Capítulo 8
Cuando salí de aquel despacho las piernas me temblaban tanto que tuve que apoyarme en la pared unos segundos. Mis ojos hicieron contacto con los de Tae al final del pasillo que me miraba con preocupación. Respiré hondo un segundo y me acerqué a él con paso firme.
-¿Qué haces aquí arriba?-pregunté calmado.
-Esperarte para marcharnos a casa, supuse que necesitarías hablar-dijo como si fuese lo más obvio del mundo.
¿Ya?-pregunté confuso mientras miraba el reloj de mi muñeca. -¿Pero cómo es posible?-murmuré para mi.
-Llevas más de una hora ahí dentro, casi todo el mundo se ha marchado ya y he venido a esperarte-explicó mientras se apartaba el pelo que le caía por los ojos.
-¿En serio? Bueno, había mucho de qué hablar, tenía mucho que explicarme no te parece?-pregunté intentando que me contase porque él precisamente, que era la persona más dulce y pacífica que había conocido en mi vida se había unido a una banda de mafiosos.
-¿Y bueno...ya lo sabes?-preguntó. Vi la incertidumbre en sus ojos y el miedo por mi reacción.
-Lo se todo Tae y quiero que te quedes tranquilo porque sé que no podías hablarme de ello-Aclaré antes de que pensase que estaba enfadado con él.
-Me hubiese gustado correr a decirtelo y hablarte de la decisión que había tomado pero no podía traicionarlos a todos y traicionar la confianza que han puesto en mi. La verdad es que cuando me enteré de que Kook también estaba dentro sentí la necesidad de entrar y estar a su lado. Es tan joven y me gusta, así que ahora mismo mi prioridad es cubrir su espalda y ayudar con lo que pueda-dijo de carrerilla sincerandose conmigo.
Suspiré analizando su confesión. -Imaginaba porque habías entrado a la banda, aun así no te preocupes, él me lo ha explicado todo y lo entiendo Tae de verdad, despreocupate-volví a decir.
-¿No estás enfadado de verdad?-preguntó confuso.
-No puedo enfadarme, estoy dentro y tengo que acatar las misma reglas de no hablarle a nadie de todo esto. Comprendo perfectamente que no me lo contases-repetí por tercera vez aclarando que no estaba enfadado con el.
-¿Te lo ha permitido?-volvió a preguntar alzando una ceja como si fuese una gran sorpresa.
-No le he dado más opción. Le he dicho que hiciera lo que hiciera, si tu estabas ahí, yo iba a estar contigo siempre para cubrirnos las espaldas-acepté. Ambos sonreímos con cariño en una silenciosa promesa de que así sería.
-Nam apostaba muy alto que no entrarías a la banda, pero Jin lo tenía clarísimo, dice que nunca ha visto a Yoongi mirar a nadie como te mira a ti y que si quisieras podrías conseguir la luna de su mano-dijo mientras alzaba una ceja con picardía. No iba a entrarle al trapo así que me hice el ofendido para cambiar de tema.
-¿Habéis estado apostando sobre mi?-grité risueño sin creerme todavía lo que estaba escuchando.
-¡Yo no! Ellos-se defendió.
-Mira, déjame, vámonos a casa que aún tengo que terminar los presupuestos de la exportación de materiales para mandarlos mañana y han sido demasiadas cosas por hoy-repliqué con cansancio. Necesitaba llegar a casa y analizar todo lo que había pasado y en lo que me acababa de meter.
Emprendimos el camino hacia casa después de pasar por la oficina a buscar mi abrigo y mis cosas. Tae pasó todo el camino burlándose de mí como un adolescente por ser "el favorito" del jefe. Según él se notaba a kilómetros porque Yoongi se había ofrecido a enseñarme a manejar un arma, mientras con él había mandado a Jungkook para enseñarle.
-No te veo quejarte de la compañía, creo que te ha hecho un favor-chinché.
-Y no me quejo, ese mocoso es lo más sexy con un arma en la mano o sin ella y tiene madera de líder-comentó como si nada. Me abrazó como siempre hacía para despedirse y se encaminó por mi calle hacia su casa como si no hubiese dicho nada de lo que había dicho.
