidió, paradójicamente ambos vieron una estrella fugaz.

En seguida los dos pidieron lo mismo.

Tras ello, siguieron hablando y pronto comenzaron a besarse de nuevo en la abandonada azotea.

Pero no lo hicieron de una manera lujuriosa, sino de una forma acompasada, sin prisa y con... amor.

.

He tenido que hacer que Jimin cumpla ya los dieciocho para que ahora ya todos mis personajes puedan tener escenas 🔥.

Ya que ahora sí, ya todos los demás de esta historia ya tienen más de 18 años. Los otros personajes ya lo han cumplido, sólo faltaba Jimin.

Aclarar que lo de restregarse entre ellos uno sentado en la silla y el otro a horcajadas, ya ha salido en otra de mis historias hace meses llamada Come Here Jimsu. Es un recurso que uso porque me parece cosas un poco subidillas de tono, pero sin llegar a hacerlo. Y también tengo otra historia en borradores "Daddy's nerd" (no sé si alguien la leyó) que también lo contiene y es de febrero del 2020. Decir que subiré de tono en los próximos capítulos que ya sí tiene Jimin 18.

También decir que si pongo descripciones de perfumes y aromas es porque me encanta el mundo perfumístico y casi siempre estoy viendo vídeos de reseñas de perfumes. :')

Ah, y los trocitos de la canción en inglés que he puesto es: Pity Party de Melanie Martinez.

Otra cosa por favor, el Jimin de esta historia es un poquito rechonchito, pero no pasa nada, por favor que no os importe. Porque yo también tengo kilitos de más y me da seguridad tener a un personaje que refleje de vez en cuando mis complejos también. No os enfadéis. El Jimin de la realidad es delgadito. Recordad que esto es un fic y los personajes son moldeados por el autor. Millones de gracias por entenderlo. Gracias.

¡Y feliz cumpleaños a Jeon Jungkook!💕✨

Park Jimin (imaginaros el color de su cabello castaño):

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