Capítulo 2
Un chico de cabello completamente negro y brillante caminaba con seguridad y altanería sobre su ahora nuevo instituto.
Su rostro estaba totalmente serio, sus cejas se encontraban en una línea recta al igual que sus labios, su mirada era tan amenazante que cualquiera que le mirara de vuelta sentiría verdadero terror.
Ante su intimidante figura los pocos estudiantes que andaban por el mismo pasillo de instituto rápidamente se alejaban para dejarle paso, y rápidamente también bajaban su mirada al suelo en forma de respeto.
Sabían quién era él, todos en Busan lo sabían, al menos los jóvenes y personas de los barrios de mala muerte le conocían a la perfección.
Era Jeon Jungkook, uno de los pandilleros más temidos de Busan. Se decía de él que era muy cruel con otros pandilleros cuando se trataba de luchar por el poder de las calles, y realmente lo era.
Simplemente para Jeon todo lo que existía era la reputación que se había ganado en las calles, el respeto que le tenían no siempre estuvo ahí, pero hoy ya lo había conseguido con creces.
Era un cabronazo con todo ser humano que se cruzara en su camino y realmente le encantaba serlo.
Jungkook era un jodido sádico, pero realmente le encantaba ese sentimiento de superioridad que le otorgaba el terror que le tenían las personas que le rodeaba.
Respeto y miedo de los demás hacia él: con eso le bastaba para sentirse bien consigo mismo. Su vida desde pequeño había sido una mierda y la única forma que tuvo para seguir hacia delante fue la mala vida que llevaba. Aún así no se arrepentía porque era lo único que había conocido durante su corta vida: conseguir respeto y otras cosas a base de violencia.
Haberse ganado esa reputación había sido duro, un ejemplo: la cicatriz que tenía en su mejilla era una pequeñísima muestra de ello, pero valía la pena para él.
Chasqueó la lengua como acto reflejo al llegar a la secretaría, allí se encontraba una mujer mayor que en seguida le miró con sorpresa mezclada con miedo, al parecer hasta la secretaria de su nuevo instituto ya sabía de su nefasta reputación.
Ella le tendió en total silencio unos documentos que tenían su nuevo horario escolar y Jeon los tomó a regañadientes, realmente le parecía una pérdida de tiempo ir al instituto, pero debía ir porque primero, aún era menor de edad con tan solo dieciocho años (en Corea hasta los veintiuno no se es mayor de edad) y segundo, si se negaba a ir le iban a meter en un centro de menores y eso es lo que menos quería.
Para evitar lo del centro incluso debía de ir aprobando las asignaturas y ni siquiera sabía cuánto era tres por tres.
Mojó sus labios, debía buscar a algún estudioso del que copiar en los exámenes y que le hiciera los deberes, porque si eso dependiera de él volvería de nuevo al centro de cabeza por las pésimas notas que sacaría.
Y aún le quedaban dos años de enseñanza obligatoria, bufó de tan solo pensarlo, estaba jodido.
Miró el horario y en una esquina del papel vio la clase a la que pertenecía: 1°B.
La buscó y en unos minutos la encontró, el timbre ya había sonado pero poco le importó, así que sin siquiera llamar a la puerta del aula entró.
El profesor que estaba dando clase le vio y cuando se dio cuenta de que era el nuevo y conflictivo alumno interferido no le regañó por haber llegado tarde o por haber entrado sin llamar a la puerta, ni siquiera le dijo que se presentara a la clase, no quería problemas con ese tipo de alumnos.
—Buenos días siéntate donde quieras, hay varios pupitres vacíos. —La voz del docente sonó casi monótona.
—Vale. —Contestó Jungkook cortantemente.
Observó como algunos estudiantes le miraban con curiosidad por unos segundos para después en seguida desviar las miradas.
Pero uno en concreto le llamó bastante la atención, un chico de complexión algo regordeta y pelo rosa como una nube de algodón, con grandes mejillas rosadas y gafas gruesas. Se le veía demasiado tierno y aniñado.
Y lo que más le gustó es que fue el único alumno que había mirado hacia su mesa de pupitre en todo momento y no se atrevió a mirarle ni por tan solo un segundo.
Mojó sus labios divertido y se dio cuenta de que el asiento al lado de él estaba vacío.
Alzó una ceja y comenzó a andar, iba a sentarse ahí para saber si ese chico sería su ratilla, sin embargo alguien llamó más su atención.
Kim Namjoon, un chico que pertenecía a su gran banda de la calle. Estaba sentado al fondo y el pupitre a su lado estaba vacío, así que cambió de plan, prefería estar sentado con alguien de su misma calaña para estar más cómodo.
Se saludaron con un característico saludo y ninguno de los dos prestaron atención a la clase, simplemente hablaron entre ellos de varios negocios ilegales que les había salido bien en esos últimos días.
El profesor no se atrevió a mandarles a callar sabiendo quiénes eran, así que simplemente siguió la clase de matemáticas ignorando a esos dos alumnos.
El timbre que daba por finalizada la primera clase sonó dando paso al corto período de tiempo que formaba parte del cambio de clase.
—¡Cerdito! —Jungkook frunció su ceño al escuchar aquello y dejó de hablar con Namjoon, para ahora centrarse en lo que estaba pasando en el aula.—Ven aquí.
Un alumno hablaba con autoridad a otro, y no supo a quién se estaba dirigiendo hasta que el mismo chico bajito y de gafas gruesas que antes llamó su atención, se levantó con lentitud de su asiento y se acercó al chico que le había insultado con la cabeza cabizbaja.
Frunció el ceño cuando vio al otro sacar algo de su estuche, un compás.
Sus labios se secaron levemente al ver como el chico tímido, le dio obedientemente la mano al otro que parecía querer dañarle.
Sus ojos se expandieron cuando el otro comenzó a rasguñar parte de la piel de la mano del chico tierno con el puzón del objeto escolar.
—Ese es Park Jimin. —Habló Namjoon a un lado de él.—Es como el juguete que todos en este instituto usan para divertirse, ya sea golpeándole o insultándole.
—¿Y no se defiende? —Preguntó anonadado Jungkook, si él fuera el que estuviera en la posición del ahora humillado, ya le habría roto la cara al que siquiera hubiera intentado tocarle.
—No, por eso todos se aprovechan de él.
—¿Tú también lo has hecho? —Preguntó Jeon aún mirando la escena, el chico no se movía y se sorprendió de que alguien con apariencia tan delicada pudiera estar aguantando ese tipo de dolor sin rechistar.
—No realmente, solamente a veces le he pedido algunas tareas.
Una idea llegó a la mente del pelinegro.
—¿Es bueno en los estudios?
Namjoon emitió un sonido afirmativo.—El mejor, siempre está en el número uno en la lista de calificaciones.
—Entiendo.
Un plan comenzó a maquinarse en su mente, ese chico sería su salvavidas para no volver a estar encerrado en un centro de menores.
Sabía que sus notas deberían ser sus propias obligaciones y no el de otra persona, pero estaba tan atrasado en el ámbito escolar que se le haría completamente imposible sacar el curso por sí solo.
Estaba decidido, Park Jimin sería su nueva víctima, o al menos la persona que se encargaría de sus deberes y notas.
Estaba seguro de ello.
.
Muchísimas gracias por leer.
Recuerden que esto es ficción.
Saraslifes.
Like si ya queréis leer el siguiente capítulo♡
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