Capítulo 1
La vieja mochila escolar de Jimin fue bruscamente arrebatada de su espalda en contra de su voluntad, sus manitas temblaban con vehemencia, no había conseguido escapar a tiempo a la hora de la salida de varios de sus matones.
—Jimin, Jimin... —El que le había quitado la mochila y ahora buscaba en el interior de la misma los cuadernos del menor para quitárselos, habló con burla.—¿De verdad creías que escaparías de nosotros?
El mencionado hipó por la presión que sentía en su pecho, dio dos pasos hacia atrás totalmente cohibido y lo único que consiguió fue chocar de espaldas contra una de las frías paredes de la calle más cercana al instituto.
—P-Perdón. —Mencionó el acosado bajando la cabeza totalmente tembloroso.
Estaba totalmente acorralado, cuatro chicos estaban rodeandole ahora.
Sintió sus ojos empañarse con lágrimas cuando subió levemente la cabeza y divisó al líder del grupo tomar todos sus cuadernos de las diferentes asignaturas, de nuevo le iban a quitar sus útiles para conseguir sus apuntes.
Aunque lastimosamente eso ya no le importaba, lo que sí lo hacía es que debido a su mala situación económica no sabía si iba a ser capaz de volver a comprarse esos útiles escolares de nuevo, porque sabía que ya no se lo devolverían más, simplemente una vez los exámenes terminaran, tirarían sus cuadernos a la basura.
Y quizá... volverían a quitarle sus apuntes para el siguiente examen, si se miraba bien era un círculo vicioso.
—Todo esto ahora es mío. —Mencionó sin pudor el líder con los cuadernos en las manos.
Un sollozo se escapó de los labios de Jimin y esa fue su sentencia.
Uno de los acosadores rió y se acercó a él hasta dejar entre ellos una distancia para nada prudente, el más pequeño tuvo que aguantar la respiración al asquearle la manera que ese chico olía.
—¿Cuántas jodidas veces te tenemos que decir que un hombre no llora? —Jimin bajó su cabeza, había cometido el espantoso error de llorar frente a ellos.—Eres un marica y más con ese pelo rosa que me llevas, esto no es para tanto, como te demos de hostias sí que vas a llorar de verdad.
La mochila fue lanzada a sus pies y volvió a respirar cuando el chico se alejó.
El líder se acercó a él y le habló.—Ayy. —Suspiró con falsa preocupación.—Si no te escaparas de nosotros no seríamos tan duros, pero es que te las buscas tú solito. —Alzó su mano rasposa y dio dos palmaditas en el gordito cachete derecho de Jimin.
Y sin esperárselo un puñetazo dio de pleno en la boca de su estómago, sus piernas en seguida cedieron y cayó al suelo adolorido quedando de rodillas.
Lágrimas mojaban sus mejillas ahora con más intensidad debido al quemazón que sentía en su estómago ya golpeado también de ayer mismo.
Para él nunca había tregua, aún así sería fuerte.
Recibió una última patada esta vez en su muslo y los abusadores se fueron ya aburridos, porque esta semana no le habían dado ni un solo día de descanso de maltratos.
Pasaron unos minutos hasta que consiguió incorporarse y ponerse en pie, cogió su maltratada mochila amarilla debido al gran uso recibido por la misma y comenzó a caminar hacia su casa.
Esto lo hacía con la cabeza gacha mirando hacia el suelo porque en el barrio donde vivía las pandillas y bandas peligrosas abundaban, y si algo no quería era tener problemas con ellas.
Llegó a su casa, que en realidad era un pequeñísimo piso casi derruido, pero era seguro y el amor que existía en su interior le daba calidez.
Eran su madre y él.
Ella lo era todo para él, de hecho si seguía soportando lo que le pasaba era exclusivamente por su progenitora, no podía dejarla sola, quería que ella estuviera orgullosa de él y por eso siempre se centraba en sacar las mejores notas posibles sin importar todo lo que le rodeara.
Quitó sus zapatos tras abrir la puerta dejándolos en el recibidor y se dio cuenta de que su madre aún no había llegado del trabajo.
Se dirigió a su acogedor y pequeño cuarto, un olor a vainilla y chocolate le recibió relajándole al instante. No podía permitirse lujos, pero siempre ahorraba para comprarse ambientadores de olores dulces que le ayudaban con su estrés y ansiedad diarios.
Ahí solamente había un diminuto armario y una cama individual con años de uso, pero no se quejaba, jamás lo haría.
Entró en el baño y se quitó su humilde ropa, entonces su nívea y suave piel quedó expuesta, sin embargo sobre la misma habían plasmados hematomas de diferentes colores y tamaños causados por los continuos maltratos sufridos donde se suponía que solamente tenía que ir a estudiar.
Suspiró y miró su rostro en el espejo, entonces se sonrió así mismo con ternura.
Tú puedes, solo un poquito más. Se dijo mentalmente así mismo, necesitaba terminar el instituto con buenas notas para conseguir una beca del estado y luego ir a una universidad con la misma.
Lo que no sabía es que a partir de mañana un nuevo chico llegaría al instituto para poner su vida de cabeza.
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¿Qué os parece, tenéis ganas de leerla ya? Espero vuestros comentarios🤗
Saraslifes.
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