-Anda que estamos bien...-dije un poco más alto para que me escuchase.
-Buenas noches favorito-gritó desde el final de la calle mientras se despedía con la mano. Me reí en alto e imité su gesto.
Trabajé durante horas hasta que por fin pude terminar el trabajo atrasado del día siguiente y cuando terminé busque a Yoongi en internet. Sería lo que fuera, pero de cara a la sociedad era el impecable hijo de Min Hyo que tras terminar la carrera, había ocupado el puesto de su padre al mando de la empresa cuando su padre había enfermado. Según avanzaba en mi búsqueda, más me daba cuenta de lo bien escondido que tenía todo lo que yo iba conociendo de él.
Varios artículos de prensa rosa después donde se le relacionaba con señoritas millonarias de lo más alto de Seúl me di cuenta de que nadie sabía realmente quién era Min Yoongi fuera de la imagen que quería dar al exterior y que realmente me había estado diciendo la verdad cuando afirmaba ser conmigo quien era en realidad.
Esa noche fue la peor que recuerdo en años, soñé con escenarios oscuros y todas las escenas terminaban igual, con sangre en mis manos, así que cuando me desperté aquella mañana con los débiles rayos de sol del primer día de Diciembre salté de la cama directo a la ducha. Un pitido chirriante irrumpió en mi cuarto mientras me secaba el pelo frente al espejo. Supe de quien se trataba incluso antes de ver el mensaje.
"Te mandaré la ubicación de mi casa, puedes pasarte mañana por la tarde cuando mejor te venga" había dicho. Así pues, puntual como prometió esa mañana un mensaje con una ubicación llegó a mi móvil para que me pasase esa misma tarde.
Supe cuando llegué al trabajo de mano de Jin que ese día el director no se presentaría en la empresa por trabajo externo. Como un idiota mi cabeza revoloteó hacia mil ideas de donde podría encontrarse y si nosotros como banda podríamos estar involucrados en ese asunto tan secreto.
Desde que había descubierto en lo que mis nuevos amigos estaban metidos y había aceptado ir detrás de ellos estaba alerta como si alguien fuese a aparecer a matarme por la espalda, estaba paranoico perdido y desquiciado con la sola idea de que algo malo pudiera pasarle a Yoongi si no estaba a mi lado o bien localizado en la oficina. Aunque él no lo necesitase porque podía ser mas letal que cualquiera de nosotros, me sentí inseguro durante toda la mañana por si se encontraba en problemas y lidié con la idea de mandarle un mensaje a ver si estaba bien.
Finalmente no hice nada y trabajé duro durante toda la mañana para poder salir a la hora justa y marcharme a casa a prepararme para mi gran encuentro con Yoongi por la tarde.
A las tres de la tarde en punto, cuando el reloj del vestíbulo de nuestro departamento de venta internacional sonó, salté como un resorte listo para irme a casa. Tae me miró sospechosamente achicando los ojos como si estuviese leyendo mi mente y cuando lo vi aguantarse la risa simplemente le lancé una mirada furibunda para que se callase y no me dejase una vez más en evidencia delante de toda la oficina con sus comentarios malintencionados.
-¿Ya te vas?-preguntó Jin absorto en su pantalla.
-Si, he terminado y tengo una cosa importante que hacer esta tarde-aclaré recogiendo mi móvil de encima del escritorio y guardandolo en el bolsillo del abrigo.
-Usted lo pase bien-dijo sonriente mirándome unos segundos antes de volver a concentrarse en su pantalla.
-Pues muchas gracias Jin-contesté poniendo una mano en el hombro de Tae al pasar. -¿Te llamo a la noche?-le pregunté a mi amigo. Él sólo elevó la mirada un momento para verme y asintió con una sonrisa.
Me encaminé por el pasillo más sonriente de lo que me hubiese gustado admitir y cuando me metí en el ascensor me encontré a Namjoon que bajaba también para irse a su casa.
-¿Ya te vas?-preguntó sonriente como siempre.
-Si, tengo asuntos que atender esta tarde y quería pasar antes por casa para prepararme-expliqué intentando que no notase la emoción en mis palabras y mi voz por ir a reunirme con Yoongi en su casa.
-Se perfectamente a donde vas-murmuró frunciendo los labios para no reírse por mi cara de asombro.
-Pero bueno, ¿es que todo en este grupo es de dominio público?-chillé
-Mi querido amigo, somos una familia, nos lo contamos todo y ahora que formas parte de esto no vamos a excluirte de ello, estoy realmente feliz de haberos encontrado a ti y a Tae-explicó con una tierna sonrisa. Una calidez desconocida subió por mi pecho y se quedó allí llenándome el corazón con aquellas palabras.
-Gracias Nam, nosotros también estamos encantados de haberos encontrado-respondí con el mismo cariño en mi voz.
-Que no sea muy duro contigo ¿vale?-pidió cuando llegamos a las puertas de salida. Abrió su paraguas y se refugió en el bajo la fina lluvia.
-Tranquilo, se manejarlo bastante bien-afirmé con una enorme sonrisa.
-No me cabe duda, hasta mañana Jimin-contestó poniéndose en marcha hacia la calle.
-Hasta mañana-respondí jovialmente poniéndome yo también en camino hacia mi coche.
Conduje hasta mi casa bajo la lluvia y disfruté cantando todas las canciones que salían en la radio. Cuando llegué comí rápidamente y me senté frente a mi armario para decidir que debía ponerme. Unos minutos después y mucha ropa esparcida por la cama más tarde, mientras me regañaba mentalmente por parecer un tonto adolescente nervioso por una cita encontré en mi armario un bonito jersey a rayas negras y blancas que quedaría perfecto combinado con un vaquero y botines negros. Me di el visto bueno frente al espejo y sonreí con nervios.
-Cálmate Jimin, no es una cita, recuerda a que vas-me reclamé a mi mismo mientras enfundaba mis dedos en múltiples anillos.
Un par de horas después de haber llegado a casa con las llaves del coche en la mano y el abrigo bien abotonado hasta el cuello salí para conducir entre el denso tráfico de la capital hacia el centro de la ciudad donde me indicaba el gps que se encontraba la casa de Yoongi.
Vivía en el centro de la ciudad, en lo alto de uno de los edificios más ricos de Seúl.
Aparqué como pude en el garaje habilitado para visitas y uno de los botones me guió hasta el ascensor cuando le indiqué a quien venía a visitar.
-Última planta señor-advirtió apretando él el mismo botón de subida. Le di las gracias y las puertas se cerraron ante mi. Durante el minuto más largo de mi vida subí y subí acompañado de un irritante hilo musical. El ascensor paró en la última planta con un leve traqueteo y por un momento mis piernas temblaron al salir del elevador. Me quedé un segundo quieto en el lujoso rellano.
Cuando iba a tocar el timbre abrió la puerta lentamente y me analizó de arriba abajo. Yo también lo analicé a él. Me gustó enormemente lo que vi y es que al contrario de lo que ya conocía de el, estaba vestido con unos pantalones negros de chándal cómodos para estar en su casa y una enorme sudadera negra con cordones rojos. Sonreí porque no parecía él, porque estaba guapísimo y se le veía realmente cómodo con aquella ropa. Sonreí como un tonto porque me gustó más aun de lo que ya me gustaba.
-Pasa, te estaba esperando-dijo con una sonrisa radiante. Hice exactamente lo que me había pedido y me adentre en el enorme apartamento. Estaba plagado de ventanales y enormes cristaleras y podía verse una escalera que llevaba a un segundo piso. Cerró la puerta tras de mí y por un momento me invadió un sentimiento de incomodidad que él eliminó de un plumazo solo con esa sonrisa tímida que me dedicaba siempre como si no estuviese acostumbrado a sonreír. A lo lejos, una música constante como el ritmo de un corazón sonaba a través de una puerta cerrada. Mi mirada se fue directamente a sus manos, como siempre me pasaba cuando estaba con él.
-¿Te pillo mal?-pregunté mirando sus manos llenas de pintura.
-No, sólo estaba pintando para relajarme-respondió enigmático.
-¿Pintas?-volví a preguntar con interés.
-Soy una caja de sorpresas-dijo acercándose un poco a mi para recoger un trapo de una mesita a mi lado. Pude verle sonreír de lado de esa manera tan suya casi encima de mi, pero en una milésima de segundo ya se había retirado y se internaba en la sala frotando sus manos para intentar sacar la pintura azul de sus dedos.
-Si que lo eres sí...-murmuré para mi.
Lo seguí de cerca y contemple todo lo que se encontraba a mi alrededor hasta que pasamos a un enorme salón que terminaba en una pared unicamente compuesta de una cristalera que se encontraba cubierta por cortinas de color crema. Al lado del vental un precioso y brillante piano de cola negro.
Punto para mi, había acertado de pleno solo con ver sus manos.
-¿También tocas el piano? ¿Hay algo que no puedas hacer?-comenté sorprendido. Quise morirme al momento cuando escuché esas palabras salir de mi boca. Él me miró casi tan sorprendido como yo, pero se relajo y soltó una pequeña risita que sonó como un silbido. Música para mis oídos.
-Bueno...no soy un hombre paciente y cuando quiero algo lo consigo-respondió mirándome directamente a los ojos. Mi corazón latió desbocado con aquellas palabras. Tomé un par de bocanadas de aire y me dispuse a buscar una buena respuesta que no me dejase como un autentico idiota
-¿Debería tomarlo de alguna manera?-pregunté altanero mientras llevaba las mangas de mi jersey hacia arriba.
-Tómalo como quieras-contestó él acompañando sus palabras de una media sonrisa. Ni yo sabía entonces a que estábamos jugando.
-Nos quedaremos aquí-ordenó quedándose quieto en medio del salón. Me paré a su lado y contemple las preciosas vistas de Seúl por la cristalera. Luego contemplé a mi alrededor la bonita decoración del salón a conjunto con el resto de la casa, en colores crudos y con varias plantas haciendo contraste. Por las paredes, preciosos cuadros de artistas variados.
-Tengo algo para ti, ahora es mía, pero en cuanto terminemos es tuya-dijo interrumpiendo mis pensamientos mientras sacaba de la cintura de sus pantalones una pistola demasiado imponente para mi gusto.
-¿Siempre llevas eso ahí?-pregunté para disimular la incomodidad. Era la primera vez en mi vida que veía un arma de cerca y tuve miedo porque al instante me visualicé empuñándola.
-Siempre estoy protegido y al loro Jimin y tu deberás estarlo también. Asentí casi por inercia y el imitó mi gesto.
-¿Vamos a disparar aquí?-pregunté aún un poco impresionado.
-Si, yo voy a dispararte a ti, para que veas como no hay que hacerlo-comentó remarcando el no y cargando el arma con una mano y con una maestría digna de ver.
Trague saliva y abrí los ojos desmesuradamente hasta que una sonrisilla asomó en su labios y una pequeña y adorable carcajada se abrió paso entre nosotros.
-Respira anda, nadie va a dispararte hoy-chilló sin dejar de reírse de mi cara.
-Soy tonto, me has asustado-me quejé entre risas. El sonrió mostrando sus dientes blancos entre sus carnosos labios rosados.
-Era una broma, pero estas tan sumamente tenso que ni te has dado cuenta de que no tenía sentido lo que te estaba diciendo-se quejó sujetando con más fuerza el arma en su mano.
-Tus bromas no tienen gracia, que lo sepas-Volví a quejarme haciendo un puchero infantil.
-Aún estás a tiempo de echarte para atrás y alejarte de toda esta mierda-repitió intentando evadirme de todo aquello por ultima vez.
-No voy a echarme atrás, deja de intentarlo-refunfuñé como un niño.
-Muy bien pues empecemos, no vamos a disparar, pero necesito que sepas defenderte en caso de que alguien te ataque o nos ataque al resto. Lo más importante es que bajo ninguna circunstancia dispares si no es indispensable; Si la situación lo requiere y estoy en condiciones, yo te indicaré cuando debes disparar-explicó con autoridad. Contuve el aliento ante esa última frase. "Si estoy en condiciones" Aquello me hizo estremecer con la sola idea de que algo malo pudiese ocurrirle y agarré con más fuerza aún el arma entre mis manos.
-Bien, lo siguiente que debes hacer es cargar el arma y prepararte para el retroceso, lo sentirás en los hombros y puede desestabilizarte-dijo mientras miraba mi postura y me analizaba girando a mi alrededor. -Estira la espalda y abre un poco las piernas-pidió pasando sus manos por todo el largo de mi espalda. Me estiré tantísimo por la impresión de tenerlo tan cerca que tuve que cerrar los ojos y volver a respirar. Si lo notó no dijo nada pero guardo un segundo y lo escuché respirar agitado en mi nuca. Mil pensamientos perversos pasaron por mi cabeza y me demostraron en ese mismo momento que me era muy difícil controlarme cuando se trataba de él.
-Es más cómodo es que cojas la pistola con las dos manos y apuntes mirando por aquí-habló mientras colocaba sus brazos en los míos y agarraba el arma por encima de mis manos. La concentración se fue a la mierda y lo único que sentía por todo mi cuerpo era su fragancia perfecta y el aroma de su colonia metiéndose por mis fosas nasales.
-Yoongi-murmuré excitado. Tragué saliva cuando su agarre se volvió más sólido en mis manos y carraspeó roncamente cerca de mi oído.
-Concéntrate-pidió con un torpe balbuceo.
-Te juro que lo intento-contesté con un hilo de voz.
-Debes disparar a reducir, no me gustaría que te manchases matando a alguien-aclaró visiblemente tenso por sus propias palabras.
-Lo haría por salvarte...salvaros-murmuré girando ligeramente la cara con intención de hablarle aún más cerca. Me encontré con sus labios a unos pocos centímetros de los míos y durante unos segundos pareció que ninguno de los dos se movería ni un centímetro de los brazos del otro.
-No dudes que yo también lo haría...sin arrepentimientos-dijo en el mismo tono de voz. Lo vi suspirar y alejarse de mí y de toda la cercanía que habíamos compartido
Pasamos un buen rato mientras él me hablaba de todos los peligros que podíamos correr, de todas las formas en las que podríamos ser atacados e intentando por millonésima vez que dejase la tonta idea de unirme a la banda. No volvió a tocarme en toda la tarde, aunque pudo haberlo hecho y yo no hubiese puesto ninguna pega en ello. Me sorprendió cuando dimos por concluida la sesión de entrenamiento y me entregó su arma, que ahora era mía, con una sonrisa preocupada.
-¿Te quedas a cenar?-preguntó amistosamente tras un pequeño silencio.
-No quiero molestar-aclaré metiendo las manos en mis bolsillos para quitarle hierro a la proposición que acababa de hacerme y para que no me viese sudar de los nervios.
-Sabes perfectamente que no me molestas, voy a pedir comida china, quédate, no muerdo...al menos por ahora...-dijo alzando una ceja buscando mi mirada.
-Que tonto...me has convencido con lo de la comida china que lo sepas-murmuré pasando por delante suyo y apoyándome en la encimera de la cocina mientras él se encargaba de llamar al restaurante.
Una hora después, cenamos en una charla amena en su enorme salón, sentados en la alfombra entre su sofá y su mesita acristalada que quedó cubierta de cajas y comida, como dos amigos de toda la vida mirándonos intensamente mientras las luces de Seúl se cernían sobre nosotros y la noche nos encontraba descubriendo cosas de nosotros y nuestros pasados que solo el otro iba a saber.
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Hola a todos :)
Por aquí un nuevo capitulo de Bullets! Y hoy es un capitulo super importante, creo que marca un punto de inflexión en la historia y es que nuestro Jimin empieza a ver lo que está empezando a sentir por Yoongi y parece que para este tampoco pasa desapercibido.
Que momentazo hemos vivido aquí hoy con estos dos.
Bueno, yo espero que os guste y que os esté gustando la historia ya que yo estoy emocionadisima escribiéndola.
Nos leemos en el siguiente capitulo.
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